Capítulo 4
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UNA MAMÁ. . .
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La pequeña peliblanca se encontraba a cuidados de unos conocidos amigos de su padre. La tía Nemuri y el Tío Hizashi.
Ambos aceptaron cuidar a la pequeña Eri por unos días y ambos se turnaban para cuidarla. Esa era la ventaja de seguir solteros.
—Honey ¿What are you doing?— Inquirió el rubio de larga cabellera mientras se agachaba a nivel de la niña.
—I'm drawing— respondió al mayor y este le aplaudió por decir una frase completa y sin equivocarse.
—Very good, Eri-chan— Su estruendosa voz llamó la atención de aquella pelinegra que salía de la cocina.
Cabe decir que todos se encontraba en el departamento de Aizawa.
—Hizashi, no grites— Se quejó la despampanante mujer—oh, ¿Qué dibujas Eri?— la pequeña les mostró las varias hojas que dibujó con sus marcadores y crayones.
—¡Son panfletos!— Repartió uno a cada uno y estos miraron sorprendidos al ver el parecido del típico "Se busca".
Ambos vieron los dibujos algo chuecos pero entendibles de la pequeña.
"Se busca una mamá" y abajo de esta había un cuadrado junto a la "foto" de una mujer de círculos y palos.
"Debe ser amurosa y amavle" aún tenía fallas, pero la pequeña tenía ojos esperanzados sobre los adultos que permanecían callados e intercambiándose las miradas preocupados.
—¿Qué les parece?— Nemuri le dio un codazo al parlanchín rubio y este solo la miro mal para luego responder a la pequeña.
—Is cool!— No sonaba convencido pero a la de ojos rubies le bastó— ¿Y que harás con ellos?— Miró a las demás hojas esparcidas en la mesa.
—Las pegaré en los postes— Dijo con emoción— Y no olvidé de poner el número de casa— Nemuri soltó un suspiro.
Ninguno podía no sentirse lastimado al saber los fuertes deseos de Eri por conocer a su madre, su verdadera.
—¿Pasa algo?— Ambos negaron con su cabeza mientras veían a la inocente mirarlos con algo de preocupación.
—Nada pequeña— Dijo la mujer mientras puso su panfleto en la mesa y tomaba a la pequeña en brazos— Será mejor que vayas a dormir. Mañana viene tu papá y debes sorprenderlo— Eri sonrió, estaba feliz que después de una semana volvería a ver a su padre.
—¡Yey!— Exclamó. Pero seguido soltó un bostezo, pues si había llegado su hora de dormir.
Al dejar a la pequeña en su cama, la pelinegra regresó al comedor y apiló las hojas, Hizashi ya había recogido los materiales.
—¿Crees que Shota. . . Lo sepa?— habló la pelinegra.
El rubio solo se alzó de hombros pero mantenía un semblante serio.
—Debe ser difícil para él— Ella asintió porque recuerda aquella fría noche.
—Te creo—
La mañana siguiente, una peliblanca corrió a la habitación de su padre, ahí dormía la tía Nemuri. Caminó con cuidado hasta el borde de donde estaba y comenzó a llamarla.
—Tía— La mujer solo hablaba dormida algo que no entendía.
—Mm... Eres demasiado bueno, Alec— Se removió feliz entre las sábanas grises del dueño.
—¡Tía!— Jaló con un poco más de fuera el camisón y por fin la mujer se levantó un poco aturdida.
—¿Dónde. . . Eri!— la niña la saludó— ¿Qué hora es?— Le preguntó mientras salía de entre las sábanas y caminaba perezosa al baño del pasillo.
La niña se ayudó de sus manos al recordar el reloj de la cocina y luego respondió.
—¡Las 9 de la mañana!— La de ojos azules se detuvo en seco y miró asustada a la peliblanca.
—¡Las nueve!— La pelinegra debía llevarla a la escuela y ella debía estar en su trabajo.
Con toda la rapidez, la mujer corrió al baño para comenzar a lavar su rostro y limpiar todas esas lagañas y suciedades. Luego aplicar su atrayente maquillaje y buscar su traje, mientras le pidió a la niña en pijama que se cambiara al uniforme y que ella pronto le llevaría.
—¿Tía?— La mujer regresó a ver a la adorable pequeña—Hoy es sábado— la mujer solo se quedó estática.
—¿Qué?— dijo sin creer que era sábado ¿tan perdida estaba?
La pequeña asintió pero fue interrumpida al escuchar que una puerta era abierta con llave.
—¡Papi!— la pequeña con pijama de caritas de gato corrió hacia la entrada para abrazarlo.
Nemuri le siguió atrás de ella para molestar a su amigo.
—Hola preciosa— Dijo con una genuina sonrisa hacia su pequeña mientras la tomaba en brazos, luego alzó la mirada a su amiga.
—Hola Shota— El mayor la miró mal— ¿Qué?—
—Se supone que debías ir a recogerme al aeropuerto— Habló cansado mientras que arrastraba su pequeña maleta de viajes.
La mujer se crispó y logro soltar "mierda" en susurros para que la pequeña no lo repitiera o peor de todo, que preguntara.
—Tía Nemuri— Habló la pequeña—¿Quién es Alec?— La pelinegra se atragantó con la saliva y sus mejillas se teñían levemente.
— Bu-Bueno Eri-chan, él. . . Él— El pelinegro solo la pasó de largo.
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