10/05/18
Estudios.
Querido amigo, sé que te estresa tanto como a mí. Pero no puedo hacer nada para ayudarte. Tú eres el que tiene que dejar que el tiempo se consuma hasta que suene la campana. Así, y solo en ese momento, podrás ser capaz de correr lejos de ese recinto tan claustrofóbico.
Estoy segura de que las riñas al llegar a casa no aligeran ese pesar que se ha instalado en tu pecho desde aquella primera vez que te sentaste en tu incómoda silla de clase para hacer el examen de Lengua más difícil del universo, o solo para ti, porque ningún otro compañero lo suspendió, a diferencia de ti.
Desde que pasaste por el umbral de la puerta de entrada y viste que todo a tu alrededor estaba igual que siempre, que no había cambiado pese a tu marcha, algo dentro de ti se retorció. Tú fuiste el único que modificó todo cuando te fuiste y el que modificó lo demás cuando regresaste. Tu mentalidad era inhumana, ni siquiera se podría considerar normal el hecho de querer volver a un lugar lleno de recuerdos tan malos y perturbadores... No obstante, tú lo hiciste porque no tenías otra opción. El mal estaba conquistando tu ambiente nuevamente, tanto allí como acá. Cualquier decisión que tomaras sería la errónea, ya que tu futuro ya estaba escrito con tinta viscosa, de la que no se puede quitar de la ropa. No, aunque tú hubieras tomado la decisión de quedarte donde estabas, sacrificando horas de sueño, habrías acabado igual que ahora: devastado. Tu mirada se ha vuelto a apagar y tus ojos han tomado un color gris que nunca habías apreciado en ninguna otra persona de tu entorno. Tu sonrisa ya no resuena de una manera agradable por las esquinas de tu habitación, ni tampoco tus pasos, los cuales se han hecho torpes y temerosos.
¿Qué te pasa? ¿Es por la graduación que no podrás celebrar? ¿Es por sentirte un inútil frente a personas de tu misma calaña? Sé que es duro. Sé que te gustaría formar parte del grupo que va a organizar la fiesta y poder hablar con tranquilidad con los demás sin pensar en el mal que te hicieron años atrás. Sé que te sientes excluido, pero ya no puedes hacer nada por algo que no tiene solución. Las críticas y la indiferencia van cogidas de la mano.
Tus notas no son las que eran. Ya no superas el cuatro y eso te rompe. Intentas sentarte en la silla y hojear los apuntes que te has tenido que pagar con tus propios ahorros, los cuales estabas reservando para comprar una cámara. Sé que lo intentas, pero es muy distinto lo que intentas a lo que acabas haciendo, que es llorar porque ya han dado las doce y tu cabeza se ha perdido en temas que no deberían ser relevantes, no cuando tu futuro y tu posibilidad de dejar el instituto atrás y hacer lo que quieres están tan cerca. Los malditos amores mentirosos, las amistades falsas y los problemas familiares te inundan el cerebro de información, provocando que a la hora de la verdad, cuando estás en frente del papel, te quedes en blanco y te entren ataques de pánico porque no eres capaz de recordar ni tu nombre. Empiezas a mirar todos los rincones de la clase, buscando algo que te haga rememorar lo aprendido, sin resultados. Apoyas la cabeza en la mesa y te dejas pisotear por el sueño y por la misma frustración de siempre. No te libras de no tener ninguna buena noticia, y eso consigue cansarte.
El exceso de conocimiento te paraliza; estar bajo presión las veinticuatro horas del día no te hacen ningún bien. La ansiedad cambia tu humor en un abrir y cerrar de ojos, convirtiéndote en una persona totalmente diferente. No te reconozco. Te has vuelto problemático conmigo, además de distante y frío. Te veo y me das miedo. ¿Qué pasó con la persona cariñosa que no dejaba que ningún mal acabase con su paciencia antes de tiempo? Estás vacío de sentimiento. Observo la manera en la que realizas las cosas, sin ganas de moverte demasiado. ¿Tan exasperado moralmente estás? Lo siento. Debería haberte parado cuando pude. Es mi culpa que todo en ti esté en completo silencio.
Nadie te comprende. Solamente se dignan a decir que seas feliz sin hacer nada para que eso ocurra; tienen la cara de recriminarte actos sin conocer la otra cara de la moneda; te esquivan porque piensan que tú eres alguien tóxico; no permiten que te expreses porque piensan que no sabes defender tus sentimientos; no les importas tanto como te importan a ti esos cabeza de chorlito.
Me gustaría decirte que todo saldrá bien, pero... Ahora no estoy segura de lo que pasará contigo, con nosotros. Nuestro destino está totalmente borroso. Quiero levantarme por los dos y dar los suficientes pasos para poder alcanzar la salida y salir por patas de lo que supongo que es una tortura.
Los estudios son un asco, y lo serán más si sigues pensando que lo son. Ahora mismo deberías de estar estudiando, no escribiendo a una chica que es parte de ti.
Pero comprendo que no puedas hacerlo. Si fuera tú, ya estaría rompiéndome los nudillos por no saber cómo aligerar esa presión total sobre mi cuerpo a causa de todo.
No te frustres más. Sigue tu camino y no te condiciones por lo que los demás hagan. Se tú, aunque cueste, y si ahora te ha tocado ser una persona totalmente hipócrita, bueno, que se atengan a las consecuencias los que decidan quedarse.
Yo te apoyaré en todo lo que pueda.
Te quiere,
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