Querido cuerpo blandengue:

Hoy he vuelto a sentirte cerca. Y por mucho que intente ocultarlo, me hace sonreír.

Pero aún es pronto para decir que hemos avanzado.

Nos queda un largo camino; no todo es blanco o negro. Debes quitarte el miedo a salir dañado, y saber que con el orgullo no se come.

Yo lo intento, pero... ¿Tú te has puesto en algún momento en mi lugar?

Me gustaría que realmente supieras qué es la motivación, qué es la ansiedad, o qué es el dolor, cuando hablas de ello por ahí.

Esto no se basa solamente en decir: "Lo tengo claro"; sino en preguntar: "¿Y ahora qué hacemos?". Ya que los sentimientos están hay, son visibles y se palpan.

Los hechos, sin embargo, no.

Quiero pensar más en mí, saber qué es lo que necesito y me hace feliz.

Si tú no lo tienes claro, entonces, no vale de nada ir tras de ti, intentar que esto cambie, y volver a darte una oportunidad. Sé que eres consciente de lo que me pasa, y que hayas preferido ser tan egoísta, solo demuestra que no significo nada para ti.

Que solo formé parte de un despecho incapaz de darse por acabado.

Ojalá no fuese tan complicado tener la necesidad de cubrir lo que siento solo porque no sé cómo actuar...

Que estés ahí, siempre, palpitando todo a mi alrededor, y yo no pueda gritar que pares y me cuides.

Que me protejas.

¿Tendrías un momento para sentirte aludido, al menos? De leer estas palabras, maldecirme por ser tan complicada e irte a dormir.

Porque, sí, necesito tiempo. Pero, a su vez, necesito que este me dé un respiro.

Y que tú me entiendas, me sientas, me apoyes y te complementes.

Porque, sí: "Yo sí lo tengo claro".

Y porque, sí: "Yo sé qué quiero hacer".

A espera de una respuesta con mucha lucha mental,

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