Es gracioso cómo se esconde la cabeza cuando no conviene enseñarla, y se prefiere involucrar a terceros por cobardía.

Es gracioso cómo en un segundo alguien puede sacarte de tu vida sin siquiera despedirse.

Es gracioso porque no es el propio cuerpo el que lo sufre... Si no, otro gallo cantaría, ¿cierto?

Me gustaría no tener que esperar una respuesta, ni que mis mañanas se traduzcan en vistas y papeles arrugados; ni que se pacte mi comida con la típica "responsabilidad" de ser perfecta; ni que en las cenas prefiera encerrarme en mi cuarto hasta la hora de dormir.

Me gustarían tantas cosas... Pero nada cambia, al menos, a mi alrededor.

Porque, de alguna forma, yo sí empiezo a sentirme distinta.

Y, quizá, cuando se quiera proceder a determinar la posición que se quiere cubrir en la historia sin epílogo de este cuerpo blandengue, ya sea demasiado tarde.

¿De verdad merece la pena tanto dolor?

BMF~