22
Cuando el ojos carmín salió por la puerta de entrada noto como en la acera del frente estaba el coche de su compañero aparcado, el ojos azules estaba recostado sobre este con un cigarrillo entre sus labios, le miraba molesto.
Se acerco un poco a él: — Insisto, ¿Qué te cuesta avisarme un día antes? ¡Me estaba tirando a una rubia despampanante joder! — Movió sus manos al frente para enfatizar sus palabras, tomo la colilla del cigarro y la tiro al suelo pisando la con algo más de la fuerza necesaria.
— Si a mi me da la gana hasta te hago venir durante el apocalipsis Scourge, yo soy quien da las órdenes aquí — Coloco un dedo sobre su pecho sin dejar de mirarlo a los ojos, no pensaba hacerle daño, pues de lo contrario no tendría con quién dejarle al cobalto. Se alejó un poco — Su nombre es Sonic, suele dormirse temprano. Y ni se te ocurra tocarlo.
No espero una respuesta por parte del ojos azul y comenzó a caminar hasta la parte trasera de la casa, más específicamente la cochera, donde se encontraba guardado su auto de color negro con detalles en blanco. Saco las llaves de su chaqueta y lo encendió, el motor lo emitió algo similar a un ronroneo sacando así una sonrisa al azabache, quien dejó después aquel enorme bolso en el asiento del copiloto.
Dio marcha al auto y condujo en completo silencio, repasando una y otra vez lo que tendría que hacer si quería que todo saliera a la perfección. Como le gustaba que todo lo fuera. Estaciono unas cuadras más atrás de donde se dirigía y tomo una vez más aquel bolso, cargando sobre su hombro caminó por las vacías calles; era demasiado tarde como para salir a la calle, no por la inseguridad sino por el frío, puesto que durante la noche la temperatura disminuye más de lo habitual. Y eso se demostraba cada vez que exhalaba aire, una pequeña nube aparecía en frente de su nariz, podía soportar el frío con ayuda del suéter de lana que estaba bajo su chaqueta.
Detuvo su andar cuando estuvo en frente de la casa a la acera de enfrente, todas las luces estaban apagadas, según todo lo que había recolectado el informante de la oficina policial el detective estaría afuera por todo la noche, dejando la casa completamente vacía y dándole así la oportunidad de deshacerse de todo el archivo del caso. Y para cuando pudieran volver a armar el caso ya estarían fuera del país, no debía preocuparse por el archivo de respaldo dentro de la oficina del detective en el centro policial, Vector también se había ocupado de eso.
El cobrar favores a los mejores conocidos resultaba muy beneficioso en su vida.
Cruzo la calle sin preocupaciones y dio marcha hacia la parte trasera de la casa, encontrándose con lo que buscaba, la caja de fusibles y la alarma, colocó el bolso en el cespe y busco entre todas las cosas que estaban ahí una tenaza, ¿Pues con que más cortaría los cables con electricidad? Con los dientes, obviamente que no. Corto el cable de seguridad con cuidado y guardar las tenazas nuevamente, subió por la escalera que daba a la puerta trasera, forzó sin mucho esfuerzo la puerta y miró a su alrededor.
Ahora se encontraba en la cocina, estaba lo esencial y un comedor pequeño con cuatro sillas, hubiera pensado que él tendría familia sino fuera por el hecho que ya había investigado su vida de pies a cabeza. Comenzó a caminar a paso lento hacia las escaleras que daban al segundo piso, en pasillo estaba cubierto un poco por marcos con diferentes fotos, en su mayoría paisajes y solo unas pocas eran de su familia, una simple pareja de ancianos, eso demostraba que era solitario seguramente por su trabajo. Como si le importara.
Abrio la primera puerta que resulto ser un armario de cambios para las sábanas, en otros. Buscaba la oficina, ahí debía estar el archivo. Abrío la segunda puerta y encontró finalmente lo que buscaba, entró en la habitación; había un escritorio de madera y una gran biblioteca a un costado, dejó el bolso sobre la esquina de la mesa, sacando una linterna y comenzando su labor de encontrar el archivo correcto entre todos los papeles que estaban esparcidos en el sitio.
— Menudo desorden se carga este idiota. — Susurro. — Eh, pero mira que tenemos aquí.
Abrío la carpeta como si de una reliquia se tratase y leyó pagina por pagina, sonriendo satisfecho por haberlo encontrado en tan poco tiempo, pero su sonrisa se desvaneció cuando una hoja en particular le llamó la atención, eran las notas del detective:
05/09
He estado dando giros a todo lo sucedido; el cuerpo de un joven erizo plateado, llamado Silver, decapitado, Tails, un zorro prodigio incinerado en un almacén abandonado y sin lengua, los dos tienen como única conexión a un erizo azul llamado Sonic, que si no fuera poco, está desaparecido. Hemos registrado su casa de arriba a abajo y no encontramos huellas o sangre desconocida, hemos llamado a sus familiares y no han sabido nada de él desde que se mudó a la ciudad hace unos pocos años, demostraban que estaban preocupados por lo que confirme que no mentían ni intentaba cubrir cualquier cosa que afirmara mi teoría de que él era el asesino de esos dos jóvenes. Pero al parecer me equivoco.
Por supuesto que he pensado en archivar el caso estos años y esperar a que alguien más agil lo retome y tal vez avance más de lo que yo lo hice, pero simplemente no puedo.
Tengo una corazonada, uno de los vecinos de Sonic testificó que había visto a un erizo de color azabache entrar y salir de su casa varias veces, incluso afirma que paso varias veces la noche ahí. Antes de eso también comentó que Sonic no había salido por un largo tiempo de su casa poco después de recibir un paquete. No encontre ningun indicio de ese dichoso paquete.
Busque una imagen en la base de datos alguna persona que coincidiera con las descripción del erizo azabache y encontré uno: Shadow McDermott. Tuve que contactar a muchas personas para reunir más información sobre él, pero valió la pena, me enteré que él ha sido detenido dos veces por ataque con arma blanca a personas, los cargos fueron retirados por alguien en el departamento, sospecho que fue pagado. Por desgracia no tengo información de la persona que borró su nombre del sistema.
Pero todo esto me da un mensaje claro: Debía encontrar a Shadow McDermott y lograr que me de su testimonio. Tengo el presentimiento de que él es el responsable de todo.
El detective sabía más de lo que él suponía, pues pensaba que iba a ser tan estúpido como para archivar el caso y dejarlo en un estanque a que se llenara de polvo. Pero no, lo sabía.
Dejó de vagar en sus pensamientos cuando el sonido de un gatillo activándose llegó a sus oídos, maldijo para sus adentros. Dejo el archivo sobre la mesa y levantó sus brazos a los costados de su cuerpo de manera lenta.
— Sabia que tenias algo que ver en todo esto. — Dijo, el equidna. Sin dejar de apuntar con el arma a su nuca.
— Tks, y yo que pensaba que eras un cabeza hueca.
— En efecto. — Respondió. — ¿Como asesinaste al joven erizo llamado Silver?
No respondí, planeaba de manera rápida como se libraría del Detective, noquearlo y atarlo y luego golpearlo hasta ver que su cerebro saliera por su nariz; hacer que se ahogara con su propia sangre; clavarle un cuchillo entre cejas. Demasiadas opciones, debía actuar rápido.
Giro sobre sus talones de manera rápida y golpeo la mano que sostenía el arma, logrando de esta manera que bajara la guardia. El rojizo no perdió el tiempo y volvió a su posición de ataque, debía estar alerta pues no sabia si Shadow poseía un arma blanca o parecido.
Movió su cuerpo para acertar el primer golpe, el azabache lo esquivo de manera fácil y devolvió dando justo en su rostro, poseía una ventaja de emergencia, bajo su guante izquierdo había un puño americano¹.
Debió haber revisado cada habitación para asegurarse que no hubiera nadie, y también debía darle una paliza a Vector, pues su informe había fallado por mucho y ahora estaba pagando por ello. Cuando el rojizo volvió a levantarse toco su nariz con rapidez, confirmando que está estaba sangrando, volvió a ponerse en guardia.
— Es muy descarado venir a mi propia casa para llevarte el informe, ¿Cuanto tiempo llevas vigilando me? — Dijo, si sacaba algo de información, aunque sea solo un poco, le seria de mucha ayuda.
Por supuesto que no respondería a ninguna de sus preguntas más que, de vez en cuando, burlarse. Conocía perfectamente las estrategias de los investigadores para sacar información, de pies a cabeza. Agacho un poco su cuerpo para no recibir otro golpe del rojizo, y movió su pies detrás de los de su oponente, haciendo que cayera en seco sobre el piso de madera. De manera rápida se coloco encima de él , presionando con ambas manos su cuello, comenzó a retorcerse.
En otra situación le hubiera encantado torturarlo hasta que ya no hubieran espacios en su piel sin cortaduras, o literalmente revolver sus ojos con un tenedor, pero, este era un enemigo grande en comparación física, seria difícil llevarlo al auto hacia su casa, le doblaba en fuerza sin embargo era torpe y lento. Aun así, por más tentador que era, debía resistirse y matarlo de una.
— ¿Crees que Sonic es feliz? — Pregunto, con la voz entrecortada.
— Por supuesto que lo es. — Respondió con una sonrisa. No dudaba de la felicidad del cobalto a su lado. Aumento su fuerza. — Nos amamos mutuamente y lo salve de esos molestos bastardos que trataron de aprovecharse de él, ¡Jamas dejaría que algo le sucediera!
— Eso aparenta, ¿Pero se lo has preguntado? Su familia ha estado intentando llamarlo desde que no llamo más hace años, sus padres y hermanos menores lloran cada puta noche esperando que vuelva, ¿Como crees que él se siente estando al lado de la persona que le arrebato todo eso? — Su sonrisa desapareció. — Me encargare de que se aleje de ti, desgraciado.
Y sin darle tiempo de prever, el sonido de un arma detonando se escucho por todo el lugar. Dejándolo aturdido y haciendo que dejara de estrangularlo, miro un costado de su cuerpo, donde la bala se había incrustado, luego miro con total desagrado al rojizo, quien ahora se encontraba desmayado con la dichosa arma en manos.
Maldijo en voz alta mientras se levantaba de manera rápida y tomaba su bolso y los archivos, saliendo de la habitación con la mayor rapidez que su cuerpo le permitía estando herido. No le importó dejar gotas de sangre en el camino. Cuando llego a la cocina acciono todas las perillas de gas, dejándolo correr por toda la casa, resultaba muy insultante para él tener que dejarlo morir envenenado por gas entando inconsciente pero, la situación así lo demandaba.
Cerro la puerta tras de si de manera brusca y comenzó a caminar hacia el vehículo, donde una vez adentro arrojo el bolso en el asiento de copiloto, acto seguido dio marcha a su hogar. Donde sabia con seguridad que el cobalto lo esperaba seguro y dormido.
No se molesto en guardar en vehículo y camino esta vez con más lentitud hacia la puerta de entrada, introdujo en código del panel a duras penas, ya que su visión estaba algo borrosa y sus dedos temblaban, cuando entro no cerro la puerta pero al menos la entre junto lo suficiente. Lo primero que vio fue el cuerpo del ojos azules desplomado en el sofá del recibidor, una linea de baba caía de su boca, sin contar con los ronquidos que producía. En otra situación, literalmente hubiera vaciado todo una jarra de agua helado sobre su cabeza pero en esta ocasión, no podía estar más que agradecido, por supuesto no se lo diría en frente, era demasiado orgulloso. Muy orgulloso y terco.
Paso de largo y comenzó a subir por las escaleras, su único objetivo era llegar hasta donde estaba el cobalto, su ojos verdes, y asegurarse de que estaba ahí.
Más de una ocasión había despertado en medio de la noche, jadeando y sudando en frío, puesto que las pesadillas de como él se marchaba de su lado o moría en sus brazos eran constantes, no deseaba que eso pasara, no de nuevo. Tuvo que apoyarse en la pared contraria de corredor para seguir en pie, no le importaba si manchaba las paredes, las volvería a pintar. Cuando llego a la habitación suspiro aliviado, puesto que se encontraba durmiendo sobre la cama, cubierto hasta el cuello por la sabana, sonrió y camino hasta el mueble que estaba cerca de las ventanas. Tenia demasiados deseos de dormir ahora, ni siquiera podía moverse y acomodarse al lado de cobalto porque sus piernas temblaban hasta tal punto en el que era difícil caminar con ellas.
Cuando despertara, buscaría de inmediato la forma de salir del país, pues en el que estaban ya no era seguro con ese detective por ahí.
Aunque seguramente ya estaba muerto por el gas.
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