Capítulo 54: ¿Acaso ya no le gusta el camisón rosa?
—Espere —sentencié todavía sin procesar lo que había escuchado—. En este documento dice que... él sigue vivo —proseguí comenzando a estar cada vez más nervioso y con cierta desesperación.
—¡Lo siento, joven! —exclamó con una sonrisa despreocupante—. Tensei Iida está muerto.
[...]
POV Narradora
Lo único que sentía Iida en aquellos momentos era rabia y frustración. Haberse enterado de la muerte de su hermano de aquella forma le dolía. Sentía gran ira cada vez que recordaba las palabras del rey Endeavor al decirle que en el documento estaba toda la información respecto a Tensei.
"Pero... cumplió su palabra."
Endeavor no había mentido. Le había proporcionado información que en algún momento fue verídica. No había inventado nada que no hubiese ocurrido; solamente había excluido el detalle más importante.
"Supongo... que ya es hora de comenzar."
Apretó los dientes tratando de tranquilizarse por lo que acababa de saber y decidió dar media vuelta para dirigirse hacia el palacio principal.
Iida tenía que superar lo de su hermano para seguir adelante. A pesar de que le hubiese hecho feliz pensar que podría seguir vivo, la realidad le hizo ver claramente que todo no era tan fácil. Que tenía que olvidarlo y reprimir sus sentimientos; que no debía dejar cegarse por ellos.
"Todoroki... solo espera un poco más."
[...]
Cuando Yaoyorozu se retiró con Jirou y se alejaron de la ejecución de Mitsuki, la joven noble se encargó de llevar a la schiavu a su hogar mientras esta no podía evitar llorar por lo ocurrido.
Kyouka se lamentaba lo que le hicieron a Mitsuki; se culpaba de que la madre de Bakugou hubiese sido ejecutada por su culpa. Creía que, tal vez, podía haber hecho algo para impedirlo.
"—Tienes que descansar..."
Las palabras y el intento de consuelo por parte de Momo de aquella vez le hacían sentir mejor.
La de clase alta se limitó a evadir las diversas preguntas que surgían por parte de las señoras que trabajaban a su servicio. Simplemente, cuando llegaron, llevó a Kyouka a su habitación y se encerró con ella mientras la acogía en un cálido abrazo.
Yaoyorozu no decía nada; solo dejaba que Jirou sollozase entre sus brazos mientras que ella mantenía una triste mirada y rodeaba el delgado cuerpo de la menor.
Cuando anocheció, Kyouka fue la primera en dormirse. Momo solo mantenía su mirada fija en la joven que se hallaba en su cama con los ojos cerrados; el día había sido bastante difícil para ella.
Pero Yaoyorozu tenía un objetivo. Después de lo ocurrido, la joven noble haría todo lo posible por proteger a Jirou. Lo había jurado; estaba decidida a abandonar su lado débil y volverse fuerte. Decidida a afrontar lo que hiciese falta para que su schiavu llegase a ser feliz.
"—No quiero volver a verte llorar."
Momo tapó con una cálida manta a la joven y se colocó a su lado para dormir juntas hasta que amaneciera.
Si Jirou se mantenía junto a ella, nada malo podía pasar.
Si Jirou estaba a su lado, ella podría protegerla.
Si Jirou conseguía superar su tristeza, podrían ser felices.
[...]
Al amanecer, una leve voz le hizo abrir los ojos lentamente; Kyouka se había despertado y se veía un poco incómoda al respecto.
—¿Jirou...? ¿Qué sucede...? —inquirió mientras se frotaba los ojos y se incorporaba de la cama.
—Están... —trató de decir Kyouka.
—¡Señorita Yaoyorozu! —un grito procedente de afuera sobresaltó a Momo—. ¡Le traigo el desayuno! ¡¿Se puede?!
—¡S-Sí! —respondió la joven noble levantándose rápidamente y dirigiéndose hacia la puerta para abrirla.
En pocos segundos entraron tres sirvientas, cada una con dos bandejas llenas de comida, y se colocaron en fila dirigiéndose hacia la pequeña mesa que tenía Momo en su habitación.
—Señorita Yaoyorozu, nos tenías muy preocupadas —comentó una de aquellas mujeres mientras se unía a las demás y colocaba los alimentos en dicha mesa—. Ayer no quiso cenar y se encerró en su habitación desde la tarde sin decir nada.
—¡Tampoco se ha cambiado de ropa! —agregó la segunda con sorpresa—. Usted siempre elige el camisón rosado para dormir, pero esta vez ha dormido sin el camisón rosado. ¿Acaso ya no le gusta el camisón rosado?
—B-Bueno... —trató de justificar Momo algo nerviosa al ver el escándalo que hacían aquellas mujeres.
Jirou se sentía demasiado incómoda ante todo aquello. Se ocultaba detrás de Yaoyorozu mientras evitaba mirar al frente y jugaba con un mechón de su cabello bastante nerviosa. Pero lo peor no era eso; lo peor era el problema que había ocasionado en la cama de Momo debido a cierta cosa.
—¿Y ella es...? —inquirió la tercera mientras observaba a la joven que trataba de esconderse detrás de la noble.
—¡A-Ah, sí! ¡Su nombre es Kyouka Jirou! —presentó Momo con ilusión—. ¡Es mi schi...! Es una buena amiga que se quedará a vivir aquí a partir de hoy —rectificó enseguida evitando mencionar algo que no debía.
Tarde o temprano se darían cuenta por la cicatriz en forma de X que tenía Kyouka en la mano, pero de momento Yaoyorozu quería evitar aquello y, el hecho de que su schiavu se estuviera escondiendo y ocultando sus brazos, ayudaba. La de cabello negro deseaba que hiciesen sentir a Jirou como otro miembro más de la nobleza; no quería que las mismas sirvientas le mirasen por encima del hombro.
—¡De acuerdo! —asintieron las tres mujeres—. ¡Señorita Jirou, si desea cualquier cosa, solo díganoslo!
Kyouka asintió todavía más incómoda ante ello. Le avergonzaba ser tratada de esa manera y se sentía rara ante la presencia de aquellas señoras.
—En fin, les dejamos el desayuno, y ahora... —trató de decir la primera mujer, pero se detuvo al acercarse a la cama de Momo y darse cuenta de algo.
Jirou tragó saliva y ocultó su rostro mientras se sonrojaba demasiado por la vergüenza.
—¡La señorita se está desangrando! —gritó horrorizada al contemplar una pequeña mancha de sangre en aquella cama.
Yaoyorozu abrió los ojos con cierta sorpresa al girarse y darse cuenta de aquello. Miró a Kyouka y se pudo percatar de lo que ocurría realmente al verla así de sonrojada.
—¡No tema, ahorita mismo le traemos toallas higiénicas! —exclamaron la segunda y la tercera, retirándose rápidamente para regresar en pocos minutos con dos paquetes grandes, los cuales dejaron en manos de la noble.
—G-Gracias, me vienen muy bien —agradeció Momo fingiendo que el problema era de ella.
—¡Bueno, tómese su tiempo, no le interrumpimos más! —finalizó la primera mujer llevándose las mantas de la cama para lavar y retirándose junto a las otras dos.
Momo sonrió amablemente en gesto de despedida hasta que cerraron la puerta.
Jirou estaba todavía más avergonzada; no sabía cómo mirar a Yaoyorozu a la cara.
—Perdón —murmuró la menor con el rostro bajo y totalmente roja—. Llevaba bastante tiempo sin cambiarme y...
—Jirou, esto nos pasa a todas —interrumpió con un tono cálido mientras se acercaba a Kyouka para pasar una mano por su cabello, acariciándolo con gentileza—. En la esquina hay una puerta que da al baño, no te preocupes —agregó entregándole un paquete de toallas higiénicas y sonriéndole con gran amabilidad—. Y... aquí hay ropa interior —finalizó después de sacar una de cierto cajón.
—Gracias... —murmuró la schiavu ocultando su rostro, el cual estaba más rojo de lo normal.
El que su corazón latiera tan rápido probablemente se debía a la vergonzosa situación que había pasado.
Sí, probablemente.
[...]
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