Capítulo 1: Podredumbre.
♠️♠️♠️
—¿Por qué no dejan pasar? —preguntó Seema.
Magnus rodó los ojos.
—Los mundanos parecen estar muy inquietos. Que molestia.
—Entonces vámonos.
—No me puse toda esta purpurina para solo irnos —pareció ofendido—. Primero me llevaré algunos cócteles.
Seema lo miró como si fuera un idiota.
—No nos iremos. Solo tomaremos un atajo —le explicó y su melena rojiza se movió con el paso del aire. Agradecía haber tomado su chaqueta antes de salir de su departamento.
—¿Por qué siento que es una pésima idea, beelie?
La mujer sonrió con descaro.
—Porque en realidad es una buena idea.
Fueron cuidadosos de no ser vistos y Seema se encargó de todo lo necesario para entrar. Usó un hechizo para destruir la puerta trasera y se deslizaron entre las sombras sin ser vistos por absolutamente nadie.
Oh bueno, por casi nadie.
Un joven cazador de sombras de ojos dorados pareció observar todo desde la lejanía, preguntándose de donde diablos salió esa flamante pelirroja de grandes ojos dorados.
Le parecía familiar.
Muy familiar.
Dejando todo esto de lado, ambos brujos se deslizaron entre los cuerpos sudorosos que parecían apartarse ante su paso. Incluso los mundanos podían sentir la magia irradiando de su cuerpo, y voluntario o no, sus cuerpos reaccionaban con negativa.
Después de todo, ser hijos de los más temidos demonios no era un simple privilegio. Era algo que se tomaba con poder y sangre.
Con fuerza y voluntad.
Seema recordaba como es que con los años había visto perecer a sus hermanos. Elothair, su hermano mayor, había muerto por la mordida de un hombre lobo a la corta edad de dieciséis años; apenas había sentido el poder, pero no pudo conservarlo por demasiado tiempo.
El segundo en irse fue Angélic, su hermana más joven: En ese entonces aparentaba ser una doncella de gran prestigio, pero su gran codicia y manipulación la hizo caer antes de lo esperado. Para su desconcierto, un Lord se había enamorado de ella, pero al entender que nunca tendría oportunidad de tenerla, decidió hacer lo que mejor se hacía en la aristocracia: Mandó a secuestrarla. Contrató a un poderoso brujo (del que Seema se encargó después) e inhabilitó su magia con un hechizo de sangre, uno que terminó por condenarlo, pero que logró su cometido.
Angélic quedó indefensa ante el asqueroso Lord, y este aprovechó la oportunidad para violarla hasta su muerte.
Nunca pudo perdonarse el no poder salvarla.
Habían sido años oscuros para Seema. Tiempos en los que la ira y la venganza parecieron consumirla. Una época en la que la sangre de demonio predominó en su cuerpo mágico, instándola a consumir el mundo.
¿Pero quién era ella para quejarse?
Habían miles de almas desafortunadas y ella solo era una hormiga más en ese basto mundo. Para su edad, tenía suerte de seguir con vida.
—Reservé un espacio para ambos —le informó Magnus, pasando al área VIP mientras solo recibían una rápida mirada de ambos guardias de seguridad—. Raphael no podrá venir, así que tendremos más espacio para ambos.
Hizo una mueca decepcionada que logró guardarse para sí misma, había esperado poder pasar más tiempo con el vampiro que parecía cortejarla cada vez que tenía oportunidad. Ambos habían tenido ciertos… acercamientos, pero aunque ambos parecían estar excitados con la cercanía, era obvio que primero querían doblegar la voluntad del otro.
Algo sumamente normal para su edad, siendo sinceros. Esperar unos cuantos meses o años no era inusual para los inmortales, después de todo, tenían toda una vida por delante. Además, Seema había aprendido su lección.
«No acostarse con extraños», pensó con amargura, recordando a cierto platinado de ojos negros. Detestaba equivocarse, y podía afirmar que aquella noche solo había sido uno más de una amplia fila de errores.
—Vamos, querida —dijo Magnus, oliendose sus pensamientos. Su sonrisa gatuna era contagiosa—. No querrás quedarte atrás.
Sonrió de lado, solo queriendo hundirse en la depresión que la acechaba desde hace siglos.
—¿Me harías el honor? —ignoró sus pensamientos y ofreció su mano al brujo, quien no dudó en tomarla— Deseo pasar una velada espectacular. ¿Harías los honores?
Con un chasquido de dedos y una luz purpura que bailó en sus dedos, ambos se sumergieron en una noche de placer y éxtasis del que pocos podían negarse.
Después de todo, ser un brujo era un ventaja a la que Seema nunca se había negado.
Ni siquiera cuando la oscuridad y la podredumbre parecía consumir su vida.
♠️♠️♠️
Atte.
Nix Snow.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top