12/01/20
El tiempo no hace más que transcurrir bajo mi mirada, sin ningún tipo de control. Sí, estoy escuchando una canción mientras escribo. Pero no es una canción cualquiera, es "la canción". Esta lleva muchas historias sobre mí que, ni yo misma soy capaz de entender. Actualmente, con 19 años y medio, me he dado cuenta (o he aprendido a asumir) de que estoy mucho más perdida que antes, como si mis pasos no hubiesen hecho más que llevarme por un mal camino durante toda mi vida...
Mi relación con mi madre ha empeorado en los últimos años, y mi hermana ha perdido la poca consciencia que le quedaba sobre sí misma. Y aquí estoy, sobria, observando cómo todo se va a la mierda... Cómo yo soy la única que lucha por que todo salga bien, pese a que mis pocos años de experiencia no sean los más hermosos del mundo.
MAMÁ
Mamá, seguramente esta sea la cuarta carta que te escribo en muy poco tiempo, y con razón. Supongo que no eres capaz de dar tu brazo a torcer, y prefieres que acabe nuestra relación en la basura antes de poder asumir tu culpa y arreglar las cosas como personas civilizadas. No. En cambio, te sientas en la misma silla de siempre de la cocina hasta las tantas de la mañana, con miles de botes de cerveza en la mano... Dices las cosas sin pensarlas dos veces, y nos hieres, tanto a mi hermana como a mí. Las personas que han pasado por mi vida, muchas de ellas, se han ido porque tú hiciste que se fueran. Sé que no puedo echarte la culpa a ti, porque los errores los he cometido yo, pero tú has tenido mucho que ver en las decisiones y actuaciones de la gente. No sé cómo explicarlo, pero me hace sentir muy desdichada que tú siempre hubieses estado ahí para hundirme un poco más de lo que yo ya me podía llegar a sentir, hundida. No tiene sentido escribirte esta carta si ni siquiera serás capaz de leer las primeras palabras, o, lo más importante, hacer por cambiar, pero quiero que sepas que ya no soy capaz de mirarte a la cara. Ya no por tus palabras, tus gritos, tus broncas con Da o por tu propia poca autoestima, porque hace mucho que me dejaron de importar, sino porque no te reconozco. Antes de tu depresión, eran las cosas diferentes. Había discusiones, pero era capaz de hablar contigo de mis problemas y de tomarte como una amiga más... No sé qué ha podido salir mal como para que nos martirices a Zi y a mí de esta manera, y luego te vayas de rositas, como si nunca hubiese pasado nada, como si el daño no estuviese hecho ya.
¿No te das cuenta de que no quiero estar en casa por alguna razón? Cuando pienso que tengo que volver, ya mi pulso se me acelera y me entra el típico vértigo. Me pongo a llorar. Y luego me seco las lágrimas y vuelvo a hacer por estar bien. Hace mucho que no soy la que era, y seguramente, las personas que han pasado por mi vida años anteriores, si me miraran ahora, pensarían que he pegado un gran cambio emocional. Y es verdad. He madurado como persona, normal. Ojalá me hubiesen conocido ahora, y no en esas condiciones, cuando todo mi mundo se resumía en una amistad poco duradera y un amor obsesivo. Y sé que tú estuviste ahí, viendo todos y cada uno de mis bajones, pero tampoco hiciste nada bueno para ayudarme; en cambio, me pusiste más peso bajo mi espalada, y me llenaste de inseguridades. Me hiciste sentir culpable. En vez de intentar animarme, parecía como si me estuvieses echando la bronca por tu tono de voz , y por tus palabras. Y si a eso le añadimos que, dichos errores, luego, me los estuviste echando en cara los últimos años, pues... ¿Cómo quieres que me sienta? Saber que he cometido errores, que me he juntado con personas que no me querían como decían, que me he pillado por personas que no eran buenas para mí, que no he intentado arreglar los problemas y me he callado mis pensamientos como la cobarde que soy... Y que, encima, me lo recuerdes cada vez que abres la boca, o cada vez que intento tener una conversación contigo... Remata.
¿Acaso no has sentido en ningún momento algo de remordimiento? ¿No han llegado mis acusaciones a hacerte efecto en el cerebro? ¿Eres tan orgullosa? ¿Tan egoísta? Ya veo que sí...
Estoy muy cansada.
AMIGOS
Siento que no tengo ni un amigo real desde hace años. ¿Los de antaño lo fueron? Me gustaría hablar con alguien que no sea mi novio ni mi hermana, y me acoja en sus brazos... Ser alguien para alguien. Ser amiga, y que, al día siguiente, se acuerden de mí. Quiero que los años no me prohíban darme una oportunidad.
¿Qué hice mal? Sé que mi obsesión con Bre no dio muchos puntos, y pude llegar a ser bastante "pasota" a la hora de quedar con vosotras, pero siempre os he apreciado, y os he querido como nunca llegué a querer a nadie. Quizá vi conveniente alejarme, ya que noté que no encajaba. Empezaba a sentirme excluida, presionada a hacer cosas que no quería solo porque vosotras sí lo hacíais; y si no lo hacía yo, ya era una aburrida.
Supongo que, en parte, agradezco haberme ido de vuestras vidas, o que vosotras os hayáis ido. Cada una puso su granito de arena para que aquello pasase. Sin embargo, a veces, no puedo evitar echar de menos nuestros momentos buenos, porque nunca volví a sentirme así con nadie. Ya no tengo la suficiente fuerza como para meterme en un grupo de amigos, y sentirla como una familia. Ya no sé qué es eso. La familia.
Lo único bueno que tengo actualmente es A. Él lo sabe. Yo lo sé. Sin embargo, hay momentos en los que siento que controla en cierto modo mi vida. ¿Será dependencia? Lo más seguro es que no lo sea.
Es extraño, aun así.
Me duele sentirme sola, y que las personas que me suelan mirar, tengan una imagen equivocada de mí. Me duele que en todo este tiempo, mi vida no haya hecho más que empeorar, haya hecho por estar bien, positiva, y aún hayan ojos que me miren como la tía loca y depresiva que nunca quise ser, y seguramente, nunca haya sido; que mi antigua mejor amiga no sea capaz ni de saludarme por la calle; que todo el mundo haya acabado tan mal conmigo, y yo, no obstante, siga pensando en ellos.
Me duele ser una extraña para un mundo que lucha por ser como yo.
En fin. He escrito miles de palabras y aún no he conseguido vaciar ni una milésima parte de mí. Qué raro. Las manecillas del reloj siguen moviéndose al compás de mis dedos.
A quien quiera leer a mi yo actual, sin rencores,
XXXXXX
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top