26
— Algo muy estúpido. — Respondió sin mas, con una voz sin emoción.
Se dio la vuelta para mirar de frente a Scourge, quien suspiro al darse cuenta de que no había ocurrido algo que pusiera su vida en peligro. Más sin embargo su alivio duro poco cuando el cobalto elevo entre su mano izquierda alzo un teléfono. Sus ojos se abrieron como platos cuando pudo leer a lo lejos el numero que había marcado, trago saliva.
— ¿Acaso tu... — Sonic asintió sin cambiar su expresión vacía. — ¿Por qué? ¿Por que los llamaste?
— Porque estaba harto, ¿No es obvio? — Su voz te tiño de sarcasmo por uno momento. — No soportaba estar otro maldito momento tener que estar encerrado entre cuatro paredes, o de que alguno de ustedes tuvieran que cuidarme, ¡Estaba harto de tener que aguantar las amenazas y maltratos de ese desgraciado!
— Pero podías haberte ido, si me lo hubieras pedido te hubiera ayudado — Estaba alterado, en pánico. Si los atrapaban, todos morirían.
— ¡Eso es una completa mentira, tu lealtad esta con Shadow no conmigo! Me hubieras delatado y todo hubiera sido mucho peor para mi. Si me hubieras querido ayudar me hubieras dejado ir desde el primer día que nos conocimos — Apretó tan fuerte como pudo el celular entre sus manos, respiro a fondo para intentar calmarse solo poco, aunque ni siquiera sabia para qué debía calmarse. Todo acabaría pronto. Levanto su mano derecha. — ¡Ni siquiera sé para que ese maldito psicópata me trajo aquí!
Scourge giro su cabeza hacia la puerta cuando Sonic señalo a sus espaldas. En la puerta de la habitación estaba Manic con el rostro palidecido, mientras que detrás de él estaba Shadow, quien llevaba una expresión completamente descolocada ante lo que estaba escuchando.
— Dime para que me trajiste — Exigió, mirándolo de manera fija. — ¿¡Para que demonios me apartaste de todo lo que conocía?!
A Scourge y a Manic los tomo por sorpresa el hecho de que Shadow avanzara con tranquilidad hacia el baño, cuando llego puso su mano ventada sobre el hombro de Scourge, pidiéndole de manera callada que se retira de la habitación. Y así lo hizo, se retiro de la habitación llevando a un pasmado Manic consigo, el pobre apenas y respiraba.
— ¿Vas a decir algo o nos quedaremos en este maldito baño hasta que llegue la policía? — Ni siquiera modulaba su tono de voz aun teniéndolo de frente.
— La razón por la cual te traje aquí fue — Inhaló, y relajo sus hombros. — Porque me recordabas a alguien que había amado con todo mi corazón, ustedes dos se parecen tanto que creí que realmente podría llenar ese vacío. Había estado vigilando te desde hace un año antes de que te hablara por primera vez, pensé en hablarte de manera normal, hacerte mi amigo y luego confesar todo, sin tener que haberte secuestrado, pero tenía tanto miedo de que me rechazaras que decidí hacer todo esto solo para que me quisieras, pero se me fue de las manos. Por esa razón no te había asesinado. — Dejo su cabeza caer un poco, ocultando su rostro enrojecido por las lágrimas que amenazaban en salir. — Sé que no merezco ningún perdón por lo egoísta que fui.
Sintió como las ahora frías manos del cobalto lo tomaban de ambos lados del rostro, obligándolo a levantar su mirada hacia él. Tenia una pequeña sonrisa. — Shadow. — Un pequeño brillo de esperanza apareció en sus ojos cuando escucho que lo nombraba. Pero ese brillo se extinguió poso segundos después cuando sintió un mejilla arder como nunca antes. — Jamas de perdonaré en mi vida y espero que cuando te capturen, te torturen de la peor manera increíblemente inhumana. — Una carcajada amarga salio de sus labios resecos. — Y yo estaré ahí mirando cuando eso pase.
Y por un momento, todo se paralizo a los ojos de Shadow, dejando la expresión de enojo del cobalto suspendida en el aire; simplemente era ira acumulada, por todo lo que le había hecho, todos los golpes y cortaduras que le había dejado marcadas en su piel. ¿En que momento todo se le había ido de sus propias manos? Noto como los ojos fríos del cobalto lo miraron con recelo y desprecio antes de abandonarlo completamente en la habitación.
Rompió en llanto sobre sus rodillas. Pues nuevamente había dejado que alguien a quien amaba muriera, la diferencia en esta ocasión era que Sonic no lo había asesinado una bala en su nuca como le paso a Erick, no. Lo había asesinado con sus propias manos, toda la felicidad y educación que desprendía el cobalto aún en las ocasiones más apretadas se había esfumado de golpe por su culpa. Todo las cosas que le había hecho a él se habían acumulado, matando y corrompiendo lentamente su espíritu amable.
Se sentía como jamas lo había hecho en varios años; sentía una enorme culpa sobre sus hombros.
Por otro lado, más específicamente en la planta baja de la casa, se encontraban los dos erizos de pelaje verde. Scourge intentaba sacar a Manic de su trance lo menos que se necesitaba ahora era que se pusiera en ese estado. Sacudió sus hombros, logrando por fin sacarlo de su estado:
— Llamo a la policía. — Fue lo único que pudo pronunciar, recordando las imágenes que había presenciado minutos antes. Y esas imágenes se volvieron aún más fuertes cuando la imágenes del cobalto pasando por el vestíbulo como si nada ocurriera, fruncio el ceño con molestia ante su insolencia. Se aparto de Scourge, quien hasta ahora solo miraba sin expresión el suelo. — ¿Como puedes estar así de tranquilo? — El ojos verdes lo miro por unos segundo de reojo.
— Ya no es mi problema. — Abrió su boca, mas las palabras no salieron. Duro hací unos segundos hasta que volvió a hablar.
— Te queríamos Sonic, ¿Como pudiste hacernos esto? — Comenzaba a quebrarse, puesto que en realiza si se había encariñado con él a pesar del ambiente en el que se desarrollaba todo los que lo incumbían. Había pensado que se les uniría después de todo este tiempo.
Sonic no respondió, solo giro su cabeza hacia el espejo cerca de las escaleras, observando con asco su propio reflejo; había adelgazado más de lo que ya estaba, su piel antes de color melocotón ahora estaba pálida y reseca, de la misma forma estaban sus púas, un azul grisáceo. Y finalmente las cicatrices en su su cuello, los dientes del azabache se quedarían ahí sin remedio debido a la falta de cuidados en las viejas heridas. No quería verse en otro espejo por un largo tiempo, y tampoco quería romper otro más debido a las cortadas en sus manos por haber roto los de la habitación y el baño.
— Pierdes tu tiempo Manic. — Hablo al fin Scourge, levantándose del sofá y tomando al mencionado de los hombros con algo de fuerza. Su voz estaba teñida de seriedad. — Es su decisión, no la nuestra mas no significa que debamos morir aquí. Los policías llegaran pronto, recoge tus cosas.
Se separo y comenzó a caminar hacia el sótano, dejándolos solos a ambos erizos, Manic miro una vez mas a Sonic antes de retirarse del recibidor con las orejas bajas. Y de un momento a otro, el lugar comenzó a asfixiarlo, observo la puerta de entrada, no tenia ningún seguro y tampoco le importaba si salia o no, a nadie le importaba si él salia ahora. Tomo el pomo de la puerta de madera y lo giro, abriéndola de a poco mientras sentía el aire helado del exterior.
Sus ojos viajaron por todo el lugar; solamente pinos cubiertos por una capa de nieve que también se esparcía por el suelo de manera interminable, cuando solo un suspiro una momentánea nube trasparente se poso en frente de su rostro, hacia frío mas podía soportarlo. Miro hacia arriba, notando entre las copas de los arboles congelados como el cielo estaba manchado de un tono purpura, señal de que ya pronto seria de noche y las temperaturas aumentarían.
Comenzó a caminar entre la nieve y arboles, las botas se hundían con facilidad. Era extraño, cuando fantaseaba con volver a salir de su encierro pensaba que lloraría a mares durante horas sin dejar de sonreír, mas ahora que estaba afuera no sentía nada, como si toda sus esperanzas se hubieran esfumado antes de que lograra salir, se había resignado a pasar todo lo que le quedaba de vida entre cuatro paredes con el azabache a su lado, utilizándolo, pero cuando vio que no hay nadie a su alrededor, y de que entre los apuros del azabache por la discusión de hace horas había dejado su celular en la cama, no lo dudo. Por fin había logrado pedir ayuda y no sentía nada, ni felicidad por poder ser libre en este momento.
Miro al frente, más pinos y nieve, miro hacia atrás, lo mismo. ¿Cuanto había caminado mientras pensaba? Miro hacia arriba, estaba más oscuro que antes, se había alejado demasiado. Giro sobre sus talones para volver a la cabaña, quizás todos se habrían ido ya.
Por otro lado estaba el equidna, su traje de corbata marrón había sido reemplazado por un pesado traje de tácticas de color gris, estaba más que contento cuando recibió la noticia de que alguien había dado la ubicación de Shadow McDermott junto con sus cómplices, ni siquiera había perdido el tiempo y había exigido a su superior poder estar en el equipo especial que iría tras el. Y se lo permitieron. Se descontará con él por haber intentado asesinarlo, sinceramente esperaba que le diera un tiro entre cejas mientras estaba inconsciente, pero no fue así, abrió todas las hornillas de gas y se fue, había despertado a tiempo antes de morir intoxicado por el gas.
Presionó el botón que había en el techo del helicóptero para hablar con más claridad por la radio: — Una vez que lleguemos a la zona quiero que todos tengan cuidado, estamos tratando con asesinos profesionales, estarán armados. — Hizo una pausa antes de dar la última orden.
— Disparar a matar si es necesario.
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