Capítulo 6
Es fin de semana.
Delicioso y relajante fin de semana.
Mamá está en el trabajo, Alan está en su casa arreglándose para un baby shower de una amiga de su madre – sí, lo dejaron ir, las madres dicen que es el alma de la fiesta–. La señora Cassidy igualmente está trabajando, y Rachel está boca abajo en mi cama, llorando a moco tendido porque su cita fue un reverendo desastre, y yo estoy corriendo de su casa a la mía, de la cocina al comedor, de la sala al patio, buscando algo con que calmarla, pero hasta ahora mis intentos por hacer que deje de llorar han sido inútiles.
Ahora estoy de rodillas frente a ella, totalmente agotado, mientras ella sigue sollozando con la cara hundida en mi almohada, el paquete de pañuelos a un lado y su oso de peluche favorito – que ganamos en un juego de feria – asfixiándose bajo su brazo.
¡Voy a explotar!
¡¿Qué mierda hago ahora?!
- ¡Rachel! Ya cálmate. No pasa nada linda. Todo está bien - ¿qué más hago? ¿qué más le digo?
- ¡Noooo! ¡Fue un desastre! – aunque ni siquiera me ha dicho por qué.
- ¿Y por qué crees que fue un desastre?
- ¡No lo creo, lo sé! ¡Fue un desastre! – ella patalea y llora como si su vida estuviera por terminar.
Dame paciencia, por favor.
- Bien. ¿por qué sabes que fue un desastre?
Aparta su rostro ligeramente de la almohada y me ve con sus ojitos rojos e hinchados, por poco olvido que ya es una adolescente de 16 años y no una niña, pero, de todas maneras, verla así me provoca querer protegerla como si lo fuera.
Despacio se sienta en la cama, me siento junto a ella para escucharla.
- Es que lo fue...- comienza su relato con la voz débil y entrecortada–... fue... fue un desastre. Estaba tan nerviosa... que no pude decir nada...sin tartamudear, así que... mejor me quedé callada, fue muy incómodo. Luego fuimos a la plaza... y compramos dos helados...pero lo empujé por accidente... y el helado cayó en su ropa... - relata, deteniéndose cada tanto para hipar o lanzar pequeños sollozos atorados en su garganta – luego fuimos al cine, e intentó besarme, pero estaba tan nerviosa que... que... ¡No pude! – se esconde en mi pecho y continúa llorando.
- Ay, Rachel – le digo mientras acaricio su espalda en un intento de poder consolarla –, no llores más por eso – pero eso solo provoca que llore más fuerte. Ups -. Oye. Rachel – levanto su cabeza para poder verla a los ojos -. No te angusties más por eso, fue un mal momento, pero ya pasó. Te aseguró que ese no será el último chico que quiera salir contigo. Hay muchos chicos en la escuela que estarían felices de estar con una chica tan dulce como tú.
- ¿En serio lo crees? – me pregunta con unos ojos de perrito abandonado.
- No lo creo, lo sé. Así que deja de llorar por eso. Vamos, quiero ver esa sonrisa hermosa que siempre me lleva a las nubes - ¿en serio yo dije eso? Parece que sí, y parece que Rachel también captó lo extraño que sonó esa frase, porque sus mejillas están coloradas -. Bueno, con una chica tan linda como tú... digo no... bueno sí, pero el punto es que... - me detengo al escuchar la risa de la pelinegra que aún se encuentra envuelta entre mis brazos.
- Te quiero, Zack. Eres mi mejor amigo – finaliza la gran escena apoyando su cara en mi pecho.
- Yo también te quiero Rachel.
[...]
Semana dos: en busca del chico ideal para Rachel.
Registro del progreso: cuatro propuestas de salida, dos citas concertadas.
Resultados: Aún no encontramos al chico ideal para Rachel
Ya es viernes por la tarde.
Las clases han terminado, pero nosotros nos quedamos para ensayar esa estúpida obra. Todo va bien, Rachel no lo hace tan mal como todos pensaban, aunque ella dice que es porque no hay tantas personas, pero que no nos sorprendamos si el día del estreno se desmaya antes de empezar.
Ya ha pasado una hora desde que empezamos a ensayar, Simkins nos dio tres minutos para descansar. Estoy sentado en una silla muy apartada del escenario, haciendo cualquier estupidez con mi teléfono.
Llega un momento en que me aburro, así que decido levantarme para ir a ver cómo esta Rachel, quien se encuentras tras la cortina del escenario, supongo que practicando sus líneas con el idiota de Jared. Camino hasta estar sobre el escenario, y cuando estoy por retirar la cortina, escucho voces, voces que dicen cosas muy peculiares y alarmantes a la vez.
- Vamos, ¿por qué no quieres practicar el beso? Es parte de la obra ¿no? – es el estúpido de Jared el que habla.
Como respuesta se escucha una voz aterciopelada, más bien, un susurro, aterrado diría yo: - P-porque no, Jared. Q-Quiero dejarlo para el final. D-déjame en paz. – claramente es Rachel la que contesta.
- Por favor, muñeca, solo una vez. Luego serás tú la que me pida practicar más.
- N-no Jared. Déjame ya.
Escucho el comienzo de un forcejeo. No lo pienso dos veces y levanto la cortina. Apenas me doy un par de segundos para observar que Jared sostiene a Rachel de la cintura, mientras ella tiene una mano en su pecho y la otra en su cara, intentando apartarlo.
Todo pasa en segundos.
Rachel deja salir un grito de sorpresa, he golpeado a Jared en la cara; sin importar que Simkins me escuche, comenzamos una pelea justo ahí en el escenario. Rachel se esconde detrás de la cortina, rogando que paremos, pero ninguno de los dos le presta atención.
La pelea llama la atención de los otros compañeros que son parte de la obra, algunos se acercan para ver lo que sucede y otros salen corriendo, supongo que para avisar a Simkins, que quien sabe en dónde se metió, pero no me importa. Lo único que me interesa ahora es partirle la cara a este imbécil.
Finalmente siento como soy jalado de los hombros para ser apartado de Jared, quien tiene el labio roto, un ojo comienza a hinchársele y un feo moretón a aparecer en su mejilla derecha. Yo no sé cómo he de lucir, pero siento toda la cara adormecida. Ha sido el conserje el que nos ha separado.
No es hasta rato después, ya pasados los gritos de Simkins y el nuevo castigo del director, camino a la enfermería, que los golpes comienzan a dolerme. Gracias al testimonio de Rachel, y a sus súplicas al director porque no me castiguen, a Jared lo han sacado de la obra, aunque, aun así, a ambos nos han suspendido un par de días, pero no me arrepiento de haber intervenido en lo que ese idiota planeaba con Rachel; quien, por cierto, no se separa de mí en ningún instante, más que para entrar a la oficina del director, luego camina junto a mí a la enfermería.
Ella y yo nos sentamos en una camilla y Jared se sienta en otra más lejana, sin dejar de mirarme, y yo no he dejado de mirarlo tampoco, quiero que sepa cuanto lo detesto. Después de una revisión por parte del enfermero, Jared sale primero del lugar, prácticamente huyendo, Rachel y yo esperamos un poco para no tener que toparnos con él.
Ya en casa, fue todo un problema explicar los golpes, la pelea y todo el show. Rachel intenta defenderme con mamá, pero ella saca sus argumentos de que, aun así, la violencia debió ser mi último recurso. Si, tiene razón, por lo general es lo que hago, dejar la violencia para el final, por lo general, menos con el energúmeno de Jarede, con el ni siquiera lo pensé dos veces antes de estampar mi puño en su cara, y aunque la mano me duele como si la hubiera estampado en una pared, no me arrepiento de nada.
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