Promise Rings
—¡Amor! —un llamado seguido de una patada a la inocente puerta del apartamento en donde vivían asustó a un pequeño erizo verde—. ¡El amor de tus amores llegó! —anunció Scourge mientras se metía al apartamento.
Manic se encontraba recostado sobre una cama leyendo algunos artículos de revista; al escuchar el estruendo arrojó la revista lejos. Ya de por sí conocía quien era el único que entraba de ese modo a su modesta casa, pero aun con ello le daba pánico que fuera la policía.
—Aquí estoy —respondió al llamado mientras se arreglaba las púas. Scourge entró a la habitación mientras sonreía—. ¿Qué trajiste esta vez? —le preguntó intrigado.
Vio como su pareja dejaba caer algunos artículos que le había "prestado a unos buenos amigos".
—Supongo que algunas cosas valiosas —le dice riéndose. Se sienta mientras empieza a buscar entre todo aquello.
Manic se incorpora para sentarse a su lado. Ambos eran la pareja de los ladrones más buscados de la ciudad; se habían metido en tantos líos, habían provocado tantos desastres y demás delitos.
—¿A qué pobre alma indefensa le robaste ahora? —pregunta con sarcasmo—. ¡Oh vaya mira todo esto! —menciona impresionado.
—Era un niñato riquillo, fue como quitarle un dulce a un bebé; se puso a llorar —se reía al recordarlo—. Luego le robé a los guardias y curiosos que me vieron.
Manic se recostó sobre el hombro de Scourge.
—¿Ya sabes a quién se lo venderás?
—En el mercado negro, tengo muchos interesados, sabes que no tengo problemas en ello —separaba algunos artículos hasta que algo pequeño le causó curiosidad—. ¿Qué es esto?
Mientras separaba lo que se llevaría, se topó con una cajita muy peculiar de color corinto.
—¿Qué carajos es esto? —pronuncia Scourge con un poco de descontento, no imaginaba el contenido de la misma y asumió que por ser pequeña no contendría algo de valor—. Esto no me dará dinero.
Manic abrió los ojos y observó. Le quitó la cajita para inspeccionarla. Se percató que poseía un seguro; lo presiono para abrirla.
—Scourge... —los ojos de Manic brillaron de ternura—. ¡Son anillos para boda! —le dijo riéndose—. ¡Qué cruel eres! —Manic sacó uno para probárselo—. ¡Hecho a mi medida!
Scourge tomó el otro anillo.
—No son de boda —negó—. Mira, tienen una leyenda incrustada.
—¡Qué cursi! —chilló Manic quitándose el que tenía—. De seguro ese niño se lo iba a dar a su novia —para Manic aquello le causaba risa—. Bueno, te darán mucho dinero si consigues a un mafioso que tenga pareja y los quiera usar.
Scourge veía los anillos; se le hacían muy bonitos. Volvió a tomar el que Manic se probó. Una inocente idea invadió su mente mientras sonreía y se acercaba a su novio. Mientras Manic terminaba de reírse, le tomó de la mano para ponerle de nuevo el que se probó antes.
—Scourge ¿Qué haces? —le preguntó sorprendido.
—Encontré al mafioso que los va a utilizar —comentó viéndole, tomó el otro anillo y se lo puso—. Al fin robé algo que podemos presumir —le guiñó el ojo.
Manic se sonrojó al verlo, observó el anillo y, ciertamente se encontraba la leyenda que Scourge mencionó.
—"Promete que serás de mí hasta el final" —leyó volviendo la vista a su novio.
—"Seré de ti hasta el final" —le contestó Scourge.
El mayor le tomó entre sus brazos mientras lo estrujaba.
—Te han dicho que eres molesto cuando tratas de ser tierno —le preguntó Manic acariciando su rostro con las manos.
—Usualmente, solo tú lo haces —le contestó besándole la frente—. Te amo corazón —susurró mientras lo tiraba a la cama.
—¡Qué amoroso! —se quejó Manic falsamente—. ¡Ven aquí! —lo llamó para luego besarlo con pasión.
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