Capítulo 43: No lo hagas, por favor...
Porque Todoroki sabía perfectamente que no la iba a volver a ver.
Porque Todoroki sabía que después de aquello, lo único que quedaría de Jirou sería cenizas.
[...]
La noticia de la ejecución pública no tardó en ser difundida por todo el pueblo. La facilidad con la que comunicaban acontecimientos de interés público era sorprendente.
No había otro tema de conversación que no fuese sobre la traición de Mitsuki Bakugou y Kyouka Jirou a la prestigiosa señora Yaoyorozu.
Los preparativos estaban comenzando y la hora exacta a la que se celebraría aquel "espectáculo" fue dada. La mayoría de personas rodearon expectantes el centro de la plaza en el que los nobles y guardias habían colocado dos estacas de madera vieja, de unos dos metros de largo, en las que ambas condenadas serían amarradas y preparadas para la muerte que tanto les esperaba; aquella que todos estaban ansiosos por ver.
Las madres llevaban a sus hijos y les obligaban a ver las ejecuciones públicas como si fuesen un simple espectáculo de diversión y advertiéndoles que si algún día infringían alguna ley, acabarían así. Los padres aplaudían la sentencia de muerte e insultaban a los condenados.
Obviamente había excepciones pues no todas las personas estaban a favor de las ejecuciones, pero, lamentablemente, preferían mantenerse al margen y no asistían a verlas.
Ese día, Kyouka y Mitsuki se ganaron el odio de la gente que iba a contemplar su dolorosa muerte.
[...]
Por otro lado, en el hogar de los Yaoyorozu, cierta joven de cabello negro se hallaba echada de costado en la cama de su habitación, con la mirada perdida y sintiéndose inútil.
Inútil por no haber evitado lo que pudo evitar; inútil por no haber protegido lo que pudo proteger.
POV Yaoyorozu Momo
Tal vez, desde un principio, no tuve que haber hecho una promesa imposible de cumplir. Hubiese sido mejor si nunca hubiera comprado a Jirou; quizás ella podría haber seguido viviendo.
"Por mi culpa está sentenciada..."
Nuevamente iba a dejar que mis lágrimas salieran como de costumbre, sintiéndome cada vez menos útil y odiando mi temor y debilidad, pero numerosas y ruidosas voces que procedían del exterior llamaron mi atención y me levanté para abrir la ventana y asomarme.
Entonces pude escucharlo con claridad.
Una ejecución en el pueblo, el día de hoy, en poco tiempo... a Kyouka Jirou y Mitsuki Bakugou.
—¡Ejecución pública, ejecución pública! —seguía gritando a voces un par de hombres que, como siempre, se encargaban de aquel tipo de cosas.
Sentí como un escalofrío recorría todo mi cuerpo y, cuando pude percatarme de mi situación, estaba temblando.
"—¿Acaso tienes miedo de algo?"
Las palabras de Todoroki vinieron a mi mente haciendo que me diera cuenta de la realidad.
Tenía miedo.
Tenía miedo porque todo había sido por mi culpa; porque no podía proteger a Jirou.
"¿De verdad voy a dejar que ocurra? ¿No voy a hacer nada al respecto?
Jirou morirá... ¿y no seré capaz de darlo todo?"
—Aún... —murmuré para mí misma haciendo el esfuerzo de retener mis lágrimas.
"Aún no es demasiado tarde."
[...]
POV Narradora
Kyouka y Mitsuki habían sido llevadas a la plaza del pueblo en el que todos contemplarían su lamentable y triste muerte. Ambas, con las manos atadas a la espalda, caminaban entre la multitud guiadas por varios guardias mientras la gente empezaba a insultarles e incluso lanzarles basura y piedras.
—¡Eso les pasa por incumplir la ley! —gritaba una madre siendo apoyada por su hijo de apenas cuatro años que ni siquiera entendía el porqué de todo.
—¡Perras asquerosas que merecen arder como la escoria que son! —añadió otro hombre uniéndose al abucheo de toda la gente que estaba contemplando aquel espectáculo.
Jirou caminaba cabizbaja y con una leve sonrisa de aceptación, sintiendo los insultos y el injusto odio que se había ganado.
En ese momento, nada podía cambiar su destino.
—¡Esto va a ser divertido! —exclamaba cierta rubia que se hallaba junto al grupo principal de nobles.
Toga, Dabi y Chisaki estaban observando a lo lejos aquel acontecimiento.
—¡Es una lástima que Tomura no esté prestando atención! —prosiguió Himiko haciendo un pequeño puchero y dirigiendo su mirada hacia el rey que estaba junto a Endeavor y todo aquello parecía resultarle demasiado aburrido.
—Según él, las ejecuciones públicas no son lo suficientemente entretenidas —comentó Dabi sin interés.
—Como sea —interrumpió Chisaki—. Contemplemos esto.
[...]
Bakugou se había ido de la casa de Midoriya y no tenía pensado regresar. No después de aquellas palabras que le hicieron creer que aquel sujeto le estaba subestimando.
No tenía un lugar fijo al que acudir. Por unos segundos se le ocurrió pasarse por la cabaña de Kirishima, pero decidió rechazar por completo aquella idea.
Él podía valerse por sí mismo.
Katsuki no necesitaba la lástima de nadie.
—¡Ya va a comenzar la ejecución, vamos, date prisa mamá! —la voz de un niño de unos seis años llamó su atención y le hizo detenerse y girarse.
Recién se estaba comenzando a percatar de los comentarios de la gente.
POV Bakugou Katsuki
"¿Ejecución...?"
Me daba absolutamente igual.
No sabía por qué tanta importancia a lo que fuese que estuvieran hablando los bastardos del pueblo, pero lo único que quería en esos momentos era alejarme y no volver nunca más.
Sentía asco.
Sus palabras eran repugnantes.
Que ese desgraciado sintiera lástima por mí, hacía que mi odio simplemente incrementase.
—¡Es en la plaza! —pude oír otra maldita voz.
El ruido que hacía la multitud me sacaba de quicio.
¿Por qué darle tanta importancia a una asquerosa ejecución?
Me daba absolutamente igual.
[...]
POV Narradora
Jirou y Mitsuki habían sido atadas en aquellas grandes estacas de madera y estaban preparadas para el desenlace de su vida.
Un par de guardias se acercaron con dos garrafas llenas de líquido inflamable y rociaron con ello el cuerpo de ambas mujeres desde arriba, asegurándose de que les cubriera por completo y así fuese todo mucho más fácil; no tardaron en llegar los otros hombres encargados de realizar la sentencia y que traían consigo una antorcha.
—¡Kyouka Jirou y Mitsuki Bakugou incumplieron la ley! ¡¿Cuál es su destino?! —gritó el hombre con la antorcha en la mano y a pocos segundos de realizar su trabajo.
—¡Arder y convertirse en cenizas! —gritaron la mayoría de personas que se hallaban presentes.
—Que así sea —confirmó el hombre para acercarse lentamente hacia Jirou, la cual sería la primera.
POV Jirou Kyouka
Si hubiese dicho que no tenía miedo, estaría mintiendo.
¿A quién podía engañar? Saber que iba a morir de esta forma era aterrador.
Porque lo desconocido siempre da miedo.
Porque uno no sabe lo que sucederá después de aquello.
Porque sería doloroso.
"Supongo que este es el final."
Miré de reojo a Mitsuki y le dediqué una pequeña sonrisa. Era una buena persona, me alegraba haberla conocido.
—Nos vemos —murmuré; lo más probable es que no me hubiese oído, pero no importaba.
Aquel hombre estaba cada vez más cerca. Ver cómo se acercaba con la antorcha en mano, me hacía temblar de miedo. Después de todo, el hecho de ser quemado vivo debía de doler demasiado.
Pensaba que todo iba a terminar.
Pensé que iba a morir.
Cerré los ojos asimilando lo que ocurriría a continuación.
—¡E-Espera! —me pareció escuchar el grito de alguien.
No sentí nada. No dolía.
Pude percatarme del porqué cuando abrí los ojos y vi cómo aquel señor se había detenido y estaba mirando hacia su izquierda. Los abucheos de la gente también habían cesado y ahora toda la atención se dirigía hacia cierta persona.
Mi corazón se estremeció y sentí un dolor punzante lleno de emociones que nunca antes había sentido.
"Ella... ¿Por qué está aquí?"
Inconscientemente mis lágrimas comenzaron a salir cuando vi con claridad su rostro.
—¡Jirou no ha hecho nada malo! —siguió exclamando mientras corría a gran velocidad hacia el centro en el que me hallaba—. ¡Dejadla ir!
Pude ver sus ojos llenos de lágrimas y desesperación al ser detenida por un guardia que la había sujetado de ambos brazos y le impedía seguir adelante por más que lo intentase.
"Si me miras así... yo no..."
POV Narradora
La madre de Yaoyorozu, que también había asistido para presenciar la ejecución, se hallaba observando en silencio lo que estaba ocurriendo. No quería intervenir porque sabía que no se podía hacer nada.
—Momo... —suspiró al notar la presencia de su hija en aquel lugar.
—¡¿Esa no es la hija de los Yaoyorozu?! —comenzaron los comentarios por parte del público.
—¿Por qué intenta detener la ejecución? —se oyeron más murmullos.
—¡Prosigue! —ordenó Endeavor después de haberse acercado al ver interrumpida la celebración.
—¡No me quitéis a Jirou! —gritó otra vez la de cabello negro cada vez más desesperada y haciendo el intento de librarse de aquel señor que la sujetaba—. Por favor... —añadió reduciendo la fuerza con la que intentaba soltarse y bajando su rostro mientras las lágrimas no cesaban.
—¡He dicho que prosigas! —volvió a mandar el rey al darse cuenta que el señor de la antorcha seguía sin moverse y observaba a la desesperada joven al igual que todo el mundo.
Momo aprovechó que el guardia que la sujetaba había reducido la fuerza ya que ella se había dejado de resistir y, velozmente, se deshizo del agarre y corrió lo más rápido que pudo hacia el centro.
—¡Espera! —gritó nuevamente haciendo que el hombre que estaba dirigiendo el fuego de la antorcha hacia Jirou se volviera a detener—. Si lo haces... yo también.
La situación se estaba empezando a complicar.
Yaoyorozu había sacado un cuchillo, que escondió debajo de sus prendas antes de salir de casa, y lo estaba apuntando a su propio cuello.
—No lo hagas, por favor... —dijo Kyouka con voz temblorosa al ver lo que Momo estaba dispuesta a realizar.
—¡¿Qué estás haciendo?! —la señora Yaoyorozu no pudo quedarse de brazos cruzados al ver a su hija—. ¡No compliques más las cosas! —sentenció acercándose rápidamente.
Pero era la única solución.
Momo sabía que su familia tenía gran poder y prestigio ya que sus padres eran unos de los nobles más importantes. Momo conocía a la perfección que aquella era la única manera de, al menos, conseguir algo.
—Momo Yaoyorozu —llamó Endeavor mientras se acercaba lentamente hacia la joven que amenazaba, en cualquier momento, atravesar su piel con aquella afilada arma blanca—. Ya has oído a tu madre, no es necesario que...
—¡Entonces no me arrebates a Jirou! —volvió a gritar aún con lágrimas en sus ojos; se le veía decidida a hacerlo.
Parecía que, en cualquier mínimo segundo, no dudaría en cumplir lo que decía.
En el instante en que prendieran fuego a Kyouka, Momo se apuñalaría sin dudarlo.
—¡Oh, vaya! —exclamaba Toga cada vez más emocionada—. ¡Quién iba a decir que Enji se vería acorralado de tal manera!
La gente estaba empezando a quejarse y a pedir explicaciones.
Que una noble de tal calibre estuviera sacrificando su propia vida por una condenada a muerte, debía significar algo.
—¿Entonces aquella joven es inocente? —comentó una madre que cargaba a un bebé de apenas dos meses.
—¡¿Si es inocente por qué está ahí?! —gritó un hombre joven; a su vez, muchos otros se unieron y comenzaron a pedir respuestas.
—Ambas son culpables, lo que está diciendo Momo Yaoyorozu es...
—¡Es verdad! ¡Kyouka Jirou es inocente! —el grito de Mitsuki interrumpió lo que Endeavor trató de decir para calmar a la gente—. Yo le obligué. Le obligué a que traicionara conmigo a la señora Yaoyorozu. Soy la única que debería de estar aquí —sentenció con una sonrisa, dejando a Enji sin opción alguna y provocando que dirigiera una mirada llena de rabia a dicha mujer.
—¿Por qué...? —murmuró Jirou cabizbaja, con una voz rota y sin poder dejar de llorar por la situación en la que estaba; por todo lo que estaba sucediendo.
—¡La que tiene que morir es la otra mujer! —comenzaron a gritar varias personas apoyando la libertad de la joven a la que hacía varios minutos estaban insultando.
—De acuerdo —accedió el rey—. Liberad a la joven —ordenó—, y tú suelta eso —añadió mirando a la noble que lentamente fue bajando aquel cuchillo.
La idea no le agradaba en lo absoluto, pero el hecho de que Momo Yaoyorozu cometiera suicidio delante de tanta gente por defender a una schiavu, era muchísimo peor para él.
—Puedes ir con ella —sentenció Endeavor una vez que habían cortado las cuerdas que tenían a Kyouka atada.
Yaoyorozu dejó caer el cuchillo al suelo y no dudó ni un solo segundo en dirigirse hacia Jirou lo más rápido que pudo.
La atrajo hacia sí en un fuerte y cálido abrazo mientras sollozaba pidiendo perdón una y otra vez y prometiendo que nunca más la iba a abandonar. Que se iba a quedar a su lado pasase lo que pasase. Que nunca más iba a estar sola.
Kyouka rompió en llanto junto a ella diciéndole que no importaba. Que todo estaba bien. Que no debía de llorar.
Mitsuki se limitó a observar aquel enternecedor momento mientras una triste sonrisa se formaba en su rostro.
[...]
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