Requisito Principal: UN RECUERDO DE HALLOWEEN
Claramente esto tenía que ser una pesadilla; no había explicación para la fatiga y ansiedad que estaba sintiendo al ver la cantidad de flashes que me apuntaban como si de navajas se tratase. Escuchaba como estas cámaras eran manejadas por fotógrafos chupasangre que a mi parecer tenían un aspecto espeluznante.
La mayoría traía caras con ojos y boca totalmente huecas y caminaban como si estuvieran levitando, sin tocar el piso que tenía pequeñas grietas a medida que trataba con dificultad alejarme de ellos.
—¡Kill! —grité con todas mis fuerzas, siento el incremento de mi miedo; las gotas de sudor cayendo poco a poco de mi frente. Tenía que buscar una forma de escapar del asedio, ellos no eran más hábiles de lo que yo podía llegar a ser y ya no tenía el control sobre mi pánico escénico. Sin embargo, de nada servía que manifestara tales cosas en mi mente, ellos continuaron su cometido hasta alcanzarlo.
Me rodearon, y en un determinado momento empezaron a reir de una manera para nada normal; eran risas macabras, que se convertían en eco y acrecentaban su volumen en la medida que me tomaban fotos en mis peores momentos.
—¡Kill, auxilio! —grité más fuerte, lastimando mis cuerdas vocales. Las risas aumentaban y mi voz era sofocada por ellas hasta que la pesadilla empeoró. me hallé tirada en el medio de su asedio y una luz blanca me enfocó.
Todos en aquel espacio fúnebre dejaron de reír, dejaron de fotografiar y dieron paso a la estrella del show. Una revista enorme que bajaba desde lo más alto y en ella varias imágenes mías en momentos embarazos, incluyendo una en la que la gente continuaba llamándome la novia falsa impostora y caza fortunas.
—¡No! ¡Yo no soy la novia falsa! ¡Killiam! ¡Auxilio! —grité más duro pero sentía que nadie me oía hasta que...
—¡Teira! ¡Despiértate nena! —escuchaba a lo lejos, más allá de la luz blanca que me enfoca con terror. —¡Despierta! —era la misma voz ahora más cerca.
Tomé la decisión de cerrar los ojos, con un poco de temor hasta que sin pensarlo, sentí como me sacudían levemente, causando que abriera los ojos de golpe, encontrándome con Killiam a mi lado.
—¡Kill! —exclamé aliviada.
–¡Oh mujer, por todos los cielos! —exclamó de la misma forma—Solo fue una pesadilla, nena.
—Si... —afirmé al visualizar que en efecto si había sido un mal sueño, estaba sentada en nuestra cama, con sus manos acariciando mi cabello y abrazándome para apaciguar mi respiración acelerada.
—¿Lo mismo de siempre? —indagó, a sabiendas que ya se había vuelto recurrente la misma pesadilla por al menos una semana.
Killiam se preocupaba, pues sabía que estaba llena de ansiedad por la bendita rueda de prensa donde se confirma todo sobre nuestra relación, eso aunado a mi enorme panza de embarazada apareciendo en todos los tabloides de Nueva York.
Prácticamente vivía oculta por decisión propia, solo enfrascada en mi trabajo y en las cosas que se estaban reformando en la casa de la pradera; a veces realizaba un que otro viaje a casa de mis padres para estar mucho más calmada aún y sobre todo lejos de las cámaras que me producen terror. Sin embargo ese día nuestros queridos amigos nos habían invitado a una fiesta de Halloween.
No se trataba sobre no ir, si no sobre superar el pánico escénico a la vida de una novia famosa producto de su relacionamiento con el jugador de fútbol americano más aclamado de la última temporada.
—¿Estás segura que quieres hacer todo esto, Ter? —preguntó mi jugador estrella favorito, depositando besos llenos de amor por toda mi pancita, mis manos, hombros, cuello hasta acabar con un beso profundo en mis labios.
Quería responderle pero sus atenciones me distraen por completo, volcando nuestros corazones en dar lo mejor para ese encuentro entre bocas. Siempre que este hombre me besaba, todas las preocupaciones desaparecían y volvía a ser la Teira valiente y llena de coraje. Como era costumbre en cada una de esas demostraciones de amor, fui pasando mis manos por sus brazos de atleta hasta apoyarlas sobre nuca, acercándome lo más posible para no perder ni un segundo de su amor. A los pocos minutos nos fuimos separando hasta conectar nuestras miradas llenos de felicidad.
—Si me besas así, obviamente me siento segura, Hasting —lo acusé, golpeando levemente su pecho que a estas horas de la mañana estaba sin camisa de por medio.
—Entonces no se diga más —dijo, continuando con las caricias ahora en la parte baja de mi espalda. —En cuanto a la fiesta de Dairo y Almudena...
—También asistiremos, mi amor. —confirmé rápidamente para no levantar alarmas en él que ya estaba nervioso por como me sentía con todo lo de los paparazzi.
Me regaló una dulce sonrisa y depositó un beso en mi frente.
—Eres maravillosa.
—No digas tonterías —repliqué, tratando de aligerar esos elogios demasiado grandes que Kill siempre sacaba a relucir en momentos cursis, logrando que mis mejillas se tornaran rojas por completo.
Los dos nos observamos divertidos y a los tres segundos nos matamos de la risa porque sabíamos que todo había sido demasiado romántico.
Atrás había quedado la pesadilla y ahora solo estábamos disfrutando de nuestra rutina matinal. Desayunamos a gusto en la cocina de nuestra casa en reformas y conversamos sobre todo un poco. A través de los meses los dos habíamos recuperado nuestra amistad y nuestro romance único y particular de ser. La miel se derretía a nuestro alrededor y los planes como padres de una futura pequeña siempre estaban a la espera de ser realizados con ansias.
—¿Ya sabes que te vas a poner para la fiesta? —dijo él, mientras me ayudaba a hacer mis clases de yoga para mamás primerizas.
Los dos bien instalados en la habitación que él había escogido para ser su sala de gimnasia.
—Almudena envió nuestros disfraces hace unas dos semanas atrás con la excusa de que necesitaba asegurar nuestra asistencia —le hice saber, riéndome a carcajadas por las ocurrencias de mi mejor amiga y socia.
—Esa enana es de temer.
—Creo que le haría competencia a tu profesora de bailo terapia —recordé de la nada a la señora Dolores, una maestra en el arte del baile con ejercicios.
Los dos nos quedamos en silencio por un rato, retrocediendo al momento exacto en que vivimos una de las experiencias más graciosas.
—Entonces está sería nuestra segunda cita juntos a una fiesta de Halloween —sugirió, de forma coqueta.
Los entrenamientos de yoga pasaron a segundo plano y nuestras mentes viajaron a unos dos Halloween atrás, donde aún éramos nada más que dos amigos fingiendo no estar enamorados el uno del otro...
Era prácticamente la hora de la merienda cuando el enfermero de Kill nos informó que la terapia había culminado y que mi mejor amigo podía retomar su vida como si nada hubiese pasado. Por lo cual a los dos se nos ocurrió la grandiosa idea de ir a bailar pero ninguno de los dos sabía de alguna fiesta muy a pesar de que esa noche era noche de brujas.
—Creo que simplemente estaremos en casa Ter, todos estarán enfrascados en pedir dulces y esas cosas —me dijo resignado unas horas después.
Alcé mis cejas un poco sorprendida porque ya se había rendido tan fácil y en eso justo se nos apareció una chica dando volantes coloridos por la calle.
Dicha chica iba disfrazada de una especie de bruja adivinadora, con todo y su tercer ojo en la frente haciendo alusión a esas brujas que leen el tarot en cabinas privadas.
—¡No se lo pierdan! En su destino está ir hoy a este lugar —recitó, manteniendo el aura de misterio.
Killiam me miró con duda en el semblante pero al ver que me disponía a leer el folleto, se unió a mí de inmediato.
—Creo que esto es lo más parecido a una fiesta que se puede tener, ¿no crees?
—Entonces es hora de ir por esos disfraces, nena.
Sus piropos despreocupados me generaban calor para esa época pero no le decía nada.
Los dos regresamos a casa ese día para ver qué disfraz alusivo a las fiestas de brujas íbamos a usar. Quedamos en vernos media hora antes para llegar temprano a la fiesta y cada quien se fue a su casa para alistarse.
Corrí a cada como una adolescente enamorada y subí las escaleras apresurada por encontrar algo acorde a la celebración. Estaba demasiado feliz por haber aportado algo de sanación al proceso de terapia de Kill; volvernos a ver después de tanto tiempo y volver a sentir la mariposas que estaba sintiendo eran solo el comienzo de algo para lo que nunca supe que estaría lista.
Usé maquillaje naranja y negro, unas medias de satín a juego con botas de cuero negro que combinaban con el vestido de espanta pájaro que había guardado por tiempo en la casa de mis padres, y listo. Solo hizo falta desorganizar mis rizos por todos lados, un poco de perfume y estaba preparada y a tiempo para reunirme con el amor de mi vida en secreto.
—Estás muy tenebrosa hija —opinó mi mamá, al ver cómo definía los últimos detalles de mi disfraz de brujas.
Ella me había elogiado a sabiendas de que estaba demasiado nerviosa por participar de esta especie de celebración/cita con el hombre que me derretía desde hace siglos.
—Si, un poco —acepté, tratando de no dañar el esfuerzo que había puesto en arreglarme para una salida de amigos.
Tomé mi cartera con mi celular dentro y le di un beso a mamá antes de salir camino a la mitad de la calle.
—¡Disfruta mi niña! —gritó a lo lejos mi hermosa progenitora.
—Eso trataré —dije para mi misma.
Las calles del pueblo ya estaban vestidas de casas embrujadas con una cantidad considerable de vecinos pidiendo dulces con sus hijos disfrazados de fantasías tenebrosas, dejando espacio en el medio para Killiam Hasting que iba de jugador de fútbol americano zombie.
Las risas no se detuvieron ni un segundo desde que observé lo mucho que se había esforzado por parecer un verdadero monstruo. Tenía pintura entre verde, negra y gris por toda la cara; la mayoría de su uniforme de fútbol estaba roto y desaliñado pero él lo hacía ver como si fuera lo más sexy del mundo, lo cual generó un poco de calor en mi cuerpo.
Vamos, no soy inmune a sus encantos.
—Bueno señorita Templeton, parece que mi disfraz le causa gracia pero déjeme decirle que es usted la espanta pájaro más escalofriante de la noche y la más bonita.
—Bueno señor Hasting, me halaga que piense eso porque esta noche usé toda mi artillería para mover esas caderas a todo dar —continué con el tono bromista. —También puedo observar que es usted un zombie de lo más asustador.
Como siempre el chiste y jovialidad corría por nuestras venas y entrelazando nuestros brazos subimos al carro de Kill y fuimos a nada más y nada menos que a una clase de bailoterapia con temática de Halloween.
Al llegar al recinto mi acompañante pagó las entradas. Una chica completamente diferente a la que nos entregó el volante, nos guió al salón. Ella iba disfrazada de fantasma coqueto y tenía puesta una sábana blanca con pintas de sangre falsa por doquier.
Muy original.
El recorrido fue al estilo película de terror lo cual te mantenía a la expectativa de lo que podía suceder dentro del salón de clases pero nada de que alarmarse porque al finalizar el pasillo y abrir la puerta donde seria la fiesta de baile, ya el ambiente estaba formado con una canción de Michael Jackson.
—¡Esto será una pasada sin duda! —exclamó Kill y yo asentí de acuerdo.
Era un amplio salón con espejos unidos a barras de madera, el techo tenía una bola disco con muchas telarañas y murciélagos de juguete y la mayoría de los asistentes iban con sus disfraces auténticos; literalmente había de todo, desde una chica vampiresa, una detective con cara verde y lentes de sol hasta una señora disfrazada de Merlina y otras con disfraces de calabaza, esqueletos y hasta una especie de mujer flor carnívora.
En el centro del salón se hallaba una señora disfrazada de bruja con escoba de paja incluida que a la vez hacía de micrófono.
—¡Bienvenidos a la clase de baile más espeluznante de la noche de brujas! —habló con voz alegre y todos aullaron de felicidad. —¡Mi nombre es Miss Dolores y vengo a quitarle todos los dolores!
Me uní a la diversión y enseguida los nervios se fueron. La música y las chucherías de decoración lograron amenizar el momento y solo fue cuestión de segundos para unirnos a las dos horas de bailo terapia.
La canción que sonaba ahora era ciertamente demasiado pegajosa como para no mover las manos y los pies al mismo ritmo que los demás.
Mi amigo en su posición de zombie se veía emocionado de poder moverse con libertad, sin necesidad de usar muletas o apoyarse en mi brazo para avanzar cuando estaba muy cansado.
—¡Es hora de aumentar el ritmo señores! —gritó la señora Dolores, creando un círculo para que todos pasaran al centro y mostraran sus mejores pasos.
Todos hicieron movimientos locos y se mataron de la risa con cada nuevo baile, hasta que justo nos tocó a mí y a Kill.
—¡Vamos Ter! ¡Baila conmigo!
Cabe recalcar que Killiam es pésimo para bailar pero como todo era con pasos de ejercicio, parecía que era todo un dotado de la danza. Dejé que disfrutara y también disfruté, dimos tantas vueltas y saltos como fuera posible y cuando acabó todo, me sentí plena.
Sentí que podía ser valiente y declararme justo esta noche de Halloween. Los dos caminamos por el pueblo viendo cómo los demás pedían dulce o truco. Así fue hasta llegar a su auto, donde nos quedamos en silencio un largo rato.
—Fue divertido, ¿Cierto? —Inicié una conversación.
Lo vi de reojo, y tenía una sonrisa de oreja a oreja en su rostro debajo de todo ese maquillaje de zombie. Solo pequeñas gotas de sudor quitaban un poco el efecto del disfraz.
—Fue divertido sin duda alguna Ter, gracias por llevarme hasta ese lugar.
—La pasé genial.
—Yo también.
—Te veías feliz.
—Tú me haces feliz.
No sabía que decir sobre eso que se le había escapado pero creo que ese era el indicio que necesitaba para ser honesta con mis sentimientos. Entonces me di cuenta que en realidad no era el momento, no por el semblante nostálgico que llevaba consigo.
—Tu recuperación fue rápida. —traté de distraerlo de lo que sea que lo hiciera sentir mal.
Los dos ahí dentro de su auto, con la música baja de la radio y pláticas incómodas de por medio.
—Cierta señorita terca fue la responsable de que eso sucediera y de verdad por eso te agradezco.
De acuerdo, aquello no lo esperaba.
—Gracias a ti por no rendirte tan fácil con tu propio sueño de volver al campo.
—Hablando de eso...
Algo muy en el fondo me avisaba de que no me gustaría lo que iba a decir a continuación. Así que lo frené.
—Creo que esta noche debemos solo celebrar lo bueno, ¿No crees?
Mi corazón palpitó muy rápido pues el gesto de tristeza de Killiam solo me indicaba que no era tan feliz como decía ser.
—Tienes razón, nena —se recompuso de inmediato. —Es hora de ir a por unas buenas pizzas.
—¡Nada mejor que la comida para engordar esos kilos que sudamos en la bailo terapia! —afirmé, dispuesta a regresar el humor a la velada.
—¡Esa es mi chica!
Arrancó el auto vía hacia la feria de comidas y en instantes cualquier malestar quedó atrás, incluyendo la parte en que la Teira enamorada soltaba la sopa de sus sentimientos...
Ahora volviendo a mi nueva realidad, me doy cuenta de lo mucho que todo ha cambiado. En ese tiempo no tenía certeza de nada lo que él sentía al respecto de todo y sabía que aquello que me iba a decir era que tenía que partir.
Prácticamente retuve más tiempo del necesario a Killiam y su estancia en el pueblo demoró lo suficiente como para que su mente crease todo el cuento de novios falsos.
—Que tiempos tan locos —murmuré en voz alta, acariciando su cabello con la memoria revuelta.
—Ahora todo es mejor.
—Ahora viene nuestra pequeña Talulah en camino —dije acariciando mi vientre y él hizo lo mismo.
—Nuestro primer Halloween como una familia de tres —dijo, acercándose lo suficiente como para depositar un leve beso. —Espero que sean muchos más al lado tuyo mi novia falsa.
Me reí por el humor y dejé que me besara un rato más.
—Te amo Ter.
—Y yo te amo a ti, Hasting.
—Creo que en vez de usar esos trajes que envió Almudena, hay que hacer un intento por devolver a la vida a esa espanta pájaro sexy y el futbolista zombie.
Abrí los ojos asombrada de que se acordara y asentí de forma energética.
Definitivamente en cualquier época del año, él seguiría siendo el requisito número uno de mi corazón.
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Mi regalito de noche de brujas muajajaja
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