Capítulo 3: En ocasiones veo muertos
Con paso lento, Sharon llegó al cuarto de baño, donde pudo ver las ojeras que delataban sus pocas horas de sueño. Tras lavarse la cara y peinar su revoltoso pelo, bajó las escaleras y llegó hasta el salón. Allí solo se encontraba Josh, distraído con un programa que se retransmitía por televisión. Sharon se acercó a él, dispuesta a narrarle los hechos de la noche anterior.
—¿Dónde está Lara? —preguntó. Sería mejor contárselo a los dos a la vez.
—Creo que está en el jardín de atrás, haciendo prácticas de tiro otra vez —respondió con la voz seca. Josh echó un trago de su refresco y siguió viendo el programa, sin percatarse del nuevo collar que colgaba del cuello de su hija. Sharon se fue del salón y llegó a la puerta principal. Al salir de allí, una leve brisa la dio de lleno. Aquello despertó un poco más a Sharon, acompañado de la luz del sol que irradiaba con todas sus fuerzas.
La niña dio un rodeo a la casa, pisando la suave hierba y las flores que ya estaban comenzando a crecer. Se notaba que la primavera había comenzado. Al llegar al jardín trasero, efectivamente, Lara se encontraba allí. Todavía quedaban unas pocas latas en una mesa y otras en el suelo, por lo que se podía deducir que no había terminado de "jugar" La pistola colgaba de la mano derecha de Lara, la cual observaba fijamente... nada.
«Ya están aquí» aquellas palabras inesperadas provocaron un escalofrío en Sharon ¿A qué se refería Scarlett? Lara se encontraba de pie, paralizada, con la mirada perdida. Sharon se acercó sigilosamente hasta ella ¿Qué es lo que miraba? Su vista se clavaba en un arbusto, cuyas hojas se mecían suavemente por el viento. Pero no ocurría nada fuera de lo normal...
—¿Lara? —la pregunta de Sharon tomó por sorpresa a la chica, la cual, en un descuido, disparó al suelo.
—¡Joder, qué susto! —Lara se giró y vio a Sharon, con su reluciente colgante reflejando la luz del sol. Aquella visión hizo que sus ojos se abrieran de par en par, asustada. Reconocía perfectamente ese collar—. ¿De dónde has sacado ese...?
—Es mejor que os lo cuente a los dos a la vez —sentenció. Sharon comenzó a regresar a su casa, y Lara, simplemente, siguió su camino.
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—¿Ya estáis aquí? —preguntó Josh al oír abrirse la puerta principal de nuevo. Dejó la lata de refresco vacía en la mesilla y vio a las dos chicas acercándose al sofá. Al ver el colgante de Sharon, imitó la expresión de Lara, pero reflejando más terror. Josh todavía recordaba ese acontecimiento con más fuerza que cualquiera de las dos. Lara tomó asiento en el sofá, al lado de Josh, y Sharon ocupó el sillón.
—Sí, ya sé qué os preguntáis cómo ha llegado este colgante a mis manos, ¿no? —Sharon miró a su padre y a su amiga, los cuales todavía se encontraban incrédulos. Tenía miedo de decir algo que no debía, pero tenía pavor del aviso de Scarlett «No lo vas a hacer a cambio de nada, lo harás para salvar a millones de personas inocentes» Más tarde, la misma chica pronunció «Ya están aquí»
—Bueno, tengo que deciros que... —Sharon tragó saliva—. Scarlett me visitó anoche.
Josh y Lara abrieron la boca a la vez. Sus rostros reflejaban sorpresa, pero no miedo. Seguramente, porque no creían del todo las palabras de Sharon. Pero si de verdad lo soñó, ¿de dónde había sacado ese colgante? En un principio, se quemó en el incendio de la casa de Scarlett. Y precisamente no se llevaron ningún recuerdo de Silver Creek... aparte de su horrible experiencia.
—Debiste haberlo soñado, cariño —comentó Lara.
—Fue real. Me pellizqué y no desperté, y de haber sido un sueño, no tendría este colgante —respondió Sharon, argumentando sus palabras. En eso tenía razón.
—Y de ser verdad, ¿qué te dijo? —cuestionó Josh, completamente preocupado—. De todos modos, ¿cómo te visitó si... murió? Yo la maté. La apuñalé y la quemé viva.
—Lo sé, papá. También me lo explicó a mí. Tengo muchas cosas que contaros —aunque Sharon tenía ganas de compartir su reciente experiencia con alguien más, no sabía por dónde empezar, ni cómo resumirlo. Tenía miedo. Lara y Josh observaron a Sharon, expectantes y algo inquietos por conocer su historia. Sharon suspiró y comenzó:
«No sé ni por dónde empezar, ni siquiera si podré contar todo lo que me dijo. Scarlett ya no es la adolescente que conocíais, ahora es una anciana, de cabellos cortos y plateados, y facciones arrugadas pero bellas. Al verla la reconocí por su sonrisa, y posteriormente por su voz. Ella me dijo algo de que el Amo era la única persona que no te había mentido, Josh.
El caso es, que según ella, se encuentra en un paso intermedio entre la vida y la muerte. Para conseguir la paz eterna, debe cumplir una misión relacionada con el motivo de su existencia. La misión no se la ha impuesto el Amo, pero sospecho que está relacionada con él. Hay una serie de cosas que no puede contarme, concretamente seis, pero asegura que poco a poco las conoceré.
Puedo comunicarme con ella siempre que lleve puesto este medallón. Puedo oírla, y ella me escucha. Dice que como está muerta, no puede cumplir su misión, pero que me guiará a mí para completarla. Me contó que la vida de miles de personas inocentes están en juego y que por eso debo ayudarla. Por último, me aconsejó avisaros de la situación y abastecernos de suministros, porque los necesitaremos»
Al finalizar, Sharon tomó aire e intentó calmarse. Josh y Lara se quedaron mudos, pues no sabían qué decir. No sabían si les contaba la verdad, pero debían confiar en ella, y sobre todo, en el colgante que llevaba puesto. A Josh le llamó la atención lo que dijo sobre el Amo. Él creía que tenía la respuesta a su incógnita. Al fin y al cabo, nunca dejó de darle vueltas.
—Ejem, ejem —interrumpió Josh, captando la atención de las dos chicas—. Creo que el Amo es... —Josh inspiró y tragó saliva, nervioso—. Abraham —Sharon fue a decir algo, pues ni ella ni Lara sabían quién era Abraham, pero Scarlett la interrumpió de nuevo «Canal seis, rápido» Entre la confusión, Sharon cogió el mando a distancia y encendió la TV.
La noticia ya había comenzado a ser explicada por el presentador, pero acababan de poner en marcha la retransmisión de un vídeo. Sharon, Josh y Lara abrieron los ojos de par en par, aterrorizados por las imágenes. Casi podrían asegurar que el tiempo se detuvo, al igual que sus corazones. En él, se veía claramente como un gólum aplastaba con su mazo a una persona en la Quinta Avenida, salpicando de sangre y piel a las personas de los alrededores.
El pánico se desató entre los presentes que intentaban huir. Turistas, madres cargando a sus hijos, ancianos cayendo al suelo... Todos corrían despavoridos de la inevitable muerte. Intentaban correr por las calles, entrar desesperadamente en tiendas o incluso reventar las puertas de los portales para escapar, pero nada dio resultado.
En medio del tumulto, dos parejas de perros deformes, con la columna vertebral en forma de "s" y escupiendo babas verdes por la boca, se abalanzaban contra turistas y mordían sus cuerpos, empapando la calle de sangre e intestinos. Al parecer, uno de ellos atacó al tipo de la cámara, la cual cayó estrepitosamente al suelo.
Se veía perfectamente como un fuerte viento arrastraba montones de ceniza, cubriendo todos los edificios e imposibilitando la visibilidad más allá de unos pocos metros. En medio de la ceniza, una figura de tres metros de altura, cuya silueta era lo único perceptible para el ojo humano, atrapaba personas hasta devorarlas.
De la ceniza escapaban tanto perros enloquecidos como gólums furiosos. La calle, desierta, exceptuando a los cuerpos sin vida devorados en el suelo, comenzaba a ser enterrada bajo toneladas de ceniza teñidas de sangre. El carmesí y el tono gris se asemejaban al vestido que llevó Scarlett la vez que visitó a Sharon. Finalmente, la cámara perdió la retransmisión, devolviendo la conexión al presentador de los informativos, el cual comenzó a hablar:
—Por ahora, se desconoce el origen de estas especies. Las únicas ciudades ocupadas por la plaga son Nueva York, Los Ángeles, Brasilia, Toronto y Ottawa. La milicia y la Organización de los Estados Americanos han comenzado a tomar cartas en el asunto, pretendiendo aniquilar a todas las especies posibles. Si el plan sale mal, toda América estará plagada a finales de este mes. Han quedado suspendidos y totalmente prohibidos los vuelos a Europa, Oceanía, Asia y África. Oficialmente, América está definitivamente aislada por la seguridad mundial.
Mientras nombraba las respectivas zonas afectadas, un colaborador del programa las señalaba en un mapa al fondo de la sala. Al acabar, el presentador retiró con la manga de su traje el sudor de su frente. La tensión y preocupación era palpable en todos los miembros del programa. A su lado, la co-presentadora también debía informar a los espectadores:
—Los científicos no encuentran explicación lógica a este suceso. Aunque trabajan día y noche para descubrir la Zona Cero de estas nuevas y peligrosas especies, sus avances son lentos y la gente teme por sus vidas. Desde aquí, les aconsejamos obtener todos los suministros posibles y permanecer en sus casas. Cierren puertas y ventanas, sobre todo, no acudan al exterior si no es estrictamente necesario. De ser posible, cubran las posibles entradas con tablas de madera, y si tienen un refugio, úsenlo. Que Dios los bendiga.
Los informativos acabaron su retransmisión y comenzó la programación normal. En el salón, tanto Josh como Sharon estaban terriblemente impactados y asustados, pero Lara se encontraba totalmente pálida. Todavía llevaba su pistola en sus manos, y no dudaría en usarla si el caso lo requiere. La chica se levantó del sofá y salió corriendo de la casa. Josh y Sharon se miraron extrañados, hasta que un disparo se escuchó por todo el lugar.
—¡Ayudaaaaa! —con el pedido de auxilio de Lara, salieron corriendo del salón hasta llegar al jardín trasero. Por suerte, Lara pudo disparar a tiempo al perro en la cabeza, dejando que la sangre empapara sus ropas. El cadáver del perro demoníaco cayó decapitado al suelo, y las babas verdes comenzaron a esparcirse por la hierba, eliminándola a cada paso. Lara empezó a hiperventilar, pero Josh la estrechó entre sus brazos intentando calmarla.
—¿¡De dónde ha salido ese perro satánico!? —exclamó Sharon. La impresión de ver cadáver tan cerca revolvió sus tripas, pero se prometió a sí misma no vomitar.
—Al ver los informativos, estaba segura de que una de esas cosas era lo que acechaba tras el arbusto —respondió Lara, todavía inquieta. Sharon recordó cuando vio a su amiga observando el arbusto fijamente. No debió haberla juzgado. Durante unos minutos, se quedaron allí intentando calmar sus nervios y regulando su agitada respiración.
—¿Qué debemos hacer ahora? —la preocupación latente de Sharon rompió el silencio. Solo cuatro años había durado su descanso, y ahora, debía volver a luchar. Esa la deprimió profundamente ¿Cuándo podría tener una vida normal? Josh aconsejó cubrir las puertas y ventanas con tablones de madera, tal y como explicaron en los informativos. Al acabar el duro trabajo, solo faltaba una cosa por hacer.
—¿Crees que el centro comercial todavía podrá abastecernos de alimentos? —preguntó Lara.
—Ya lo veremos —respondió Josh, cargando su escopeta—. Ya lo veremos...
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