Extra.
—¿A dónde vas? —preguntó Jimin, saliendo de la cocina en dirección del castaño.
Jungkook no respondió y tomó sus llaves.
—Jungkook, no puedes salir. No ahora —avanzó rápidamente hasta su lado y lo tomó del brazo.
Jungkook volteó a mirarlo y se soltó del agarre con brusquedad, haciendo que Jimin se tambaleara.
—¡Alto! —intentó detenerlo nuevamente— No puedes, está nevando y es peligroso —casi rogó para que Jungkook no se fuera.
Por primera vez en meses, los ojos de Jimin mostraron verdadera preocupación. Su mediocre intento por detener a su esposo fue tan real que el pecho de Jungkook se estrujó y dolió. Dolió más de lo que imaginó.
Jungkook no quiso seguir escuchando más aquella afligida voz y salió de la casa sin decir una palabra, abrió el auto y subió en él.
—¡Jungkook! ¡Mierda, no puedes! —imin golpeó la ventana, la desesperación estaba presente en su tono de voz— ¡Jungkook, baja! —insistió.
Jungkook no lo hizo y el auto se puso en marcha, avanzando y saliendo del garaje.
—¡Mierda! —lo escuchó gritar mientras se alejaba.
El efecto del alcohol aun corría por su sangre. La adrenalina que sentía en ese momento por ir al volante en una noche donde nevaba como nunca y el peligro de patinar en las calles congeladas lo tenía sin cuidado alguno.
De repente, el silencio que había en el interior del auto se rompió y apartando la vista del camino, miró hacia el asiento vacío de su lado ya que ahí había dejado su teléfono. La pantalla se iluminaba y se lograba leer claramente el nombre de quién era aquella llamada.
"Amor."
Sintió ese incómodo nudo en su estómago y pellizcó su labio inferior con sus dientes.
Ignorando el molesto sonido del aparato a su lado, volvió su vista al camino y recordó que, hubo un tiempo en donde sus ojos se encontraban con los de Jimin y el amor brotaba de ellos, en donde no hacían falta las palabras para entenderse y saber lo que pasaba por la mente del otro.
Solían ser él y Jimin. Dos hombres contra el mundo. Dos enamorados que dejaron todo atrás para ser felices. Ahora, ya no había nada de eso.
Habían perdido los sentimientos, tal vez.
El teléfono sonó de nuevo, una, dos, tres veces hasta que Jungkook contestó. Mas no dijo palabra alguna.
—¿Jungkook? Dios, por favor... —su voz seguía sonando igual de preocupada, angustiada— E-está nevando, Jungkook. Detente, por favor...
El silencio por parte de Jungkook siguió, su vista iba fija en el camino sin rumbo. No quería detenerse aun cuando no sabía a dónde ir.
—Y-yo ando en el auto, iré por ti. Dime donde estás... —un suspiro frustrado se escuchó al otro lado de la línea al no tener respuestas —Jungkook, debemos hablar...
El nudo en su estómago se convirtió en un dolor agudo. Sus ojos marrones se cristalizaron y las lágrimas no demoraron en bañar sus mejillas. Dolía tanto amar a alguien que solo sabía lastimar.
Porque sí, él lo amaba como el primer día. Y le dolía como el infierno.
—C-cariño, lo siento... —la voz de Jimin sonó rota y Jungkook lo conocía tan bien que sabía que estaba llorando— Te amo, Jungkook...
Mentiroso. Maldito mentiroso de mierda. Gritó su subconsciente al escucharlo decir aquellas palabras que no le decía en meses.
—N-no quiero perderte. Por favor, detén el auto y yo voy por ti, hablamos y... L-lo siento. Lo siento tanto... —se escuchó como sorbía la nariz— S-sé que soy el peor y que no te merezco. Tienes razón, te lastimé y... Dios, háblame. Por favor, amor. Dios, Jungkook háblame. Quiero ir por ti, déjame ir a buscarte. Está nevando demasiado fuerte, ando manejando y llegaré rápido.
El camino se veía borroso. La poca iluminación de las calles, la densa nieve que caía sin parar y las malditas lágrimas que no dejaban de salir le estaban nublando la vista.
Mordió su labio con tanta fuerza que sintió el sabor metálico en sus papilas gustativas. Él quería acceder a los ruego de Jimin, quería detenerse y esperar por él.
No te ama. Quién ama no lastima. Vete, alejate de quien te hace daño. La voz en su cabeza le gritaba aquellas palabras.
Jungkook así lo hizo.
—¿Dónde estás, Jungkook? —volvió a insistir— Por favor, detén el auto y espérame. Cariño, Jungkookie... dete...
No lo soporto más y cortó la llamada.
Golpeó el volante un par de veces aun mientras manejaba, lloró como si fuera un niño al que le quitaban un dulce, gritó casi desgarrando su garganta ante la frustración de saber que no era lo suficientemente fuerte como para dejarlo.
Dio la vuelta en una curva de la carretera y apretó el acelerador. Tenía que volver a casa, quería volver.
Quitó con la yema de sus dedos las molestas lágrimas de sus ojos, las cuales nublaban su vista. El teléfono comenzó a sonar nuevamente y Jungkook lo tomó para responder, pero el hoyo en la carretera no estaba señalizado y el auto dio un salto brusco, haciendo que el aparato resbalara de su mano y cayera al piso.
—Mierda —gruñó con su voz quebrada y sorbió los mocos.
Miró el camino y vio que delante suyo no habían más autos. Sin siquiera pensar que era buena o mala idea, Jungkook se inclinó para tomar su teléfono y cuando se enderezó, jamás pensó que un perro asustado en medio de la carretera se le cruzaría.
Intentó esquivarlo para seguir su camino, para llegar sano y salgo a los brazos de Jimin como el idiota que era. Lo intentó.
El auto patinó y las ruedas chirriaron ante aquel movimiento brusco. No tuvo tiempo para pensar ni reaccionar.
Jungkook, en ningún momento se había puesto el cinturón de seguridad y cuando el auto se volcó, su cuerpo fue azotado brutalmente en su interior. Los cojines de aire no se activaron, por lo que nada pudo amortiguar los severos golpes que recibió en su cabeza, cuello, columna y sus piernas, las que habían quedado atrapadas en algo, no estaba seguro ya que no las sentía.
Su mente se nublo, su cuerpo en general dolía horrible y la sangre comenzaba a salir de todos lados. No fue consciente del tiempo que estuvo ahí.
Estaba cansado, agotado de respirar con dificultad. Cada que inhalaba, sentía que las costillas rotas se le incrustaban bajo la carne y se ahogaba, como si intentara respirar bajo el agua.
Entre abrió sus ojos cuando varias luces iluminaron el lugar, pero los cerró de inmediato. No tenía fuerzas. Se estaba quedando sin aire.
—¡No! —gritó alguien, con la voz rota y con desesperación.
No fue necesario que abriera los ojos para ver al dueño de aquel grito o que alguien le dijera quien era. Él lo sabía.
Era Jimin. Su Jimin. Su esposo. Su único y gran amor.
Jimin lo había encontrado.
Luego de eso, varias voces murmuraron cosas a su alrededor e intentaron sacarlo de donde estaba. No sabía si lo consiguieron o lo dejaron donde mismo, ya que no sentía nada. Su cuerpo ya no dolía.
El último pensamiento de Jungkook antes de caer en un sueño profundo, antes de entregarse a los placeres del descanso eterno, fueron tres simples palabras, las cuales nunca fueron pronunciadas por él mismo. Solo quedaron en su mente y ahí quedarían por la eternidad.
"Lo siento, amor."
Fin.
Este extra se realizó gracias al pedido de una de mis lectoras <3
Y como vieron, no hay más de esta historia. Espero les haya gustado <3 <3
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