I
•Takemichi
No me consideraba una persona afortunada.
Ni siquiera alguien con una suerte promedio.
Todo a mi alrededor carecía tanto de sentido que ni siquiera me paraba a pensar en ello. Ya casi no habían cosas que me llegaran a emocionar.
Antes no era así, pero no es algo que me guste recordar ya que solo me hace sentir más miserable.
Antes me ponía feliz cuando mi madre llegaba del trabajo, pero ahora lo que siento es tan lejano a aquella emoción. En algún momento nuestra relación se torció y se convirtió en dos sujetos obligados a convivir lo mínimo.
Pero en algún momento de mi miserable existencia lo que en ese momento fue mi salvación para seguir respirando cayó en mis manos.
El causante de toda esta irreal aventura.
"Sea Revengers"
Estaba en una biblioteca sin saber muy bien que hacer ahí. Había tenido una fuerte discusión con mi madre y lo único que quería en ese momento era ir lo más lejos posible, sin embargo no tenía amigos con los que ir.
Mi único amigo en aquel entonces era Kisaki, un chico pelinegro de ojos azules y muy inteligente, pero se encontraba fuera de la ciudad.
Leer nunca había sido algo que me apasionara. Busqué mi móvil en mis bolsillos. Al no hayarlos busqué en la mochila que llevaba y fue después que caí en cuenta de que me lo había dejado en mi casa.
Para matar tiempo empecé a dar vueltas por el lugar. Fuera hacia frío, no reparé en eso al salir a toda prisa de mi casa. Había poca gente en la biblioteca. Había uno haciendo algo en un ordenador, otro grupo pequeño de estudiantes haciendo lo que parecía ser un trabajo ya que hablaban mucho entre ellos susurrando.
Fuí a la zona donde estaban los libros de filosofía sin ningún objetivo en cuestión.
Entonces sobre la mesa vi un libro con una dura portada de cartón. Al acercarme y mirar vi que tenía una portada llamativa cuyos colores predominantes era en azul. En esta se podía ver en el centro acaparando toda la atención a un chico rubio sonriente con ropas de pirata y una espada en una de sus manos. Este estaba de pie sobre la proa de un barco, y justo, bajo sus pies, el nombre del libro: "Sea Revengers"
—Parece un libro infantil —dije al aire pasando las páginas con rapidez. Entonces pude ver que se trataba de un cómic. No supe por qué pero me senté para leerlo.
Sea Revengers. Capítulo 17, Kraken.
No me importó estar saltándome 16 capítulos, simplemente comencé a leerlo. El estilo de dibujo no era muy realista, las figuras eran simples y los colores planos pero no fue algo que me disgustara.
El protagonista, cuyo nombre era Mikey, al parecer el capitán de un barco pirata, por alguna razón estaba buscando a Kraken, pero contraria a la imagen que tenía del Kraken (un pulpo gigante) este resultó ser un híbrido entre pulpo y humano. Se me escapó una risita en ocasiones por las ocurrencias de Mikey. Estaba tan metido en el capítulo que logró hacerme olvidar durante esa lectura, todos mis problemas. Kraken y Mikey se iban a pelear, pero al pasar la página ya había acabado el capítulo.
—No puede ser —dije decepcionado.
Lo siguiente que hice fue salir de la zona de filosofía con el cómic en mano y emprender camino a buscar la continuación.
Pero no pude encontrar ni la continuación ni ninguna otro capítulo de Sea Revengers.
Finalmente recurrí a la bibliotecaria. Era una mujer algo mayor pero no llegaba a ser anciana. Si cabello era rubio poseía unas grandes gafas.
—Perdone —le hablé llamando su atención —
—¿Sabe donde están los capítulos de Sea Revengers? —le mostré el libro.
La señora pareció sorprenderse un poco. Y mientras se recoloca a las gafas preguntó -¿Ese comic es de aquí?
—Sí, aunque estaba en la sección de filosofía.
—Llevo todo el mes buscandolo. —carraspeó un poco —Lamento decirte que Sea Revengers ha sido retirado de esta biblioteca por cuestiones de espacio, aquí no hay más capítulos. Faltaba un libro ¿Y justo ahora, un mes después, aparece? Que fastidio.
No sabía que responder a eso por lo que me callé.
—Ahora inventariar ese requiere muchos papeles —suspiró —¿Te interesa? —asentí con la cabeza enérgicamente —Puedes quedartelo, pero no digas que fui yo.
—¡Gracias! —dije feliz, era lo mejor que me había pasado ese día.
Metí el regalo en mi mochila y salí de la biblioteca dispuesto a buscar más capítulos. No pude encontrarlo en las tiendas más reconocidas, estuve dando vueltas hasta que no aguanté más el frío y me dirigí a mi casa.
Por los siguientes dias me entretuve buscando el libro. Estaban en Amazon pero no tenía dinero para comprarlo, no me darían la paga hasta la semana siguiente (si todo iba bien) y no estaba en ninguna biblioteca.
Pero finalmente supe dónde encontrarlo, por alguna razón el cómic estaba en la sección infantil en una librería de barrió a 15 minutos de mi casa.
Y antes de darme cuenta ya me había convertido en un fanático. Aunque en mi vida seguían surgiendo problemas que cada vez iban a más, Sea Revengers se había convertido en mi anestesia para el dolor, en mi salida.
Recuerdo una ocasión en la que había conseguido una figurita de Mikey cuando de repente un gato negro me lo robo. Jamás olvidaré ese día. Perseguí al gato hasta un callejón, de alguna manera me caí y un vidrio se me clavó en el brazo. Aunque me quedo una sexy cicatriz , la recuperación fue dolorosa.
Pero aún faltaba otro acontecimiento importante que marcaría mi vida y una vez más me salvaría.
Pasó un día en el que mi eterna soledad se convirtió en un hueco tan insoportable que ni siquiera Sea Revengers podía llenar.
Ese día estaba dispuesto a acabar con mi vida. No tenía a nadie, ni una sola alma a la que le importara. Kisaki, que antes era mi mejor y único amigo se había convertido alguien a quien despreciaba.
Pero justo antes de meterme todos mis fármacos en la boca, escuché una voz a mis espaldas.
—¡Takemicchi, no lo hagas! -casi grité del susto. Me había asegurado de cerrar mi puerta con pestillo y la casa estaba vacía en el momento que lo hice. Nadie podría hacer entrado a mi casa.
Me giré lentamente con una ansiedad creciente en mi pecho.
Una figura que buen conocía estaba sentada frente a la puerta de mi habitación. Ese cabello rubio, peinado, vestimenta era similar al de Mikey, el personaje de mis comics favoritos. Hasta su rostro era tal como había imaginado que sería si fuera humano.
Sin creer lo que veían mis ojos, pregunté:
—¿Quién... —apenas me atrevía a hablar —¿Quien eres?
-¿..Mmm? Ya me conoces Takemicchi —su expresión, antes afligida, pasó a convertirse en una suave sonrisa —, soy yo, El Invencible Mikey.
-¡Eso no es posible...! Mikey... Mikey es un personaje de un cómic —me di media vuelta observando las pastillas en mis manos, pensando en que finalmente me había vuelto loco.
—Pero me estás viendo y escuchando ¿O no? ¿Desconfías de tus sentidos? —cruzó sus brazos sonriendo de forma socarrona —Takemichi, sé lo que te hicieron, salí del cómic para escucharte y apoyarte. Así que no lo hagas, te suicides. En vez de eso, atravesemos esta estapa juntos, porque -se levantó y se acercó a mí —a partir de ahora, eres mi amigo. —me mostró una sonrisa tan grande que apenas se le veían los ojos.
Escucharme y apoyarme, era lo que mi corazón más anhelaba, que alguien quisiera escucharamd y se preocuparse por mí. Llevaba tanto deseando que alguien me dijera esas palabras que lágrimas se escurrían como cascadas.
Últimamente no paraba de llorar, pero al menos está vez no me miraban con burla o buscando juzgarme.
Me secó una lágrima, y al sentir su tacto solo me hizo creer en lo real que era la figura frente a mis ojos.
-¡A partir de ahora somos amigos! -decretó.
Desde entonces, pasaría mucho tiempo antes de volver a sentirme solo. Mi vida siguió siendo miserable, pero Mikey me hacía sentir que no era solo oscuridad lo que se hayaba una vez sumergido en el pozo de mi vida.
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ASÍ SÍ.
Nunca me convenció el capítulo uno así que este será el uno y el 1 será el dos.
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