Noriko descubrió un día, que su novio, tenía cosquillas.

Fue una vez que, sin querer, su nariz rozó una parte de su cuello; sobresaltándolo, poniéndolo nervioso y levemente sonrojado.

Era algo que la divertía, pues a veces le soplaba el cuello, obteniendo esa misma reacción que la primera vez. También lo usaba cuando quería algo, lanzándose a él y haciéndole cosquillas. Además de que también era una forma de animarlo.

De sólo recordarlo le sacaba leves sonrisas. Sinceras.

Y está, también era la ocasión. Justamente, Katsuhira se encontraba leyendo un libro mientras estaba sentado en la cama; sigilosa se acercó al albino, y cuando estuvo cerca, comenzó a hacerle cosquillas.

— ¡Nori-chan! — la llamó, exaltado mientras se retorcía entre los brazos de la aludida. Más tarde, leves risas se escucharon, de parte del Agata.

Una sonrisa afloró en sus labios, una vez dejó a Katsuhira libre de cosquillas. Siendo ahora que estaba él, recostado en el pecho de la peli-azul.

— Me gustan tus risas, Katsuhira-kun.

-Traumada Taisho