Capítulo 11: Desaparecida

La puerta comenzó a abrirse lentamente mientras la claridad del exterior inundaba los ojos de Nick. Lo habían escuchado, sabían que había alguien ahí, no había forma de escapar.

—Señora Lends—Nick escuchó a Angelina al otro lado—. Necesito hablar con usted.

La puerta se detuvo y luego se cerró de golpe.

Nick se asomó por debajo de la puerta y vio a las dos figuras disfrazadas que momentos antes estaban dispuestos a entrar en el aula donde él estaba escondido; se alejaron y llegaron a donde estaban Angelina, Marcus y Sasha.

—¿Qué pasa?—preguntó de mala gana la profesora.

—Vera... Es que... Esta tarde estaba haciendo la redacción que nos pidió sobre las Reliquias de la Muerte y he olvidado si eran veinticinco o treinta centímetros.

—Veinticinco.—contestó la mujer.

—Oh, gracias a Merlín, como hubiesen sido treinta entonces me habría tenido que quedar hasta tarde escribiendo cinco centímetros más. ¿Va usted hacia la fiesta?—Angelina cambió de tema cuando la profesora comenzó a inquietarse por su presencia— No nos molestará acompañarla, ya íbamos a bajar. Vamos, se acaba el ponche.

A la profesora Lends no le quedó más remedio que acceder y bajar a la fiesta, pues insistir en quedarse allí con Scott hubiera parecido sospechoso. Nick bendijo una y mil veces a Angelina, le había salvado el pellejo. Cuando todos desaparecieron por las escaleras aprovechó para salir.

Se dirigió a toda velocidad a la planta baja para encontrar a sus amigos antes de que alguien más lo encontrara a él. A primera vista no logró verlos y comenzó a preocuparse, pero en una segunda ojeada los localizó cerca de la mesa de los profesores y corrió hacia allá.

Lo primero que hizo fue lanzarse a los brazos de Angelina y besarla en la mejilla, pero tanto uno como el otro se ruborizaron, así que luego se apartó y les contó lo que había escuchado.

—¡Qué!—exclamó Sasha al escuchar la historia— No lo puedo creer. Scott, con ella.

—A mí la verdad no me extraña—aportó Angelina—. Scott se metió con Nick para buscar que lo expulsaran y así quitarlo del medio. No me sorprendería si luego viene a por nosotros.

—También dijo que mojarme los libros no es nada comparado con lo siguiente que me hará.—dijo Nick preocupado.

—Nick, debes decírselo a la directora—sugirió Marcus—. ¿Ella no dice que entre ustedes hay una conexión especial? Pues estoy seguro de que te creerá y hará algo al respecto, esto ya está fuera de nuestro alcance.

—Creo que Marcus tiene razón Nick—concordó Sasha—. Nadie sabe qué está tramando esa mujer, pero si implica incursiones nocturnas al bosque prohibido y quitar del medio a cualquiera que se interponga entre ella y su objetivo entonces no debe ser nada bueno. Nosotros somos cuatro estudiantes de primer año, no podemos hacer nada contra una profesora.

—Tienen razón, mañana se lo contaré a la directora.

—No, no lo entiendes. Debes decírselo ahora mismo—insistió Sasha—, tal vez mañana sea demasiado tarde.

—Bueno, si ustedes lo dicen.

Nick se paró de la mesa y caminó hacia un grupo de profesores que conversaban animadamente, entre ellos la directora Stewart.

—Señora—la llamó Nick. Enseguida la mujer se apartó de los demás profesores—, ¿puedo hablar con usted?

—Por supuesto—afirmó ella—. Dígame, ¿qué pasa?

—No... Yo... Me refería a si podía hablar con usted a solas, es que esto es muy delicado.

—Ah, ya veo. Bueno, vayamos a mi despacho entonces.

—Cuénteme—le dijo un rato más tarde cuando ya estaban sentados en el despacho, sin más compañía que los cuadros de antiguos directores que figuraban en las paredes del lugar. Todos ellos escuchaban con atención—. ¿Qué es eso que lo agobia?

—Verá... Es que... No sé si deba contarle esto, es que me da vergüenza.—Nick se contuvo, no sabía cómo justificar su entrada al Bosque Prohibido.

—Señor Carter, nos conocemos, puede contarme lo que sea.—lo animó Rosenda, que a diferencia de las anteriores veces que había hablado con Nick, ahora lo miraba con atención.

—Está bien. Es que... El otro día yo estaba...

Nick contó todo. Contó que había visto a la profesora Lends saliendo del bosque aquella mañana, contó que él y sus amigos la habían seguido hasta el bosque y habían descubierto que estaba buscando algo. Cuando llegó a ese punto la directora no pudo evitar sorprenderse, uno de los cuadros, el que rezaba «Severus Snape» gritó: «¡El bosque está prohibido, deberías expulsarlos Rosenda!» Nick continuó con su relato contando lo que había escuchado hacía un rato, y cuando terminó la directora permaneció callada.

—Bueno—dijo al fin, acabando con aquel silencio abrumador—. Estoy sorprendida, sus amigos y usted mostraron gran valentía al seguir a la profesora hasta el bosque, una cosa que sólo un verdadero Gryffindor sería capaz de hacer. Por otro lado lamento no ser de mucha ayuda para usted, no puedo hacer más que prometerle que investigaré todo esto y que mantendré vigilada a la profesora. En cuanto al chico, necesito que de él se encarguen sus amigos y usted, no deben perderlo de vista tampoco, y ante cualquier noticia deben recurrir a mí de inmediato. No hablen de esto con nadie más, y no confíen en nadie más.

—¿No tiene usted idea de qué podría estar buscando la profesora Lends?—preguntó Nick.

—Me temo que no. Lo sabríamos si conociera a alguien con habilidades para la Legeremancia*, pero la única persona así que he conocido en mi vida murió en este despacho hace once años—le contestó la directora y se puso de pie para caminar por el despacho, al parecer aquello era algo que le gustaba hacer mientras pensaba—. Debe irse, señor Carter, la fiesta está por terminar.

Aquella noche los cuatro chicos se quedaron en la sala común hasta tarde especulando sobre todo lo referente a la señora Lends.

El mes de noviembre se fue con la misma rapidez que había llegado, y a medida que corría diciembre todo se iba cubriendo de nieve. La vista desde el castillo era hermosa. Desde la torre de Gryffindor se veían las blancas copas de los árboles del Bosque Prohibido, que ahora parecía más tupido que nunca. Además, las montañas no pasaban desapercibidas, y ver el Sol poniéndose detrás de ellas se convirtió en el pasatiempo favorito de muchos.

A mediados de mes Nick usó a Bella, su lechuza negra, para enviar una carta a casa solicitando permiso para quedarse en la escuela durante la semana de Navidad. Él y Marcus se iban a quedar para vigilar a la profesora Lends, pues ahora que iba a haber poca gente en el castillo era la oportunidad perfecta para hacer lo que fuera que estuviese tramando. Las chicas no se quedarían, pues Angelina tenía planes para ir a esquiar con sus padres y Sasha quería pasar la Navidad con su madre, ya que no tenía más familia y no quería dejarla sola.

Dos días después llegó la respuesta de la señora Carter diciéndole que estaba muy contenta de que le gustara tanto Hogwarts como para querer quedarse en Navidad, y que no tenía ningún inconveniente en que lo hiciera.

Durante el banquete de noche buena se sintió la ausencia del resto de la escuela, pues en el Gran Comedor reinaba un silencio espectral. A diferencia del resto del año, ahora sólo había una de las cuatro largas mesas, donde estaban sentados los pocos estudiantes que se habían quedado para Navidad. De Slytherin, justo como habían sospechado, se habían quedado Scott, Víctor y George. Además, estaban Jennifer Zabini y John August, dos alumnos de Ravenclaw; Linda Storm, Tom Mars y Verónica Montes, de Hufflepuff, ésta última era de sexto año. De Gryffindor también estaba Hugo Weasley, un prefecto de sexto curso. De los profesores estaban McGonagall, una anciana de 99 años que se rehusaba a abandonar el castillo porque decía que quería morir en aquella que había sido su casa durante tantos años; la directora Stewart; Rufus Finnegan, subdirector y jefe de la casa Gryffindor; el profesor Binns, que era un fantasma, así que no tenía dónde ir; y por supuesto la profesora Lends.

El banquete estuvo bastante aburrido, aunque luego en el dormitorio los dos chicos se lo pasaron bomba jugando al ajedrez mágico y probando los sortilegios de una tienda de artículos de broma llamada Weasley's Wizard Wheezes, la madre de Marcus se los había enviado como regalo de Navidad adelantado. Como no había más nadie con quién probar las pastillas vomitivas, intentaron ponerle una entre los dulces a Hugo Weasley, un prefecto que había sido el único de Gryffindor que se había quedado a parte de ellos. Por supuesto, y eso no lo pensaron los chicos, el muchacho era un Weasley y su padre trabajaba en la tienda donde vendían aquellas pastillas, así que la reconoció al instante y se puso a echarle maldiciones a Nick y a Marcus.

El día de Navidad se levantaron y abrieron los regalos. A Nick, además de una pluma nueva por parte de sus padres, le habían regalado un ejemplar de Los cuentos de Beedle el Bardo (cortesía de Sasha), una caja de bombones (regalo de Angelina) y un equipo de mantenimiento de varitas mágicas (de Marcus)

También había un quinto paquete, que ninguno de los dos chicos había abierto, pues no sabían a quién iba dirigido. Al final se dispusieron a abrirlo.

«Te parecerá un regalo extraño, pero con el tiempo comprenderás su importancia y su significado»

Eso era lo que rezaba la postal que venía junto a la extraña bola de cristal.

—¿Qué crees que sea?—le preguntó Marcus mientras la examinaba— Aquí pone tu nombre, dice: «De Rosenda Stewart para Nicholas Carter»

—No tengo idea de qué es, ni de por qué me lo ha regalado—confesó Nick mientras la cogía en sus manos para echar un vistazo—. Mira esto—una joven de cabello castaño y ojos claros había aparecido dentro de la esfera, sonreía felizmente y saludaba con la mano. Nick le pasó la bola a su amigo, pero éste lo miro con el ceño fruncido.

—No hay nada.—dijo, y se la devolvió.

—¿Cómo no va a haber nada?¿Estás ciego? Hay una mujer ahí, está sonriendo y saluda como si nos conociera.

Los dos chicos no tuvieron más tiempo para seguir discutiendo sobre la extraña esfera de cristal y la mujer que yacía dentro, pues se vieron interrumpidos por Hugo Weasley, que entró gritando al dormitorio.

—Al Gran Comedor. ¡Ahora!

Los dos amigos bajaron las escaleras corriendo y entraron en el Gran Comedor. En la habitación reinaba un alboroto poco común en aquellos días.

—¿Ya están todos?—la directora Stewart estaba de pie frente a la mesa de los profesores contando a los alumnos. Después de Nick y Marcus, llegó John August con cara de preocupación y a los chicos les extrañó no verlo acompañado por Jennifer Zabini. Entonces la mujer prosiguió a explicar lo que estaba pasando— Ahora sí. Bien, primero quiero desearles feliz navidad a todos, y a la misma vez comunicarles que el día no va a ser tan feliz como quisiéramos. Verán, esta mañana hemos sido advertidos de la ausencia de una estudiante. Después de realizar una minuciosa búsqueda por todo el castillo y sus alrededores, lamento tener que anunciar que la alumna de primer año, Jennifer Zabini, ha desaparecido.

*Legeremancia: Habilidad de leer la mente y escuchar los pensamientos de los demás. No es muy común entre los magos, ya que se requiere un alto nivel de concentración y una gran habilidad especial que generalmente se transmite de generación a generación.

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