Moving House
Sus dedos no dejaban de golpear el azulejo de la cocina. No es que estuviera molesto más bien, se encontraba nervioso.
Veía como bajaban las cajas del camión de mudanzas. Sí, estaba en su nuevo hogar. Lanzó un fuerte suspiro, volvió la vista a su mano. Allí observó aquella sortija de compromiso que brillaba con la luz del sol.
Manic se encontraba perplejo.
Hace unos pocos días era un chico libre y feliz; después se encontraba a punto de casarse con alguien.
¿Cómo ocurrió eso?
Era un alma sin dueño, vagaba por el mundo en busca de la felicidad y logró encontrarla en una de sus más grandes pasiones, la música.
Pero desafortunadamente su padre, dueño de un conglomerado de empresas le asignó ir a realizar algunos negocios con una editorial. Al principio Manic se mostró desinteresado, pero al cabo de unos días y de recolectar información se encontró que allí trabajaba el famosísimo, Scourge.
Otra de sus ocasiones era ese magnífico escritor. Hizo tantos artículos relacionados con su padre, buenos, malos y otros que sinceramente le daban risa. Manic desde hace mucho tiempo leía sus escritos en esa revista de chismes que pese a su objetivo, Scourge lograba transmitir una nueva vibra.
Cuando supo entonces a dónde se dirigía y con quién iría, se mostró desesperado. La primera vez que vio a Scourge sintió la enorme necesidad de acercarse pero...
El escritor se encontraba muy preocupado por su trabajo y no lo notó. Dolido ese día pensó en algo para poder hacerse notar y lo encontró en los tulipanes.
[…]
Después de su confesión en aquella noche, Manic y Scourge se volvieron novios. No pasó mucho tiempo para que el escritor le pudiera que vivieran juntos y es donde comienza esta historia.
—¿Realmente el amor te hace cambiar tanto? —se preguntó incorporándose mientras se acercaba a los que dejaban sus pertenencias.
—Señor todo lo que ordenó se ha traído a este lugar —le informó su secretario que chequeaba en una libreta.
Manic suspiro.
—Bueno, entonces ya esta —repitió un tanto nervioso—. Esta es mi nueva casa... supongo —dijo eso último no muy convencido.
—Su padre ha programado una reunión para los próximos días, desea conocer a su prometido —le recordó— ya he reservado el sitio, solo faltan los atuendos. Me retiro señor, aún debo coordinar otras cosas.
—Bien... —Manic se despidió de su secretario mientras veía como se marchaba. Llevó una de las manos a su frente para acariciarse—. Scourgy dijo que podía ordenar como quisiera este lugar, pero no tengo idea de cómo ordenar algo tan... sencillo.
Se dirigió a destapar las cajas que había llevado para sacar su contenido y pensar en un buen lugar para colocarlo.
El apartamento de Scourge era grande, pero tenía tan pocas cosas, casi vivía con lo necesario. Algo que a Manic se le hizo inusual. En comparación con él, vivió rodeado de lujos y de caprichos.
No le molestaba vivir de ese modo, pero era raro ver tan poco para alguien que era mucho.
—No tengo idea... —se dejó caer de espalda en el piso mientras veía al techo.
Jamás creyó en que podría estar al lado de alguien, que nunca podría ser domado o que quizás nunca, se iba a comprometer. Cerró los ojos suponiendo todos los cambios que habían sucedido en su vida.
[…]
Un suave beso sobre su frente le hizo removerse; entre quejidos despertó de manera pausada para darse cuenta de que se quedó dormido.
—¿Lindura? —Scourge le veía con ternura mientras se encontraba sentado a su lado.
Manic se incorporó de golpe tanto que le dolió su cabeza.
—¡Me quedé dormido! —gritó sorprendido.
—Sí. No quería despertarte, pero el piso no es tan cómodo para quedarse toda la noche.
Manic le vio apenado.
—¡Se suponía que debía ordenar mis cosas! Lo siento tanto Scourge, no hice nada... —sus labios fueron silenciados por un dedo que le interrumpían.
—Está bien, yo te ayudaré —exclamó— pero primero lo más importante, la cena.
Manic sonrió ante su respuesta.
Ambos se dirigieron a la cocina del mayor mientras Manic volvía a cuestionarse sobre el por qué de tan pocas cosas. No era que fuera juzgón, pero le ganaba la curiosidad y más cuando se iba a casar.
Le preocupaba el hecho de que quizás su padre le diera algún apartamento o mansión como el regalo de bodas y que esto pudiera ofender a Scourge.
El verdoso saco algunas verduras, carne y vino para cocinar. Manic le veía avergonzado, no sabía cocinar, siempre le llevaban todo preparado a su mesa.
—Te puedo enseñar —le mencionó Scourge sacándolo de sus pensamientos— no es tan difícil.
Manic le vio asustado.
—E-Es que nunca lo he hecho antes —confesó con pena.
Scourge le tomó suavemente de las manos para enseñarle a cortar los vegetales y demás cosas.
[…]
Manic se mostró feliz, esa noche había aprendido a hacer algo nuevo. Se encontraban cenando juntos mientras escuchan un poco de música.
Por un momento, Manic se sintió relajado casi olvidó su preocupación, pero la volvió a rememorar inevitablemente. Veía a Scourge, estaba seguro de que lo amaba como nunca, por eso hizo todo lo que pudo para hacerse notar.
Aún no podía creer que ese erizo le había pedido matrimonio y menos que le pidió mudarse a su casa para vivir.
Se sentía tan afortunado y preocupado.
—Estás muy callado y pensativo —Scourge le veía con intriga, desde que estaban cocinando no pudo evitar verlo de ese modo.
—L-Lo siento mucho —Manic desvío la mirada con pena. Mordió sus labios mientras volvía la vista al verdoso.
—¿Qué sucede? —le preguntó Scourge tomándole de la mano—. ¿No te sientes bien?
—No es eso, es solo que yo... —se detuvo por unos momentos buscando las palabras correctas—. Ósea, nunca pensé que alguien como yo pudiera estar viviendo esto. Comer al lado de alguien, ser pareja de alguien, estar a punto de casarte con alguien y compartir una casa con alguien.
—¿Aún no procesas todo esto?
—No del todo. Es que estoy acostumbrado a otras cosas y me siento extraño —le confesó—. Papá quiere conocerte y puede que algunas cosas que a ti no te gustan sean las correctas para él o que quiera hacer un regalo demasiado pretencioso —no encontraba la manera de explicar su malestar.
—¿Lo dices por las pocas cosas que tengo en este lugar?
—Perdón, no suelo juzgar, pero... solo me preocupa que papá pueda ofenderse.
—Nunca pensé casarme sinceramente. Desde que comencé en este mundo me hice la idea de estar solo, era mejor tenía más tiempo para mí y el trabajo. Pero eso cambió cuando el Mr. Tulipán llegó a mi vida. Estoy consciente de que has vivido en lo grande; solo era cuestión de tiempo para comprar una nueva casa, que eso si estaba en mis planes, pero no para convivir con alguien y ahora —lo vio con amor— sé que debo conseguir una en donde pueda vivir con mi amor.
Manic le vio aún más apenado.
—¡Perdón yo solo... no puedo evitar ser así! —se disculpó.
—También he pensado en nosotros Manic, no te preocupes demás.
El menor dio un respiro de alivio.
—Ahora vamos a ordenar tus cosas y dormiremos. Mañana tengo mucho que hacer y quiero ir a ver unas cosas contigo en la tarde, más que todo unas casas. La que elijas será nuestro hogar.
Manic no pudo evitar sentirse más que halagado. Estaba seguro de que su vida al lado de Scourge sería sin duda, algo hermoso.
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