Estimado León:

Sé que tienes ganas de conocerme, pero soy demasiado complicada.

No sé si mañana te miraré con amor o te daré la espalda.

No sé si esta noche te escribiré una carta de amor o te pediré que te alejes.

No sé si te quiero, o yo me quiero más...

Antes no era así.
Ni tú tampoco, por mucho que te esfuerces en negarlo.

No sé si es porque he tenido infinitos motivos para matar y no lo he hecho aún a mis casi 23 años; si es porque ya te tengo calado y me he aprendido de memoria tus próximos movimientos; o es porque las ganas de seguir hacia delante, pese a que todo indique que serán malas noticias, son mucho más grandes que yo.

Sí, no me conoces, y quizá te dé razones para desconfiar, pero ya te he gritado demasiadas veces que no me marcharé.

Soy demasiado complicada, pero de algo estoy segura, y es de que yo no soy otra más.

No dejaré de cantarte nuevas historias, ni de meterme contigo, ni de ponerme nerviosa cada vez que apareces, ni de ser sincera con lo que siento.

¿Qué me frena? Si mañana será otro día y volveremos a empezar.

Atentamente,

XXXXXX