Capítulo 26: Teddy Lupin
Nick había comenzado a pasar más tiempo a solas. No quería volver a pasar por lo de aquel día en la clase de Transformaciones, sobretodo porque no sabría cómo explicárselo a los padres de Marcus. Tampoco se lo había dicho a él, aunque no estaba seguro de por qué. Era su mejor amigo, se suponía que no debía haber secretos entre ellos, pero algo en su interior le decía que debía guardárselo hasta tener una explicación lógica.
Por otro lado, el regreso de su "habilidad" le había devuelto la sensación de enojo hacia la directora Stewart. ¿Por qué no le había explicado nada? Había tenido oportunidades de sobra, pero no, había preferido guardarse la información, como siempre.
«Es una vieja autosuficiente. Siempre con su expresión de que nada a su alrededor la afecta, siempre queriendo que los demás dependan de ella»
Eso era lo que le venía a la cabeza cada vez que estaba enojado. Y se sentía culpable, no debía pensar esas cosas sobre la mujer que tantas veces lo había protegido, que había evitado que lo expulsaran de Hogwarts, que le había dado consejos la noche de San Valentin, que era el único adulto en quien podía confiar en Hogwarts; así que se obligaba a sí mismo a apartar de su cabeza cualquier pensamiento negativo.
Con el paso de los días se había ido calmando, y había comenzado a disfrutar de los placeres de la vida en el campo. El aire fresco, el aroma de las flores, el sonido de las pequeñas olas que se formaban en el lago; eran cosas a las que no estaba acostumbrado, pero que sin duda le gustaban tanto como el chocolate y el helado. Lástima que su estancia en la casa de los Tomps había sido tan corta, pues pronto tuvo que regresar a Hogwarts, no sin antes prometerle al señor Tomps que regresaría en las vacaciones.
Volver a la escuela fue como despertar de un largo sueño. De repente estaba en los mismos pasillos, las mismas aulas, el mismo dormitorio, la misma sala común, como si la última semana hubiera sido un viaje del que sólo le quedaban los recuerdos.
Las chicas los habían recibido con emoción, y sólo en la cena habían parado de hablar sobre lo divertida que había sido la semana
—¿Dónde está la profesora McGonagall?—preguntó Nick al notar la ausencia de la anciana— ¿Y quién es ese que está ocupando su asiento?
Más allá, en la mesa de los profesores, un joven un tanto peculiar estaba sustituyendo a la profesora de Transformaciones. Su cabello era azulado, y con un poco de brillo, lo mismo que sus ojos. Era imposible no mirarlo, pues resaltaba por encima de todos los demás. Los cuatro amigos no eran los únicos que fijaban su atención en él. La mayoría de los alumnos, sobretodo las chicas, observaban con curiosidad al que podía ser su nuevo profesor de Transformaciones.
—Es tan guapo—dijo Sasha embelesada, y al ver que sus compañeros la miraban de forma inquisitiva desvió la vista hacia otro lugar—. La profesora McGonagall está en San Mungo, así que supongo que él la sustituirá hasta que se reponga.
—Tampoco está la directora Stewart—anunció Marcus, y se dirigió a Nick—. Es raro que no lo hayas notado.
—Ah, ésa—contestó el rubio—. No estoy seguro de querer verla.
—Te preguntaría por qué, pero sé que vas a decir que no es nada importante—habló Angelina. Nick asintió y luego sonrió—, así que prefiero preguntarte sobre el sueño.
—No sé que decirte, todavía no he podido hablar con la directora sobre eso—Nick miró de soslayo hacia la silla vacía de la directora en la mesa de los profesores, y soltó un suspiro de añoranza—, y al parecer voy a tener que esperar.
—Bien, estudiantes, se requiere su atención—la conversación de los chicos se vio interrumpida por una voz que se alzó por encima de las demás—. Tengo algo importante que decirles.
Nick alzó la vista y lo vio. Delgado, pequeño, con su ropa mucho más ancha de lo normal y su cabeza totalmente desproporcionada. Era, naturalmente, el profesor Finnegan.
—Como debieron haber notado—continuó el hombre—, la directora Stewart no se encuentra. Debo anunciarles que ella va a estar ausente por unos días, y mientras tanto yo estaré al mando.
Todo el Gran Comedor estalló en murmullos, algunos de aprobación, otros no tanto.
—Pero tranquilos, nada va a cambiar. Hogwarts va a continuar funcionando como siempre lo ha hecho, y recuerden que esto es sólo temporal. Y bien, ahora que ya lo saben me gustaría hablar de otro tema mucho más importante—otra vez se alzaron los murmullos, pero el profesor continuó—. Lamento tener que informarles que la profesora Minerva McGonagall ha fallecido—Ésta vez hubo silencio absoluto. Nadie se lo podía creer. Todos los estudiantes miraban fijamente al profesor, que tenía un nudo en la garganta—. Tengamos como consuelo que pasó sus últimos días aquí, justo como siempre quiso. ¿Saben qué fue lo último que dijo antes de partir hacia la gloria eterna? Hogwarts.
El profesor dejó escapar unas cuantas lágrimas, al igual que muchos de los alumnos. Nick no había tenido mucho contacto con ella, pero sabía que era una profesora increíble, y muy comprensiva con los estudiantes.
—Ya sé que es duro, pero los muggles tienen una frase que dice: «El show debe continuar» Y, chicos, Hogwarts debe continuar. Es por eso que me complace presentarles, aunque lamento que sea en estas circunstancias, al nuevo profesor de Transformaciones, el profesor Teddy Lupin.
El joven de antes, el del cabello azul brillante, se puso de pie y alzó una mano para saludar. Fue recibido con aplausos y vítores, aunque habrían sido muchos más si las condiciones que lo traían a Hogwarts hubiesen sido diferentes.
—Ya pueden ir a sus dormitorios.—anunció el profesor Finnegan.
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