Capítulo 15: La Invitación

Enero también se había ido con una facilidad increíble, y una tarde de febrero, cuando Nick regresaba de su última clase, vio un grupo de estudiantes congregados alrededor del tablero de anuncios. El chico se puso de puntillas para ver lo que causaba tal revuelo, pero sólo veía las habituales notas recordando la fecha de algunos trabajos, los horarios... y había algo más. Era una hoja de color rojo, con letras doradas y un lazo en forma de corazón en una de sus esquinas.

—¿Qué pasa?—preguntó Nick a un alumno de tercero que salía de la multitud.

—Es un baile, la próxima semana—respondió el chico y Nick sintió un pequeño «click» dentro de su cerebro—, para celebrar el día de San Valentin.

Nick tuvo que esperar a que la multitud se dispersará para poder ver con claridad el anuncio. Rezaba:

Queridos estudiantes:
El sábado próximo se efectuará en el colegio un baile en celebración del Día del Amor y la Amistad. El baile comenzará a las ocho de la noche en el Gran Comedor. Se les permitirá lucir sus túnicas de gala o cualquier otro vestuario diferente del habitual uniforme. Espero que lo disfruten.

Firma: Rosenda Stewart (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicera, Confederación Internacional de Magos)

—¿A quién vas a invitar?—Angelina lo sorprendió por detrás, el chico apartó la vista del anuncio.

—No lo sé—contestó él—, ni siquiera sé si voy a ir.

—¿Por qué no?—protestó la pelirroja— Será divertido.

—Es que... no sé bailar, nunca he ido a ninguna fiesta.—confesó él y al momento se sintió avergonzado, su amiga pareció notarlo.

—No te preocupes—lo animó ella—, yo tampoco sé bailar, pero valdrá la pena. Todos van a ir.

—Lo pensaré.

Aquella tarde Nick se fue a su dormitorio debatiéndose entre ir o no ir al baile. De todos modos, si llegara a ir, ¿a quién invitaría? ¿Qué posibilidades habían de que alguien aceptara ir con él?

El tema de conversación de aquella noche fue el baile, nadie en la sala común hablaba de otra cosa. Los cuatro amigos estaban sentados en una mesa junto a la chimenea, y ellos no eran la excepción. Sasha y Angelina discutían sobre cómo irían vestidas y peinadas. Por su parte, Nick y Marcus planeaban mentalmente la mejor forma de invitar a una chica al baile.

—Pero, si nadie nos invita no podremos ir al baile—dijo Angelina, asegurándose de que los dos chicos la escucharan—. No soportaría ir sin una pareja.

—Yo creo que me suicidaría si nadie me invitase.—agregó Sasha y les lanzó una mirada de soslayo a sus compañeros, pero ambos estaban absortos en sus pensamientos.

El domingo, una chica de Hufflepuff se le acercó a Nick y le propuso ser su pareja para el baile. Él le mintió diciéndole que ya tenía a alguien. Lo hizo porque ya sabía a quién quería invitar, y estaba seguro de que le diría que sí.

—Jennifer Zabini me ha pedido que vaya al baile con ella.—le contó Marcus la noche del miércoles. Nick examinaba el regalo de Navidad de Rosenda acostado en su cama.

—¿Ah, sí?—se sorprendió el rubio, pero no apartó la vista de la esfera, ni de la mujer que lo saludaba desde adentro— ¿Y qué le has respondido?

—Que no—contestó Marcus. Esta vez Nick sí lo miró exigiendo una explicación—, en otras circunstancias le habría dicho que sí encantado, pero yo ya tengo pareja.

—¿En serio?—Nick se sobresaltó, y a la vez sintió un poco de enfado porque su amigo no le había contado que tenía pareja. También estaba un poco celoso de que él aún no tenía a nadie, ya que no había tenido valor para hacer la invitación— Eres un pícaro—el rubio se levantó de su cama y se sentó en la de su amigo con curiosidad—. ¿Quién es?

—Es un secreto—negó el de cabello oscuro—. Nadie lo sabrá hasta el sábado.

—Venga, no seas así—insistió Nick, pero la expresión de Marcus no cambió—. ¿Cuándo hemos tenido secretos entre nosotros?

—Nunca, vale. Pero esto no es decisión mía, es ella la que no quiere que nadie se entere.

Nick volvió a su cama, desilusionado y con una pizca de rabia.

Los siguientes dos días no consiguió sentirse mejor. Por los pasillos todo el mundo hablaba sobre el baile, sobre sus parejas y sobre lo divertida y romántica que sería la noche del sábado. Para Nick, sospechaba él, sería cualquier cosa menos romántica y divertida.

El viernes por la noche, cuando recogían sus cosas de la sala común para irse a dormir, Nick le pidió a Marcus que se adelantara. Había llegado el momento, era ahora o nunca, si no se lo pedía perdería su oportunidad. Se armó de valor, respiró hondo y la interceptó en las escaleras que iban hacia los dormitorios de las chicas.

—¿Te apetece ir al baile conmigo?

Durante un momento hubo silencio absoluto, como si los demás hubieran desaparecido y sólo estuviesen ellos dos. El muchacho podía escuchar su propia respiración y los latidos de su corazón como si los estuvieran amplificando mediante un encantamiento.
La chica lo miró por unos segundos, vacilante, y luego se le lanzó al cuello. Ambos se fundieron en un cálido abrazo y Nick sintió que ya nada importaba, era feliz.

—Lo siento, pero alguien más me ha invitado—respondió ella cuando al fin se separaron, desmoronando todo el castillo de ilusiones que se había hecho Nick. El chico la vio subir las escaleras y alejarse de él a toda velocidad. La sintió tan lejana.

Confundido, regresó a su habitación, con la voz de Sasha resonando en su cabeza: «Lo siento, pero alguien más me ha invitado»

Al día siguiente Nick no se levantó de la cama, se limitó a mentirle a su amigo diciendo que no se sentía bien. No le apetecía bajar y escuchar a todos hablando del baile, pero menos le apetecía mirar la cara de Sasha, no quería tener que soportarla hablando de su pareja para el baile.

De todos modos, ¿por qué él le había pedido ser su pareja? Ni él mismo lo sabía. Tal vez si hubiera invitado a otra chica, o si hubiera aceptado la invitación de aquella muchacha de Hufflepuff, ahora no estaría tan destrozado.
Pero él sentía tanto cariño por Sasha, era la primera amiga de verdad que había tenido en Hogwarts, la había conocido incluso antes de empezar el curso. La quería tanto, pero claro, se había demorado demasiado. Debía habérselo pedido antes, ahora ya era tarde, alguien se le había adelantado.

—Deberías salir un poco de aquí.—sugirió Marcus por la tarde, al ver que su amigo seguía metido en la cama.

—Ya sabes que no me siento bien.—contestó Nick de mala gana.

—¿En serio piensas que me he creído tu cuento? Si te sintieras mal habrías ido a la enfermería.

Nick expresó sorpresa ante la deducción de su amigo, no había pensado en ese detalle antes de inventarse la mentira de que estaba enfermo.

—Lo que pasa es que te han dicho que no—añadió Marcus—. No permitas que eso te afecte, ya se te pasará. Que te hayan rechazado no es motivo para dejar de comer y encerrarse aquí. El mundo sigue existiendo, y aún tienes amigos.

—Esto era realmente importante para mí.—la voz de Nick se resquebrajó y empezó a llorar.

Necesitaba hacerlo, necesitaba dejar de fingir y desahogar toda esa frustración que sentía.
Marcus se acercó a su cama, se sentó a su lado y lo abrazó.

—¿Quién es la chica?—le preguntó, aún sin apartarse de Nick.

—Sasha.—contestó éste entre sollozos.

Marcus lo miró con lástima, justo el tipo de mirada que Nick quería evitar, pero también había una pizca de culpa en sus ojos.

—¿Invitaste a Sasha? Pero ella tiene pareja desde el miércoles.

—Obviamente yo no lo sabía, de haberlo hecho jamás la habría invitado.

—Deberías olvidarte de eso, ya sé que es difícil, pero al menos sal y toma el aire fresco. Te sentirás mejor.

—Gracias—Nick volvió a abrazar a su amigo—. Eres el mejor amigo que he tenido jamás.

Marcus contempló a Nick salir de la habitación hasta desaparecer de su vista, soltó un suspiro ahogado y se tumbó en la cama.

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