Especial 3: Toga y Uraraka.

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Himiko se había esforzado todo lo posible por construir cuanto antes la cabaña en la que viviría junto a Ochako. De hecho, fueron las primeras en separarse del resto para tener más privacidad, aunque Toga sabía que Uraraka, de vez en cuando, visitaría a Tsuyu y a sus amigos. 

Todavía no había superado su fobia a los hombres, pero, con el tiempo, deseaba ser capaz de poder agradecerles todo como era debido y volver a abrazarles. 

De momento, Uraraka sólo podía estar agradecida de vivir tranquilamente con aquella joven que le había salvado y le hacía sentir la más afortunada del mundo. 
Himiko siempre sacaba lo mejor de ella, le otorgaba esa confianza que había perdido en sí misma y se veía capaz de sonreír como solía hacer antes de lo ocurrido en el calabozo. 

—¡Ochako, tengamos una cita! —comentó Toga con otra de esas características sonrisas que aceleraban el corazón de Uraraka—. Ahora que ha pasado tanto tiempo, parece que podemos ir al pueblo a divertirnos, ¿no?

La joven de cabello castaño no iba a dudar en responder, pero cierto detalle le hizo detenerse.

—Pero, si vamos... ¿No te van a reconocer? —Inquirió algo cabizbaja, pensando que lo mejor sería no ir. 

Toga había sido por mucho tiempo una noble bastante reconocida en el reino por servir a Shigaraki, y ahora que situación se había calmado, principalmente porque todos los nobles habían sido asesinados y no quedaba ninguno en el pueblo, su simple presencia llamaría la atención y podría volver a provocar el pánico y/o situaciones no deseadas. 

Y Uraraka no quería que nada malo volviera a suceder. 

—Ochako, ¿te gusta el cabello negro? 

Aquella respuesta en forma de pregunta desconcertó a la joven, la cual levantó la mirada e inclinó la cabeza hacia un lado con ciertas dudas. 

—¡Si me suelto el pelo y me lo tiño, no me reconocerán tan fácilmente, ¿no?! —explicó Toga, acercándose a ella y sosteniendo sus manos—. Ese tal Kirishima sabe de tintes, ¿verdad? 

Una sonrisa se formó en el rostro de Ochako al oír aquellas palabras. 

—¡Sí! ¡Y estoy segura de que te quedaría genial! —exclamó la joven con un leve rubor en sus mejillas. 

En realidad, para Uraraka, cualquier color de cabello le quedaría genial a Himiko. Ella era preciosa de cualquier manera.  

—Oh, pero esta cicatriz no es bonita y todos la van a ver —se quejó Toga, pasando una mano por su rostro y sintiendo la marca que le dejó Dabi antes de morir—. Y no parece que vaya a irse pronto... —prosiguió con un pequeño puchero.

Uraraka sonrió levemente ante aquello y, decidida a animar a la persona que amaba, pasó una mano por la mejilla izquierda de Toga, mirándole a los ojos y dedicándole ciertas palabras con total sinceridad. 

—Pues a mí me parece la cicatriz más bonita que he visto nunca.

Ante aquellas palabras, Uraraka se vio envuelta en un cálido y repentino abrazo por parte de Himiko.

—Gracias, Ochako —dijo la joven rubia, acercándose más a su oído—. Te amo —susurró con una leve sonrisa. 

Como era de costumbre, la preciosa voz de Himiko y aquellas palabras consiguieron que Uraraka se sonrojase a más no poder e intentase ocultar su rostro en el hombro de la otra joven. 

—Yo también... —murmuró, sintiendo su corazón latir muy rápido—. Te amo, Himiko. 

[...]

El día de la cita había llegado. 

Y, si Uraraka tenía que ser sincera, el cabello negro y suelto le quedaba demasiado bien a Himiko, y que estuviera completamente enamorada de ella no tenía tanto que ver.

Bueno, en realidad sí, pero eso no quitaba el hecho de que Toga estaba preciosa. 

—¿Nos vamos, Ochako? —inquirió la joven, ofreciéndole una mano y dedicándole otra de esas sonrisas, a lo que Uraraka asintió y no dudó en agarrar su mano.

Desde lo ocurrido, solo se habían acercado al pueblo de vez en cuando, y aunque parecía que mejoraba día tras día, no esperaban que lo hubiera hecho tanto y tan drásticamente. 

Era como si todo hubiera vuelto a la normalidad. Al menos, en esa pequeña zona del reino. Desconocían por completo lo que sucedía en otras partes, pero, ahora mismo, era lo que menos les importaba. 

—Hay más gente de la que pensaba... —comentó Ochako, comenzando a ponerse algo nerviosa al ver a tantos hombres comprando y ofreciendo productos. 

Y, ante esa reacción por parte de Uraraka, Himiko no dudó ni un segundo en acercarse aún más a Ochako.

—¡Mira, parece que hay algunos trovadores en la plaza! —animó Himiko, haciendo sentir mejor a la persona que tanto quería y logrando sacarle otra sonrisa. 

Aunque vivir en el bosque con toda la tranquilidad del mundo estaba bien, no podían negar que habían extrañado contemplar espectáculos en la plaza, ver a la gente celebrar, vender productos, hacer ruido en general y pasarlo bien. 

Y, si estaban juntas, era mucho mejor. 

—Ochako, ¿qué quieres que veamos ahora...? —inquirió Toga, deteniéndose al darse cuenta que Uraraka parecía sorprendida al ver a ciertas personas. 

Más que sorprendida, era una mezcla entre alegría y dolor.

Sin palabras que decir, se limitó a guiar a Himiko de la mano para que le siguiera hacia donde se hallaban dos personas confeccionando ropa. 

—¡Hola, tenemos telas y...

Pero aquel hombre no pudo terminar de hablar al girarse y ver a las dos personas que se habían acercado al puesto de ropa. 

—¿Ochako...?

—Papá, mamá... 

Se había olvidado de sus padres. Mejor dicho, había imaginado la peor de las situaciones. Pensaba que ya no estarían con vida y que lo mejor era no pensar en ello, pero el sentimiento resultaba ser mutuo. Ni su madre ni su padre esperaban volver a ver a su hija con vida. 

Himiko sintió cómo su mano era soltada y pudo contemplar cómo Ochako rompía en llanto y abrazaba a sus padres, los cuales también estaban llorando de felicidad al ver a su hija a salvo. 

—Pensábamos... que no volveríamos a verte —comentó su madre entre lágrimas.

—Estoy bien... he estado bien gracias a Himiko —respondió la joven, separándose del abrazo y dispuesta a presentarles a aquella persona.

Sus padres intercambiaron miradas y la posaron en aquella chica de cabello negro largo con una particular sonrisa.

—¡Hola, suegros! —exclamó con alegría y un leve rubor en sus mejillas. 

Aquel comentario sorprendió bastante a los padres de Ochako y sonrojó mucho a esta última, la cual no sabía cómo reaccionar y se sentía demasiado avergonzada.

Su padre suspiró y, tras volver a intercambiar miradas con su esposa, se dirigió a Toga para dedicarle una sonrisa. 

—Gracias por cuidar de nuestra hija. 

—¡Y lo seguiré haciendo! —respondió Himiko sin pensárselo dos veces, acercándose a Ochako para volver a sostener su mano y entrelazarla con la suya—. Por el resto de mi vida. 

Los padres de Uraraka no pudieron evitar soltar una sonrisa al oír aquello y sentirse mucho más tranquilos y felices de que su hija hubiera encontrado a una persona tan especial. 

Y Ochako solo podía sentir una gran felicidad al saber que, desde ese momento, podría visitar a sus padres siempre que quisiera. 

Definitivamente, conocer a Himiko fue lo mejor que le había sucedido; y era consciente de que quería pasar el resto de su vida junto a ella. 

[...]

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No estaba segura de si iba a terminar el capítulo a tiempo porque me había surgido algo importante con un amigo ;; pero al final sí que pude (bueno, técnicamente ya no es 13 en España, son las 4 am cjsjkfs). 

VALE, FECHA EXACTA DE LA ACTUALIZACIÓN DE SCHIAVUS***

Especial Katsuki e Izuku: Miércoles 13 de Abril

Especial final: Viernes 15 de Abril


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