Inicio.
*.゜。:☾.゜。*
"Yo, Park Jimin, te quiero a ti, Jeon Jungkook como legítimo esposo y me entrego a ti en cuerpo y alma. Prometo serte fiel en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida porque te amo. Te amo como nunca amé a nadie, y sé que eres el único para mí. Siempre serás el único."
Ojos marrones, cabello castaño, un cuerpo envidiable y mentiras tras mentiras. Eso era Jeon Jimin.
¿Y lo peor?
Lo peor era que no se arrepentía de sus malas acciones, de volver tarde por las noches oliendo a otro hombre y con marcas rojizas en todo su cuerpo, así como tampoco se arrepentía de abrirles las piernas a otros. No se arrepentía de nada, nunca lo hacía.
Tú y yo hicimos una promesa, para bien o para mal. No puedo creer que me hayas decepcionado, pero la prueba está a la vista y duele.
La rutina era la misma y Jimin estaba cómodo de esa forma.
Jungkook trabaja desde casa, era alguien independiente que pintaba retratos a pedidos y muchas veces los mostraba en las diferentes exposiciones que habían durante el año. No le iba mal, y mucha gente de la alta sociedad lo contactaba para encargarle retratos de seres queridos o animales. Él lo hacía gustoso ya que pintar siempre había sido su pasión.
Jimin trabajaba en la misma oficina desde hace cinco años en el centro de la ciudad, donde estaba a cargo del departamento creativo ya que era el jefe. Él había estudiado publicidad, pero hace unos meses, había tomado la maravillosa decisión y se había hecho socio minoritario de la misma empresa.
La situación para el matrimonio Jeon no fue fácil y ahora, había cambiado considerablemente.
Al inicio de su relación, todo había sido horriblemente difícil. Para empezar, los padres de Jungkook no estuvieron muy contentos cuando este inició una relación seria con Park en su adolescencia, pero pensaron que finalizaría pronto, porque en ese entonces, Jungkook tenía tan solo dieciséis años. Ellos nunca vieron mal que al menor de sus tres hijos le gustaran los hombres, es más, ellos lo apoyaron incondicionalmente cuando él mismo les contó una tarde.
Pero se opusieron rotundamente cuando Jungkook anunció a los veintiún años en una cena familiar que se casaría con Jimin. Sus padres simplemente explotaron enfurecidos y se negaron a aceptar lo que su hijo estaba a punto de hacer, y no porque Jimin era un hombre, sino porque nunca les había caído en gracia el chico de cabello castaño, porque lo encontraban caprichoso, inmaduro y sin una visión clara de lo que quería en su propia relación.
Y quizás en el fondo, ellos tenían razón.
Con la familia Jeon dándoles la espalda, Jungkook no encontró nada mejor que tomar a Jimin y llevárselo a Seúl, lejos de Busan que era donde ambos vivían. Perdió contacto con sus padres desde entonces y se centró en hacer feliz al hombre que amaba con toda su alma.
Jimin desde que tuvo uso de razón sabía que vivía con su abuela materna ya que su madre lo dejó y jamás volvió. Su abuela nunca lo quiso y se encargó de echarle en cara cada día todo el sacrificio que tenía que hacer por él. Siempre lo culpó de su desdicha y de lo infeliz que era al tener que criar al mocoso de su malagradecida hija. Por eso aceptó irse sin mirar atrás, aceptó el amor de Jungkook y todas las consecuencias que llevaba el empezar de cero. Él lo aceptaba todo, porque lo amaba profundamente.
Desde hace meses he tenido mis dudas, negando cada lágrima. Ojalá esto hubiera terminado ahora, pero sé que todavía te necesito aquí.
No fue fácil y ellos lo sabían, aun así lograron salir adelante solos, sin una familia que los apoyara o tendiera un trozo de pan cuando no tuvieran para comer.
Aun cuando creyeron que sería imposible, lograron acabar sus estudios y consiguieron un buen trabajo. Todo lo consiguieron con el apoyo y el amor incondicional del otro.
Ahora, vivían en un excelente barrio donde podrían criar a sus hijos tranquilamente si es que en un futuro terminaban adoptando. La casa de dos pisos era increíblemente hermosa y decorada por el mismo Jungkook, quien pintó cuadros de todo lo que a Jimin le gustaba para darle en el gusto. Siempre lo complacía. Habían comprado dos carros para uso personal de cada uno, y el antejardín estaba lleno de hermosas plantas y coloridas flores que Jimin mandó a colocar.
Era una vida perfecta, todo debía estar marchando de maravillas.
Pero, ¿era así realmente?
Jungkook, no sabía con claridad si todo había cambiado en el último año y se negó a creer que la situación iba de mal en peor. Se convenció a sí mismo de que estaban pasando por una etapa. Una de esas típicas crisis matrimoniales que todo el mundo vive, pero que pasan al cabo de unos meses. Se esmeró en su angustiosa necesidad por creer en un cambio, que por un momento, se lo terminó creyendo.
Tristemente, estaba lejos de ser así.
Jimin por su parte, por más que no le prestara la debida atención a su esposo, lo conocía. Lo malditamente conocía tan bien como la palma de su mano, y por más que lo intentara, le era imposible ser totalmente ajeno al dolor y la angustia que reflejaban esos ojos negros cada vez que se posaban en él.
Pero lamentablemente, Jimin, disfrutaba ser quien era ahora. Malditamente disfrutaba ser el hombre poderoso y autosuficiente en el cual se había convertido, donde con solo una sonrisa y un movimiento de dedos tenía a todos sus empleados y hombres fáciles a sus pies.
Se hizo un experto en las mentiras, inventó un sin fin de excusas para salir siempre temprano de casa y se las ingeniaba hábilmente para llegar tarde sin levantar sospechas. Siempre poniendo como máxima prioridad su trabajo antes que su propio esposo, aún cuando Jungkook siempre era el que organizaba salidas románticas a todo tipo de lugares, en un desesperado intento de salvar lo que poco a poco se estaba destruyendo.
Jimin sin un poco de remordimiento, cancelaba todo para ir supuestamente a terminar trabajos de suma importancia.
Jungkook no se rindió y siguió organizando más salidas como reservar una mesa para ir a cenar en algún bonito restaurante, vacaciones fuera del país, salidas a algún spa, al cine e incluso algo tan simple como ir al parque para salir tomados de la mano y disfrutar de algún rico helado. Jungkook lo intentó todo, pero fracasó en cada uno de sus intentos.
Hubo veces en las que lloró como un niño desconsolado mientras estaba solo en su taller, sentado frente al atril de madera, su lienzo en blanco y una brocha con pintura en su mano. El miedo y la angustia lo abrazaron, haciéndole sentir cada vez más inseguro. Comenzó a cuestionarse y a poner en duda la felicidad de Jimin a su lado, culpándose a sí mismo incontables veces de ser él quien estaba orillando a Jimin a cambiar, a ser alguien que no era.
Tú dices que estoy loco porque crees que no sé lo que has hecho, pero cuando me llamas "cariño", sé que no era el único.
Nunca le importó mostrarse débil ante Jimin y en algunas ocasiones, cuando la tristeza le ganaba y se apoderaba por completo de él, Jungkook tomaba las pequeñas manos de Jimin y entre leves sollozos suplicaba un poco más de atención, un poco de su tiempo, un poco de sus caricias. Porque lo seguía amando y deseando como el primer día, y lo extrañaba.
Extrañaba a ese chico de cabello castaño y mejillas abultadas, que se acurrucaba contra su pecho y le decía que lo amaba. Dios, extrañaba a su Jiminie.
Pero Jimin parecía completamente ajeno a esos sentimientos. Aun cuando era consciente, no hacía nada para remediar el daño que estaba causando en él.
—Preparé el desayuno —habló Jungkook desde la cocina, cuando vio a Jimin bajar las escaleras— Tu favorito —sonrió de manera dulce.
Jimin, quien acomodaba su corbata, lo miró sin decir nada por unos segundos.
Jungkook lo miraba de una manera tan linda y enamorada. Tan ingenuo y desdichado.
Jimin suspiró y desvió su mirada lejos de Jungkook. Lejos de esos ojos negros que imploraban porque aceptara.
—No comeré, se me hace tarde —habló en un tono neutro. Tomó el saco del traje gris que llevaba puesto— Tampoco llegaré temprano, no me esperes despierto —se deslizó dentro del saco y lo acomodó bien en su cuerpo.
—Pero amor... —Jungkook caminó hasta quedar más cerca de Jimin— Debes comer. Ven, come conmigo... —su voz sonó algo desanimada al saber que una vez más, ni siquiera el desayuno lograrían compartir.
—Lo siento, cariño, pero ya es tarde —tomó sus llaves y el portafolio, dispuesto para salir de casa.
Un suave agarre en su brazo lo detuvo y giró su rostro, con el ceño levemente fruncido.
—He hecho una reserva...
—¿Qué? —Jimin preguntó, notoriamente irritado mientras miraba la hora en el reloj de plata que adornaba su muñeca.
—Hice una reserva en unas termas —confezó, sin poder ocultar su emoción— Es este fin de semana, nos podemos ir el viernes por la noche...
—Cariño, no. Estoy en algo demasiado importante y no pienso malgastar mi tiempo en termas, además tú tienes trabajo que hacer —Jimin gruñó y se soltó del agarre de Jungkook con un poco de brusquedad.
—Mi trabajo puede esperar —pasó ambas manos por su rostro, frotándolo e intentando calmar la ansiedad que estaba sintiendo al ser rechazado nuevamente. Al sentirse tan poca cosa para su esposo— Jimin, tú eres mi prioridad y si quiero pasar un fin de semana contigo. Que se joda el trabajo.
—Tu trabajo no se compara con el mío —refunfuñó, sin dejar de lado el tono irritado— No puedo, no este fin de semana.
—¿Entonces, cuando? Amor, te pido un día de la semana para mí.
—No lo sé y basta con este tema —tomó lo que le faltaba y caminó hacia la puerta, Jungkook lo siguió desde detrás. Sin importar lo que pasara, Jungkook siempre se despedía y le deseaba lo mejor para su día laboral, incluso antes de dormir, siempre le daba las buenas noches al igual que los buenos días— Solo... solo olvidalo y dejemos estas salidas para otro momento —terminó por decir e inhaló hondo.
—Bien. Lo siento —frunció sus labios en una evidente mueca de tristeza.
—Me voy —Jimin abrió la puerta y Jungkook tomó con cariño su mano.
—Que tengas un buen día —se acercó y dejó un pequeño beso en los labios carnosos de su esposo.
—Lo mismo para ti, cariño —le devolvió el beso. Un simple roce de labios, eso era todo lo que Jungkook recibía desde... desde no sabe cuándo.
—Te amo... —dijo Jungkook. No obtuvo una respuesta más que una simple sonrisa de parte del castaño.
Has estado tan poco disponible, ahora tristemente sé por qué. Tu corazón es inalcanzable y aunque él sabe que tenías el mío, no les importó.
Jungkook lo vio subir al carro, lo observó hasta que desapareció al doblar en la esquina y se entró, cerrando la puerta y apoyando su espalda en ella.
Suspirando, barrió toda la primera planta con sus ojos nublados.
Definitivamente, ese día no estaba de ánimos pasa dedicarle tiempo a su trabajo.
Caminó hasta el minibar que tenían en un rincón de la sala y sin pensarlo mucho, tomó dos botellas que se encontraban totalmente selladas. Mordió su labio inferior con fuerza, mientras que por sus mejillas comenzaban a deslizarse las primeras lágrimas del día.
Porque sí, Jungkook no era estúpido, solo se negaba a aceptar la realidad.
En algún punto, el de cabellos negros, dejó de estar del todo consciente y se sumergió en el alcohol y la tristeza.
Y ahí estaba Jungkook, con una botella media vacía de whisky en una de sus manos, sin saber dónde había quedado la otra. Con la otra mano, sostenía la gruesa argolla de oro, que simbolizó el matrimonio feliz que tuvieron en algún momento.
Estaba completamente ebrio y con su corazón roto en mil pedazos. Él había tenido sus sospechas, pero era un idiota enamorado, uno que se negaba a ver la verdad, incluso si se la estampaban en la cara.
Tenía su cabello negro revuelto, sus hermosos fanales negros estaban hinchados, sus mejillas rojas y húmedas a causa de un sin fin de lágrimas que viajaban a través de ellas.
Te he amado por muchos años, tal vez no soy lo suficiente.Me has hecho darme cuenta de mi miedo más profundo, al mentirnos y lastimarnos.
Se encontraba sentado sobre la alfombra afelpada que había en la sala, con su espalda apoyada en uno de los sofás y con sus rodillas pegadas al pecho.
Totalmente solo y deprimido en la gran casa que con tanto esfuerzo e ilusión compraron.
Habían creado un sin fin de hermosos recuerdos, así como también muchas discusiones que luego terminaban en increíbles reconciliaciones.
Maldición.
Jungkook lo amaba de una manera que ni siquiera Jimin lograba entenderlo. Lo amaba con cada célula de su cuerpo, con todas las hermosas virtudes y sus defectos, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza.
Definitivamente lo amaba.
Mucho.
Demasiado.
Tú dices que estoy loco porque crees que no sé lo que has hecho, pero cuando me llamas "cariño", sé que no era el único.
Pasó el día entero ahí, bebiendo y llorando.
Pensó por un momento en salir y sin importar su estado de ebriedad, tomar el carro, conducir fuera de la ciudad, comprar algún líquido inflamable y al volver, rociar toda la casa, prenderle fuego e irse de ahí para no volver jamás.
Luego pensó en seguir bebiendo e ir a la piscina y quedarse ahí, hasta que la inconsciencia de su cuerpo lo sumergiera en el agua. Todo su dolor desaparecería en ese instante.
Pero finalmente pensó que lo mejor era llorar. Llorar hasta sacar toda esa angustia de su sistema.
Y así lo hizo.
Cuando el reloj marcó las ocho y treinta de la noche, Jungkook reaccionó. La casa estaba completamente oscura por dentro, afuera estaban encendidos los pequeños focos que se activaban de forma automática. Se levantó de la alfombra tambaleante, tomó las botellas y salió de la sala en dirección de la cocina, encendió las luces mientras caminaba y finalmente tiró todo a la basura.
Subió de forma perezosa las escaleras y trastabilló a medida que iba avanzando, se escabulló hasta el baño y se despojó de toda la ropa que llevaba encima, entró a la ducha y giró el grifo del agua fría. Su cuerpo tembló ante el cambio brusco de temperatura que comenzó a experimentar. Pero era lo que necesitaba y también porque ayudaría a quitar la hinchazón de sus ojos, además de mantenerlo despierto.
Salió sin prisa del baño con su cuerpo completamente seco, aunque el cabello aún lo tenía húmedo. Se puso una camiseta gris de mangas largas, su boxer y encima un pantalón negro de chándal. Caminó descalzo en busca de sus pantuflas, hasta que las encontró y se las puso.
Bajó las escaleras lentamente ya que aun sentía el molesto mareo del alcohol y fue hasta la cocina, donde buscó en los muebles alguna medicina para el dolor de cabeza que comenzaba a sentir. Cuando la pastilla bajó por su garganta junto con el agua, Jungkook logró escuchar el sonido de un motor. Uno que conocía a la perfección.
Jimin había llegado.
Avanzó hasta la puerta de la entrada principal y la abrió. Sus ojos se conectaron con los de su esposo, quien bajó del carro con su portafolios en la mano y caminó rápido hasta Jungkook.
—Hey... —Jungkook alcanzó a decir. Jimin apoyó su frente en su hombro y lo abrazó por la cintura.
Jungkook lo rodeó por los hombros con uno de sus brazos, mientras que con el otro tomaba el portafolios. De esa manera, Jungkook le daba una cálida bienvenida al hombre que amaba.
Aun cuando sabía que Jimin había estado con otro.
Aun cuando olía a otro.
—Bienvenido a casa, amor... —le susurró cerca del oído, y contuvo las lágrimas que amenazaban con salir.
—Estoy en casa, cariño —respondió agotado, sin muchos ánimos.
Jungkook lo guió al interior de la casa, sin soltar ese cruel abrazo. Una vez dentro, Jungkook besó las mejillas de Jimin, ignorando las marcas rojizas mal tapadas de su cuello. Cerró los ojos e inhaló profubdo, buscando el perfume de Jimin, pero solo olía a sudor, sexo, cigarros, alcohol y a alguien más.
Y Jungkook lo sabía. Malditamente sabía todo y aun así seguía ahí para él, porque lo amaba igual que como cuando tenía dieciséis.
Sé que no soy el único...
***
Hey~
Esta historia ya fue publicada hace mucho, siendo el primer o.s sad que hice. Fue editado un par de veces, pero luego lo eliminé porque me avergüenza un poco que lean estas cosas ajajajajaj
Hoy lo leí ya que lo tenía guardado en mi drive, entonces pensé en compartirlo de nuevo, esperando que les guste tanto como a mí me gustó escribirlo. Sé que es un o.s bastante básico, con temas normales en wattpad, pero yo quería hacerlo especial y diferente, con Jm siendo el que engaña.
Gracias por leer, votar y comentar ❤ lo aprecio mucho!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top