CAPÍTULO 20

-- Hemos decidido mantenerlo inaudito. No sabremos el género hasta que nazca.

-- ¿Enserio? -- Ace los vio estupefacto.

-- Bueno de todas formas da igual, seguro que es otro varón más. -- Rebecca suspiró frustrada.

-- Sigue sin parecerme muy buena idea lo de que tengáis un hijo, sois demasiado jóvenes todavía. -- El hombre de cabellos canos se acomodó mejor en el sofá. -- Pero bueno, si vuestros padres no objetan.

-- Abuelo no empieces, ya lo hemos hablado. -- Protestó Sabo algo molesto. -- Por cierto, ¿Os imaginais ya que regalos tendremos mañana por Reyes?

-- Puf, ropa fijo.

Luffy y Ace se miraron sorprendidos ante la coincidencia de palabras y soltaron una carcajada.

-- ¡Papá, niños, a comer! -- La voz de Dragon se hizo denotar en toda la estancia.

Los tres hermanos, junto con su abuelo, salieron escopeteados nada más escuchar la palabra ''comer''. Las dos muchachas, sin embargo, se tomaron su tiempo.

-- ¿Qué nombre le pondréis? Dependiendo del género claro.

-- Aun no lo hemos pensado la verdad. Estamos demasiado ocupados viendo lo de donde viviremos como para pensar en eso.

-- Pero Dragon ya ha dicho que le legará la casa de Trembol a Sabo, para que no tengáis problema en ese tema. -- Rebecca la miró desconcertada mientras se disponía a entrar en la cocina.

-- Sí, pero es que está muy lejos de aquí y aun no estamos seguros si deseamos vivir tan alejados de nuestra familia.

-- Eso es cierto.

--¡Vosotras dejad la cháchara y sentaos a comer! -- Exclamó Garp llevándose un trozo enorme de carne a la boca.

Ambas rieron divertidas y se sentaron a la mesa antes de que la comida desapareciera de su plato por el glotón de Luffy.

****

-- ¡Luffy! ¡Luffy despierta!

El chico abrió los ojos como platos al notar como algo se le subía encima y le gritaba al oído.

-- ¡Maldita imbécil! ¡Rebecca no hagas eso! -- Suspiró frustrado cerrando los ojos de nuevo.

-- Dios, sigo sin acostumbrarme a tus ojos violetas. ¡Olle, pero no te duermas! -- Comenzó a sacudirlo de los hombros.

-- ¿Hayyyy... dejame, quiero dormir. -- Hizo un puchero.

-- ¡Y yo quiero abrir los regalos! ¡Es la mañana de Reyes! ¡Se supone que habrán regalos!

-- ¡Qué me dejes dormir!

-- ¡No!

Cogió a su primo del pie y tiró de él para hacerlo caer de la cama.

-- ¡Ahh! ¡Maldita!

-- ¡Vamos!

Finalmente el chico suspiró frustrado y se puso en pie para echar a caminar con parsimonia hacia el salón. Sin embargo su lentitud duró poco ya que su prima lo agarró del brazo y lo arrastró corriendo hacia el lugar.

Como ella esperaba bajo el árbol de navidad se encontraban los regalos. Se agachó para verlos y cogió uno con el nombre de su compañero.

-- Toma, este es tuyo.

-- Por lo blando que es ya intuyo que será ropa. -- Soltó una carcajada.

Rebecca cogió el suyo y se apresuró a abrirlo.

-- ¿Enserio sois tan canallas que ni siquiera me esperáis para abrir los regalos? -- Ace hizo acto de presencia en la sala.

-- A mi no me mires, fue ella la impaciente. Si por mi fuera aun estaría durmiendo. -- «Soñando con Él». Remató en su mente.

-- Menudo vago.

-- ¡Mira quien habla!

-- ¡Ace este es el tuyo! -- La chica le ofreció el regalo parando así la futura pelea que se avecinaba.

-- Pfff... -- El pecoso estalló en carcajadas. -- ¿Enserio? ¿Un jersey?

Siguió riendo.

-- Está claro que a papá se le han acabado las ideas. -- Argumentó Luffy palpando su regalo que claramente era otro Jersey.

-- ¡Dejad de quejaros! ¡Al menos yo aun os regalo algo, que a vuestras edades lo de los Reyes Magos ya no debería ni existir! -- Dragon le dio un coscorrón a los dos hermanos.

-- ¡Pero si nos encanta! -- Mintió Ace aguantando la risa. -- Va, para que mentir, podrías habertelo currado más. No se, regalarnos un conjunto, o unos tenis, o un pijama de lana para este frío invierno.

-- El jersey también sirve de pijama. -- Argumentó y seguidamente le propinó una colleja en la nuca. -- Y deja de quejarte desagradecido.

Un fuerte chillido los alarmó y ambos padre e hijo se giraron preocupados a ver a la pelirrosa, mientras Luffy se sentía incómodo por no ver lo que pasaba.

-- ¡Oh Dios, Oh Dios, Oh Dios! -- Volvió a chillar emocionada. -- ¡Me encanta!

-- ¿Pero qué pasa? ¿Por qué gritas como una loca?

La muchacha se giró a verlos y acto seguido, con una gran sonrisa, les mostró un precioso vestido azul turquesa, estampado con mini calaberitas de color negro.

-- ¡Me encanta!

-- ¡¿Y por eso gritas?!

-- ¿Alguien me dice qué está pasando? -- Luffy seguía confuso.

-- A Rebecca le han regalado un vestido y se a emocionado por eso.

-- ¡Es que es precioso! -- Exclamó euforica. -- ¡Aparte es mi color favorito y con calaberitas! ¡Me encanta!

A ambos los tres presentes que la acompañaban se les bajó una gotita de sudor por la nuca.

****

-- Tengo un regalo para ti. Pero hay un problema. -- Suspiró.

-- Es algo que tengo que ver. ¿Verdad?

-- Sip. Lo hice hace tiempo, mucho antes del accidente. Pensé en no dártelo, pero digo yo: ya que me molesté tanto en hacerlo...

-- Pues descríbemelo. -- Sonrió alegre.

-- Bueno, primero abrelo.

La muchacha sacó el regalo envolvido de debajo de la cama y se lo puso en las manos a su primo. Éste no tardó en romper el papel de colores y dejar a la vista el contenido. Lo palpó dándose cuenta de que era un marco con cristal.

-- Es una especie de colás de fotos. Puse varias. Una en la que estás de niño con Shanks. Otra en la que estás conmigo y los primos. Hay una que es del cumple de la tía Dádan, del año pasado. En otra estás con tus hermanos, el abuelo y Makino. Una tú de bebé con tu padre. También una con tus amigos de niños y otra en la que estás con Zoro, cuando cogisteis el nido de pájaros de un árbol. -- Luffy sonrió al recordar eso último, ese día fue muy gracioso. -- Una foto en la que estás tú con Ace de niños, enseñando el puño pintado de una D tachada. Y por último, en medio, una foto tuya, de hace dos años, cuando jugamos en la nieve y tú hiciste un mini muñequito.

-- Tiene pinta de ser muy lindo. Gracias, me encanta. Le diré a mi padre que lo cuelgue en la pared. -- Sonrió agraciado. -- Aunque tampoco tenías por qué hacerlo, yo no te tengo ningún regalo.

-- Da igual. Bueno y cambiando de tema, aun me debes una explicación.

-- ¿Una explicación? -- El moreno la encaró desconcertado.

-- Sip. ¿Por qué no me dijiste que ya tienes novio? ¿Eh?

-- ¡¿Y tú cómo sabes eso?! ¡Si aun no se lo he dicho a nadie!

-- Tengo mis métodos para enterarme. -- Sonrió pícara.

-- Me has estado espiando. ¿Verdad?

-- Sep.

-- ¿Sabes? Existe algo llamado privacidad.

-- Que pena que no conozca esa palabra.

-- Sí, es una pena.

Ambos estallaron en carcajadas por su propia tontería de conversación.

-- Bueno, pues ¿Me lo vas a contar?

-- ¿Y qué quieres que te cuente que ya no sepas? -- El chico se recostó en la cama.

-- Pues...

Una musiquita interrumpió su conversación.

En cuanto Luffy escuchó el tono de llamada se puso tieso mientras meditaba sus posibilidades de coger el móvil y salir corriendo sin ser atrapado por la loca de su prima.

Ésta última intuyó sus pensamientos y se apresuró a coger el móvil al mismo tiempo que el moreno lo hacía. El chico fue más rápido y corrió hasta el baño para cerrarle la puerta en las narices a la pelirrosa.

-- ¡Madito canalla! ¡Dejame escuchar la conversación!

-- ¡Aprende la palabra y el significado de privacidad, coño!

Acto seguido se llevó el móvil a la oreja y pronunció las palabras claras para coger la llamada.

-- ¡Mugiwara-ya! -- Sonrió ampliamente al escuchar su voz.

-- ¡Torao!

-- ¿Te apetece salir a dar una vuelta? Los Reyes Magos me han dado algo para ti.

-- ¿Los Reyes Magos? -- No lo entendía, eso era imposible. -- Pero los Reyes Magos no existen.

El mayor suspiró agotado y acto seguido soltó una carcajada.

-- Baka, me refiero a que tengo un regalo para ti.

-- ¿Enserio? -- Luffy se entusiasmó al instante. -- Pues por mi no hay problema de quedar esta tarde, no tengo nada que hacer.

-- ¡Genial! Quedamos a las 5:00 en tu casa. Hasta luego Mi pequeño desastre. Un beso

-- Hasta luego Torao. Otro para ti.

Colgó la llamado y salió del baño más feliz que cuando había entrado, sin parar de darle vueltas al regalo que podría haberle comprado su novio.







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