CAPÍTULO 19

Su móvil comenzó a sonar insistentemente. Reconoció el tono de llamada y sonrió. Hacía tiempo que no hablaba con ella.

Cogió el objeto de la mesilla y se lo acercó un poco a la cara.

-- Coger llamada. -- Pronunció con voz clara.

La canción de Mecano se cortó para dar continuación a la voz de su amiga.
-- ¡Luffy! ¿Cómo estás? ¡Me enteré de todo! ¿Cómo está tu madre?

Tan bruta y directa como siempre. Sonrió más ampliamente.

-- Hola a ti también Nami. -- Comentó burlón.

-- Oh, eh sí hola... ¡No me cambies de tema canalla!

El moreno soltó una pequeña carcajada.

-- Estoy bien, tranquila. Mi madre también está bien, bueno sigue en coma, pero al menos no pasó nada. Se acabaron los problemas... de momento.

-- Menos mal. Siento no haber podido hablar antes contigo. Pero es que primero con los exámenes y luego la familia aquí toda reunida... Ya sabes como son mis padres, cuando se está con la familia fuera móviles, portátil y toda la tecnología. -- Suspiró desastrada. -- ¡He estado completamente desconectada del mundo! ¡Y hoy me encontré con tu prima y me contó lo de tu madre y pues...!

-- No te preocupes, ya lo sé. -- La interrumpió el chico para calmarla. --De todas formas estaba pensando en ir un día de éstes, antes de Reyes, a tu casa. Tengo muchas cosas que contarte y tú a mi.

-- Yess. ¿Entonces todo bien por allí?

-- Sip. Fue una semana cruda, pero ya pasó. -- Rió agraciado. -- Ahora solo me queda resolver un pequeño problema que tengo pendiente.

-- ¿Problema pendiente?

-- Ya te contaré.

-- Sabe Dios. ¿Qué habrás hecho ya?

-- ¿Tiene que ser algo que halla hecho yo?

-- ¡Ovbiamente! -- Soltó una carcajada. -- Bueno pues espero verte pronto. Un momento. ¿Y si quedamos esta tarde? Yo no tengo nada que hacer. Creo.

-- Por mi no hay problema, probablemente quedaría con Torao por aburrimiento así que.

-- ¿Torao?

-- Ya te he dicho que tengo muchas cosas que contarte. -- Sonrió.

-- Uih uih uih, que mi niño ya se pilló novio. ¡Me lo tienes que contar todo!

-- Ni siquiera te he dicho quien es y ya piensas que tengo novio. Eres igual que Rebecca. -_-''

-- Entonces quedamos a la tarde. A las 4:30 me paso por tu casa. Bye.

Y colgó. Ni siquiera le dio tiempo a devolverle el ''hasta luego''. Dejó el móvil de nuevo en la mesilla y buscó a tientas el libro de prácticas que estaba usando para aprender el braille. La verdad era que, a pesar de la dificultad que le suponía leerlo, la historia que contaba era muy interesante.

Se recostó en la cama abriendo el libro y pasó los dedos con delicadeza tocando los puntos salientes, leyendo costosamente el contenido.

****

-- ¡Baka!

Sintió el fuerte puño de su amiga en la cabeza que lo tiró al suelo. O Dios, cuanto tiempo sin recibir uno de esos golpes suyos.

-- ¿Y eso a qué vino? -- Hizo un puchero mientras se sobaba la cabeza con la mano.

-- ¿Cómo se te ocurre decirle que No?

-- ¡Ya te lo expliqué! ¡Llevo teniendo una semana de perros! ¡No he estado de humor para hacer nada en todo este tiempo, y mucho menos para esas mierdas del amor! -- Si hubiera tenido vista la habría fulminado con la mirada. -- ¡Además, tú no eres la más indicada para hablar! ¡Llevas enamorada de Sanji desde hace tiempo y sin embargo siempre lo rechazas!

-- ¡Eso es distinto! ¡Él es un mujeriego! ¡No podría estar conmigo sin mirarle las faldas a otra mujer!

-- Eso no es cierto, si se lo propone sabe como comportarse. Tampoco es tan imbécil, ni cabrón. -- Se incorporó sacudiéndose el pantalón y bajando el tono de voz. 

-- En realidad todos los hombres sois iguales. Por eso me gustan más las relaciones de vuestro propio género. Así os matais y jorobais entre vosotros.

Luffy soltó una carcajada ante el comentario.

-- ¿Es enserio? -- Siguió riendo hasta que se calmó. -- Nami no todos los hombres son como tu primer amor. Ese cabrón te jodió mucho, pero eso no quiere decir que nos tengas que ver a todos igual. Y sabes que si aceptas salir con Sanji él te cuidará como una reina y no te traicionará ni te hará nada. Tienes miedo, eso es lo que te pasa.

-- ¿Y tú cómo puedes saberlo listillo?

-- ¿Quizá porque se como te sientes? -- Puso un tono de obviedad. -- ¡Estoy enamorado! ¡Y no es la primera vez que me pasa esto tampoco! ¡Se lo que es tener miedo a empezar una relación y que valla mal! ¡Pero si no lo intentas no saldrás nunca de dudas!

-- ¿Y entonces por qué no se lo pides tú a ''Torao''? -- Hizo comillas con los dedos en el apodo.

-- Lo voy a hacer. -- Dijo seguro y decidido, para luego argumentar algo gracioso. -- Sino mi prima me castra y quema vivo.

La pelirroja soltó una carcajada ante el comentario.

-- Bueno, cambiando de tema. ¿Cómo es eso de que vuelves a ser sonámbulo?

-- Pues ya ves. Con el estrés y la ralladura de cabeza que tengo por todo, perdí el sueño, y ante eso me vino el sonambulismo... otra vez.

-- Joder.

Siguieron caminando distraídamente hasta que Luffy rompió el silencio.

-- ¿Entonces aceptarás la trigésimo sexta petición de Sanji? ¿O esperarás hasta que el pobre se haga viejo para decirle que sí?

-- ¡Vete al infierno!

Luffy soltó una carcajada.

-- Aceptaré cuando a ti te deje de gustar la carne. -- Argumentó sarcástica.

El chico volvió a estallar en carcajadas.

-- Eres terrible.

-- Como el mismo diab... -- La chica paró en seco al ver quien se aproximaba por la otra calzada. -- ¡Ostia, puta, joder!

-- ¿No había más palabrotas? -- Ironizó el moreno.

-- Cállate joder, que ahí viene el rubio.

-- ¿El rub...? -- Luffy comprendió entonces y mostró una sonrisa lobuna.

La muchacha se percató enseguida de las intenciones de su amigo y lo encaró alarmada.

-- ¡Luffy, ni se te ocurra!

Pero el chico hizo oídos sordos y ahuecó las manos en su boca para hacerse oír mejor.

-- ¡Saaaanjiiiii! ¡Estamos aquí!

-- Me cago en toda tu raza Luffy. -- Murmuró la chica aguantando las ganas de abofetearlo hasta dejarlo parvo.

-- ¡Luffy! ¡Nami-Swan!

El recién aparecido corrió a su encuentro con enormes corazones en los ojos.

-- Hola Sanji-Kun. -- Sonrió la muchacha algo nerviosa, aunque lo disimulaba bien.

-- Bueno chicos yo me voy que quedé con un amigo en el parque, chao. Pasaoslo bien.

Nami vio al moreno desconcertada.

-- ¿Cómo que has quedado con un...? -- Calló entonces en la cuenta. -- ¡Tú lo tenías todo planeado!

-- Adiós.

El chico echó a correr, rezando por no tropezar con nada, hasta intuir que ya no estaba al alcance de la loca de su amiga.

Soltó una carcajada al imaginarse su cara de furia. La había dejado sola con su enamorado y, a pesar de disimular sus sentimientos muy bien con el supuesto enfado fácil, él sabia que el estar con Sanji la ponía nerviosa. Como le pasaba a cualquier enamorado, era algo normal. 

Llegó al fin al parque infantil y agudizó el oído para verificar que no había niños en los columpios. Tras eso se sentó en uno de ellos.

-- Buenas tardes Mugiwara-ya.

Sonrió al escuchar la voz de su amigo recíen llegado.

-- ¡Hola Torao!

-- Hoy te ves alegre. ¿Algún motivo en especial?

El chico se sentó en el columpio contiguo sin apartar la vista del menor.

-- Bueno, mi amiga Nami me va a matar cuando me vuelva a ver. -- Sonrió ampliamente.

-- ¿Y eso es motivo para estar feliz? -- Law lo miró desconcertado.

-- Sip. Ya verás, si mañana aparezco con un enorme chichón es que mi treta dio sus frutos, sino la habré cagado.

Ahora estaba aun más confuso. Decidió no darle más importancia puesto que era Luffy, ese chico a veces tenía cosas fuera de sentido.

-- Bueno, ¿Qué tal todo? ¿Sigue mejor?
-- Sip, ayer fui a visitarla. -- Sonrió aun más amplio si era posible. -- Olle, ¿Sabías que los gatos y los perros no pueden tomar chocolate porque tienen menos ''no se que'' que nosotros en la sangre y eso provoca que no puedan eliminar ''no se que cosa'' del organismo?

-- Sí, y es la Teobromina lo que les perjudica. ¿Dónde descubriste eso? Porque no creo que lo hallas sacado por ti mismo. -- Ironizó el mayor.

-- Lo escuché en un documental de animales esta mañana. De haberlo sabido no le habría dado tanto chocolate al gato de Rebecca, que en paz descanse.

-- ¡Oh por Dios! -- El chico abrió los ojos como platos de la sorpresa. -- ¿Lo mataste?

-- ¿Qué? ¡No! Se puso malito por mi culpa, pero al final murió por atropello.

-- ¿Y tú quieres ser veterinario?

-- Sip, e hecho cosas peores y aun así es un oficio que me encanta, aunque ahora tendré que buscar algo referente de estudio. ¡Pero igual se puede!

-- ¿Cosas peores? Miedo me das.

-- Sip. Una vez lancé a mi gato por la ventana de la guardilla, eso fue un experimento hecho con mis hermanos para comprobar si era cierto que los gatos siempre caen de pie y tienen muchas vidas, pero descubrimos que esas teorías eran mentira de una forma un poco fuerte.

-- El gato murió.

-- Sip. Pobre Gonbe. -- Hizo una mueca al recordar al pobre animal estampado de forma brutal contra el suelo. -- Papá no volvió a traer más gatos a casa y tardó una eternidad en volvernos a dejar tener mascota.

-- No me extraña, recuérdame que nunca lleve a mi gato a tu consulta. -- Comentó burlón.

Luffy soltó una carcajada y se balanceó feliz en el columpio.

Después de estar un rato en silencio finalmente paró en seco, se giró a encararlo y, cogiendo valor, habló.

-- Torao, ¿Te apetecería intentarlo? Ya sabes, lo de ser novios... No se muy bien como funciona eso. Se lo que es el amor, pero nunca he tenido pareja y además hace una semana te rechacé y... -- Empezó a hablar atropelladamente de forma casi ininteligible mientras movía las manos nervioso. -- Bueno yo...

Fue abruptamente interrumpido por los cálidos labios de su amigo. Eso era un sí, al menos ese detalle ya le había quedado claro.


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