Capítulo 69: Estar con él me hace feliz.
POV Midoriya Izuku
Teníamos tres meses para conseguir las 5001 monedas de oro y rescatar a Uraraka.
Si debía ser realista, era muy poco tiempo. Pero, a pesar de todo, sí que había una oportunidad; esa cantidad de dinero solo la podíamos conseguir gracias a Yaoyorozu, y, cuando la visité, dijo que estaba dispuesta a ayudar para salvar a nuestra amiga.
Tenía que ahorrar, pero no quería privar a Kacchan de una buena alimentación.
Ahora era mi responsabilidad cuidar de mi schiavu y hacerlo sentir como si fuéramos una familia o, al menos, intentarlo.
Al principio él seguía sin hacerme caso. Kacchan ignoraba todo lo que le pedía y siempre acababa yendo a trabajar solo.
Por las mañanas me levantaba media hora antes de lo normal para comprar pan, fruta y un pequeño tarro de leche. Dejaba su desayuno listo y, antes de salir, me acercaba a la habitación e intentaba despertarle. Aunque normalmente sí que lo estaba, simplemente parecía no querer estar a mi lado cuando me preparaba para ir a la herrería.
"—Kacchan, me voy a trabajar. Te he dejado el desayuno en la cocina. Necesitas comer más..."
Podía notar que Kacchan estaba bastante escuálido. Tanto tiempo sin poder comer bien le había pasado factura, así que era mi deber hacerle recuperar peso.
"—No me digas lo que tengo que hacer."
Aunque al amanecer siempre acababa en el suelo ya que Kacchan se movía mucho, no se había negado a que todas las noches durmiera a su lado... muy cerca del borde.
"Al menos he progresado un poco."
También tenía que encargarme del almuerzo y la cena, así que había hecho una gran compra de arroz y legumbres; era lo más económico y así Kacchan podría ganar peso con más facilidad.
De vez en cuando, al terminar el trabajo, pasaba por el mercado y le llevaba una pieza de pollo o un filete de carne. Aunque no se me daba muy bien cocinar, tuve que aprender por propia cuenta las cosas básicas, así que sí era capaz de prepararle algo comestible a Kacchan.
Yo no necesitaba nada. Él era el que debía alimentarse bien.
A mí, con media barra de pan y un pequeño bol de lentejas me era suficiente para todo el día.
"Además, antes comía mucho menos."
Ser capaz de permitirme comprar más gracias al dinero que empecé a conseguir haciendo horas extra en la herrería me tranquilizaba.
"Pero necesito ahorrar más."
Una vez le insistí a Aizawa para trabajar 18 horas al día y poder ganar un poco más, pero se negó rotundamente.
"—¡S-Solo necesito dormir seis horas! ¡Por favor!"
"—Midoriya, ya te he dicho que no. Eso no es vida y, además, ¿no tenías un schiavu al que cuidar? Y educar."
Tenía razón.
A veces me preguntaba qué era lo que hacía Kacchan durante todo el tiempo que yo estaba en el trabajo.
"Debe de aburrirse mucho..."
La idea de él recorriendo el pueblo y metiéndose en problemas solía atormentarme, pero prefería ser optimista y rezar para que, al llegar a casa, encontrara a Kacchan en la habitación.
Y así eran todas las noches. Llegaba a las dos de la madrugada y no había ninguna sola vez en la que no hallase a Kacchan leyendo.
Y, como estaba acostumbrado, trataba de pedirle que me leyera un cuento para dormir.
"—K-Kacchan... ¿Puedes leerme este?"
"—No."
Había perdido la cuenta de las veces que me había rechazado rotundamente. Incluso en algunas ocasiones, antes de que yo pudiera decir algo, él ya soltaba un "No" por respuesta.
Aún así hubo varias veces en las que Kacchan parecía bastante cansado.
A pesar de que llegaba tarde a casa, él siempre estaba despierto por más que las ojeras en sus ojos y el cansancio que reflejaba se hicieran presentes.
"¿Él espera a que yo llegue casa...?"
Negué aquella idea. Definitivamente, eso era imposible.
"—Kacchan... ¿qué es lo que haces cuando no estoy?"
"—No es de tu incumbencia."
"—Pero... pareces cansado. ¿No duermes bien?"
"—Habló el que parece un maldito muerto."
En cierta manera Kacchan tenía razón. Últimamente yo tampoco dormía demasiado bien y había perdido algo de peso.
Pero no me importaba.
"—Mañana iré."
Al principio no comprendí sus palabras.
"—¿Irás...?"
"—A esa maldita herrería."
Recuerdo que al oír tales palabras me sentí realmente feliz. Comencé a ilusionarme más de lo debido al imaginar que Kacchan quería ayudarme.
"Kaminari tenía razón..."
A lo mejor, por fin, Kacchan estaba comenzando a confiar un poco en mí.
Pero, como siempre, me estaba equivocando y haciendo falsas expectativas.
"—¿Ya lo has educado?"
Las palabras de Aizawa al ver a Kacchan llegar al trabajo junto a mí, le hicieron enfadar bastante. Pero eso no fue lo que empeoró las cosas aunque trajo una disputa entre ambos; lo que realmente hizo que Kacchan comenzase a distanciarse aún más de mí fue la noticia que anunciaron por todo el reino.
"—Endeavor está muerto."
Y, por alguna razón, eso le estaba preocupando y haciéndole ser más hostil.
Tampoco es que su actitud conmigo hubiera cambiado demasiado; seguía ignorándome todo el rato.
"—Vistas las circunstancias, Shigaraki Tomura será considerado el único rey de este país. Ahora, ejerce todo poder sobre el reino."
Fui bastante estúpido al pensar que la muerte de uno de los reyes no afectaría demasiado; incluso creí que cambiarían algunas leyes al respecto.
A lo mejor subirían los salarios. Quizás erradicarían la discriminación hacia los schiavus.
Pero, lamentablemente, no era así.
Pasó desapercibido por muchos, pero me di cuenta de que, días después de la muerte de Endeavor, habían comenzado a construir algo en la plaza central del pueblo. Derribaron varios puestos y dejaron sin hogar a muchas personas y no comprendí por qué.
"—¿Qué motivo tendrá el rey Shigaraki...?"
Solo esperaba que no fuera algo malo. Pensar en toda la gente que había sido afectada me hacía sentir bastante mal e impotente por no poder hacer nada al respecto.
En un inicio decidí centrarme en mi trabajo y en las necesidades de Kacchan, pero, conforme pasaba el tiempo, deseaba que el día acabara lo más rápido posible para volver a casa.
Porque sabía que al volver a mi hogar Kacchan estaría esperándome en la cama... leyendo algún libro.
"—Ya estoy en casa."
El simple hecho de que me dirigiera una sutil mirada por respuesta, sin siquiera decir algo, me hacía sonreír inconscientemente.
Hubieron unas cuantas veces en las que, nada más llegar a casa, me lo encontraba desnudo en la cama mientras leía como de costumbre. Para Kacchan era completamente normal, pero yo no estaba acostumbrado. Me avergonzaba demasiado de tan solo verle... así.
"—¿Qué mierda miras?"
"—K-Kacchan... ¿no deberías ponerte algo?"
"—No me des órdenes."
Al cabo de unos dos meses ya no me insultaba tanto. Aunque, si debía ser sincero, tampoco me molestaba.
Dentro de mí, sentía que las palabras que utilizaba no iban con la finalidad de dañar.
"Será... su forma de ser."
Podría ser difícil de tratar. A lo mejor se enfadaba con gran facilidad. Era testarudo y maleducado. Quizás no sabía controlarse.
Pero...
"Estar con Kacchan me hace feliz."
Y así, sin darme cuenta de lo especial de cada pequeño momento, del tiempo que estuve a su lado, ni de lo que había comenzado a sentir, pasaron tres meses.
[...]
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