Scars to your beautiful
Mueres. Más lento de lo que deseas. Porque lo deseas, deseas morir.
Que bajo has caído. ¿Paracetamol? ¿De veras? Cómo algo aparentemente tan benigno puede voltear su papel y convertirse en mortal. Pero es que en contacto contigo todo se vuelve maligno. Es tu decisión: destruyes todo a tu paso, conviertes cada partícula en dolor y eso se traduce en tu propia destrucción.
Hay tanta gente que te ama, mas nadie ha logrado enseñarte a amarte a ti misma. Quizás no lo han intentado, o quizás tú has bloqueado sus esfuerzos por hacerlo. ¿Cansada de hacer daño? ¿No crees que los demás tienen derecho a elegir si desean ser lastimados?
Eres un monstruo, pero porque lo decidiste, no porque lo seas en verdad. En realidad eras hermosa, eres hermosa justo como eres, aún en la soledad de tu lecho de muerte, aún debajo de todas esas cicatrices eres bella. Todos esos cortes no son más que decoración sobre tu piel perfecta.
Escuchas tu conciencia decirte lo equivocada que estás y miras atrás. Miras esa niña que eras, tan pesada. Miras los amigos que tenías y recuerdas las veces que te rogaron que ya no lo intentaras más. Miras a tu madre reconociendo que ella era la culpable de que te odiaras tanto. Miras tu propia vida, miras tu pasado y no encuentras ni un ápice de luz que te incite a seguir. Por eso sonríes. No necesitas ninguna luz, hay una esperanza esperando por ti en la oscuridad. Se llama final.
"Quizás morir sea una buena opción", piensas.
Vamos, hazlo ya; haznos un favor y deja de respirar. Eres una imbécil, ¿quién necesita de ti? Pasas desapercibida, no conoces límites; ansías atención, alabas una estúpida imagen. Buscas ser perfecta aún sabiendo que la perfección es una simple utopía. Más idiota no se puede ser. No te equivocas al pensar que morir es una buena opción. Agarra esas pastillas, tómalas suavemente, ¿no era eso lo que querías? Disfruta de sentir como se conducen a través de tu garganta. Así me gusta, vamos, una más, solo para estar seguros; no vayas a cometer el garrafal error de fallar.
Tu mente te está jugando una mala pasada. No estás segura de si vives, si mueres o si ya estás muerta. Y por más que lo piensas, a lo único que logras llegar es a que habías estado muerta desde hace años.
Desde antes de nacer estaban deseando tu muerte, ¿por qué no te la provocaron entonces? Hubiese sido menos doloroso, te hubieses ahorrado todas las burlas, todos los regaños. No hubieses tenido que tirar tantas cajas de dulces, no habrías pasado horas llorando frente a la balanza que te mentía.
No era tu culpa subir de peso, no era tu culpa. Tú no lo deseabas, tú lo detestabas.
La rabia y el dolor te consumen. Quieres gritar y no lo puedes hacer. Piensas que debiste sacar todo lo que tenías dentro antes de llevar a cabo tu decisión. Piensas que debiste romper esas cadenas. No te arrepientes, aún no has llegado a ese grado de estupidez, solo deseas una hora más de lucidez, para poder decir lo que jamás dijiste. Para decir que tú no arruinaste la carrera de tu madre, que tu obligación no era continuarla. Para decir que tú no decidiste nacer, que a ti nadie te preguntó si querías venir al mundo, solo naciste. Y para decir que es injusto que hubieses nacido para ser odiada: tu progenitora nunca te vio con ojos amorosos. Ella amaba con vehemencia su labor, no había espacio para ti.
Quieres tener la oportunidad de decir cuanto amabas a tu madre y lo poco que te importaba tu propia satisfacción.
Quieres contarle al mundo que lo que realmente te perturbaba era como, con solo nueve años, ya acumulabas grasa en tus caderas. Habías arruinado una carrera, no podías arruinar otra.
Empezaste a cuidarte. O, más bien, lo que creías que era cuidarte. Soñabas con ser envidiada, con ser la más admirada de todas, así que morías de hambre, porque ¿quién admira a una obesa?
¿Sigues pensando así?
"La belleza es dolor y hay dolor en todo", ¿sigue siendo esa la frase que te identifica?
No me respondas, ya sé que no has cambiado. Por eso estás ahí tirada en el piso perdiendo el conocimiento, siendo una cobarde. Aunque debo admitir que para suicidarse hay que ser muy valiente; pero también muy estúpido. En cambio, para seguir viviendo, sin importar las adversidades, hay que ser perseverante. Esa palabra pudo haberte definido, mas decidiste tomar el camino fácil.
Cobarde, cobarde, cobarde. ¿Cómo te atreves a desear volver atrás? ¿Te arrepientes? ¿En realidad no querías morir? ¿Ya no te importa ser una obesa de mierda? ¿Ahora puedes verte en verdad? ¿Por qué lloras? Las chicas de portada no lloran después de que su cara está hecha. En este caso, tu muerte ya está hecha, ya está pactada, ya se ha completado. Y no, no has dejado de respirar todavía; creo que quedó claro el hecho de que tu espíritu está muerto desde hace mucho tiempo: moriste por tu propia decisión antes de pensar en dejar de vivir . Tú misma firmaste tu sentencia de muerte cuando, en vez de preocuparte por los triviales asuntos de adolescentes sobre cuál era el chico más guapo del colegio o quién era la más popular, tú sólo pensabas en la cantidad de calorías que contenían tus alimentos. Siempre empeñada en que estabas gorda y que debías adelgazar para verte bonita, para entrar en ese pequeño traje de bailarina. Ya te considerabas profesional, eras buena en lo que hacías y habías aprendido a disfrutarlo. Sin embargo, eso solo se veía sobre el escenario, fuera de ahí todo era una tortura.
No veías que eras perfecta, no entendías que valías la pena, ni que la belleza va más allá de lo superficial. No veías la luz que brillaba más profundo de lo que los ojos pueden encontrar: en tu corazón. Ese corazón noble que solo deseaba deleitar con las pasiones que había aprendido a tener.
Con las pocas fuerzas que te quedan, te imaginas por ultima vez sobre el escenario. El reflector sobre ti, tus puntillas matándote, una faja bien apretada escondiendo esos rollitos que nunca pudiste eliminar, la música envolviendo tus majestuosos movimientos y el dolor de tu alma esparciéndose a otras almas. Te arrepientes de no poder hacerlo una última vez. Ya no quieres morir.
¡Cobarde! Ya perdiste el derecho de arrepentirte, de querer volver atrás. Se te acaba de ir la vida entre ansias y deseos: "quisieras decir", "quisieras más tiempo", "quisieras volver". Pudiste haber deseado eso antes de matarte. Pudiste reflexionar antes de ser esclava de los estereotipos. ¿Quién te lo va a perdonar? ¿A quién le dolerá tu muerte? A ti misma no será. Has destrozado lo poco que podías conservar: el afecto que otros te tenían.
No te preocupes, nadie te va a perdonar, pero con tu propio perdón basta para que puedas descansar.
Mira el lado positivo, ya no tendrás que dejar de comer jamás, ya no dibujarás más cicatrices sobre tu belleza. Tomaste una buena decisión.
"No fue mi decisión", susurras con tu último aliento.
Sí lo fue: la depresión no es voluntaria, pero el dejarse manejar por ella sí lo es.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top