Capítulo 31: Secretos Revelados

—Todo empezó con Harry Potter. Oh, el gran Harry Potter, Maestro de la Muerte. Supuse que si había juntado las tres Reliquias, estarían en el primer lugar al que pudo llamar «hogar». La Varita del Saúco está desaparecida, de esa no se ha sabido nada en años. La Capa de Invisibilidad está en posesión de Harry, así que la más fácil de encontrar sería la Piedra de la Resurrección. Pero, ¿por dónde empezar la búsqueda? Hogwarts es tan grande. Entonces, un día, el destino me sonrió. Y en una entrevista para el Profeta se le escapó, entre líneas, que la piedra estaba en el bosque. Creo que dijo algo así como que se había reunido con sus padres por última vez en el bosque. Entonces pensé: «si sus padres están muertos, la única forma de reunirse con ellos otra vez es con la Piedra de la Resurrección»

»Fue entonces cuando empezó mi búsqueda. Primero, necesitaba una manera de entrar en Hogwarts sin levantar sospechas. No podía entrar como yo misma, por algo que te contaré más adelante, así que cuando me enteré de que la verdadera Cornelia Lends iba a comenzar aquí como profesora no lo dudé. La seguí, la maté, y corté de ella tantos cabellos como pude, los suficientes para hacerme pasar por ella todo el año. Pero necesitaba un aliado, alguien entre los estudiantes, para mantener alejados a mocosos como tú. Y es ahí donde entra Scott Brown. No era mi intención matar también a sus padres, pero sabía que si los dejaba vivir irían directo al Ministerio a denunciar la desaparición de su hijo.

Toda aquella historia de muertes ya estaba empezando a agotar a Nick, pero no dejó de prestar atención.

»Una vez que mi querido Jhonatan y yo, sí Carter, Scott no es en realidad él, sino mi hijo, Jhonatan—Nick no pudo evitar la expresión de sorpresa. Nunca lo habría imaginado. Sabía que Scott, o Jhonatan, era aliado de la profesora, pero jamás imaginó que sería su hijo—, estuvimos listos, era el momento de comenzar la búsqueda. El resto ya lo sabes, porque formaste parte de él, más de lo que yo esperaba. Mi hijo se alió con Víctor, y a George ya lo teníamos de nuestra parte desde antes de iniciar. Pero, todavía hay algo que no logro entender. Yo pasé meses buscando la piedra, sabía que estaba en este lugar, aunque no con exactitud. Si en todo ese tiempo no pude hallarla, ¿cómo supiste tú dónde estaba?

—No me lo creerías si te lo dijera, estoy seguro de que te sonaría de lo más raro.

Con el paso del tiempo y de la conversación el rostro y el cabello de la profesora habían sufrido varios cambios, sin duda, por el paso de los efectos de la poción. Ahora se le podía ver como realmente era: una mujer joven, de cabello castaño, cejas finas y ojos claros. Se podría decir que era hermosa.

—En lugar de eso, déjame que te pregunte por qué en Scott, o Jhonatan, la poción no tuvo efectos similares a los que tuvo en ti.

—No hay poción alguna en Jhonatan. Él es mi hijo, tal y como lo ves. Yo maté al verdadero porque obviamente no podían haber dos Scotts en Hogwarts, pero él nunca tuvo que probar la poción.

Hubo un rato de silencio. Víctor y George contemplaban a la profesor, escuchando su historia con tanta atención como Nick. Por otro lado, Jhonatan se miraba las uñas con total aburrimiento.

—¿No quieres saber quién soy en realidad?—preguntó la profesora. Obviamente estaba disfrutando de ver que Nick se quedaba sorprendido con cada cosa que decía.

—Tengo la sensación de que me lo vas a decir de todas formas.

—Tienes razón—asintió—. Pues, Carter, saluda a Digna Peverell, descendiente directa de Cadmus Peverell; y, por ende, heredera de la Piedra de la Resurrección.

Nick se quedó helado. Nada de lo que había descubierto esa mañana lo había sorprendido tanto como aquello. Peverell. Había escuchado ese apellido, y sabía que lo que ella decía era cierto. Los hermanos Peverell fueron los primeros dueños de las Reliquias de la Muerte, por tanto, la profesora tenía derecho a reclamar la Piedra como suya. Por supuesto, Nick no estaba dispuesto a entregarla.

—Y ahora, Carter, dame mi piedra para que pueda traer de vuelta a Lord Voldemort—la sola pronunciación de aquel hombre hizo que Nick se estremeciera—. Con su ayuda me convertiré en la Señora Tenebrosa, y continuaré su tarea de purificar el mundo.

Nick tragó saliva. Le habían sido revelados todos los planes de la profesora. En las películas eso sólo significaba una cosa: lo iban a matar. Pero estaba dispuesto a morir, ya lo había demostrado antes y nada había cambiado esta vez.

—No lo creo—dijo Nick—, y menos ahora que conozco tus intenciones. No estoy dispuesto a permitir que se inicie otra guerra.

—¿No es ridículo?—dijo Jhonatan, se puso de pie y apuntó con su varita hacia Nick. El rubio hizo lo mismo en respuesta— Sabe que va a morir, y aún así se resiste.

—De hecho, es lo más valiente que he visto jamás.

Entonces Nick sintió un crescendo de alegría desmedida, una ola de alivio que amenazaba con arrasar con todo a su paso, al escuchar la voz de la directora Stewart. La mujer avanzaba con decisión hacia ellos, con la varita en ristre y con su rostro inescrutable, lista para atacar.

—Ahora, George.—dijo, y el nombrado, que al parecer había estado esperando ese momento, levantó su varita en contra de Víctor Volt.

«Oh, George»

Nick no pudo evitar sentir un cariño inmenso por él. Al final, sí había tomado la decisión correcta. La cara de espanto de la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras era algo por lo que Nick hubiera pagado para ver, lo mismo que la de los otros dos.

—Ahora que estamos en igualdad de condiciones—dijo la directora—, dime, Digna, ¿dejarás ir a esos chicos por las buenas o tendremos que luchar?

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