Capítulo 1: Cinco Años Después

Aquel día Nick se levantó más temprano que nunca, estaba convencido de que la carta de Hogwarts llegaría en cualquier momento. En realidad, debía haber llegado el día anterior, el día de su cumpleaños número once.
«Seguramente la lechuza se retrasó debido a la turbulencia»—pensó el chico.

—Hijo, ven a desayunar.—lo llamó la señora Carter desde la cocina.
La madre de Nick era una mujer de cuarenta años. Su cabello castaño claro y sus ojos azules la convertían en una mujer hermosa. De igual manera, su excelente figura la hacía parecer mucho más joven de lo que era.
—Espera un poco más mamá, sé que llegará... En cualquier momento.—el chico se acercó a la ventana y observó el cielo por unos instantes, espectante y deseoso de ver una lechuza acercarse a su casa. Por un segundo le pareció ver una, y el corazón le dió un vuelco, pero no era más que una paloma.
Decepcionado, Nick se sentó a desayunar con su madre en la mesa de la cocina, poco después se unió su padre.
Los ojos de un azul cielo eran un rasgo característico en aquella pequeña familia, y el señor Carter no era la excepción. A diferencia de su mamá, el papá de Nick tenía el cabello de un dorado intenso, aunque con alguna que otra cana. John Carter era un hombre apuesto, tenía la misma edad que su esposa, y al igual que ésta, aparentaba ser más joven.
—No deberías preocuparte, ya llegará.—lo consoló el señor Carter al ver que su hijo le untaba mermelada a una tostada sin ningún ánimo.
—Debió haber llegado ayer, ¿y si la lechuza se perdió?
—Si se pierde la lechuza enviarán otra, pero debes dejar de...
La voz de la señora Carter se vio interrumpida por un estrepitoso estruendo en la ventana de la sala. Al otro lado del cristal se veía una lechuza parda que agitaba las alas sin cesar y golpeaba el vidrio con el pico exigiendo que la dejaran pasar.
—¡Está aquí!—Nick miró a sus padres y unas sonrisas se dibujaron en las caras de ambos.

El chico corrió a abrir la ventana e intentó arrancar la carta de la pata de la lechuza, pero el ave chilló en señal de desaprobación y se fue a la cocina, donde le extendió la pata a la señora Carter.

—Muchas gracias.—le dijo la mujer y la lechuza emprendió el vuelo otra vez desapareciendo en la inmensidad del cielo.
Nick cogió con emoción la carta y leyó la inscripción del sobre:
Señor Nicholas Carter
Mesa de la Cocina
Casa de los Carter
Little Whinging
Surrey
Al fin la tenía, la carta que había estado esperando durante tanto tiempo estaba ya en sus manos. Emocionado, se apresuró a abrir el sobre y comenzó a leer.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Rosenda Stewart (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicera, Confederación Internacional de Magos)

Estimado señor Carter:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

  Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente, Rufus Finnegan, Director Adjunto.

En una segunda hoja ponía:

UNIFORME
    Los alumnos de primer año necesitarán:
➡️Tres túnicas sencillas de trabajo (negras).
➡️Un sombrero puntiagudo (negro) para uso diario.
➡️Un par de guantes protectores (piel de dragón o semejante).
➡️Una capa de invierno (negra, con broches plateados).
   
    (Todas las prendas de los alumnos deben llevar etiquetas con su nombre)

LIBROS
Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

   
➡️El libro reglamentario de hechizos (clase 1), Miranda Goshawk.
➡️Una historia de la magia, Bathilda Bagshot.
➡️Teoría mágica, Adalbert Waffling.
➡️Guía de transformación para principiantes, Emeric Switch.
➡️Mil hierbas mágicas y hongos, Phyllida Spore.
➡️Filtros y pociones mágicas, Arsenius Jigger.
➡️Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Newt Scamander.
➡️Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentin Trimble.
➡️Historia de Hogwarts (nueva edición), Hermione Granger.

RESTO DEL EQUIPO

   
      1 varita.
      1 caldero (peltre, medida 2).
      1 juego de redomas de vidrio o cristal.
      1 telescopio.
      1 balanza de latón.
Los alumnos también pueden traer una lechuza, un gato o un sapo.
    SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.

—¡Wow!—exclamó el señor Carter al ver la lista de cosas que necesitaría su hijo para poder ir a Hogwarts.
—¿De dónde vamos a sacar dinero mágico para comprar todo esto?—les preguntó Nick a sus padres y ambos intercambiaron miradas rápidamente.
—Pues... Verás...—la señora Carter no sabía cómo explicar aquello, no quería que su hijo supiera donde habían conseguido el dinero, así que mintió— Tu padre ha estado trabajando por las noches para la señora Strech, y ella le ha estado pagando en galeones, es eso.
La señora Strech era una bruja que vivía al otro lado de la calle con su hijo. Cinco años atrás, luego del incidente con aquellos ladrones, ella les había contado sobre el mundo mágico. Todo lo que Nick sabía sobre magia lo había aprendido del hijo de la señora Strech, Bill, quien desde aquel entonces se había dedicado a enseñarle a Nick lo básico para controlar su magia.
—Vaya—Nick no sabía cómo agradecerle a su padre aquel gesto. Él sabía que el trabajo de médico cirujano ocupaba la mayoría del tiempo del señor Carter, y que se hubiese esforzado así para conseguir aquel dinero lo hacía sentirse un poco culpable—, eso no me lo esperaba. Gracias papá.

—Ojalá que con esto sea suficiente.—dijo el señor Carter y puso encima de la mesa una pesada bolsa de galeones.
—Seguro que sí. ¿Podemos ir a comprar las cosas ahora mismo?—dijo Nick con un tanto de brillo en sus ojos— Estoy ansioso por conocer el callejón Diagon. El hijo de la señora Strech me ha hablado mucho de él, dice que ahí puedes encontrar básicamente cualquier cosa.
—Me temo que ya me tengo que ir a trabajar—dijo el señor Carter poniéndose de pie—, así que tu mamá tendrá que ir contigo.
—Está bien, ve a tu habitación y alístate, iremos a conocer el famoso callejón Diagon.

Cinco minutos después, la señora Carter y su hijo estaban parados frente a la chimenea con expresión vacilante. No estaban seguros de que meterse en una chimenea en llamas fuera una buena idea, pero eso era lo que había dicho Bill.

—¿Estás seguro de esto?—le preguntó su madre mientras cogía una pizca de lo que llamaban polvos flu y los lanzaba a las llamas. Con un ruido estrepitoso las llamas se volvieron verdes y más altas, lo que asustó aún más a ambos.

—No—negó el chico—. Creo que deberías ir tú primero. Recuerda que debes pronunciar claramente las palabras.

—Está bien.—asintió la señora Carter y dio un paso al frente.
Seguidamente se lanzó a las llamas esperando sentir cómo su piel ardía, pero en lugar de eso percibió un suave cosquilleo.
—Al callejón Diagon.—dijo y desapareció entre las llamas.

Unos años antes los muggles no podía viajar por la red flu, ni entrar en el callejón Diagon, pero desde que Hermione Granger se había convertido en Ministro de Magia las cosas habían cambiado. La mujer había introducido una ley que permitía a los muggles padres de alumnos de Hogwarts acompañar a sus hijos al callejón para comprar sus materiales de estudio. Explicó que para muchos hijos de muggles, como ella, el callejón Diagon era su primer contacto con el mundo mágico, y  que no deberían estar solos en un momento tan importante como ese.
Tras unos segundos de extrema confusión en los que todo le daba vueltas, Mary Carter sintió el suelo bajo sus pies. Momentos después se encontraba en una tienda llena de magos y brujas que caminaban con ajetreo. Un rato más tarde su hijo apareció detrás de ella.
—¿Dónde estamos?—le preguntó la señora Carter a una bruja de mediana edad que llevaba una botella de cerveza de mantequilla.
—En el Caldero Chorreante.—respondió ésta con amabilidad.
—Es aquí, ven mamá.—Nick agarró a su madre por la mano y la llevó hacia la puerta trasera del bar, donde se encontraron un enorme muro de ladrillos.
—¿Y ahora que hacemos?—preguntó la madre mirando a su hijo con expresión confundida.
—Según Bill, hay que tocar... Vamos a ver... Aquí... Allí... Y también aquí—tras palpar varios ladrillos el muchacho notó que la pared se comenzaba a mover—. Ya está.
Seguidamente los ladrillos fueron haciéndose a un lado, formando una especie de puerta que Nick atravesó confiado mientras su madre lo seguía.
Magos y brujas de todas las edades conversaban con extravagancia mientras caminaban en todas las direcciones. Las puertas de las tiendas se abrían y se cerraban con rapidez y todo tipo de personas entraban y salían por ellas. Estaban en el callejón Diagon.
—¿A dónde vamos ahora?—la señora Carter se dirigió a su hijo.

A pesar de que ella y su marido tenían bastantes conocimientos sobre el mundo mágico, ninguno había estado en el callejón Diagon antes, y mucho menos Nick.
—Allí encontraremos los libros.—dedujo el muchacho al ver una tienda llena de estantes con libros de todo tipo. En la puerta había un cartel que ponía: Flourish y Blotts.
—Creo...—intentó decir la señora Carter, pero ya Nick estaba atravesando la puerta de la tienda.
Justo como había pensado Nick, en aquella tienda compró todos los libros que estaban en la lista, eran tan voluminosos que llenaron el bolso de la señora Carter.
—Creo que necesitaremos algo más grande para llevar todo.—le dijo la mujer a su hijo al salir.

—Espero que podamos comprar un baúl.—dijo el muchacho en respuesta.

Luego fueron al Emporio de las Lechuzas, donde compró un hermoso ejemplar completamente negro. En realidad, a través del cristal le había llamado la atención una parda; pero al entrar a la tienda, la negra le cayó literalmente en la cabeza y decidió quedarse con ella. La llamó Bella. Al salir del Emporio de las Lechuzas se dirigieron a la tienda de Madame Malkin para comprar las túnicas. Ella quería que compraran una de cada tipo, y a Nick le dió la impresión de que era una vieja loca, así que en cuanto tuvo sus tres túnicas de trabajo y una de gala salieron de allí corriendo. Al final del callejón encontraron la tienda de varitas, donde se hizo con una de cedro, de veintisiete centímetros y medio con núcleo central de pelo de unicornio. Nick pasó el resto del camino de regreso por el callejón luciéndola con orgullo.

Para fortuna de la señora Carter, mientras charlaban sobre Hogwarts pasaron por una tienda en la que vendían baúles. Ninguno de los dos lo dudó, entraron allí y se hicieron con uno de tamaño mediano.

—Esto es peor.—se quejó la señora Carter mientras arrastraba el pesado baúl por la calle.
—¿Necesitan ayuda?—preguntó una tímida voz a sus espaldas.
Nick se dió la vuelta para ver si era con ellos, y al hacerlo se encontró con una niña de cabello castaño que los miraba curiosa.
—Disculpen la intromisión—habló la que parecía su madre—, es que la vimos arrastrando el baúl y pensé que tal vez necesitaban ayuda.
—Por supuesto—la señora Carter se hizo a un lado para dejarle el paso libre a la niña—. Adelante.
A continuación la chica levantó su varita y dijo algo que sonó como: Baúl Locomotor. Entonces la carga del baúl pareció desaparecer, pues se elevó unos centímetros en el aire como si en lugar de llevar pesados libros, túnicas, un sombrero y otras cosas, llevara plumas.
—Ahora sólo tienes que apuntarle con la varita y él se moverá a donde quieras—le informó la chica a Nick—. Soy Sasha—saludó—, y ella es mi mamá.
—Me llamo Nick.—respondió el muchacho con una sonrisa.
—Por lo visto nos veremos en Hogwarts—dijo Sasha señalando el baúl—. También es mi primer año, a lo mejor estamos en la misma clase.

—Tal vez.—Nick se encogió de hombros.
Cuando se despidieron para que Nick continuara con sus compras su madre lo miró y le dijo:
—Es simpática.
—Sí—se limitó a contestar él y volvió a mirar la lista para revisar lo que les faltaba—. Un caldero.
—¿Qué?—la señora Carter lo miró con el ceño fruncido.

—Nos falta un caldero.—explicó el muchacho. Su madre hizo ademán de contestar pero ya él había echado a andar llevando el baúl con él.

Alrededor de las doce, madre e hijo volvieron a casa utilizando la chimenea del Caldero Chorreante. Una vez en su habitación, Nick abrió el baúl, sacó el libro reglamentario de hechizos (clase 1) y comenzó a leerlo tumbado en la cama. Para las nueve de la noche apenas había conseguido que el pomo de la puerta se moviera un poco utilizando el hechizo Alohomora. Luego se dió por vencido  y sacó su ejemplar de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, y se quedó dormido imaginando cómo sería en realidad una doxy.
Esa noche Nick soñó con Hogwarts. Aunque en en sus sueños no se parecía en nada a como era la escuela en realidad. Los siguientes días no fueron diferentes. Cuando no estaba leyendo alguno de los libros de magia, estaba practicando hechizos. Algunas veces se vestía con túnica y sombrero e imaginaba que estaba en Hogwarts, y que era un gran mago y todos lo adoraban.

El tiempo había pasado volando desde aquel día de julio en el que Nick había recibido su carta de Hogwarts, y antes de que lo esperara se asomó el 31 de agosto. A media mañana, mientras Nick descansaba en su habitación escuchó un ruido en la ventana. Enseguida se levantó de la cama y vio que una lechuza parda lo miraba desde el otro lado del cristal y con unos chillidos de reclamo le exigía que abriera la ventana.
«¿Quién me habrá escrito?»—se preguntó el muchacho cuando vio que la lechuza sostenía un sobre en su pata izquierda.
Luego de vacilar abrió la ventana y el ave entró como un rayo en la habitación. Nick se apresuró a quitarle la carta de la pata, y tras un cortés «gracias» comenzó a leer.

Querido Nick:

Soy Sasha, nos conocimos en el callejón Diagon, no sé si me recuerdas. Como sea, creí apropiado escribirte esta carta ya que hoy es nuestro último día de vacaciones y quería saber si tú estás tan nervioso como yo. No puedo esperar para verte, pero sobre todas las cosas, no puedo esperar para conocer Hogwarts. Por favor usa esta misma lechuza para enviarme una respuesta.

Nick necesitó un momento para asimilar aquello.
«Pensé que no me recordaba»—se dijo a sí mismo el muchacho mientras escribía una respuesta en un trozo de pergamino que había encontrado en una gaveta.

Estimada Sasha:

Es bueno saber que aún me recuerdas, y sí, estoy tan o puede que más nervioso que tú. Tengo tantas ganas de llegar a Hogwarts que creo que esta noche no podré dormir. Supongo que nos veremos mañana en el tren, hasta entonces te mando un beso y espero que estés bien.

El chico envolvió el pedazo de pergamino y lo ató a la pata de la lechuza, que enseguida se alejó volando.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top