Capítulo 66: Es la hora de tu venganza.
POV Iida Tenya
Podía notar que le dolía. A Todoroki le dolía la muerte de su padre a pesar de todo; y aquello me hacía sentir culpable.
Yo fui el de la idea. Yo fui el que sugirió envenenar al rey para cumplir lo que Shigaraki deseaba.
—Es mi culpa —sentencié sentándome a su lado y sin poder evitar odiar toda la situación.
Pero Todoroki seguía sin decir nada y lo único que provocaba era que quisiera ayudarle. Me dolía verle así. Me dolía ver aquel rostro cabizbajo y la aflicción en sus ojos.
—Iida... —comenzó levantando levemente su mirada y girándose para verme.
Abrí los ojos al notar unas pequeñas lágrimas saliendo de los suyos.
Pude sentir que, en esos momentos, Todoroki necesitaba alguien en quien apoyarse.
No sabía sobre su pasado. No sabía qué tan difícil había sido para él, pero, en ese instante, me prometí a mí mismo que haría todo lo posible por verle feliz.
Quería proteger a mi schiavu. Tal y como juré, sería su familia y lo daría todo.
—¿Puedes...? —murmuró con dudas en sus palabras.
"Quiero que pueda confiar en mí."
Antes de que continuara, me acerqué a él y rodeé su cuerpo con mis brazos, atrayéndolo a mí y haciendo que su rostro quedara entre mi pecho.
—Puedes apoyarte en mí —apliqué cerrando los ojos—. Te juro que siempre estaré a tu lado.
Segundos después, me percaté de que su llanto había aumentado y se aferraba aún más fuerte a mí.
. . .
A partir de aquel día, me di cuenta de que los guardias comenzaron a tratarnos mejor.
Quizás fue por la influencia de Shigaraki el que, actualmente, era el único rey. No sabíamos más al respecto porque nadie nos informaba, pero la vida en las prisiones del palacio se hizo bastante amena.
La comida y el servicio que teníamos no era malo; lo único era que no podíamos salir por más que quisiéramos.
De vez en cuando nos traían ropa limpia e, incluso, una vez a la semana nos dejaban ducharnos en uno de los baños que estaban en habitaciones cercanas.
Nos vigilaban para que no tratásemos de escapar, pero nos daban el espacio personal que queríamos.
Supuse que Shigaraki me agradecía el haberle dado aquella idea de esta manera.
"Quizás... no es tan cruel..."
Estar encerrado junto a Todoroki no era algo aburrido.
Aunque he de admitir que, a pesar de que nos permitían utilizar un retrete para nuestras necesidades, era algo vergonzoso.
"—¡Todoroki! ¡¿Cómo puedes hacerlo con tanta tranquilidad?!"
Siempre me quejaba al verle sentarse para defecar y sin cambiar su serena expresión.
"—Pero esto es lo normal, Iida."
"—¡Y, además, tienes que levantar las dos tapas para orinar!"
"—Perdón, Iida. Se me había vuelto a olvidar."
En ocasiones olvidaba las conversaciones que llegamos a tener al respecto.
Todoroki llegó a contarme que en el calabozo era normal verse desnudos entre todos.
Con el tiempo hablamos de muchas cosas. La verdad es que tampoco teníamos nada que hacer a parte de mirar la prisión en la que estábamos.
Aunque al principio era yo el que le hablaba de lo que sabía y sentía que era interesante, cuando pasó más o menos un mes, Todoroki comenzó a ser algo más abierto hacia mí.
Me hablaba con tranquilidad de su familia. Me contó que en el calabozo eran muy unidos y que, a pesar de las dificultades, juntos pudieron superar todo.
También... me dijo que le agradaba hablar conmigo.
"—¡Tenemos mucho tiempo antes de que comience todo!"
"—Iida... La verdad es que, preferiría quedarme así. Aquí estoy bien. Aquí estoy contigo."
Por las noches siempre buscaba mi cobijo.
Se me acercaba con tranquilidad y, quizás, disimuladamente para poder dormir juntos.
Su compañía era cálida. Me agradaba mucho y quería protegerle.
Cada día que pasaba lo único que hacía era reforzar nuestra unión.
Pudiendo solamente hablar, poco a poco conocimos cada vez más del contrario.
"—¿Tu madre te hizo eso...?"
"—Aún así la quiero mucho."
También hubo una vez en la que, al amanecer, me ocurrió una de las cosas que prefería mantener en secreto.
Me avergonzaba hablar de ello y trataba de ocultárselo a Todoroki.
"—¿Qué tiene de malo? Nos pasa a todos."
"—¡Es vergonzoso!"
"—A ver..."
"—¡No! ¡No te acerques, Todoroki!"
"—En el calabozo nos pasaba a todos."
Entre conversaciones, la compañía mutua, situaciones algo divertidas y algunos momentos un poco embarazosos, pasaron tres meses.
Sentía que Todoroki me hacía feliz, pero lamentablemente no pude comprenderlo en su debido momento.
[...]
POV Narradora
—¡Oh, por fin despiertas!
Uraraka fue abriendo los ojos lentamente y lo primero que vio fue el rostro alegre de Himiko, la cual le sonreía y le miraba fijamente.
—¡Has dormido mucho, Ochako! —siguió.
—¿Dónde...? —dudó Uraraka sin recordar lo que había sucedido todo aquel tiempo y sin saber en qué lugar se encontraba.
—¡Estás en el palacio, específicamente en la zona que es de mi propiedad! —explicó Toga cada vez más ilusionada.
Ochako no tardó mucho en recordar absolutamente todo, cosa que le hizo retroceder y tratar de alejarse de la chica rubia.
Pero la sala en la que se hallaba era pequeña y estaba cerrada por completo, cosa que le hacía tener nulas posibilidades de escapar.
—¡No me tengas miedo, querida Ochako! ¡Encima que te hecho un gran favor salvándote la vida...! —agregó poniendo un puchero—. ¿Sabes? Diría que, en ese momento, te quedaban un par de horas de vida. ¡Menos mal que llegué a tiempo! ¡Agradece que fuiste tratada por mis mejores médicos! Habías contraído algunas enfermedades con nombres muy raros, pero me dijeron que, con el tiempo y tomando los medicamentos adecuados, podrías sanarte.
—¿Me ayudaste...? —dudó la joven de cabello castaño planteándose que, quizás, la persona que la compró era buena—. Gracias...
—¡¿Y sabes qué más he hecho?! —prosiguió con una sonrisa que comenzaba a darle miedo a Ochako—. ¡He hecho que se deshicieran de la basura que tenías ahí metida!
—¿Basura...?
Uraraka no comprendía a qué se refería aquella chica.
—Los chicos que te violaron deben saberlo perfectamente —respondió cambiando su tono—. Estabas embarazada, querida Ochako —finalizó acercándosele y sosteniendo sus manos con suavidad—. Pero ordené que se deshicieran de ello. ¡Te he hecho un favor, ¿a que sí?! ¡Tenías una escoria no deseada creciendo dentro de ti! ¡Qué asco, ¿no?! Por estas cosas odio a los hombres. Me dan asco.
Toda la información era demasiada para que Uraraka pudiera reaccionar.
—Pero... no te preocupes —prosiguió Himiko susurrándole al oído para, a continuación, mirarle a los ojos—. Los he comprado... y, ahora, tú les harás pagar por todo lo que te han hecho —finalizó sacando un cuchillo que había mantenido escondido y sosteniendo las manos de Ochako para posicionarlo en ellas.
Segundos después, entraron cinco guardias que mantenían a cinco hombres con las manos atadas en la espalda.
—Vamos, querida Ochako —prosiguió Toga girándose para mirar con odio a aquellos jóvenes—. Es la hora de tu venganza.
[...]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top