Querido x:

Donde quiera que estés, te escucho. No importa cuántas noches te quedes sin dormir, cuántos mensajes borrados o canciones tengas que pasar hasta poder cerrar los ojos... Yo seguiré aquí.

Y no estoy segura de a quién escribo esta nota, mucho menos lo estoy sabiendo que cualquiera podría leerla y tambalearse después.

Me siento responsable de mis actos, y de la forma en la que me expreso.

Me siento causa de una lágrima, de una sonrisa, de una gracia, de un lamento, de una llamada, de un silencio...

Y no puedo evitar presenciar en mí una presión innecesaria, carente de sentido y absorta a lo que realmente significa la realidad.

Quizá me esté yendo por las ramas y jamás llegue al punto de la cuestión.

Y me río de ello.

Porque soy así, una lunática de las palabras; soy lo que muchos no serían capaces de intentar ser aunque les dieran millones de años para probar.

Me siento diferente, pero no un experimento.

Me siento libre, y sin alas.

Me siento viva, y no por la ayuda de nadie.

Me siento yo, al fin, y sin caer más de lo permitido.

Ahora te toca a ti, querido desconocido.

Te toca a ti demostrar cuánto vales; que yo no soy la única que se esfuerza y controla su destino.

Que no necesitas gravedad cuando se trata de levantarte y avanzar.

Llama la atención con tu personalidad.

Sonríe por lo que tienes.

No te quedes con lo malo solamente.

Porque todos sabemos, o al menos yo sé que, si no intentas ser feliz, es porque, en realidad, no quieres serlo.

Nos vemos,
BEE