Único
Dijo que lo haría, no le creyeron pensando que era otra se las escena dramáticas de Gavi.
Ahora pagaban las consecuencias.
Extrañaban cada segundo al omega de la manada, sus sonrisas, sus abrazos, sus risas, incluso sus interminables charlas.
Su depresión llegaba a tanto, que hasta los betas se daban cuenta que algo le pasaba al grupo.
Ansu, Frenkie, Marc y Pedri eran los más afectados, al punto que se mudaron a la habitación de Gavi, y aunque no lo demostraba, Ronald también extrañaba al omega.
Pero era su culpa, ellos llevaron a Gavi al límite, ignorando sus concejos, gruñéndole y lo peor, dejando de lado al pobre chico.
Xavi solo miraba, y los dejaba invadir su casa sabiendo que era la única manera en que estarían tranquilos, pero ya lo estaban hartando un poco.
Casi se infarta, cuando una noche llegó a casa y unos ojos rojos en medio de la oscuridad lo recibieron.
¡Que ya no era joven!
Le ordenó a Ronald, el culpable de su casi infarto, que llame a una reunión de emergencia.
Cuando tuvo al grupo, y a su insufrible pretendiente Iniesta, habló.
–¡Esto no puede seguir así! Gavi se fue hace una semana y parecen que están a punto de morir por depresión.
–Bombón...–Intentó intervenir Iniesta, pero su futuro esposo, por lo menos en su retorcida mente, lo apuntó con un zapato.
–¡Tú, cierra el hocico! Y ustedes.–Y hora apuntó a los jóvenes que se movieron incómodos. Porque los zapatos de Xavi no eran para nada suaves.–Subirán a la habitación de Gavi, tomarán una prenda y se van a sus casas.–Sin decir nada, los chicos subieron casi corriendo.
–Ronald, nada de ropa interior.
A Araujo se le pusieron las orejas rojas por lo dicho.
¿Tan obvio era? Pensaba que disimulaba bien su enamoramiento por Gavi, aunque era un secreto a voces, el único que no sabía era el mismo omega hablador que le robaba el sueño.
Las risas de la manada se escucharon en toda la casa, haciéndole gruñir, o si, los entrenamientos serán más duros la próxima vez, pero valía la pena.
Cuando los chicos bajaron, con una prenda de Gavi cada uno, Xavi volvió a hablar.
–Cuando mi hijo vuelva de sus vacaciones, tendrán que devolver la ropa, dentro de seis semanas.
No dejo que lo interrogarán, porque se supone que su hijo se iría solo por dos semanas, y les cerró la puerta en la cara, para volverla abrir y empujar a Iniesta afuera con los otros.
JAJAJA ¿Qué pensaron?
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