To The End

— ¿Sabía usted que su pareja estaba haciendo esto?

 Quedé sorprendido, me senté y miré a la mujer que acababa de pronunciar la ridícula pregunta. Su uniforme azul perfectamente planchado acompañado por su brillante placa de identificación que me mostró cuando se presentó a mi puerta me mantenía asombrado. La mujer estaba ahora sentada junto a la mesa, con una humeante taza de café a medio terminar.

Recordé los últimos años de nuestra relación. Nada parecía fuera de lo normal. Gerard estaba casi siempre fuera, pasando el tiempo con Bert, visitando a su hermano, también se había ido un mes a casa de sus padres después de que su abuela Elena muriera. Termino sus cursos en la escuela nocturna para ponerse al día con los años de educación que perdió cuando abandonó la escuela para crear la banda. La cual, después de perder a tres bateristas se dio por terminada y todos volvimos a, lo que parecía, una vida normal.

Gerard se iba a New York para reunirse con su editor de vez en cuando, estaba escribiendo un nuevo comic que llegaría a las tiendas en un par de meses. Aunque supongo que eso no ya no sucederá.

Él siempre había bebido mucho, pero lo veía como "Gerard consume eso en vez de agua potable", o al menos eso es lo que nuestro amigo Brian, solía decir. Cada vez que salíamos tenía que arrastrarlo de vuelta a casa, a veces lo perdía a mitad de la noche para encontrarlo desmayado en el césped de enfrente a la mañana siguiente. Cubierto en lo que parecía ser su propio vómito y sangre mezclados.

La gente siempre nos daba miradas extrañas, rayando la mayoría de la veces en lo homofóbico, pero Gerard nunca dejo pasar esos comentarios. Lo había visto golpear a algunas personas antes, cada vez que esos comentarios nos llegaban.

Bert siempre fue una mala influencia sobre Gerard.  Me puse a buscar a través de mis recuerdos, para encontrar el momento exacto en el que lo conocí.

Después de caminar un pequeño tramo de las escaleras detrás de Gerard, entramos a una habitación poco iluminada, dos de las cuatro paredes estaban cubiertas por sofás, una cubierta con una barra. Tres personas en busca de oscuridad sentadas en el bar y un tipo sirviendo bebidas detrás de ellos.  Recuerdo que una de las personas, dejo su whisky en el bar para hablarle a Gerard.

 — Gerard ¿Eres tú? —su voz hizo eco en la, ahora tranquila, habitación.

— ¡Bert! ¿Cómo has estado?

 — Te vez mucho más delgado y pálido. ¿Quién es este? —preguntó ladeando la cabeza hacia mí. Recuerdo que Gerard envolvió su brazo protector alrededor de mis hombros— ¿Dónde encontraste esta pequeña y adorable cosita?

 — Hey, hey. No Bert, es mi novio.

 — Oh bien, se ve un poco joven para mi gusto, de todos modos.

 Gerard hizo una mueca ante el brazo extendido de Bert, pero cuando este sólo me dio una palmadita en el hombro, sonrió.

La gente pensaba que era extraño. Gerard y yo.  Juntos.

 Recuerdo que se lo conté a mi familia en mi cumpleaños número 16. La mayoría de ellos lo aceptaba, pero mi tía era la excepción. Gerard tenía 20 en ese momento y creo que eso fue lo que más le sorprendió a mi familia de todo el asunto. Él dijo que se tenía que ir temprano, luego de recibir una llamada de Bert y se marchó. Mamá y papá me preguntaron, sentándose conmigo en el sofá si yo era feliz con Gerard, por supuesto que lo era.

Me mudé con Gerard cuando cumplí los 18 años. Él trabajaba todas las noches para pagar nuestro departamento, pero siempre estábamos hasta el cuello con las cuentas. Bert tuvo la amabilidad de prestarnos dinero y Gerard empezó a salir con él más a menudo. Yo estaba tranquilo, sabía que nunca me engañaría.

La única vez que me mintió, su hermano Mikey y yo tuvimos que cargar con él. Había salido de casa y regresó unas siete horas más tarde, cubierto en su propia sangre, se había fracturado el hueso de la nariz, se rompió los nudillos y tenía unas cuantas costillas quebradas. Se negó ir a médico o al hospital, nunca cedió a ir a uno, aunque fuese una emergencia como en ese momento. Decía que era por su miedo a las agujas.

Cuando me hice mi primer tatuaje se negó a acompañarme, lo mismo con mis piercings. Recuerdo la cara de mamá cuando fui a cenar con "HALLOWEEN" tatuado en los nudillos, había tenido que poner dos L en el dedo de en medio para que se adaptara y mi anillo de compromiso con Gerard cubría una de las E.

Desde que tenía dieciséis años quería crecer, casarme y formar una familia con Gerard, a pesar de que era física y jurídicamente imposible.

Nuestras familias y amigos siempre nos brindaron mucho apoyo. Siempre deseé que el matrimonio gay fuera legal y finalmente pasó en New York. Todos decían que éramos la pareja perfecta, aunque igual tuvimos unos problemas menores al estar juntos durante catorce años. Sólo tengo treinta y eso es casi la mitad de mi vida.

Cuando estas tanto tiempo con alguien comienzas a notar sus defectos que, o bien te hacen amarlo más o te dan ganas de mandarlo todo a la mierda.

Me encantaba el hecho de que su pelo nunca estuviera limpio, que tuviera pinturas en las manos y por todas partes casi todo el tiempo. Me encantaba que nuestra casa oliera a café, que siempre estuviera cantando cuando pintaba, se duchaba o cocinaba. Me encantaba el echo de que escribiera notas sobre las películas de Star Wars como un niño, que coleccionara libros de historietas, navajas, insectos, murciélagos, sables de luz, CD's, cintas y vinilos. Me encantaba esa pequeña mancha roja debajo de su ojo derecho que aparecía cada pocos meses. Me encantaba la forma en que cada vez que sonreía, dejaba ver sus pequeños dientes manchados por el café. Me encantaba la forma en que escribía cuentos y canciones sobre su abuela, en la esperanza de volverla a ver. La forma en que tenía una habitación completa de cosas que jamás iba a tirar. La forma en que pegaba fotos de su familia en nuestra nevera.

Me encantó cuando se tiñó el pelo de rojo, rubio, negro, verde o naranja, siempre se veía bien. La forma en que tenía 34 años y aun llevaba pantalones negros pegados a las piernas, que se vistiera como una chica de quince años con camisetas de sus bandas favoritas.  La forma en que sus ojos era más cafés en la cocina y más verdes en el baño, el ver sus hoyuelos cada vez que sonreía, o sus ojos iluminados por sus sonrisas infantiles.

 Me di cuenta de que no quería darme cuenta de nada, de que recuerdo sólo lo que quiero recordar.

Ahora me siento en la silla fría, con la mujer de ojos fríos mirando directo a los míos. Y trato de recordar una vez más. Recuerdos importantes.

Las noches en las que Gerard decía que tenía clases por las noches, pero volvía a casa oliendo a alcohol y cubierto de tierra. Los fines de semana, cuando Bert llamaba a casa, sonando demasiado nervioso y Gerard salía diciendo que iba a visitar a Mikey.

 Como cada vez que ponía las noticias o pasaban un espectáculo crímenes, Gerard se iba a la cama temprano o cambiaba de canal. La forma en que evitaba a toda costa las salidas familiares o las comidas, así que tenía que ir solo.

Yo le preguntaba a menudo sobre lo que hacía en su tiempo libre, donde iba cuando Bert pasaba a recogerlo. El por qué siempre se metía en peleas con 'alguien del bar', como llegaba a casa cubierto en su sangre y suciedad.

Volví a pensar en la pregunta. ¿Qué se yo? Supongo que de hecho, he bloqueado esos recuerdos y opté por mirar a recuerdos que consideraba importantes.

Miré la quieta taza de café, la placa de policía brillante. Las lágrimas escocían mis ojos, amenazando recorrer mi cara mientras miraba las fotos dispuestas sobre la mesa. Por lo menos unas veinte mujeres violadas, golpeadas y mutiladas, sin poder hacer nada, enterradas en precarias tumbas con poca profundidad, cubiertas de sangre. Una foto de Bert y una de Gerard, ambos en uniformes de prisión color naranja, con un trozo de plástico con sus nombres y código del mismo.

Su mancha roja debajo de su ojo derecho, sus pequeños dientes manchados por el café, los hoyuelos en sus mejillas, sus ojos brillando intensamente.

Inspiré lentamente antes de hablar.

 — Creo que es bastante obvio, he usado todas mis fuerzas para suprimir esos  pensamientos y recuerdos, siempre he tenido esa sensación. Así que sí, sé perfectamente lo que mi pareja estaba haciendo. Todo este tiempo.

Y, la pregunta dejó  de parecer ridícula.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top