Había veces en las que, no se necesitaban palabras o acciones, sino silencios. Silencios, en lo que lo único que sólo pensaban en el pasado, en lo que había ocurrido (sobre todo, cuando ella voló el puente), y lo que harían en el futuro.
Noriko abrazó por la espalda a su novio, sorprendiéndolo por lo repentino de la acción. La peli-azul apoyó su frente en la del chico, suspirando levemente.
- Gracias, Katsuhira-kun.
- ... ¿Por qué?
Sonozaki sonrió levemente.
- Por estar aquí, conmigo.
El albino acarició con suavidad las manos de Noriko, correspondiendo el gesto.
- Gracias a ti también, Nori-chan.
Y se hundieron en un nuevo silencio, cómodo. Y volvieron a divagar, con una pequeña sonrisa en sus rostros; la compañía del otro, en silencio, era cálido para ambos.
-Traumada Taisho
Ando distraída, ay.
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