Capítulo 13: Al Borde de la Muerte

Ya era casi medianoche cuando los dos amigos llegaron al linde del bosque y vislumbraron el castillo, pasaron por el lado de una cabaña (donde Nick había visto entrar a la profesora Lends aquella vez), y continuaron arrastrando a su compañera inconsciente hasta el pie de las escaleras principales de entrada al castillo. Con mucho esfuerzo lograron subirla hasta la puerta, pero ésta estaba cerrada debido a lo tarde que era.

Alohomora.—susurró Nick apuntando a la cerradura, pero nada pasó.

—No pensarías que ibas a abrir la puerta del colegio de magia más importante de Europa con un encantamiento como ese, ¿verdad?—Marcus había dejado a Jennifer recostada a la pared y se había incorporado junto a su amigo.

—¿Y qué hacemos? A esta hora todos en el castillo deben estar durmiendo.

—Pues los despertamos.

La solución de Marcus parecía bastante fácil, pero no lo era. Los dos muchachos comenzaron a gritar y a golpear la puerta, mas por mucho que se esforzaron no consiguieron que nadie los escuchara.

—Es inútil—se rindió Nick—. Probemos otra cosa.

—¿Qué quieres que hagamos?

—Tengo una idea, sígueme.

Olvidando por un momento a Jennifer, Marcus y Nick rodearon el castillo hasta situarse frente a la torre de Gryffindor.

—¿Qué vamos a hacer?—preguntó Marcus mirando alternativamente a su amigo y a la torre.

—Vas a subirme hasta allá utilizando el encantamiento levitatorio.—contestó Nick, y ni él mismo creía lo que estaba diciendo.

—¡Qué!¿Estás loco? Ni hablar, no pienso hacer eso—espetó Marcus, como si la propuesta de Nick hubiera sido un insulto—. Una cosa es usar el encantamiento en una pluma o un libro, pero en humanos, no pienso...

—Escúchame—Nick interrumpió al de cabello negro y lo miró fijamente a los ojos con expresión seria—. Es la única forma, si puedo subir hasta allá arriba despertaré a Hugo Weasley y le pediré que busque a un profesor. Yo confío en ti, sé que puedes hacerlo.

—Pero...

—Si no lo haces tendremos que pasar la noche aquí fuera, y estoy seguro de que no te gustaría morir congelado. Anda, inténtalo con esa piedra de ahí.

Marcus tomó su varita y apuntó con ella a una piedra que había al lado de un arbusto.

—¡Wingardium Leviosa!

La piedra empezó a flotar, pero cuando iba casi por la mitad Marcus perdió el control.

¡Wingardium Leviosa!—lo intentó otra vez, pero no pasó los cinco metros antes de volver a caer.

—Basta de prácticas—lo interrumpió Nick—. Sé que estás listo. Vamos, está empezando a nevar.

Ninguno de los dos estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero ambos trataban de mantener sus mentes despejadas. Un paso en falso por parte de Marcus significaría la muerte para su amigo.

—¡Wingardium Leviosa!—Marcus lanzó su hechizo a Nick y éste empezó a sentirse cada vez más ligero hasta que sus pies se despegaron del suelo.

—Mantente concentrado.—lo animó Nick.

—Eso intento, pero siento todo tu peso sobre mi varita.—se quejó Marcus.

Nick continuó elevándose, ya iba llegando a la mitad de la torre. La vista desde allí le recordó los días previos a Navidad, cuando se sentaban en la ventana del dormitorio para contemplar los atardeceres. Sólo había una diferencia, que en aquellas ocasiones tenía los pies sobre el suelo y su vida no dependía de la concentración de alguien más.

Inesperadamente dejó de sentirse ligero y descendió unos metros, pero Marcus retomó el control y el chico continúo en su ascenso.

—Creo que es aquí—gritó el rubio desde las alturas cuando había alcanzado una ventana—. Éste debe ser el dormitorio de Hugo.

—Pues despiértalo rápido, eres más pesado de lo que pensé.—la voz de Marcus se escuchaba con dificultad debido a la distancia.

Nick comenzó a golpear la ventana y a llamar a Hugo, hasta que por fin el pelirrojo apareció ante él.

—¿Carter?¿Qué haces ahí?¿Por qué no estás en la cama? Baja de ahí inmediatamente. Un momento, ¿cómo llegaste hasta ahí?—se interrumpió el pelirrojo, como si acabara de descubrir el hecho de que Nick estaba flotando en el aire.

—Eh... No sé qué pregunta responder primero—Nick se quedó confundido con tal interrogatorio, pero no más confundido de lo que estaba el prefecto al ver a uno de los estudiantes de su casa flotando al otro lado de la ventana—. Mira, prometo que lo explicaré todo, pero necesito que llames a un profesor, o a Remulus, alguien debe abrir la puerta principal.

—Pero...

—Nada de peros—espetó Nick—. Nos vamos a congelar aquí afuera, llama a alguien y que nos abran la puerta inmediatamente.

—¿Nos?¿Quién más está ahí fuera contigo?

—Eso no importaaaaaaa.

Nick hubiera querido continuar con su animada y divertidísima conversación, pero se vio interrumpido cuando comenzó a caer en picado. A medida que se acercaba al suelo las cosas se iban viendo más y más grandes. El pánico de apoderó de él.

«¿Por qué se me habrá ocurrido esto?¿Acaso no había otra forma de hacerlo en la que no arriesgara mi vida?»—Pensó Nick, mientras su muerte se hacía cada vez más inminente.

—¡Wingardium Leviosa!—escuchó gritar a Marcus, quien presa del pánico, había comenzado a llorar —¡Wingardium... ¡Wing... ¡Wingardium Leviosa! Esto es mi culpa.

Cessare Descenso

Todo se paralizó. Fue como si todos aquellos metros de caída nunca hubieran existido. Nick quedó suspendido en el aire, con las manos y pies estirados y la nariz rozando la hierba. Nadie se movió. Nick todavía estaba hundido en una ola de terror, y Marcus se había quedado tan tieso como su amigo, sin entender lo que había pasado.

Segundos después dos pies tocaron el suelo justo al lado de donde Nick estaba suspendido, y la barrera invisible que evitaba que éste cayera desapareció. El rubio se incorporó enseguida y miró a su alrededor. Marcus seguía tieso en su lugar.

—Por poco.—Nick sintió una mano apoyada en su hombro y se giró para ver quién era.

Hugo Weasley acababa de bajarse de su escoba y la había dejado tirada para socorrerlo.

—¿Estás bien?—preguntó el pelirrojo.

—Bueno, estoy un poco aturdido, pero bien. Gracias, te debo la vida.

—No fue nada, pero yo que tú no lo volvería a intentar.

—Lo siento mucho—Marcus había llegado a donde estaban los chicos y enseguida abrazó a Nick—. No sé qué pasó, pesabas demasiado y ya no pude sostenerte más.

Marcus estaba temblando, y no se atrevía a mirar a los ojos de su amigo.

—Está bien—Nick trató de calmarlo—, oye, todo está bien. Ya pasó.

Los tres comenzaron a caminar en dirección a las puertas del castillo, donde habían dejado a Jennifer.

—¿Cómo hiciste eso?—esta vez Marcus se dirigió al pelirrojo.

—Bueno, en cuarto van a estudiar el encantamiento Descenso, y su contrahechizo, Cessare Descenso, que es el que acaban de ver. ¿Pero qué es eso?—de repente Hugo giró su vista hacia la puerta y vio a Jennifer inconsciente.

—Ah, eso es el motivo por el que estábamos fuera del castillo.—contestó Nick.

—Es Jennifer Zabini, la chica desaparecida.—añadió a Marcus.

—¿Dónde estaba?—quiso saber Hugo.

—En el Bosque Prohibido.—contestó Nick con total naturalidad y el pelirrojo lanzó un grito.

—Hay que tener agallas para atreverse a subir allá arriba usando el encantamiento levitatorio—dijo Hugo refiriéndose a la torre de Gryffindor—, pero muchas más hay que tener para meterse en el Bosque Prohibido a estas horas. Ustedes están realmente locos. Valientes, pero locos.

—Deberías subir allá con tu escoba y avisar a alguien para que abra la puerta.—sugirió Marcus.

—Oh, tranquilo, ya envié a mi patronus.

—Gracias otra vez, Hugo—Nick se dirigió al pelirrojo—. De no haber sido por ti yo habría muerto.

—No hay nada que agradecer, pero no vuelvas a hacerlo. ¿Está bien?

—Es un trato.

A continuación las grandes puertas del castillo se abrieron y un destello plateado iluminó el vestíbulo. Era una enorme araña, que acompañaba a Remulus y al profesor Herondale. El patronus de Hugo corrió hacia donde estaba su dueño y luego se desvaneció a su lado.

—¿Qué ha pasado?¿Por qué están fuera del castillo?—preguntó Remulus Trech, el conserje, con su habitual mal humor.

—Se lo explicaremos todo, pero antes debemos llevar a esta chica a la enfermería.—Nick y Marcus habían agarrado a Jennifer Zabini por los brazos, y Hugo le sujetaba los pies.

—Es la señorita Zabini, ¿dónde la encontraron?—preguntó el profesor Herondale y prosiguió a cargar a la chica en sus brazos.

—Creo que ahora la prioridad es llevar a Jennifer a la enfermería, ¿no le parece?—le contestó Nick. El hombre hizo una mueca de desagrado, pero obedeció las órdenes del chico y comenzó a caminar en dirección a las escaleras.

—¿Crees que sobrevivirá? Ha estado demasiado tiempo sin comer, y quién sabe qué clase de criaturas la hayan atacado allí fuera.—susurró Marcus cuando entraban por la puerta de la enfermería.

—No lo sé amigo, no lo sé.

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