SCARS

Las luces de la ciudad brillaban débilmente bajo la luna llena, que colgaba alta y solitaria en el cielo. Los PJ Masks, desde su cuartel general, observaban los monitores, esperando el próximo movimiento de sus enemigos. No obstante, la noche era inusualmente tranquila. Ninguna señal de Romeo, Luna, o Ninja Nocturno. Todo parecía en calma, y aunque esa paz era bienvenida, también era extraña.

Pero, en un rincón oscuro de la ciudad, lejos de la vigilancia de los PJ Masks, no todo estaba bien. Ninja Nocturno estaba sentado solo en el tejado de un edificio abandonado, su guarida temporal, mirando el reflejo de la luna en un charco de agua.

Los Ninjalinos estaban dispersos, siguiendo órdenes de patrullar la ciudad, pero esta vez, no para causar problemas, sino para alejarse de él.

Ninja Nocturno siempre había sido solitario, y lo prefería así. Creía que la independencia le hacía fuerte, que no depender de nadie le hacía invencible. Pero había una diferencia entre estar solo por elección y sentirse solo. Y esa noche, el peso de su soledad era aplastante.

Apretó los puños y miró sus manos. No había batalla esa noche, no había victoria que buscar, y esa inactividad le estaba carcomiendo.

En silencio, dejó que sus pensamientos más oscuros se apoderaran de él. La frustración y la tristeza se mezclaban en su interior, hasta que no pudo contenerlo más. Con un movimiento rápido, sacó una de sus estrellas ninja que los había conseguido inicialmente para el uso en batalla, pero hasta él mismo, como villano, lo consideraba demasiado violento.

Observó cómo la luz de la luna se reflejaba en su filo, un destello fugaz, antes de que la apretara contra su mano.

El dolor fue inmediato, una punzada que recorrió su brazo, pero no lo soltó. Había algo extrañamente reconfortante en esa sensación, algo que lo hacía sentir... algo.

Durante meses, había reprimido sus inseguridades, sus miedos de no ser suficiente, de ser siempre una sombra detrás de los héroes. Ahora, esos sentimientos habían salido a la superficie, y la única manera que encontraba de enfrentarlos era lastimándose, sintiendo un dolor que él podía controlar.

Pero esa noche, alguien más estaba cerca.

Luna y Romeo, en una inusual alianza, estaban planeando su próximo gran golpe cuando vieron a Ninja Nocturno desde un edificio cercano. La albina había convocado su tablero lunar y el inventor estaba ajustando sus nuevos dispositivos cuando ambos notaron la figura oscura en la distancia.

Se acercaron, curiosos y cautelosos, sin saber que estaban a punto de presenciar algo que cambiaría la forma en la que veían a su compañero de villanías.

—¿Qué crees que está haciendo ahí solo?—preguntó Romeo, presionando algunos botones de sus gafas para observar mejor.

—No lo sé,— respondió Luna, frunciendo el ceño. Había algo raro en la manera en que el ninja estaba agachado, sus hombros tensos y su cabeza baja. —Pero no parece estar tramando nada. Más bien... parece triste.—

—No me digas que te preocupas por él,— se burló Romeo. —Es un tonto que siempre falla sus planes. Tal vez finalmente se ha dado cuenta de eso.—

—¡Cállate, cerebrito!—espetó Luna. Había algo en esa escena que la inquietaba, algo que la hacía sentir incómoda. —Vamos a acercarnos.—

Los dos se deslizaron por la oscuridad, usando sus habilidades para no ser detectados. Sin embargo, cuando se acercaron lo suficiente, se detuvieron abruptamente. Lo que vieron les dejó sin palabras.

Ninja Nocturno tenía su estrella ninja apretada contra su palma, y pequeños hilos de sangre goteaban al suelo. Su respiración era irregular, y su mirada estaba perdida, como si no estuviera realmente allí.

—¿Está…?—murmuró Romeo, atónito.

—No… se está hiriendo a propósito,— susurró Luna, incapaz de apartar la mirada.

Romeo, por una vez en su vida, no supo qué decir. Había visto muchas cosas extrañas en sus días de villano, pero esto… esto era diferente.

No era una táctica, no era un truco. Era desesperación pura y dolor crudo, algo con lo que ni él, ni Luna, sabían cómo lidiar.

Luna, sintiendo un peso en su pecho que no había sentido antes, dio un paso adelante, pero Romeo la agarró del brazo.

—Espera. ¿Qué vas a hacer? No podemos simplemente… meternos en esto.—

—No podemos quedarnos mirando tampoco—replicó Luna, apartándose de él. —¡Míralo! Necesita ayuda.—

Romeo frunció el ceño, pero no la detuvo de nuevo. Estaba fuera de su elemento, completamente desconcertado por la situación.

Luna avanzó lentamente, sin hacer ruido, pero finalmente se arriesgó a hablar cuando estaba lo suficientemente cerca.

—Ninja Nocturno…— dijo suavemente, con una voz que rara vez usaba, una voz libre de sarcasmo o burla.

El mencionado se sobresaltó y soltó la estrella ninja, que cayó al suelo con un ruido sordo. Se giró rápidamente, tratando de ocultar su mano herida, pero era demasiado tarde. Luna y Romeo ya lo habían visto todo.

—¿Qué… qué están haciendo aquí?— tartamudeó, su voz temblorosa, llena de una mezcla de ira y vergüenza.

—Podríamos preguntarte lo mismo,— respondió la fémina, dando un paso adelante. Su mirada, sin embargo, no era desafiante, sino compasiva. —¿Por qué te estás haciendo eso?—

—Eso no es asunto tuyo— gruñó Ninja Nocturno, retrocediendo un poco. —Váyanse. No necesito su ayuda.—

—Pero sí la necesitas—Insistió Luna, acercándose más. —Ninja Nocturno, nadie debería lastimarse así.—

Romeo, que había estado observando en silencio, finalmente se acercó.

—Sabes, si querías llamar la atención, hay formas menos... dolorosas de hacerlo—comentó, aunque su tono carecía de la usual crueldad.

Ninja Nocturno los miró, y por un momento, el odio habitual en sus ojos se desvaneció, reemplazado por una profunda tristeza. —Ustedes no entienden. No entienden lo que es estar siempre solo, siempre ser el villano que nadie aprecia. Nadie me ve como algo más que un problema… no hay nada más para mí.—

Luna sintió un nudo en la garganta. Nunca había pensado en él como alguien que necesitara a los demás. Siempre lo había visto como un rival, como un competidor, pero nunca como un amigo. Ahora, de repente, esa idea se sentía extrañamente equivocada.

—No tienes que estar solo—dijo Luna suavemente, extendiendo una mano. —Podemos ayudarte. Incluso si somos villanos, eso no significa que debamos hacernos daño, ¿verdad?—

Romeo asintió lentamente, aunque claramente no sabía que decir con la situación. —Mira, tal vez no seamos amigos, pero... no te odiamos. No de esta manera. Siempre pensé que estábamos en esto por la diversión, por los desafíos. Pero esto… esto no es lo que debería ser.—

Ninja Nocturno miró sus manos temblorosas, manchadas de sangre. Sus enemigos, sus competidores, lo estaban mirando con preocupación genuina.

Era tan extraño, tan surrealista, que no supo cómo reaccionar. Durante años, había guardado su dolor para sí mismo, sin permitir que nadie lo viera. Pero ahora, ese muro se estaba desmoronando.

Finalmente, con un suspiro largo y quebrado, el enmascarado dejó caer la guardia. Las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo comenzaron a rodar por sus mejillas.

—Estoy tan cansado… tan cansado de todo esto—sollozó, cubriendo su rostro con las manos manchando su mascara con la sangre fresca.

Luna se acercó y, de manera inesperada, lo abrazó. Era un gesto simple, pero lleno de calidez, algo que Ninja Nocturno no había sentido en mucho tiempo.

Romeo, aunque incómodo y sin saber que más hacer, se quedó cerca, asegurándose de que nadie más los viera en ese momento de vulnerabilidad.

Los tres permanecieron en silencio durante varios minutos, con la luna como único testigo de su tregua.

Ninja Nocturno finalmente se permitió sentir el peso de su dolor, no solo el físico, sino el emocional, y por primera vez en mucho tiempo, no se sintió completamente solo.

Esa noche marcó un cambio en la dinámica de los villanos. Aunque seguían siendo rivales, Luna y Romeo mantuvieron un ojo en Ninja Nocturno, asegurándose de que no volviera a caer en la oscuridad de su propia mente. Y Ninja Nocturno, aunque no lo admitiría en voz alta, encontró algo de consuelo en saber que no tenía que cargar con todo solo.

La batalla continuaría, pero al menos, ahora sabía que no estaba completamente solo en la noche.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top