Capítulo 77: Ni se te ocurra acercarte a ella.

—¡Señorita Yaoyorozu, tiene visita! —pude oír la voz de una de las sirvientas llamándome.

No pude evitar ilusionarme y sonreír con alegría para, segundos después, dirigirme a recibirlos en la entrada.

"¡Uraraka debe estar aquí!"

Conforme bajaba las escaleras sentía que, de verdad, todo estaba yendo muy bien.

Demasiado bien.

—¡Chicos! —saludé con felicidad al verlos en entrar.

Pero mi alegría no duró demasiado al ver la expresión en sus rostros y lo que llevaban.

—Llegamos... un poco tarde —expresó Kirishima con una triste sonrisa.

[...]

POV Narradora

Yaoyorozu, tras haber aportado la cantidad suficiente de monedas para que, entre todos, pudieran recuperar a Uraraka, se había ilusionado. Le hacía ilusión poder volver a su amiga y pensaba que todo había salido bien.

Pero, lamentablemente, había sido tarde; Ochako había sido comprada con antelación por Himiko Toga.

—Eso significa que... —murmuró la joven, sintiéndose mal y cabizbaja.

—¡Pero aún podemos intentar algo! —trató de animar Kirishima dándose cuenta de que, nuevamente, aquel hecho estaba entristeciendo a Tsuyu.

—¡Podemos ir a buscarla por el pueblo! —sugirió Kaminari, sonriendo con nerviosismo y preocupado por su amiga de cabello verde—. Aún hay posibilidades de encontrárnosla por casualidad...

—¡Eso es! —continuó Eijirou con optimismo—. Yaoyorozu, sentimos que al final haya sido en vano —agregó, dejando ver el dinero que pertenecía a la joven—. Aquí tienes. Nosotros planeamos volver al pueblo.

—Aún es pronto para rendirse, ¿no? —añadió Denki.

Momo, sin perder la confianza, asintió con una sonrisa. Ella creía en que, al final, todo terminaría bien. Creía en un final feliz.

Uno en el que recuperarían a Uraraka, en el que volverían a estar juntos y que, algún día, podrían reunirse como habían prometido; los cinco, cada uno con su schiavu.

—Entonces... Nos vemos —se despidió el pelirrojo, retirándose junto a Tsuyu y su schiavu.

—¡E-Esperad! —interrumpió la joven al darse cuenta de que le habían dejado absolutamente todo el dinero; y una parte de ello le pertenecía a Midoriya y Kirishima.

—¡Ah, da igual! ¡Luego volveremos a por él! —exclamó Eijirou sin importarle mucho.

Después de todo, estaba en buenas manos.

[...]

POV Midoriya Izuku

Estaba desesperado. Kacchan se encontraba una pésima situación y yo no podía hacer absolutamente nada.

Las heridas en sus brazos y piernas, la sangre que discurría por su piel y su rostro ensangrentado era una imagen que no quería ver. No podía soportar verlo así. Necesitaba ayudarle. Debía hacerlo. No quería perder a Kacchan.

—¿Necesitas ayuda?

Una voz femenina llamó mi atención. Volteé rápidamente con la esperanza de que, esta vez, de verdad alguien podría ayudarle. Que, después de tantos rechazos por parte de otras personas, por fin alguien pudiera salvarle.

—¡Por favor! —exclamé, reprimiendo mis lágrimas y el dolor que sentía por lo que estaba sucediéndole.

Abrí los ojos sorprendido al ver a Uraraka junto a una joven rubia, pero, en aquel instante, no tenía tiempo para pensar en otra cosa que no fuera salvar Kacchan.

—Ven conmigo —se limitó a decir, dando media vuelta y con Uraraka aferrada a uno de sus brazos.  

Parecía diferente. Uraraka parecía tener miedo de algo.

Negué con mi cabeza cualquier otro pensamiento no relacionado con Kacchan y seguí a aquella chica lo más rápido que pude.

—T-Tranquilo, Kacchan —murmuré con un tono roto y dolor al mirar aquellos ojos que parecían vacíos—. Pronto estarás bien... alguien nos va a ayudar.

POV Narradora

No tardaron demasiado en llegar a su destino; un pequeño hospital cercano a la plaza central del pueblo el cual estaba constantemente lleno de gente.

Sin tiempo que perder, entraron y Toga se acercó al hombre encargado de la recepción, quien parecía ocupado atendiendo a varias personas.

Pero a Himiko eso poco le importaba.

—Buenas, su alteza... —saludó el hombre algo nervioso al ver cómo la joven se había abierto paso entre toda gente colándose por completo—. ¿Qué se le ofrece? Es raro verla por a...

—Quiero que salvéis a ese chico —interrumpió con un tono serio, señalando al schiavu que Izuku cargaba.

—¿Un schiavu...? —dudó aquel hombre, cambiando su expresión a una de asco—. Su alteza, lamento informarle que en estos momentos todos nuestros médicos están ocupados. Una familia de nobles ha...

—¿Y qué? —volvió a interrumpirle, algo harta de cómo le respondía—. He dicho que salvéis a este chico. Me da igual lo que le ocurra a otros.

—Pero están en medio de una operación y...

—Que la interrumpan y traten a este chico —volvió a ordenar—. Me estás hartando.

—De acuerdo... —asintió, sin opción alguna, siendo consciente de las posibles consecuencias si se negaba.

La gente de alrededor, reconociendo claramente a Toga, optó por no decir nada. Por más injusto que les pareciera, no debían intervenir.

El tiempo pasaba e Izuku se ponía cada vez más nervioso. Tenía miedo de que fuera demasiado tarde. Las heridas de Katsuki podían infectarse y había perdido mucha sangre.

—Por aquí —indicó uno de los médicos.

Tras dejar a Bakugou en una de las camas de la gran sala en la que atendían a los enfermos y heridos, los encargados les pidieron que se retiraran.

—¡Espera! ¡Yo también voy con él...! —exclamó Izuku, sin soportar alejarse de Katsuki y queriendo quedarse a su lado todo el rato.

—Lo sentimos, pero tienes que abandonar la sala.

—Estará bien —intervino Toga—. Vamos a fuera... Quiero preguntarte algo —agregó manteniendo una seria expresión.

Sin poder evitar aún preocuparse por su schiavu, aquellas palabras, por algún motivo, le parecieron de verdad. Sentía que lo que decía aquella chica no era mentira; sentía que, de verdad, Katsuki no moriría.

[...]

—Bueno... —comenzó la joven rubia, tras salir de dicha sala y detenerse para mirar a Midoriya—. Tú conoces a mi Ochako, ¿no? —inquirió borrando la seria expresión que había mantenido antes y mostrando una sonrisa—. De lo contrario, ella no me habría pedido que os ayudara.

—Gracias por ayudarle... de verdad —respondió Izuku, bajando su rostro y suspirando algo más tranquilo—. Sí. Soy Izuku Midoriya, y Uraraka y yo somos amigos desde hace años —agregó, alzando su mirada para ver  a la joven de cabello castaño.

Pero esta no le miraba en absoluto; simplemente se mantenía detrás de Himiko, aferrándose a su ropa.

"¿Eh? ¿Uraraka...?"

Midoriya no entendía qué había pasado. No comprendía qué le había ocurrido. Por qué no le miraba, por qué estaba temblando y por qué parecía tener miedo de algo.

—Ya veo —aplicó la rubia, borrando la sonrisa de su rostro y dando media vuelta—. Bueno, nosotras nos vamos ya. Vamos, Ochako, pronto será la hora de tus medicamentos.  

"¿Medicamentos...?"

—¡E-Espera! —trató de detener el joven de cabello verde—. Tú eres la noble que compró a Uraraka, ¿no? —inquirió, comenzando a preocuparse—. ¿Por qué lo hiciste? Nosotros queríamos recuperar a nuestra amiga cuando nos enteramos de lo que le ocurría... ¿Por qué actúa así? ¿Qué le ocurre? ¿Q-Qué le has hecho...?

—¿Eh? ¿De qué estás hablando? —respondió la joven, odiando la última acusación—. ¿Qué le he hecho? La he salvado de todo el sufrimiento que ha vivido. Y que sepas que mi Ochako no va a ir a ninguna parte con nadie. Ella está bien a mi lado y no permitiré que le ocurra nada más.

—¡P-Pero ella es nuestra ami...!

—¿Amiga? —interrumpió Himiko—. No sabía que dejabais que violaran a vuestros amigos. Vaya, qué rara es la amistad.

"¿Violar...?"

—Espera, ¿qué quieres decir con...?

—Dudo mucho que un chico como tú pueda entender lo que se siente —respondió con una sonrisa, sosteniendo de la mano a Uraraka para brindarle seguridad—. Ochako odia a los hombres. Ni se te ocurra acercarte a ella —finalizó, alejándose y dejando a Izuku sin palabras.

Intentó llamarla otra vez más, pero la joven de cabello castaño continuó avanzando junto a Himiko, aumentando la fuerza con la que se aferraba a la rubia e ignorando por completo las palabras de Midoriya.

[...]


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