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“¿Por amor, harías lo que fuera, Honey?

México despertó de un mal sueño por tercera vez durante esa noche. Tenía la boca entreabierta, como si hubiese estado a punto de gritar. Su piel se había erizado por completo y sus ojos amarillos, resplandecientes como siempre, los mantenía abiertos como platos, buscando en toda la habitación a alguien que le pudiese hacerle daño igual que en sus recientes pesadillas. Ni siquiera parpadeaba. Su respiración estaba acelerada y un sudor frío le había empapado la espalda, incomodándolo. Solo pudo tranquilizarse una vez revisó aquella recámara de hospital con una meticulosidad exagerada, impropia del país latinoamericano.
No había nadie. Dentro de aquel sitio tan frío solo estaba él, la cama horrible donde se veía obligado a dormir, una ventana cerrada, unos poquísimos muebles y la oscuridad de la noche. Todo seguía exactamente igual que en sus revisiones previas.
México se recostó de nuevo en aquel colchón viejo y maloliente que le habían asignado durante esa noche hasta que las condiciones fuesen más óptimas para trasladarlo a otro sitio, pero no se atrevió a cerrar los ojos. Sus manos seguían temblando ligeramente, y sus piernas solo esperaban el estímulo adecuado para echar a correr. El hispanohablante suspiró con pesadez. Seguía teniendo demasiada adrenalina en su sistema, seguía sintiendo que estaba en peligro. Era extraño, había olvidado cómo se sentía el miedo, pero no cualquier tipo de miedo. México se había olvidado, más bien, de lo que era estar aterrado incluso estando completamente solo.

Un pequeño "click" resonó dentro de la cabeza de México. Solo. Esa palabra, por alguna razón, funcionó como un detonador que liberó una oleada de emociones que se mezclaron en su interior hasta formar una tormenta escandalosa. De sus labios salió un quejido tembloroso. No sabía cómo lidiar con todo lo que estaba pasando. Su cabeza daba vueltas y vueltas en torno a esa noche y el tiempo había enloquecido, pasando hechos dentro de su memoria tan fugazmente que no alcanzaba a distinguir casi nada, y otros recuerdos pasaban tan lento que era torturoso revivirlos. Estaba demasiado agobiado. Quería romper en llanto, destruir cosas y gritar hasta perder la voz. Quería dejar que sus impulsos más bajos tomaran el control solo para librarse de ellos finalmente. El mexicano se aferró a las sábanas con fuerza descomunal, como si temiera caer al vacío si no se colgaba de ellas. Necesitaba apoyarse de algo, por más vano que fuera, para mantenerse a raya.
Su psique, siempre torturándolo con una culpa persecutoria que no lo había abandonado desde que era solo una colonia española, no ayudaba en lo más mínimo. Las bombas de recuerdos que iban y venían como fuegos artificiales no desaparecían, y a veces se combinaban con fantasías; con irrealidades que bloqueaban su memoria y lo llenaban de desesperación. Desesperación por no recordar todo lo que le había ocurrido y por no entender las razones detrás de lo que su vecino del norte había hecho.

Llevó las manos a su cabeza y cubrió sus ojos. No había podido contener las lágrimas por más tiempo. Era, simplemente, más de lo que soportaba. Supuso con amargura que tenía que haberse hecho débil y frágil con cada año que había transcurrido teniendo una buena vida... Tal vez demasiado buena como para durar más tiempo.
Se retorció en su sitio solo para luego arrepentirse: las heridas de su abdomen seguían abiertas y por momentos ardieron como el mismo infierno. Las vendas que cubrían el cuerpo de México desde la cintura hasta el cuello, se mancharon de sangre, pero eso no lo vería nadie hasta el momento en que se requiriera cambiarlas. Sus lágrimas de tristeza se mezclaron con lágrimas de dolor y tuvo que morderse los labios para no pegar un aullido quejumbroso que habría llamado la atención del personal médico. Se insultó mentalmente por ser tan poco cuidadoso una vez la aflicción se tornó más soportable, mientras que con una mano se limpiaba el hilo de sangre combinado con saliva que salía de su boca. Había mordido muy fuerte.
No volvió a moverse por un rato, no se atrevía.
Su llanto, antes demasiado cargado de emociones, lentamente comenzó a ser más controlable. No consiguió detenerlo por completo, pero al menos ya no soltaba tantos hipidos llenos de pasadumbre como al inicio.

Era trágicamente irónico: Él, que siempre había defendido las ideas de mantenerse unidos y jamás perder el camino, ahora se veía absorto en una escena donde carecía de ambas cosas.
Miró al techo, esperando a que algo ocurriera, a qué alguien atravesara esa puerta que lo separaba del mundo exterior y le brindara un poco de apoyo. No lo importaba quién fuera, no le importaba cuánto tiempo se quedara o sus intereses. Solo quería ver a alguien, alguien que se preocupase por su bienestar.
Así que esperó, contando cuidadosamente los segundos entre susurros quebradizos que nadie más que el mismo México podría oír. Esperó, tratando de distraer su mente de lo que había ocurrido esa noche. Esperó hasta que, luego de mantenerse despierto durante lo que le parecieron horas, su cuerpo cayó rendido ante el dolor y el cansancio para no despertar hasta la mañana siguiente, con el rostro  cubierto de lágrimas que nadie vió y jamás se enteraría de que existieron.

Esa noche fue la primera en muchos años donde se sintió como un niño pequeño otra vez, necesitado de protección.

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  ━━¿Por qué ONU convocó una reunión a estas horas? ━━Preguntó Canadá sin esperar una respuesta.

El país norteamericano se limitaba tan solo a dar ligeros golpecitos en la mesa mientras analizaba con detenimiento a cada uno de los países que lo acompañaban en la sala de conferencias especial para el bloque americano. Eran pocas las naciones citadas, pero no podía encontrar una razón coherente para juntar a los latinoamericanos con cinco grandes potencias mundiales a la mitad de la noche. Era, al menos por el momento, un acto innecesario según el canadiense.
Soltó un pequeño gruñido y dejó de golpear la mesa. La organización procuradora de la Paz aún no hacía presencia dentro de la sala, y él, contrario al resto de sus compañeros, era el único cuyo bloque de países estaba casi vacío. De por sí el bloque de Norteamérica era un bloque pequeño, apartado y solo tenía cabida para cuatro federaciones, con la ausencia de México, Groenlandia y Estados Unidos Canadá se sentía como al chico que nadie quiere en su equipo.

«━━Vamos América, tú no eres de llegar tan tarde, no puede ser que realmente me dejes solo... » ━━pensó, dándole un vistazo nuevo a la gran puerta principal, esperando que alguno de sus amigos la atravesara de una vez por todas.
Pero no sucedió.

Nadie atravesó esa puerta. Estaba solo en medio de potencias con las cuales no hablaba mucho y países latinos con los que, pese a que realmente lo intentó en algún momento, jamás estableció una relación amistosa. Canadá inhaló profundamente y trató de quitarle importancia al asunto. Tal vez la junta sería muy rápida y no tendría que permanecer aislado por mucho tiempo. Tal vez U.S.A y México no habían sido citados y ONU solo requería su presencia. Tal vez, sí. Solo tal vez, pero una posibilidad no era suficiente para quitarle de encima todo el nerviosismo.
¿Por qué presentía que algo malo estaba pasando? ¿Por qué no conseguía mantenerse sereno, como siempre lo hacía?

Llevó su mano izquierda hacia los bolsillos de su chamarra y sacó su teléfono. Estaba prohibido hacer uso de esos dispositivos dentro de la sala, pero no había nadie dando una conferencia así que resolvió que no importaría mucho si rompía las reglas. Lo primero que hizo al desbloquear su celular fue enviar un mensaje a Estados Unidos preguntando si iría o no a la junta de esa noche. Hizo lo mismo con México, pero ninguno de los dos se dignó a darle una respuesta. Ni siquiera leyeron su mensaje pasados los quince minutos.
No se molestó en preguntarle al último miembro de Norteamérica si estaba citado. Bien sabía que aquella isla solo salía de su territorio cuando eran reuniones mundiales de suma importancia; ni siquiera la furia de ONU podía obligarlo a abandonar sus tierras de otra manera que no fuera a regañadientes.

Canadá no pudo evitar molestarse un poco con sus amigos, pero la preocupación superaba con creces al enfadado.

━━Maldita sea... ━━murmuró el de bandera bicolor mientras regresaba su teléfono a los bolsillos de su chamarra. Ni siquiera había tenido tiempo para quitarse el uniforme de hockey y vestirse con uno de sus trajes.

De un momento a otro las luces comenzaron a hacerse más tenues, como lo hacían en una sala de cine cuando la película estaba a punto de comenzar. Todos en la sala dejaron sus asuntos a un lado para comenzar a buscar a la causante de tal cambio de la iluminación. Sabían que ONU no debía tardar en aparecer, esa mujer siempre se anunciaba mediante las luces.
De uno los extremos del estrado (el cuál seguía bien alumbrado) apareció ONU, acompañada por la CIJ y la OMS, quienes la seguían dos pasos por detrás. Sus semblantes eran duros, y los ojos tanto de ONU como de OMS (pero especialmente los de ONU), estaban hinchados y ojerosos, como si las dos hubiesen estado llorando. El estómago del canadiense se revolvió. Definitivamente algo había ocurrido. Algo lo suficientemente malo como para haber dejado a sus superiores tan devastadas.

Al otro lado de la sala, en el lugar que correspondía a Sudamérica, el bullicio no se hizo esperar. En pocos segundos los murmullos se habían extendido hasta la mesa de los centroamericanos, y las conjeturas y teorías de los países hispanos volaban como rayos entre oídos y bocas que cambiaban las palabras y las versiones según entendieran el mensaje que se les había dado. Ni siquiera se daban cuenta de la mayor parte de las potencias presentes los miraban con gestos de desaprobación. Usualmente Canadá habría terminado por enterarse de lo que decían los latinos gracias a México, que se encargaba de participar en aquellas informales pláticas que se daban entre juntas, aportando más sabor a las teorías que sus "hermanos" construían. Pero sin la federación hija del Imperio Azteca haciendo funciones de mediador, era imposible ser partícipe de esas conversaciones por mucho interés que se tuviera en ellas.

ONU carraspeó su garganta antes de comenzar a hablar, y casi de inmediato toda la actividad del salón cesó. Los latinos dejaron de hablar y fijaron sus miradas en el órgano mundial que demandaba su atención.
El resto de naciones hicieron exactamente lo mismo.

━━Primero que todo, me gustaría pedirles una disculpa a todos ustedes por hacerlos esperar todo este tiempo en este horario tan poco oportuno para una reunión. Se presentaron algunos asuntos que más adelante discutiremos ━━. ONU tomó una pequeña pausa antes de seguir con su discurso. Su voz no era imponente como otras veces. Se la escuchaba débil y cansada... triste━━. En segundo lugar, quiero que sepan que esta conferencia no quedará por completo a mi cargo. Hoy me acompañan OMS y CIJ, quienes serán las encargadas de apoyarme durante esta noche.

Las potencias presentes se dirigieron con discreción algunas miradas de confusión, esperando a que alguno de ellos tuviera alguna idea de lo estaba ocurriendo. No les sirvió de mucho, ninguno de ellos tenía la más mínima información que pudiera resultar confiable.

La Corte Internacional de Justicia avanzó hasta el lugar de la ONU y tomo entonces las riendas de la conferencia. Ese caso estaba más relacionado con ella que con cualquier otra entidad superior que no fuese la misma procuradora de la paz. Se plantó frente a todos los presentes y los miró con una frialdad calculadora que incomodó a toda la audiencia. No le importó en lo más mínimo el que varias de las naciones se removieran nerviosas en sus sitios, buscando esquivar un contacto directo con ella, así como tampoco reparó en el que algunos países como Rusia, China y Canadá le sostuvieran la mirada; los primeros con un semblante serio, parecido al de ella, y el tercero con una expresión que no sabía distinguir, pero sin duda estaba muy lejana a ser amenazadora.

━━Damas y caballeros, esta noche os hemos pedido asistir a este sitio por una simple razón: ustedes son las naciones más cercanas a los países comprometidos en el juicio que se estará llevando a cabo públicamente a partir de la próxima semana.

Esta vez toda la sala se llenó de bisbiseos, y hasta las potencias se acercaban con disimulo a las otras mesas para escuchar los comentarios de los hispanos más próximos.
CIJ no se intimidó por las crecientes miradas confundidas que cada vez se tornaban más y más desafiantes, muy por el contrario, el escenario le hizo cobrar vida, en sus ojos brilló una chispa ígnea que dejaba ver su emoción.
Fueron pocos los países que se dieron cuenta de tal detalle. Pero quienes la notaron comenzaron a desconfiar.

━━Y, como ustedes saben, no se habría solicitado su presencia si este caso no fuera de suma relevancia para la integridad de nuestra comunidad ━━explicó la CIJ, alzando un poco la voz en espera de que la sala se calmara para atender a la información que se les proporcionaba━━. La noche de hoy, señoras y señores, se está discutiendo la pena de muerte para una de las naciones implicadas en este conflicto, cosa que, por supuesto sabemos, es algo que el congreso por la paz mundial nunca ha discutido con anticipación. Es por eso que siguiendo los protocolos, se tiene la obligación de informarles a los familiares y socios íntimos la identidad de ambas federaciones.

Todo el ambiente se tornó oscuro y pesado. Pareció que toda actividad dentro de la estancia pereció en cuanto el órgano encargado de la justicia internacional terminó de hablar. El aire se volvió espeso, fúnebre. Si hubieran velas en el interior de la sala las lenguas de fuego ni siquiera se moverían; permanecerían rectas como pilares, podridas en un ambiente lleno de miradas asustadas, confundidas y perdidas que delataban la falta de información entre los miembros de la disertación.
Nadie se atrevió a parpadear ni a moverse. Los estados habían caído en una clase de hipnosis que solo se rompería en cuanto se les revelara quienes eran los implicados dentro de tan importante juicio. Cada patria podía escuchar los latidos de sus corazones, lentos, cautelosos, como preparándose para lo que fuese que surgiera. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y lo que en realidad fueron segundos para muchos de ellos transcurrieron como años.

━━Los Estados Unidos de América se encuentra bajo la inspección de los delitos cometidos hacia los Estados Unidos Mexicanos. De ser correctas nuestras sospechas, la ejecución de los Estados Unidos será inminente una vez el juicio termine.

Canadá pudo ver claramente la manera en la que más de la mitad de la sala se relajaba al escuchar que el enjuiciado no sería México y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no abandonar su lugar y gritarles a todos directo a la cara que el estadounidense era tan importante como el mexicano. Respiró profundo y luego exhaló, repitiendo el ciclo tantas veces lo creyó necesario. Cerró sus puños con fuerza, estaba lleno de dudas, pero no podía expresarlas gracias al nudo que se había formado en su garganta. Sabía que solo necesitaba una gota más, un comentario o gesto más para romper en un llanto desesperado e incomprendido por casi todos los presentes.
No quería desmoronarse frente a todos, pero era muy difícil. Era realmente difícil mantenerse calmado cuando una de las pocas personas con las que te relacionas está a punto de cruzar una línea muy delgada entre vivir o morir. Los ojos se le cristalizaron. Si seguía pensando en Estados Unidos definitivamente terminaría llorando sin consuelo.

Más allá del gesto disimulado de algunos, mostrando un alivio que no duró mucho, ninguna de las naciones se atrevió siquiera a mostrar algún ápice de alegría. Ni siquiera los hispanohablantes, que tenían fama por ser imprudentes y odiar al estadounidense, se atrevieron a hacer nada; era la primera vez que se enfrentaban a una carga de ese peso sin estar en tiempos de guerra.
La muerte de una federación... De un país completo, pero sobretodo, de uno que formaba parte de su mismo continente. Se quedaron mudos. No pudieron reunir el valor suficiente para mirarse entre ellos, su mirada solo se centraba en algún punto irrelevante del suelo.
¿Cómo se supone que deberían sentirse ante una noticia como esa?

Las potencias, por supuesto, no perdieron su tiempo con sentimentalismos. Tenían la mente y el corazón completamente fríos, o al menos eso era lo que dejaban ver. Para la mayoría de ellos su relación con el norteamericano se basaba únicamente en el dinero. No había nada más que negocios y diplomacia.
Eran los únicos con las agallas necesarias para abrir más la herida. Su curiosidad superó, por raro que fuera, a sus principios.

━━¿Se puede saber por qué se está considerando la condena más alta hacia USA? ━━preguntó China con una voz que no reflejaba emoción alguna.

Canadá miró al asiático con una furia que le hizo hervir la sangre. ¿No podía acaso fingir un poco de tristeza, de preocupación? Una nación, un compañero suyo estaba en riesgo de morir ¡y él seguía con su misma expresión de siempre!
Incluso la CIJ se extrañó por la tan poca estima que el chino le tenía al americano.

━━¿Acaso mató a otra nación? Porque en el código dice que solo se sanciona con la pena máxima si cometes los uno o más de los tres peores delitos ━━Esta vez fue Rusia quién habló. Su voz sonaba enojada, pero su rostro se mantenía neutro, como siempre.

Era una completa extravagancia: las potencias que se llevaban peor con USA, eran las que más objetaban en su defensa.
Canadá se sintió tonto por no haber hecho lo mismo y entonces la primera lágrima cayó al escritorio. Por suerte nadie la vió, ni tampoco vieron cómo Canadá se ocultaba entre sus brazos y comenzaba a llorar en silencio.

La Corte Internacional de Justicia miró al ruso de arriba a abajo, buscando algún gesto que pudiera ayudarle a reconocer sus emociones. Pero nada. Rusia se mantenía con un rostro neutro, ella diría más bien que era frívolo.
Sonrió, curiosa por aquel país antes de responder:

━━El asesinato de una nación es uno de los peores delitos que se pueden cometer, y Estados Unidos será juzgado y sentenciado por ello ━━refutó la mujer antes de apartarse del atril y dejar que OMS y ONU siguieran con el resto del informe.

Canadá no pudo permanecer en ese lugar durante más tiempo. No se atrevió a escuchar el resto de lo que sus superiores tuvieran que decir. No podía, simplemente no podía con algo así.
América, su preciado Ame ¿Era realmente capaz de hacer algo tan atroz como asesinar a...?

━━Non! ━━exclamó cuando llegó a los jardines traseros de la sede. Era el lugar más solitario de todo el plantel ━━. Ça fait un erreur!

Sí... en verdad quería, necesitaba, que todo fuera un error.

━━ [ 🌻 ] ━━

Vaya!

Pero que capítulo tan largo ¿No?
¡Espero no haberlos aburrido!
Pero espero que los siguientes no sean tan extensos como este, ¡así será más fácil de leer para todos ustedes!

En fin.
Yo la verdad no tengo mucho más que decir, a parte de darles las gracias por leer y hacerme el aguante.

Спасибо!

Atte: LittleGlitch 🌻
(Besos con sabor a Antártida)
💛

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