— No Puedes comportarte así. — Advierte el moreno desde detrás de su escritorio y Adrien no hace más que desviar sus atormentados ojos hacia la reluciente fotografía enmarcada sobre el escritorio de su amigo. —. Adrien, ¿Me estás escuchando?

Asiente de mala gana para contentar a su opuesto. —. ¿No sería más fácil que llevaras tú este caso?

— ¡No! — Vociferó golpeando de forma estruendosa la mesa, a lo que el rubio apenas se inmutó. —.  Estoy harto de tu actitud presuntuosa, así que por una maldita vez en tú vida vas a tragarte tus palabras, superar el pasado y actuar como el profesional que contrate en primer lugar, ¿oíste?

— Vaya amigo...

— Y es precisamente por eso que te obligo a afrontarlo, Adrien. Porque soy tu amigo. — Se levanta de su lugar, rodeando el escritorio hasta plantarse frente al chico. —. Vas a superar a Kagami quieras o no, es hora de que salgas, busques una chica, vuelvas a enamorarte.

— Tonterías. — Afirma el rubio. —. ¿De verdad Nino? ¿En serio crees que necesito sexo para seguir adelante? — Una carcajada de mal gusto interrumpió las quejas del moreno. —. No me hagas reír, esto solo lo haces para fastidiarme.

— Claro que sí, porque hace mucho tiempo superaste a Kagami, ¿no? Por eso acabas de dejar por el suelo al señor Couffaine.

— Sabes que no aguanto a ese imbécil y acabas de obligarme a tomar el caso de su nueva novia.

— ¡¿Y como demonios querías que supiera que era él?! — Adrien guarda silencio, después de todo Nino tiene razón, él jamás había hablado del hombre que había arruinado su relación. —. ¿Tienes idea de lo que va a ocurrirte si Couffaine te denuncia al concejo? — Los ojos de Adrien se van a blanco, harto de la tediosa charla. —. Me van a obligar a despedirte, ¿entiendes? —. Asiente de mala gana, suspirando aborrecido. —. Ahora quiero que vuelvas y le pidas disculpas.

— ¡¿Qué?! ¡Ni en cien años haría esa tontería...!

— ¡Adrien! — Reprende. —. No quiero tener esta conversación de nuevo, ahora necesito que salgas, le muestres una sonrisa a ese chico y lleves este caso como el profesional que eres, ¿oíste? — Nino Se levanta de su lugar, llevándose a su paso unos cuantos papeles del escritorio. —. Y cuando desmuestres la ética que deberías tener, entonces quizás te deje marchar a casa.

El rubio se cruza de brazos, permaneciendo en su lugar. —. Hagamos esto rápido, Alya espera por mi. — Agrega el moreno, golpeando suavemente la espalda de su amigo.

El gruñido de Adrien hace eco en la habitación, al muchacho nunca le ha gustado seguir órdenes, en su infancia vivió de ellas por mucho tiempo, sin embargo sabe que esta vez no tiene alternativa.

Se levanta de mala gana, aventurándose a paso rápido donde su antiguo rival aún yacía. —. Luka. — Habla y siente la presencia de Nino a su espalda, causándole un escalofrío de pies a cabeza. —. Quiero decir, señor Couffaine.

El aludido dispone su atención al rubio, mismo que da un paso hacia adelante, observando brevemente la sala. —. Quisiera disculparme por mi actitud de hace unos minutos. — dice, comprendiendo un esfuerzo monumental en cada palabra. —. Desde ahora me aseguraré de llevar el caso clínico como un profesional, así que, ¿le parece si comenzamos de nuevo?

Los ojos de su contrario detonan desconfianza y sin embargo a él tampoco le queda otra salida. —. No hay posibilidades de mover a Marinette a otra clínica, ¿no? — Cuestiona, conservando su actitud borde.

— Me temo que su estado es demasiado crítico como para someterla a tal situación. — Interfiere Nino, sujetando a Adrien desde el hombro.

— Ya veo. — Luka se mantiene pensativo por escasos segundos, apretando su mandíbula al verse atrapado. —. Está bien. — Dice finalmente, estrechando la mano del rubio con fuerza. —. Un gusto, doctor Agreste. — Agrega, aceptando que tendrá que lidiar con aquel molesto rostro mucho más tiempo.

— Lo mismo digo, y no se preocupe por su novia. — Adrien sonríe con sorna, desviando sus verdes hacia la chica en la camilla, lamentándose al ver un rostro tan bonito ser víctima de las vueltas del destino. —. La cuidaremos bien.

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