He hecho un parón de estudio para ponerme a escribir. Ya estaba deseando volver a tocar este lugar tan reconfortante para mí. No sé, llevo desde por la mañana sin tocar un papel y, en fin, ya me empezaba a agobiar.

No tengo ni idea de cuánta gente leerá esto; si la persona que quiero que lo lea lo va a hacer y después me responderá.

Bueno, ahora mismo no importa.

Los ojos ya se me empiezan a cerrar. Han pasado de las doce y el sueño comienza a inundar mis pensamientos. Toda mi felicidad se hace bolita bajo las sábanas, sintiéndose cómoda por el recuerdo de dos noches atrás.

Te echo de menos.

Siento las manos frías y es imposible no pensar en ti; en tus abrazos de oso, en tus labios rozando mi cuello, en tu sonrisa, que se esconde bajo la oscuridad...

Estoy cambiando.

Tú me estás cambiando, y no te voy a negar que tengo miedo; miedo a que esto se apague por la rapidez de los segundos.

Y es que no quiero dejar de sonreír. Me gusta sentir los mofletes rojos cuando dices cosas bonitas; amo cuando me cantas en medio de la nada; que me escuches y no me hagas sentir sola.

¿Qué me está pasando? Me estoy acostumbrando a querer estar tumbada a tu lado mientras te hago cosquillas en el pecho.

Me estoy haciendo adicta a tus ojos y a tu sonrisa; a tu inteligencia y a tu sentido del humor; a tu delicadeza y sencillez...

Me estoy haciendo adicta a ti y, por primera vez, me gusta que sea así.

BEE~