Epílogo

Tal vez debería empezar por explicar todo lo que había sucedido desde que la policía había arrestado a Shadow. Lo habían llevado de inmediato a un hospital para tratar y revisar las heridas y cicatrices que había en su cuerpo, principalmente se fijaron en las de su cuello, le dijeron que las otras cicatrices podrían desaparecer con tratamiento pero las de su cuello no lo harían debido a la profundidad que tenía y a la mala cicatrización; por lo que ahora tendría que usar vendas especiales o una bufanda, optaba más por la segunda opción. 

Para cuando al fin salió de todos los procesos de testificación en los juicios pudo entrar a su casa, ya no tenía ese olor especial que lo hacía sentirse cómodo, ahora olía a los químicos que el equipo de limpieza debió usar mientras investigaban. Ya no disfrutaba del silencio que recorría todo el lugar.

Yo no estaba cómodo en su propio hogar. Todo había cambiado, y no lo deseaba. Normalmente cuando se iba de casa por unos días deseaba que al volver a casa algo hubiera cambiado; la decoración o la posición de los muebles, pero aun así nada lo había hecho, todo seguía igual, mas no estaba en paz. Se sentía extrañamente frustrado por la falta de ruido en su hogar, cuando antes disfrutaba de este, sentía que algo... o alguien faltaba. No lo iba a negar, extrañaba a Manic, Scourge e incluso, a Shadow. 

Por supuesto que había hablado sobre eso con su psicóloga, ella solo le respondió que al estar tanto tiempo en un solo ambiente con Shadow había desarrollado lo que se llamaba Síndrome de Estocolmo; El cual le hacía sentir pena por su agresor e incluso extrañarlo, he ahi la razon por la cual sentía que algo le hacía falta. Le contó que se podría curar por medio de terapias, las cuales ya estaba tomando. Pero ahora, ¿Que pensaba su familia respecto a todo lo que sucedía en su vida? 

Nada. Su familia le importaba lo más mínimo lo que hiciera o le sucediera, la más cercana que había tenido era su madre, y esta había fallecido hace años, su padre; él había desaparecido hace mucho antes e incluso lo tomaba por muerto en el presente, después de todo sus padres jamás se casaron, no hubo tantos problemas a la hora de que se separaran, solo uno debía irse. Y para finalizar, era hijo único. Lo había otro familiar fuera del sostén familiar que velara por él.

Volvió a mirarse en el espejo pequeño en el baño, acomodo su bufanda para que cubriera su cuello saliendo del baño rumbo hacia el recibidor, no tuvo que mirar por la ventana para saber que habrian muchos reporteros esperando a que saliera para llenarlo de preguntas triviales e incluso muy invasivas. Respiro hondo y apoyó su frente en la puerta sujetando el pomo. 

— Vamos, yo se que puedes. — Susurro, para si mismo en un intento de ganar fuerzas y poder atravesar a todos los reporteros. Se enderezo cuando escuho la bozina de un vehiculo en el exterior, debia ser el taxi que lo llevaría a su destino.

En cuanto abrió la puerta de golpe el flash de una cámara lo cegó por unos momentos, mas sin embargo no se detuvo, apresuró el paso a medida que los reporteros se amontonaban a su alrededor. Las preguntas comenzaron a llegar a sus oídos:

  — ¡Señor Sonic! ¿Cómo se siente respecto a hecho de que hoy Shadow McDermott recibira su condena? — Tuvo que apartar su rostro a un lado cuando un micrófono casi lo golpea. Otro reportero se acercó por la izquierda.

  —  ¿Durante su tiempo de cautiverio mantuvo relaciones amistosas o amorosas con Shadow?

  — ¿Participó en algún asesinato?

Frunció el ceño sin parar de caminar, ¿Que clase de pregunta era esa? Cuando pudo llegar al taxi abrió la puerta y la cerró tras de sí con fuerza, ganándose una mirada de enojo por parte del conductor, sin darle importancia le indico la dirección. Recostó su cabeza contra el respaldo del asiento y cerró sus ojos hasta que llegara. Durante el trayecto abrió sus ojos encontrándose con el paisaje complementamente cubierto por una capa de nieve acumulada a los costados del camino, tuvo más de una vez el impulso de abrir la puerta y salir huyendo hacia otro lugar, más se contuvo.

 Si quería superar todo esto, debía presenciar lo que se llevaría acabo en aquel lugar.

En una cárcel.

No tuvo que avisar sobre su llegada cuando bajó del taxi en frente del gran portón metálico, el equidna lo esperaba con los brazos cruzados y una expresión seria en su rostro, llevaba una gruesa chaqueta negra y cada vez que exhalaba una tenue nube se posaba en frente de su nariz. Lo saludo con un asentimiento y dio la orden de que abrieran las puertas por medio de la radio que colgaba a un costado de su hombro derecho. 

(...)

Se removió una vez más en su asiento, no porque fuera incómodo, si no por el hecho de que estaba nervioso. Hace más de una hora que estaba aquí y todavía no podía controlarse, frente a él había un vidrio, que tenía del otro lado una pequeña habitación con una camilla y varias mesas llenas de inyectadoras y sueros, lo que más le llamaba la atención era el hecho de que la camilla tenía correas integradas en puntos estratégicos amoldados a las extremidades de un cuerpo. A su lado estaba el equidna, de brazos cruzados y sin apartar la vista del frente, no se preguntaba cómo podía estar tan calmado, puesto que asume que su trabajo le podía eso; ser alguien que pudiera mantener la calma en situaciones fuertes.

Era todo lo contrario para el.

Miro por toda la pequeña habitación, hace mucho que había llegado, ¿Acaso no vendría nadie más? Llamó la atención del equidna tocando su brazo:

  — ¿No vendrá nadie más? — Inmediatamente negó con la cabeza.

  — No, solo nosotros y un reportero extranjero que se encargará de llevar el cuerpo y un reporte al país natal de  McDermott. — Cayó en cuenta de algo, jamás había preguntado por el país de origen de Shadow. Obviamente no era de Rusia puesto que él mismo le había contado que había viajado como prófugo por diversos países. El equidna noto la expresión de su rostro y dedujo rápido que no sabría nada de él, por lo que hablo nuevamente: — El país natal de McDermott es Texas, Estados Unidos. Tipo de sangre AB positiva, treinta años y nacido el 3 de julio de mil novecientos ochenta y siete-

Estaba dispuesto a continuar dando datos a Sonic cuando fue interrumpido por el sonido de la puerta de la habitación abriéndose, provocando un chirrido debido al mal estado de los pernos que sostienen la puerta metálica. La imagen de un erizo de color turquesa, llevaba anteojos grandes que lo hacían lucir extraño, sin contar su gran chaqueta con estampado de cuadros. Muy ridiculo a los ojos del detective— Extranjeros. — Penso; más decidió ignorarlo y guardar silencio en su lugar, volviendo su vista al vidrio. Por otro lado Sonic, volvió a quedarse callado removiendose de vez en cuando en su asiento, juraba para si mismo que sentia la mirada del reportero extranjero sobre su nuca. Se convenció a sí mismo que solo era su imaginación. 

Pudo concentrarse mejor en lo que pasaría cuando noto como la puerta de la habitación a través del espejo se abrió, mostrando primero a un guardia y poco después a Shadow, quien llevaba un traje completamente blanco y sus brazos y tobillos esposados. No apartaba la mirada del suelo ni mostraba una expresión  que no fuera completamente neutra. Poco después de que entrara un médico lo siguió de cerca, también llamó la atención de Sonic, puesto que su pelaje era verde, más sus sospechas fueron descartadas cuando noto como sus ojos eran de un color amarillo. Debía estar así por los nervios.

El guardia le indicó a Shadow que se recostara en la camilla y así lo hizo, sin decir palabra alguna, luego de que le quitaran los grilletes, sus brazos y piernas fueron sujetados por las correas de cuero que estaban integradas en la camilla, la ultima que se coloco iba a alrededor de la cintura. Trago saliva cuando noto como el médico sacó varias agujas de un contenedor.

Al cabo de unos minutos, ya le habían inyectado varias sustancias directamente por vía intravenosa, podía ver las gotas de sudor bajando por su frente mientras que su expresión se había cambiado a una más rígida, nadie había pronunciado palabra desde que todo había comenzado, solo observaban. Y finalmente; al poner la última inyección, el pitido constante que producía una pantalla al lado de la camilla se detuvo.

No sintió ni pena, ni satisfacción o paz. Miró al detective, quien solo mantenía sus ojos cerrados mientras suspiraba, seguramente aliviado por el hecho de que un criminal estuviera muerto, eso era; un criminal. Escucho el sonido de la puerta abriéndose y cerrando de inmediato, asumió que el periodista extranjero había concluido con su trabajo y se marchó. No se opuso cuando el detective lo tomó de un hombro y lo guió fuera de la sala, perdiendo de vista así el cuerpo del azabache sobre una camilla, sin vida.

Luego de un silencioso y largo viaje en el auto del equidna, al fin llegó a su hogar. Él se había ofrecido a llevarlo, puesto que con su experiencia sabría que el cobalto no pronuncia palabra hasta mañana debido a todo lo que había visto, pero no podía evitarlo, era algo necesario para que avanzara en su recuperación después de todo. 

  — Sabes mi numero si algo sucede Semyon. — Dijo, una vez que estuvieron en frente de su puerta. Los reporteros se habían marchado ya, más sabia que uno que otro vendría de cada cierto tiempo hasta que finalmente, todo el tema del caso McDermott quedará en el olvido. Solo recibio un susurro como respuesta y comenzó a cerrar la puerta de manera lenta.

Una pequeña sonrisa se poso en el rostro del cobalto mientras se deslizaba hasta el suelo apoyado en la puerta, apoyó su mentón en su brazo cruzado sobre su rodilla, notando como ya no tenía la sensación de que algo faltaba en su hogar, ya no se sentía incómodo con el silencio que recorría todo el lugar. Ya no entendía nada.

Una lagrima se deslizo por su mejilla antes de que tomara su cabeza entre sus manos y comenzara a gritar.

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