26/09/20

Los ojos me escuecen. He pasado noches penosas buscando a un "yo" que se ha marchado de mi cabeza. Un yo comprensivo, que se callaba todos esos pensamientos malos de su alrededor por mera protección. 

Me ha dejado con la piel viva y ardiente. Mis palabras salen solas de mi garganta, causándome arcadas. Me da asco en quién me estoy convirtiendo. Crezco, y el brillo de las estrellas van desapareciendo. Ya no me apetece pedir deseos. Ya no deseo que vuelva. Ya no siento lo mismo. Ya... Empiezo a odiar. 

Me he perdido a mí misma de nuevo. Me están quedando pocas opciones. Me estoy reflejando en el agua, pero no veo el fondo.

Y es que, ya son años. Años aprendiendo mal. Años llevándome a la boca una miseria.

Y es que, me esfuerzo para tener contentos a los demás. De verdad que lo intento, pero el dolor que me provoca no hacer lo que realmente quiero, me supera. Veo pasar las horas en esta habitación oscura, y me pregunto si mantener la espera de tu mirada, me hace bien. Si algo ahora va bien. O soy yo, que me intento convencer. 

¿Estoy bien?

Tengo pesadillas horribles, que me despiertan a las cuatro de la mañana, llorando. Busco un abrazo entre las sábanas, pero no hay respuesta del tacto.

Me levanto de la cama, y lo que me espera al cruzar la puerta, son gritos e insultos. Malas caras. Mínimo contacto.

Pero, en serio, lo intento. Intento sentir que dentro de este horror, algo anda bien. Que algo bueno me espera. Intento seguir el camino de las palabras para despejarme, mantenerme entretenida con trabajos poco importantes... 

Intento estar bien, a pesar de todo.

Sin embargo, me siento sola. 

Esta semana ha sido espantosa, y ahora, cuando más necesito un momento de apoyo, silencio y abrazos, más vacío hay a mi alrededor. 

Y no pretendo que os sintáis mal por no haber estado ahí.

Sólo intento desahogar un poco mis pensamientos. Me han estado dando la tabarra esta última semana, y ya era hora de reaccionar a ellos.

Me gustaría estar en otro lugar. En uno en el que solo se escuche el piar de los pájaros, la brisa del viento y mi respiración tranquila. Eso es, quiero escucharme respirando en calma, sintiendo cómo mis pulmones se hinchan de oxígeno, y luego, expulsarlo como si ese peso que tiene mi espalda ya no hiriese. 

No quiero nada. No quiero dinero, ni rosas, ni regalos, ni sonrisas, ni elogios. No quiero consejos, ni una vida hecha. 

Solo tiempo. Tiempo para mí misma. Tiempo para ahuyentar a todos esos fantasmas que quieren verme caer otra vez. 

Tiempo, y llorar.

BMF

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