Capítulo 30: El Rostro de la Maldad
Aquella noche sucedió algo que ninguno de ellos hubiera esperado. Alrededor de las dos de la madrugada, cuando todos disfrutaban del placer de un buen sueño, una silueta humana atravesó el agujero del retrato y entró en la sala común. No había sido difícil conseguir la contraseña, gracias a la poción multijugos podía transformarse en cualquiera.
La figura subió las escaleras sin pararse a pensar a dónde se dirigía, tenía muy claro cuál era su objetivo. Llegó al dormitorio, se aseguró de que nadie estaba despierto y comenzó su búsqueda.
Nadie fue consciente del desastre que dejó hasta la mañana siguiente. Cuando Nick se despertó había todo un alboroto alrededor de su cama. Estaba rodeado por un grupo de estudiantes entre los que reconoció a Hugo Weasley, él fue el que se acercó primero.
-¿Qué ha pasado?-preguntó el pelirrojo.
-Ni idea.-contestó Nick, y entonces se dio cuenta del porqué de tanto alboroto.
Todas sus cosas estaban esparcidas por el suelo: libros, ingredientes de pociones, apuntes, ropa. Todo. El baúl estaba completamente abierto y de medio lado en una esquina. De inmediato Nick supo lo que estaban buscando, y casi inconscientemente se llevó la mano al bolsillo de la pijama, y se sintió aliviado al comprobar que aún conservaba la piedra.
Miró a su alrededor en busca de Marcus, pero no lo encontró.
Bella entró disparada en el dormitorio y se posó en el hombro de Nick. El chico le desató la carta de la pata y la abrió con prisa.
Nick:
No te separes de la piedra, si es posible no duermas, estoy segura de que la profesora va a ir a por ella. Resiste, voy en camino.
«Voy en camino»
En cierto modo aquellas palabras lo tranquilizaban. Por supuesto, la tranquilidad no duró mucho, pues enseguida descubrió un pedazo de pergamino invisible en el suelo, con una letra que no le resultó conocida. El corazón se le aceleró, y con la respiración agitada se agachó para tomar el mensaje.
Veo que eres más astuto de lo que pensé, pero aún así sigues sin poder superarme. ¿Sabes por qué? Porque tienes algo que yo no: amor. El amor te hace débil. Por eso te propongo un intercambio al que no podrás negarte: tus amigos por la piedra. ¿Qué te parece? Tic toc.
Nick no necesitó más que eso para salir corriendo. Escuchó gritos a su espalda de estudiantes que pedían una explicación, pero él ya había salido como una exhalación por el agujero de retrato. Sabía a dónde debía ir, y corría con todas sus fuerzas para llegar lo más pronto posible, pero por primera vez sintió miedo de lo que podría encontrarse allí. Temía por sus amigos. Él mismo se había prometido que protegería a Sasha y a Angelina, que ni dejaría que nada les pasase. Y Marcus, Marcus era su mejor amigo. Si tenía que darle la piedra a la profesora para salvarlos lo haría sin pensarlo.
-Lo sabía-la voz de Scott lo sacó de su estado de euforia, y sólo entonces se dio cuenta de que había llegado al lugar. Pero no fue eso lo único de lo que se dio cuenta, sino del terrible error que había cometido al ir allí sólo, pues, naturalmente, la profesora estaba acompañada por Scott y su pandilla-. «Las emociones nublan el juicio»
Nick se detuvo en seco y vio a sus amigos. Los tres estaban tirados en el suelo, en un revoltijo de pijamas y suciedad.
-Si les has hecho daño...
Bajo la capucha, Nick creyó haber visto un amago de sonrisa diabólica.
-Están bien, sólo están inconscientes. No creas que se brindaron voluntarios para venir aquí, no, tuve que emplear la fuerza. Sobretodo con la pelirroja, resistió más que los otros.
-¡Calla!-gritó Nick- No tienes derecho a hablar de ellos.
-Y tú no tienes derecho a hablarle así a la señora-gritó Víctor Volt, y dio un paso al frente con su varita en ristre.
«Señora»
-Tranquilo, Víctor-ordenó la profesora, y el chico retrocedió, no sin antes lanzarle una mirada de desprecio a Nick-. Bien. Carter, acabemos con esto rápido. Conoces mis condiciones, tus amigos por la piedra.
Entonces las palabras de la directora Stewart emergieron desde lo profundo de su cerebro.
«Resiste, voy en camino»
Y supo exactamente lo que tenía que hacer.
-¿Y cómo sé que después de darte la piedra no nos matarás a todos?-inquirió Nick.
-Tendrás que confiar en mí.-contestó ella, con todo el cinismo que una persona pueda tener.
-¿Confiar en ti? Estás de broma, ¿verdad? Después de todo lo que has hecho. Tu palabra para mí vale menos que medio knut.
-¿Cómo te atreves a ofender a sí a la señora?-esta vez fue George el que habló, y sus palabras se clavaron como un puñal en el alma de Nick. No sólo por la forma en que lo dijo, sino por el brillo de sus ojos, que sólo podía indicar una cosa. La última esperanza de Nick de que George se le uniera había desaparecido, estaba bajo la maldición imperius.
-Le hablo como me dé la gana a la persona que secuestró a mis amigos, que chantajea adolescentes y que suplanta la identidad de otra persona. ¿O qué? ¿Pensaste que no lo sabía?
Nick hubiera jurado haber visto un destello de sorpresa en la profesora, por la forma en que cambió la posición de sus pies, con obvia incomodidad.
-¡Chico listo!-dijo cuando recuperó la compostura- Sé lo que estás haciendo. Estás tratando de ganar tiempo para que alguien venga a rescatarte. Lamento decepcionarte, pero, estás sólo. Nadie vendrá esta vez. Es por eso que me voy a tomar mi tiempo para contarte un poco acerca de mí.
Estaba funcionando. Si lograba demorarse un poco más tal vez la directora llegaría en su rescate. Pero, ¿cómo estaba tan segura la profesora Lends de que nadie vendría? ¿Acaso se habría encargado ya de la directora? Nick trató de apartar aquellos pensamientos de su cabeza y se concentró en seguir ganando tiempo. Incluso si nadie venía a ayudarlo, al menos demoraría más en morir.
-Y ya que lo sabes, supongo que esto está de más-añadió la mujer, quitándose la capucha.
Nick se quedó estupefacto. Y la impresión que causó el rostro de la profesora en Víctor y George decía que ellos tampoco la habían visto nunca sin la capucha.
-Nunca pude preparar correctamente la poción multijugos. Por eso la transformación siempre se realizaba a medias, de ahí el necesitar una capucha.
El rostro de la profesora era uno de esos que él había visto en películas de terror (a escondidas de sus padres), en las que el protagonista era un muñeco cuya cara había sido fabricada con una recopilación de pedazos de otros muñecos. Tenía trozos de piel suelta por aquí y por allí, y una parte de la cara estaba hundida hacia adentro. Incluso en la oscuridad que brindaba la espesura del bosque, Nick pudo distinguir que tenía los ojos de diferentes colores.
-¿Sorprendido?-se burló ella- Pues espera a escuchar la historia detrás de todo esto.
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