Capítulo XVII: Boyz II Shame


Así que, ¿cómo va la familia? ¿Todo bien en la escuela? ¿El trabajo? Sólo no me hablen del amor porque... bueno, ya saben por qué.

Con el tiempo he aprendido a nunca pensar que existe un fondo desde el cual no se pueda caer todavía más bajo; siempre se puede, siempre es una posibilidad, así que trata de aprovechar hasta los peores lodazales, porque lo que parece infierno hoy, puede ser el cielo mañana.

Aquel día, estaba a punto de entrar a mi infierno en turno, pero primero, un pequeño purgatorio de parte de mi maestra/futura tía:

  —¿Vas a alguna parte? —escuché de la profesora Martin, al verme salir por la puerta de mi casa; ella se encontraba justo afuera, esperando quizá la llegada de Jake.

—Quedé con un compañero de clase para hacer una tarea —contesté—, tengo que ir a su casa, y...

  —Oye, escuché lo que pasó.

—¿Lo escuchó?

 —Enseño en esa escuela, Harriet, y... y las paredes hablan.

—Supongo que es algo que escandaliza, ¿no es así, señorita Martin?

—Estamos fuera de clases; aquí, entre familia, soy Allyson, ¿de acuerdo?

Asentí, y sentí apoyo.

—¿Vino a ver a mi primo? —pregunté.

—Tengo que hablar con él.

—Oh... ¿está embarazada?

—¿¡Qué!? — me exclamó con su rostro colorado —. ¡N-no! ¿Cómo se te ocurre decir eso?

—Ya, ya, lo siento —me reí un poco al excusarme—, sé que no es de la familia... todavía. Pero es que a su edad, casi todas las mujeres de la mía ya estaban casadas y con hijos. Yo trato de buscar una carrera y romper con eso; no es que no quiera tenerlos algún día pero...

—No tienes que disculparte Harriet, yo entiendo —me interrumpió—. Aunque... ¿en serio? ¿A mí edad? ¿Todas? ¿Qué tal tu tía Maja?

—Dije que habían tenido hijos, de que los cuiden, los tengan cerca o siquiera sepan dónde están es un asunto completamente diferente.  

Ya la había horrorizado con los prospectos de unirse a nuestro clan suficiente por ese día; mejor debía de partir.

Pero, como dije: que de hecho lo hiciera es un asunto completamente diferente.

  —Señori... Allyson —le llamé.

—¿Sí?

—No quiero incomodar pero, y-yo... yo nunca tuve cierta charla... ya sabe, al llegar a la edad.

—¿Eh? — arqueó su ceja—. ¿Quiere decir de sexo y... eso? — preguntó haciendo un gesto con la mano que me dio la idea de que quizá la pelirroja de mi futura tía no era la persona más versada en el tema.

Pero seguía siendo mejor que Reddit, o nadie.

 —Nunca tuve hermanas mayores —comenté al acercarme a su costado—. ¿Mi madre? Sí, lleva años en la cárcel y quizá después de ahí le toque una deportación. Y mi tía hace su lucha pero apenas puede hablar el idioma, y si hay un tema en el que necesitas saber todo con puntos y comas, es precisamente ese.

  —No es lo que enseño pero... ¿en qué tienes duda?

 —No sé si cuente en realidad como parte del tema pero... ¿siempre le gustaron los chicos, no?

  —¡Claro! Sé que me gusta andar fodonga fuera del trabajo pero, no soy lesbiana ni nada... eh, ¡no es que haya nada de malo al respecto!

—No, para nada; jamás pensaría que es homofóbica o algo por el estilo. Pero... mire, ¿la carne es débil? ¿Alguna vez sintió tentación por alguien más aparte de Jake?

  Ella se volvió a sonrojar; esperaba que sus labios me dijeran una verdad, porque al menos sus mejillas contaban una.

—No somos una pareja perfecta, creo que eso es notorio —respondió— , y... no le he sido infiel, y él no me ha dado razones para suponer que lo ha sido conmigo. Pero a veces, como Icaro, la imaginación se puede acercar demasiado al Sol en su vuelo.

  —Usted.. mire, no creo que pueda decir que sea lo mismo — dije agitando mi testa con ligereza. 

 —Ningún caso va a servir como un ejemplo 100% fiel todo el tiempo, Harriet.

—Es verdad —suspiré— , pero a lo que me refiero, es que, usted es una chica heterosexual: para bien y para mal, la sociedad le tiene una "palomita" de aprobado. Quizá se case con mi primo, puede que con el tiempo quiera formar una familia: el camino estándar. Chica conoce a chico; chica cree que chico es un patán insoportable; chico cree que chica es una pretenciosa estirada...

—¿Patán insoportable? ¿Pretenciosa estirada? —repitió—. Eh... sí, más o menos — asintió sonriente pero resignada. 

  —Conmigo... es diferente. Yo soy... yo soy bi, yo estoy en ese espectro arco-iris que cada año parece sumar más letras. No me quejo de ello; hay muchas cosas que odio de mí misma, pero no eso.  

 —Sé que las cosas no son iguales para todos y que hay muchos idiotas prejuiciosos afuera — Allyson me contestó—. Por lo menos puedes sentir tranquilidad que aquí, por eso, jamás te vamos a juzgar o hacer sentir menos.

  —Cuento con ello, pero — bajé mi cabeza por un segundo— , existe esa idea que, nosotros, ya sabes, los de la "b", somos promiscuos sin fuerza de voluntad que nos vamos a acostar con cualquier cosa que se mueva. 

  —¿Crees que eres así? — preguntó cruzando sus brazos.

—No... yo sé que no soy así.... al menos NO POR ESO. ¿Por cabrona? ¡Claro! P-pero... no puedo dejar de pensar o evitar pensar que en cierto modo le doy mala fama a mi grupo; que soy un mal ejemplo, que soy justo la imagen que tantas y tantos intentan borrar o desacreditar.

 —Eres una persona solamente; ni más ni menos. Te estás poniendo en los hombros un peso que no te corresponde.

  —Sí, pero... para bien o para mal, si alguien me ve desde afuera, va a tomarme como un ejemplo; como un patrón, y no debería importar, pero sí lo hace, y lo último que quisiera es dejar mal parada a personas como yo.

   La pelirroja asintió.

—Harriet, Harriet, mi niña, por favor: si tienes problemas que solucionar, ve a solucionarlos, pero porque quieres que se solucionen; no por que sientes una obligación con nadie aparte de ti misma. Y para quien quieres; en este caso... ya sabes...

La mira fijamente; ella hizo lo mismo: se veía más alta, creo que nunca lo había notado antes.

—¿Y tú qué piensas?  —pregunté — , sobre mí; ¿crees que soy mala?

—En realidad, puede que sea muy cercana a ti para contestar eso de manera 100% objetiva, Harriet; no puedes evitar que otros piensen cómo piensan, pero en lo que a mí corresponde: tienes defectos, muchas veces eres muy problemática, hasta no sé de qué lado estás en ocasiones. Pero tu esencia es buena, y también sé que tu corazón está del lado correcto de las cosas, y eso siempre logra emerger a pesar de todo. 

—¿Todo bien? — escuchamos las dos en voz de primo; él acababa de llegar.

—Oh, Jake, eh... tu prima se iba para lo de una tarea —contestó— , y... tenemos que discutir lo de...

—Lo sé, bueno: Harriet, te cuidas.

—Igual los dos — contesté dando los pasos para retirarme de la propiedad. 

Me retrasé, pero valió la pena después de todo; creo que Allyson no es mala maestra, aunque esa lección fuese una fuera de las aulas.

—Tú debes ser Harriet, ¿no es así? —preguntó una mujer bastante joven en realidad, tras tocar el timbre aquella puerta.

—¿Eh, señora Carson? —pregunté; ella no tardó en asentir—. ¿Está Levi en casa?

—Pasa; me explicó lo de su tarea.

—Espero que no le haya explicado lo demás —refunfuñé.

—¿Dijiste algo?

—Sólo que tiene una casa muy hermosa, señora Carson.

—Muchas gracias; Levi se encuentra en el estudio; la segunda puerta a la izquierda. Y, eh, ¿Harriet?

—¿Sí?

—Yo que tú, vería a un doctor por ese rojo en la cara que tienes —me dijo, con ojos nerviosos, señalando en su propio rostro el área dónde todavía se notaban las cachetadas que recibí de Jo y Elena.

—S-sí señora Carson —contesté—, y-ya me ando poniendo una pomada.

Se despidió, seguí sus direcciones, y me encontré con el muchacho en el escritorio, escribiendo un documento de texto con varios de nuestros libros abiertos.

—Espero que se trate de nuestra tarea —le dije, tras toser un poco para aclarar mi voz—, y no tu siguiente gran éxito.

—Oh, Harry...

—Harriet.

—Pero...

—Harriet para ti, o me voy.

—De acuerdo —Levi asintió—, Harriet... estoy avanzando con lo del trabajo, ¿y tú tienes...?

—El pequeño Junior —dije tras sacar al dichoso huevo de mi mochila.

—¿Por qué tiene una carita pintada?

—O'Brien pensó que necesitaba un cambio de apariencia y... mira, no está roto, ¿bien? Con que no lo esté, por mi que le pongan pelucas o brillantina.

Tomé una silla de un rincón y me acomodé a un costado del asiento de Levi; por una vez, en cualquier trabajo de equipo que he hecho, en realidad quería trabajar, terminar, irme, regresar a mi casa, esperar que un agujero negro no detectado por nuestra primitiva tecnología de telescopios absorbiera nuestro planeta y borrara toda evidencia de nuestra presencia y poder descansar en la paz de la no existencia.

Pero nunca tengo tanta suerte, así que, en los libros debía enfocarme.

—Harriet, yo...

—Creo que lo mejor será limitar nuestros temas de conversación a todo lo que incumbe a la tarea —indiqué sin despegar mis ojos de los textos.

—Bueno... si es que así lo quieres... mira, existen algunos argumentos sobre cómo grupos humanos previos al descubrimiento de la agricultura tenían una estructura familiar muy diferente en la que la madre tenía descendencia con todos los varones de su tribu y...

—¿¡Cómo rayos pudiste meterme en estos problemas idiota!? —exploté, porque... miren, la idea de apegarme a la tarea era ideal, pero mi mundo y mi personalidad no lo son.

—¿A qué te refieres?

—¿A qué me refiero? ¿¡A qué me refiero!? ¿¡No te das cuenta de lo que me hiciste, imbécil de trasero perfecto!?

—¿Cómo dices?

—¡Ya me oíste! ¡Eh... mira... lo que fue...! ¿¡CÓMO PUDISTE DECIR ESO?!

—Oh... hablas, supongo de lo del concierto que te gané.

—¡No pudiste ganar de manera de todo legítima! ¡Los jueces votaron tras un susto, no estaban en la mejor disposición de reconocer el talento!

—¿Entonces, crees que mi canción era mala?

Maldito hijo de puta; podía mentir en muchas cosas: el amor, la familia, los negocios... pero si había un tema en la que siempre entregaba la más pura de las sinceridades, era la música.

—No —contesté, resoplando y con los ojos cerrados por un segundo—. No era mala... en realidad, fue bastante buena.

—Gracias.

—Pero... eso no quita el hecho que, ¿por qué lo hiciste? ¿Realmente sigues tan prendido de mí? ¿Estás con tal obsesión que no puedes pensar en otra cosa?

—Harriet...

—¿Qué acaso no te cabe en la cabeza que eso no va a pasar? ¿Que fue un romance de verano y ya? ¿Y que se acabó al cambiar la estación?

—Harriet...

—¡Sé que soy un encanto pero basta! ¡Acordamos seguir con nuestras vidas! ¡Acordamos acabar con esto! ¿Y qué hay de la pobre de Elena? Nunca me cayó bien esa idiota, ¡pero no se merece eso y además...!

—¡Harriet, basta! —Levi respondió, con un tono que fue por encima del de los gritos de su invitada—. ¡Basta por favor! —indicó, bajando el volumen, pero no la firmeza de su declaración.

—Lev... —Harriet susurró, casi sintiendo una amenaza tras de ella.

—Me pasé, ¿bien? —Levi se excusó—. Me pasé y... lo siento. Y siento lo que voy a decir porque no me es fácil de decir, pero ya viene siendo hora de que hablemos con la verdad.

—¿S-sí? —Harriet preguntó sonrojada, ladeando ligeramente su mirada, tratando de evitar la de él—. ¿Y... y b-bien? ¿Qué tienes que decir?

Levi tomó aire; era fácil de notar el nudo de su garganta.

—Me gustabas —dijo—. En tiempo pasado, me gustabas.

—Creo que eso me quedó claro en Nueva York.

—No, no Harriet, no entiendes; realmente me gustabas, en el sentido de... de que en verdad quería que lo nuestro fuera más allá de un amor de verano.

—Vamos Lev, la pasamos bien pero...

Y noté sus ojos; de verdad lo hice por primera vez desde Manhattan.

—...oh, mierda —me dije, chocando mi palma abierta con mi frente—. De verdad lo creías.

—¿Me dices que, no sentiste algo real? —preguntó.

—Sí, pero... creía que podía escapar de ello porque... así soy. Quiero cortar con las cosas fácilmente; por eso te dije que en casa no podíamos tener lo nuestro: aquí tengo a alguien... bueno, tenía... la verdad es que ya ni sé cuál es el estado de lo de Josephine y yo.

—¿La chica rubia?

—Sí... ella.

—Lo supe desde un principio —me indicó cerrando los ojos, casi orgulloso de sentir que me tomó ventaja respecto al tema.

—Cálmese Chapulin Colorado.

—En en serio Harriet; no estoy ciego, ni soy idiota: vi la manera en que deambulabas con ella, el modo en que hablaban, el modo en que ella te miraba. El sexo se puede fingir... el amor, no.

—Viejo, realmente eres bueno para el R&B, deberías escribir eso.

—¡Harriet!

—Va, ya, lo siento: es algo que tengo, no puedo tomar en serio las cosas, y entre más sé lo serias que son, más bromas debo hacer. Es... es como mi mecanismo de defensa.

—Ella te miró... como alguna vez te miré Harriet; no pude competir.

—Momento, eso es algo que me empieza a dar curiosidad —indiqué agitando mis manos—. Sigues refiriendote a esas cosas en tiempo pasado, ¿por qué?

—Porque... ya no me gustas Harriet.

—No, no, ¡NO! ¡Espera un momento! ¿Y qué fue eso de la entrevista? ¿O sea, fue sólo por diversión y despecho?

Levi se levantó del escritorio, y se reclinó en una orilla de un rincón del estudio.

—No fui el hombre más maduro pero, cuando me dijiste que lo nuestro no podía ser... no pude soportarlo. Quise incluso, salir con alguien más para ver si te daban celos pero... no pareció funcionar. Y entonces pensé, ¿cuál puede ser la mejor manera de hacerle daño a Harriet?

—¿Un revolver .44?

—Hablo en serio Harriet, hablo... mira, el caso es que, estaba furioso; y pensé que...

—Espera... entonces... lo que dijiste en la entrevista, ¿no fue verdad? —me levanté del asiento y me dirigí a confrontarlo—¿Fue sólo, para hacerme daño?

—¡Y tú ni siquiera me diste oportunidad de luchar por ti!

—¡Ah, claro! ¡No pudiste hacer que te di un "no"! ¡Y por eso me humillaste y arruinaste potencialmente la única relación que me ha importado y...!

—¡Entonces, es verdad! ¡Nunca te importé!

—¡No te quieras hacer el moralista conmigo Lev! ¡Tú buscaste a una chica ingenua aquí para vengarte de mí! ¿Que hay de ella? Si tienes un problema, ¡sé hombre! ¡Sé directo! ¡Arruina tu relación conmigo! ¡Arruina mi relación con Jo! ¡Difunde rumores estúpidos en los baños de hombres! ¡Puedo tomarlo! ¡Pero no metas a alguien que no lo merecía!

—¿Te interesa tanto Elena? Creí que te sacaba de quicio, por las caras que pones al tenerla cerca.

—Sí me saca de quicio —aclaré—. Sí, no es precisamente mi persona favorita en este mundo, y al oírla hablar siento que habría más coherencia en una canción en farsi puesta al revés. Pero ella no se merecía esto, y si tienes algo de hombría, y respeto por la mujer, vas a disculparte con toda sinceridad. Si ella te perdona... es mucho mejor persona de lo que yo podré ser jamás.

No podía creer lo que había acabado salir de mis fauces... pero en realidad, tras meditarlo como medio segundo más, era algo que tenía que expresar; si yo fui ojete con alguien, y luego ese alguien desea venganza... bueno, no me voy a dejar, pero tampoco diré que no lo pude ver aproximarse. ¿Meter a un tercero? No; mi problema con Levi es de él, y mi problema con Jo es de ella, pero es todo: por primera vez, sentí una especie de "poder moral"; no era buena, pero lo que él había hecho era peor.

—Creo... creo que ya sé cómo terminar lo del trabajo del huevo —dije.

—Entonces los gritos no fueron en vano —Levi me contestó, de brazos cruzados.

Empecé a rascarme el codo, alejando mi mirada todavía de él una vez más.

—¿Realmente te gustaba? —pregunté—. ¿Cómo para, querer tener algo conmigo?

—Hice mal —me dijo—, y voy a disculparme con Elena.

—Espera, ¿qué harás?

—Voy a ver si de hecho quiere que nos veamos, se lo trataré de decir cara a cara —replicó mientras inspeccionaba su celular—, si no, bueno, es su decisión, y la debo respetar.

—¿Lo harás por qué te lo pedí?

—Lo haré... lo haré porque tienes razón —dijo tras teclear en su teléfono—. Y... listo. Ya si ella quiere verme, pues... está en sus manos.

Quería decir que lo respetaba, pero del dicho al hecho aún existía mucho trecho, y vaya que he aprendido a sólo corroborar lo que pasó, no lo que sólo escuché.

—Entonces... ¿ya está todo, no? —pregunté.

—De hecho, no hemos empezado realmente con lo de la tarea y...

—No, quiero decir: ya no te gustó, y sé que ya no me gustas. Ahora sí, podemos dejar por la paz todo lo que ocurrió y no ser los dolores de cabeza a nuestras chicas, ¿verdad?

—Deberías disculparte también con la rubia; es que, le seguiste siendo infiel.

—¡Ya sé, ya sé! —refunfuñé y azoté con mi pie la duela—. ¡Esto no me libra de culpas! ¡Mis errores lo siguen siendo!

—¿Al menos hacemos la tarea? —me dijo, sonriente, casi burlándose—. Es todo lo que podemos hacer por el momento.

—Pues... creo que con eso el de la razón ahora eres tú.

Y dejando nuestras inmadureces de lado, en realidad logramos avanzar bastante; y es que, aquello de estar malabareando relaciones sentimentales con varias personas a la vez y tratar de que nuestros errores y metidas de pata no lleguen a gente que ni la debe ni la teme no es tan alejado de la tarea, cuando se sabe exponer bien.

Sin duda, va a ser una presentación interesante.

Todavía tenía mis dudas sobre él; oh, no por cuestiones de amor. Eso quedó enterrado. Pero ya no lo vería del mismo modo: él hizo algo para perjudicarme de la peor manera, y de hecho lo logró. Y aunque yo hice algo malo en primer lugar, nadie ganó al seguir escalando el conflicto, hacer que se inflara hasta que me explotó en todas direcciones; incluso estaba dispuesto a hacerse daño con tal de hacerme daño. Si alguna vez sentí algo por él, aquellas aguas de pasión se evaporaron y se las llevó el viento.

No sin antes, una última despedida, porque algo seguía sin tener sentido, y tenía el presentimiento de saber qué era.

—Nos vemos Lev —le dije, mientras él se encontraba en la puerta de su casa; yo, por mi parte, con la mochila, a unos pasos de salir del pórtico del hogar de su familia.

—Nos vemos Har... Harriet.

—Está bien —contesté—. Puedes llamarme Harry.

—Bien... nos vemos Harry.

—Y por cierto: casi me engañas amigo.

—¿En qué? —preguntó tras bufar.

—Te sigo gustando, ¿verdad?

Un "no" puede que lo hubiera creído o no, pero hubiera sido fácil, si bien algo poco sincero; en su lugar, Levi no me contestó; lo vi batallando, sudando de la frente, y respirando a un ritmo más irregular.

—Mira... no va a pasar —me dijo.

—Lo sé; pero te sigo gustando.

Tragó saliva, y me respondió.

  —Esta no es mi casa en realidad, Harriet.

—¿Cómo dices?

—Esta no es mi casa en realidad —comentó con la mano toqueteando una columna a un costado suyo—, realmente... realmente mi familia no la está pasando de todo bien. Es... es la casa de un amigo de la familia; nunca la usa, y nos dije que si tenemos problemas, nos puede pedir que se la cuidemos, lo que es meramente otra palabra para caridad.

—La mía nunca la pasa bien —repliqué.

—Eso supuse ; quizá... quizá me dejé llevar, y vi en algo en común demasiado en común.   

—¿Y... qué esperas de mí? —pregunté rascando un costado de mi nariz—. ¿Simpatía? ¿Justificación?

—No; comprensión.

—Es lo mismo.

—No es lo mismo Harriet, y lo sabes bien.

Bajé mi mirada y rasqué mi nuca.

—¿Te arrepientes de lo nuestro? — susurré.

Fue un milagro que Levi de hecho me escuchara.

—Lamento muchas cosas, sin duda lo de Elena; pero lo nuestro... 

—¿Sí? — alcé mi rostro.

— ...siempre tendremos Manhattan.

—Supongo... 

—Buenas noches Harry.

Se sintió raro escuchar tal nombre de sus labios, pero creo que podía vivir ser llamada así por él por una última ocasión.

—Buenas noches Lev.

Pero, a pesar de todo, sentí tranquilidad, y una ligereza en el alma; tras acabar con nuestros deberes, me despedí del hogar de los Carson, y me marché al mío.

O lo hubiera hecho; en realidad, mi destino fue uno diferente.

—¿Hola, pasa algo Dalia? —pregunté con mi teléfono al oído, tras recibir una llamada de la morena.

De pronto sentí que me temblaban las piernas; era algo que tenía que ser importante.

—Harriet, tienes que ir al hospital.

—¿Por lo de mi cara? —contesté—. Con una pomada se me arregla.

—No; a-algo le paso a Jo.

Y en ese momento supe que tenía un corazón, porque por unos segundos, sentí que se había detenido.


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