¡Todos al zoológico!
Pocas eran las noches en las que Shinji no podía conciliar el sueño con mucha facilidad. Así también, pocas eran las mañanas en las que estaba sumamente ansioso por ir a la escuela. Pero ese día martes en particular, por supuesto que valía la pena sentirse así, ya que por fin vería a muchos de los animales que tanto le gustaban. Esos mismos que aparecían en sus libros, y de los cuales tenía un par de peluches.
Sin embargo, a Shinji también le emocionaba bastante la mera idea de viajar en tren hacia su destino, ya que pocas veces había vivido aquella experiencia, pero sin duda le había resultado muy agradable.
Shinji tomó su desayuno rápido, y luego de despedirse de su padre, su madre fue a dejarlo como siempre hasta la salida de la escuela.
―Adiós querido, que tengas un excelente día... ―le dijo su madre mientras lo abrazaba y besaba cariñosamente― y ten cuidado, sigue las instrucciones que te den.
―Sí, mamá, eso haré. ¡Muchas gracias por toda la comida, adiós! ―se despidió Shinji.
Al llegar al salón, hizo tiempo con lo que pudo. Dibujó un poco, charló con Kaworu, Touji y Kensuke, y pasados varios minutos la maestra por fin dio instrucciones.
―Niños, ya llegó el autobús que nos llevará, así que ahora salgan todos en fila hacia la salida... ―indicó la maestra.
Todos salieron en desorden pero al llegar al autobús se fueron repartiendo adecuadamente.
La maestra fue pasando lista a medida que subían al vehículo.
―¿Nerviosa, Misato? ―consultó el conductor del autobús.
―Claro que no, Kaji... Estos son mis pequeños alumnos desde hace tiempo, y se portan de lo mejor.
Una excursión era un día muy especial, por lo que había más gente a cargo de los niños. Esta vez los acompañaba Kaji, quien era un secretario de la escuela, mas en los viajes y excursiones se dedicaba a conducir y a acompañar a los pequeños para asegurar que todo estuviera bajo control.
―Siéntate en la ventana, Shinji ―ofreció Kaworu, cediéndole el paso de manera casi formal.
―Muchas gracias... ―sonrió y se sentó. Shinji pensaba que normalmente los niños debían ser así de caballerosos con las señoritas o con otras niñas, pero eso lejos de hacerlo sentir denigrado o ridículo, lo hacía sentir muy halagado.
―¿Emocionado?
―Sí... Estoy temblando ―rio levemente Shinji.
―Será un gran día, te lo prometo... Estate tranquilo ―Kaworu le acarició suavemente la espalda.
El viaje a la estación de tren fue bastante corto, y una vez dejado el vehículo estacionado, todos se bajaron para continuar el viaje.
La estación estaba con poca gente al ser horario de trabajo, así que todo fue más rápido y fácil para subir al tren por fin.
―Niños, vengan por aquí... ―señaló la maestra Misato, hasta llegar a un lugar totalmente vacío con muchos asientos disponibles. ―El viaje sí que será largo ahora, así que pueden descansar si quieren, y también comer... todo háganlo tranquilos en sus asientos, y si tienen alguna duda o quieren ir al baño, pueden venir hacia mí ―indicó y luego ella también se sentó.
―Pierde cuidado, los niños se entretienen en los trenes... ―expresó alegremente Kaji― en especial con estos paisajes tan lindos que hay de camino.
―Sí, eso no me preocupa... ―suspiró― Sólo espero que se comporten muy bien cuando lleguemos, tal como el año pasado.
Los niños se acomodaron exitosamente y la mayoría sacó sus cosas para comer, pues tenían bastante hambre. La madre de Shinji le había preparado unos Dorayakis que compartió finalmente con algunos de sus compañeros.
Rato después de comer, la mayoría sólo se hallaba contemplando el paisaje tranquilamente, y hasta algunos se habían quedado dormidos.
―¿Sabes? Me gustaría que hubiera conejos ―dijo Kaworu― esos bichos son muy lindos...
―¡No los llames bichos! ―lo regañó Shinji, cruzado de brazos― Son animalitos...
―Bueno, bueno... Esos mamíferos tan simpáticos son muy lindos... ―se corrigió Kaworu irónicamente, lo que hizo que Shinji le dedicara una mirada de falsa molestia― Y aunque cerca de mi casa hay unos cuantos, casi nunca puedo verlos en realidad.
―Yo... Espero que haya marmotas, y sobretodo lémures, porque me encantan. Me gustaría tener uno pero no son para tenerlos en casa...
Siguieron hablando un buen rato de varios temas en los que paulatinamente se fueron integrando Touji y Kensuke y después de 40 minutos llegaron a su destino.
Emocionados, todos los niños vieron abrirse las puertas del tren y se dejaron deslumbrar por el paisaje. Estaba lleno de árboles y la entrada era de madera. Casi parecía que sólo habían ido ellos al zoológico puesto que no se veía nadie más.
Al llegar definitivamente a la entrada, Misato dio indicaciones muy claras.
―Bueno, mis pequeños, ya hemos llegado. Ojalá sea un grandioso día, lleno de diversión y emoción. Almorzaremos en un par de horas, y para que todo sea más seguro, quiero que todos elijan a un compañero y lo tomen de la mano por el resto del día. Así nos aseguramos de que nadie se pierda.
Todos se tomaron unos momentos para elegir compañeros. Kaworu al encontrarse justo al lado de Shinji, sólo le dirigió una sugerente mirada y le ofreció su mano, la que Shinji tomó automáticamente sin mediar palabras. Hikari hizo pareja con Touji, antes de que Kensuke se lo "robara", y cuando ya no quedaba nadie Asuka se dio cuenta de que había quedado sola.
―¡Hikari, pensé que ibas a estar conmigo hoy! ¡No con ese tonto!
―No te enfades, Asuka, fue... sólo por las prisas. ―disumuló la niña.
―¿Pero ahora con quién se supone que voy a estar?
Nadie se había dado cuenta de que aún quedaban Rei y Kensuke libres, pero Rei quería ir con la maestra así que sólo disimuló y esperó lo inevitable.
―Asuka, yo seré tu pareja si quieres, ya que no hay nadie más... ―dijo Kensuke, quien de alguna manera también se aprovechó de la situación tanto como pudo, a pesar de que todo había sido una coincidencia.
―¡Aghh! Lo que me faltaba... ―Asuka maldijo por lo bajo― Está bien, ya que... No importa.
―Vaya suerte... ―murmuró Touji irónicamente, sin sospechar que su amigo se sentía en verdad muy a gusto con la situación.
Misato esperó a que todas las parejas se tomaran de la mano para enseguida comenzar a recorrer el lugar de manera organizada. Por su parte Rei al quedar sola pudo ir bajo el cuidado de la misma maestra y de Kaji.
Un panorama parecido al que se había visto superficialmente se vio también en el interior del recinto, pues estaba con muy poca gente por ser día de semana.
Así, después de caminar por las tienditas de recuerdo, se abrieron paso las primeras jaulas de animales. Fuera de cada una había un pequeño letrero señalando qué animal había adentro.
―¡Miren los sudicatos! ―dijo uno de los niños apuntando a la jaula en cuestión.
―¡Wooaah...! ―todos se apresuraron para asomarse a ver a las criaturas.
―¡Increible, son muy bonitos! ¿No lo crees, Kaworu? ―tironeó su mano.
―¿Dónde están? ¡No veo nada! ―el chico miraba en todas direcciones sin resultado.
―¡Por ahí! ―apuntó hacia abajo― ¡Ahí dentro de la madriguera!
―¡Oohh, los veo, los veo! Qué bonitos son... ―dijo emocionado, pues nunca en su vida había visto uno de esos animales.
Como era de esperarse, se quedaron un buen rato en la primera jaula debido a la estupefacción, hasta que la maestra indicó por dónde continuar.
Seguidamente pasaron por varias jaulas en donde se encontraban los primates.
―Qué feos monos ―señaló Asuka y se rio.
―No son feos, Asuka. Todos los animales son bonitos... ―dijo Shinji.
―Sí, claro. Lo dices porque se parecen a ti ―susurró y luego se carcajeó aun más.
―Qué grocera. Shinji, no te ha hecho nada ―se inmiscuyó Kaworu, mirándola feo.
Asuka simplemente les enseñó la lengua a ambos y se volteó hacia Kensuke, pavoneándose como si hubiera triunfado ante alguien.
Kaworu negó con la cabeza y suspiró pesadamente.
―No le prestes atención... ―Shinji apretó la mano contraria casi sin darse cuenta, aunque Kaworu al notarlo, le devolvió el fuerte agarre a su amigo.
――
El día pasó muy rápido. Después de haber recorrido las jaulas de los leones, tigres, cebras, jirafas y otros animales, no se dieron cuenta de cuando llegó la hora de almorzar.
―¡En orden, en orden! Cada uno con su pareja... ―vociferó Misato.
Los niños se sentaron en unas pequeñas mesitas, divididos en grupos y comieron sus almuerzos.
―Mmh... Espero que pasemos por las jaulas de los lémures... Si es que los hay...
Kaworu notó que Shinji estaba un poco desanimado al no saber con seguridad si iba a ver o no a uno de sus animales favoritos.
Él mientras tanto sólo esperaba ver a los conejos, pues hasta ahora, ningún animal había sido especialmente adorable para él, ni tenían demasiado encanto.
―Seguro que deben estar por ahí, esperándote ―rio Kaworu― hemos visto muchos animales, sería raro que no hubiese lémures.
―Sí, eso espero...
Después de almorzar se dispusieron a continuar el paseo por el lugar, y acabaron yendo a la zona de animales de granja. Lugar en el que también se podía acariciar y tener más contacto con los animales.
Algunos se repartieron por el sector de vacas y caballos, otros fueron con los cerdos y gallinas para darles de comer.
―¡Vamos, quiero subirme en uno de los caballitos! ―Asuka tironeó del brazo a Kensuke con mucha prisa bajo las miradas reprobadoras de Touji, Shinji y Kaworu.
―¡Qué lindos son... tan rosados y gorditos! ―dijo Shinji divertido, apuntando a los puercos.
―¡Sí, y deliciosos! ―se carcajeó Touji.
―¡Pero este no es para que se lo coman, Touji!
―Shinji tiene razón. No seas malo... ―intervino Hikari.
―Tsk... Qué llorones son... ―cruzó sus brazos detrás de la cabeza.
Kaworu mientras tanto escuchó un ruido conocido detrás de él, y al darse vuelta vio a uno de los conejos.
―¡¡Oh, Dios, qué adorable!! ―Kaworu sin poder resistirlo soltó la mano de Shinji y caminó unos pasos hacia esa bolita de algodón.
Shinji también se volteó rápido por la sorpresa y lo siguió; y al ver que Kaworu había tomado uno en sus brazos y no paraba de acariciarlo, le dio una ternura inexplicable.
―¡Es muy suave, mira, tócalo!
Shinji se acercó lo suficiente como para poder acariciarlo.
―Vaya, es verdad... Tiene una nariz muy pequeñita... y ojos tan rojos... ¡Hahaha! ¡Se parece a ti! ―rio Shinji.
―Oye, es verdad... Bueno, lo mismo se puede decir de las ratas blancas... Aun así, ¡Ahí hay otro, y es como tú! ―apuntó a un conejo con todo el pelaje marrón oscuro.
―Sí... Suelta a este, a ver qué hace...
Kaworu soltó al conejito blanco y este fue hacia el otro. Se olisquearon unos momentos y luego fueron a esconderse a la madriguera. Entre tanto nuevos conejos de más colores iban saliendo de allí.
―Vienen más... Podemos darles de comer ―Shinji apuntó hacia la máquina en la que había un par de trozos frescos de lechuga y zanahorias.
Les dieron de comer y Kaworu sobretodo disfrutó mucho de la compañía y de la variedad de todos los conejitos que había en aquel lugar. Los había grandes, pequeños, peludos, gordos, menudos, claros y oscuros.
Finalmente, después de despedirse de sus pequeños amigos, escucharon que la maestra dio la señal para continuar el recorrido.
Al llegar nuevamente al lugar de las jaulas comunes, vieron que en la zona en la que se encontraban había un poco más de gente, por lo que todas las parejas se vieron aun más en la obligación de no soltarse las manos.
―A ver, Rei, lee lo que dice en esta jaula... ―le pidió Kaji.
―Mmm "Jaula... del... lemur"―dijo la pequeña.
―¡Haha, excelente! Pero se pronuncia "lémur".
―¡Woah! ¿Escuchaste eso, Shinji? ―Kaworu zarandeó levemente a su distraído amigo.
―¿Qué pasó?
―¡Aquí está el lémur!
―¿Eeh? ¿De veras?
―Sí, míralo, allá está, en el árbol... ―apuntó.
―¡Hahaha! ¡Sí! ¡Ahí está y qué flojo es!
El animal estaba colgando del gran árbol con su cola enrollada en la rama, y dándole la espalda a todos los visitantes.
―Parece que sólo hay uno... ―observó Shinji.
―Tal vez, ¡Pero se le puede dar de comer también, mira! ―Kaworu vio un pequeño hueco, y del otro lado habían unas pocas frutas.
Sin pensarlo dos veces ambos chicos corrieron casi hasta el otro extremo de la jaula y con el ruido que hicieron fue suficiente para captar la atención del animal, el cual se fue acercando despacio. Shinji extendió su brazo para darle el trozo de fruta y el lémur lo tomó con confianza, para después comerlo en frente de ambos.
―¡Qué ojos más saltones! ―dijo Shinji― es muy tierno...
Los chicos se miraron y sonrieron, satisfechos por lo acontecido, hasta que Kaworu miró a su al rededor y los demás del grupo habían desaparecido.
―¿Por dónde se han ido?
Shinji tragó en seco. Las palabras de su amigo le dieron mala espina y no pudo evitar empezar a sentirse culpable desde ese mismo momento.
―No los oí irse... ―manifestó Kaworu nuevamente― ¿Será posible que nos hayan dejado aquí solos?
Al ver que Shinji estaba totalmente inexpresivo, decidió hablarle directamente.
―Shinji, ¿estás bien? ―inquirió― Debemos seguir caminando para ver si los alcanzamos.
Ignorando que su propia pregunta no fue respondida, tomó nuevamente la mano de Shinji para continuar.
Pasados unos minutos, después de que varios caminos se volvieran confusos, circulares y que se cruzaran unos con otros, los chicos acabaron en la cuenta de que estaba totalmente perdidos. Y para rematar, terminaron en un lugar completamente desolado del zoológico, carente de otros visitantes que no fueran ellos.
Un rato después, se hallaban aún caminado. Shinji clavando su mirada en el suelo y Kaworu viendo en todas direcciones, muy concentrado.
―¿Q-qué vamos a hacer, Kaworu...? ―susurró.
―Pues seguir buscando, Shinji... creo que no hay otra opción.
―La maestra dijo que fuéramos a la tienda de recuerdos si nos perdíamos... ahí hay guardias... pero... ¿Cómo vamos a llegar si no sabemos ni dónde estamos?
Kaworu se detuvo, se volteó levemente y tomó de los hombros a su amigo sosteniendo su mirada.
―Shinji, no tengas miedo. Estamos juntos... ―alzó su mano para darle leves palmaditas en la cabeza― Nada malo pasará si estamos juntos. Lo único que debemos hacer es... buscar una especie de mapa. Debe haber alguno por aquí cerca...
Shinji comenzó a tranquilizarse de a poco, mientras su compañero lo guiaba de la mano pacientemente por el sendero, en busca de alguna señalética útil.
Pasado un rato, encontraron por fin un mapa que les indicó donde estaban.
―"Usted está aquí" ―leyó Kaworu.
Shinji se puso ligeramente de puntillas para ver también.
―Vaya... creo que tendremos que caminar mucho, pero... al menos ya sabemos a dónde ir ―dijo Shinji.
―Sip. Y de acuerdo con esto, de todas formas hay otros mapas en el camino. Bien, vamos...
Siguieron caminando casi en completo silencio, hasta que Shinji habló nuevamente.
―Es increíble que nos hayamos perdido... La maestra nos va a regañar...
―No lo creo... No pienses esas cosas, ningún sentido tiene... ―suspiró.
Shinji aún tomado de la mano de su amigo, se detuvo en seco. Cuando Kaworu se volteó a ver qué le pasaba observó que estaba llorando.
―Es que es mi culpa...
―¿Qué? ¡No! Claro que no... Si yo fui el que hizo que nos quedáramos más tiempo ahí...
―Pero yo fui el que todo el día insistió con eso... ―estalló aun más en llanto, bajo la preocupada mirada de Kaworu.
El chico normalmente no sabía qué hacer cuando alguien lloraba frente a él, y tenía más desconcierto tratándose de Shinji. ¿Qué debía hacer? Es obvio que las palabras no lo ayudarían. ¿Recibiría bien un abrazo? ¿O se sentiría más incómodo todavía? Tal vez debía dejarlo desahogarse.
Pero en el momento en que la conmovedora imagen de Shinji sobándose los ojos lo golpeó de frente, dejó a un lado las dudas.
―Oye, no importa... ―le dijo Kaworu y se acercó para envolverlo fuertemente en sus brazos.
Era tanto el pesar de Shinji que llanamente se dejó abrazar por él y pasado un momento le devolvió el gesto.
―Calma, no pasa nada... ―dijo mientras le acariciaba el pelo con mucho cariño y suavidad aún estando abrazados― Es normal asustarse pero debes estar tranquilo ahora. Después de todo, ya vamos camino a la salida... ―se separó finalmente de él y observó que aún tenía la mirada baja aunque sollozaba cada vez más despacio.
―¿Qué te hace sentir tan mal, Shinji, amigo? ―tomó sus manos.
―Me siento... bastante inútil... ―se sorbió los mocos.
―¿Por qué tanto?
―No lo sé... a veces creo que no hago nada bien.
―No sé porqué piensas eso... Shinji, tú eres un chico talentoso y un muy buen amigo. Además de muy tierno y agradable... Tienes mucha creatividad e imaginación. Y siempre te esfuerzas para lograr lo que quieres. Eso... es todo lo contrario a ser inútil, ¿No lo crees así? ―comenzó a secar sus últimas lágrimas con la manga de su chaqueta.
―No mucho, pero... de verdad te lo agradezco ―volvió a apegarse a Kaworu, acurrucándose en su pecho.
―De nada... ―le acarició la espalda― Si lo necesitas podemos hablar más en otro momento. Pero por ahora sólo recuerda lo importante que eres para mí. Eres mi mejor y único amigo.
―Tú eres mi mejor amigo también...
Luego de separarse continuaron su camino. Ya los dos parecían más tranquilos, pues estaban cada vez más cerca de su destino.
Al llegar a las tiendas de recuerdos pudieron divisar al grupo, que también venía llegando.
―¿Ves, Misato? Te dije que los chicos eran listos. Vinieron aquí cuanto antes... ―dijo sonriente Kaji.
Misato fue rápidamente hacia ellos y los abrazó en medio de llantos. Les pidió infinitas disculpas y se sintió enormemente agradecida de que no les hubiera pasado nada y de que hubieran podido llegar solos.
Asuka, Rei, Touji y Kensuke también fueron a su encuentro y se manifestaron casi tan preocupados y emocionados como su maestra. A decir verdad, todos habían pasado un gran susto, pero más era la alegría de que todo terminó sin problemas en esa excursión.
En el viaje de vuelta, casi todos se fueron durmiendo, a pesar de que eran sólo las 6 de la tarde.
―Oye Kaworu, ¿Puedo hacerte una pregunta? ―dijo Shinji.
―Adelante...
―¿Acaso no te asustaste nunca hoy? Digo, en ningún momento pareció que tuvieras miedo o algo... ¿Cómo lo haces?
―Mmm... Tal vez no me asusté tanto como tú pero sí que tuve un poco de miedo... A decir verdad, pensé: "Yo soy el mayor, debo protegerlo". Y creo que eso hice.
Shinji de pronto sintió una confianza y armonía tal con su amigo, que se aferró levemente a su brazo para descansar un rato sobre su hombro.
―Sin duda alguna. Muchas gracias de nuevo...
Ninguno dijo nada más en el resto del viaje hasta que se despidieron.
Al llegar a casa con su madre, fue a acostarse casi de inmediato, bajo los clásicos cuidados y mimos de su progenitora. Y de pronto se sintió realmente afortunado.
Hasta su inconsciente parecía jugarle a favor, ya que esa noche soñó apaciblemente con Kaworu y su amigable co creación, Pen Pen.
De forma similar, Kaworu mientras tanto soñó que dormitaba plácidamente en un verde prado junto a Shinji y los conejitos, imaginando a su amigo también como uno de ellos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top