Capítulo 68: ¿Por qué no pudieron ser felices?

POV Jirou Kyouka

Yaomomo siempre era amable conmigo.

Conforme pasaban los días, sentía la calidez de estar con alguien que me quería, haciéndome pensar que se quedaría a mi lado para siempre.

Todos los días, al amanecer, me despertaba con su dulce voz para desayunar. Luego, ella tenía que estudiar y practicar con algunos profesores particulares, pero, a pesar de verla bastante ocupada, Yaomomo siempre encontraba alguna manera de incluirme.

Me ayudó a aprender a leer y escribir correctamente; me enseñó lo que nunca pude aprender por la situación en la que viví de pequeña.

"—¿Hay algo en concreto que quieras que te ayude a escribir?"

"—Me... Me gusta cómo suena Yaomomo."

Al principio ni siquiera sabía cómo sujetar una pluma, pero ella estaba a mi lado para mostrármelo.

A parte de las lecciones de estudio y todo el tiempo que Yaomomo pasaba dedicándose a ello, había una clase particular que, definitivamente, era mi favorita.
Cada dos días, un señor la llamaba para ir a una de las inmensas salas de la mansión en la que permanecía un par de horas tocando cierto instrumento.

La primera vez que la escuché tocando el piano, me sorprendió.
Era un sonido precioso.

"—¿Te gustaría aprender conmigo?"

Jamás antes había tocado alguno de aquellos objetos. No sabía lo que se sentía, pero, por algún motivo, tenía muchas ganas de probarlo.

"—Pareces disfrutar de la música."

"—Nunca pude tocar un instrumento cuando era pequeña, pero mis padres solían cantar."

"—¿Entonces tú también sabes cantar?"

"—Podría intentarlo..."

"—¡Hay una canción que compuse hace un par de años! Aunque soy pésima cantando..."

Yaomomo parecía más ilusionada que yo.

Me dijo que, cuando estaba sola y terminaba todas sus tareas, solía tocar el piano por cuenta propia, llegando un día a conseguir una melodía que, aunque parecía triste, tenía una letra esperanzadora.

"—Este durmiente mar... se ilumina por un insistente latir."

"—Tienes una voz celestial."

"—¿Tú crees...?"

Pasaban los días y, cada segundo que permanecía con ella, me hacía sentir que era la joven más afortunada.

No merecía tanto. Yaomomo era perfecta.
Su sonrisa, su amabilidad, el tiempo que me dedicaba y todo lo que hizo por mí.

"—... Sabremos que este momento no fue una mentira."

Estando a su lado, podía ser más sincera conmigo misma.

Siempre estuve disconforme con mi cuerpo. En el calabozo me avergonzaba de casi todo.
Pocas eran las veces que expresaba lo que de verdad quería, pero, Yaomomo me conseguía aportar seguridad en mí misma.
Me daba su apoyo y cariño. Estaba conmigo, sin importar lo que sucediera.
No quería que pasara el tiempo.

Solo... Solo quería permanecer con ella.

"—Han asesinado a uno de los reyes."

Cuando escuché la noticia por parte de una de las sirvientas de la mansión, lo primero en lo que pensé fue en Todoroki.
Él decía que odiaba a su padre, pero, lo más probable era que estuviera sufriendo al enterarse de ello.

"Él es una buena persona... y, suelen decir que, las buenas personas son capaces de perdonar cualquier atrocidad."

En aquel momento, no supe qué tan malo sería el cambio que sufriera el reino a consta de la muerte de uno de los reyes, pero, con gran sinceridad... solo me importaba mi familia y estar con Yaomomo.

"—Yaomomo... ¿puedo visitar al schiavu de ese tal Midoriya? Quizás, así, también vea a..."

Pero la expresión en su rostro y el cómo se acercaba hacia mí, cabizbaja, me hacía entender que no era posible.

"—Mi madre... puso una condición para poder quedarme contigo para siempre y a salvo."

"—Que no saliéramos de aquí, ¿no?"

"—Sí..."

"—Y... ¿ellos pueden venir?"

"—Claro que sí."

Aquello era suficiente.

De todas formas, algún día, sé que podríamos reunirnos todos.
Algún día, me reuniría con mi familia.
Mi verdadera familia.

Pasaba el tiempo y, poco a poco, comencé a sentir un extraño dolor en el pecho.
Al principio, cuando Yaomomo insistía dormir juntas, simplemente disfrutaba de su compañía y calidez.
Pero, después, me empezaba a poner bastante nerviosa.
Verla sonreírme con gentileza y arroparme, hacía que mi corazón doliera un poco.

No supe desde cuándo deseé algo más.
Algo más que una amistad.
Algo más que una relación dueña-schiavu.

Sentía la necesidad de estar cada vez más cerca de ella. No podía evitar avergonzarme más a menudo y, sobre todo, analizar cada facción de su cuerpo.

Yaomomo era preciosa... Era perfecta.
Ella era inteligente y amable.
Se preocupaba por los demás.
Siempre deseaba ayudar en todo lo posible. Su cuerpo era... mucho mejor que el mío.

"No merezco tenerla a mi lado."

Aún así, los momentos seguían pasando y, poco a poco, éramos más cercanas.

De dormir juntas a una considerable distancia pasamos a, cada noche, cubrirnos con las sábanas y mirarnos mientras me hablaba de lo que sentía.

Conversábamos de cosas triviales y a veces me contaba algunos cuentos que su padre solía leerle cuando era pequeña.

Compartíamos sonrisas y momentos que deseaba que durasen para siempre.

"—¿Por qué no pudieron ser felices?"

"—Sí fueron felices."

"—Pero, Yaomomo... Ambos murieron."

"—Solo porque el destino lo quiso así. En el fondo, sí que lo fueron todo el tiempo que estuvieron juntos."

"—Es un poco injusto... Pensé que todos los cuentos tenían un final donde los protagonistas vivían juntos y eran felices."

"—A veces solo es necesario que pasen buenos momentos. A lo mejor... se encontraron en otra vida."

"—¿Crees que puede suceder?"

Me había enamorado.
Me había enamorado de Yaomomo inevitablemente y, por algunos segundos, creía que era mutuo.

A veces se sonrojaba... aunque no estaba segura.
Y, como no estaba segura, preferí callar.

Así, entre inolvidables momentos de felicidad a su lado, pasaron tres meses...

[...]


Si alguno tiene curiosidad por la canción entre Jirou y Momo, es esta:

https://youtu.be/ZAVy5tVBCzY

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