z e h n

hey, les pido una disculpa a los que estaban leyendo. accidentalmente me olvidé de agregar algo muy importante en el capítulo anterior, por eso lo eliminé.
ahora si, prosigan su lectura, aunque les recomiendo iniciar desde 0 :)

[***]

A veces, la mejor manera de sobrevivir es cerrando los ojos.
Y tú, ¿prefieres abrirlos, o cerrarlos?



zehn: ratte.

trollino

Los gritos desgarradores de Mike rebotaban entre lo más interno de mis oídos.

Pero yo no conseguía moverme, mi cuerpo seguía completamente congelado y, por más que lo intentara, mi cerebro no mandaba ninguna orden a mis músculos.

Estaba viendo a la persona que más amaba en el mundo morir justo frente a mis ojos, y yo no podía hacer nada.

Mierda, mierda, mierda.

Centré toda mi concentración para mandar una orden a mi cuerpo, pero éste no respondía. No podía hacer nada.

-¡Mike!

Lloraba como nunca antes en mi vida lo había hecho. Porque nunca antes en mi vida tuve una razón como esta para hacerlo.

Sus gritos desgarraban mi interior, no sé quien de los dos esté sufriendo más.

-Mike... No puedes dejarme.

No podía irse. No soportaría seguir viviendo sin él.

Sus lamentos iban debilitándose cada vez más, hasta que en cierto punto se volvieron inexistentes.

-¡No, Mike!

Él no podía irse. No podía dejarme.

Mi cuerpo se liberó de la parálisis, pero ya no me importaba. Ya no podía hacer nada para ayudar a Mike, no servía de nada.

No supe cuánto tiempo me quedé allí, de rodillas, con el corazón destrozado. Lo que si sé es que a partir de ahora un segundo se sentirán como mil años, como en este momento.

Con las piernas temblorosas me puse de pie. Mike había estado todo el tiempo para mí, y yo no supe apreciarlo.

El corazón me latía a una velocidad tan rápida que me dolía el pecho. Me dolía todo, tanto física como mentalmente. Las llamas del fuego seguían ardiendo, seguían tan vivas, todo lo contrario a mi interior. Las observé por otros largos minutos hasta que finalmente tomé una decisión.

Comencé a caminar hacia las llamas, esperando que me consumieran para gozar algo de su libertad. El fuego no tardó en hacer su trabajo.

Pero no había dolor. No había nada.

Caminé más, esperando el momento en el que sintiera mi cuerpo arder para terminar muerto; justo como merecía estar.

Seguía sin doler.

No, no, no.

No puedo quedarme, quiero ir con Mike.

Una ventisca de aire frío sopló de repente, recogiendo todo el fuego del pastizal. Me quedé en medio de las asquerosas cenizas.

Asquerosa vida injusta, Mike no merecía morir.

-Te equívocas, si que lo merecía.

Me giré con poca fuerza hacia donde había sonado la voz, pero al rededor no había nadie.

-Merecía morir. Al igual que el resto de ustedes.

Un escalofrío acarició mi espalda.

-Quiero morir -sentencié con voz vacía.

Escuché una ligera risa, pero no era tierna; era todo lo contrario. Era una risa amarga, de esas que te estremecen por completo.

-No. Tu vida me pertenece ahora. Yo soy la única que decide cuándo y cómo terminarla.

• • •

Abrí mis ojos de golpe.

-¡Trollino!

Mi cabeza daba vueltas a mi alrededor, pero poco a poco mi vista se fue aclarando, enfocando a unos preocupados Raptor y Timba.

Me sentí aturdido. Me retumbaban los tímpanos. Traté de incorporarme en la cama, pero mis brazos ardieron apenas me apoyé un poco en el colchón.

Tenían marcas de quemaduras.

-¿Q-Qué pasó? -pregunté a los chicos, lucían angustiados.

Raptor mordisqueaba la uña de su dedo meñique. Timba se frotaba las manos, cabizbajo.

-¿No lo recuerdas? -soltó el castaño después de unos segundos de silencio. Negué conmocionado-. Hm. Hace una media hora, Timba te encontró en la puerta principal completamente inconsciente. ¿Tienes alguna idea de cómo pudiste llegar hasta acá?

Mi cabeza seguía doliendo.

-No. Lo último que recuerdo fue...

Entonces una imagen rebotó en mi cabeza.

-¡Mike! -grité levantándome de golpe, ésta vez no me importó el dolor. -¡¿Dónde está?!

Ambos voltearon a verse. Raptor fue el primero en voltear y hablar:

-Trollino, Mike se fue contigo. No ha vuelto desde entonces.

Mi mundo se fue para abajo.

No había sido una pesadilla. Mike estaba muerto.

Mike murió frente a mis ojos.

-Trollino, ¿dónde está Mike? -se empezó a alterar Timba, incorporándose en su lugar.

De pronto, sentí otro escalofrío.

Si lo que sucedió fue real, eso quiere decir que...

«-Yo soy la única que decide cuándo y cómo terminar tu vida.»

-Tenemos que irnos -sentencié, levantándome de golpe

Tomé mi mochila y caminé en dirección a las escaleras, sin voltear a verlos. Sabía que era la única manera en que me harían caso.

A mitad de las escaleras, algo se estampó en el suelo, justo frente a mí. Mi vista nublada se tardó en enfocarlo; era una libreta.

Escuché las pisadas rápidas de los chicos detrás de mi. Confundido, levanté el cuadernillo. Estaba abierto en una hoja que contenía una caligrafía muy bonita, lo cual sólo agregaba un efecto más lúgubre al asunto.

-Trollino, ¿qué está pasando? -exclamó Raptor apresurándose a alcanzarme-. ¿Dónde está Mike?

Para ese punto, mis ojos ya estaban volviendo a empañarse.

-Está muerto -solté finalmente. Ahora es real-. Mike... Mike está muerto.

Y volví a quebrarme.

timba

La voz rota de Trollino seguía rebotando en mi cabeza.

Está muerto.

No. Mike no puede estar muerto.

Pero los sollozos de Trollino gritaban lo contrario.

Comprendía ese sufrimiento. Comprendía que no era una mentira.

No sabemos nada de Mayo, ni Víctor. Mike está muerto. Sparta está muerto.

Rius... Rius está muerto.

En ese instante reaccioné.

Habíamos perdido todo, por algo que ni siquiera nos pertenecía.

Asquerosa vida. Asquerosa muerte.

Raptor seguía inmóvil en su lugar. Trollino se estaba rompiendo.

Yo ya estoy quebrado, ¿qué más me queda?

Tomé la libreta que Trollino había tirado al suelo, esperando encontrar algo con lo qué distraerme de mi mente. Adentro había letras titubeantes escritas con tinta azul. La hoja lucía muy maltratada.

-A 27 de diciembre del 2015:

A quien sea que esté leyendo esto:

Ten cuidado con el pasto. Es naranja, pero está lleno de maldad.

Por favor, no abras la caja. No le des el placer de consumirte.

Yo no me salvé, espero que tú si puedas hacerlo.

Recuerda que te lo advirtieron.

Tenías que responsabilizarse de sus consecuencias.

No es nuestra culpa que no creyeran.
Es hora de pagar por su boleto.

Buena suerte, empieza el paseo.

-E.

¿Acaso algo de eso tenía sentido?

De pronto, las luces se extinguieron por completo.

Ahí había más letras pero, al contrato de las primeras, éstas lucían más recientes y rasgadas, como si alguien las hubiese escrito con una manada de lobos persiguiéndolo.

Aún así, me pareció reconocer la caligrafía...

"Huyan. Sálvense ahora que tienen tiempo."

Era de Sparta.

De pronto, las luces se extinguieron por completo.

Antes de que cualquiera pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, un grito agonizante retumbó entre las paredes de la casa.

Después una advertencia distorsionada.

Se escuchaba con mucho eco, pero el mensaje se entendía a la perfección.

-Huyan.

-Huyan, por favor.

No tuve tiempo de formular ninguna pregunta antes de que Raptor me tomara por el brazo y empezara arrastrarme hacia la salida de la maldita casa.

Los gritos y peticiones taladraban mis oídos. Eran voces conocidas, voces de aquellos que me ayudaron y perjudiqué en un pasado.

Eran las voces de todos, de Mike, de Sparta, de Mayo, de Víctor. De Rius. De... ella. De ella.

-Huye, Timba. Huye por mí.

[ les comparto esta canción para mejorar el ambiente :) ]

Cerré los ojos con fuerza y solo puede darme cuenta de que estábamos afuera por el impetuoso silencio de la calle.

Trollino insertó la llave en la cerradura de la camioneta para abrirla. Sus manos temblaban.

Una vez que logró abrir la puerta nos apresuramos a entrar. Trollino arrancó enseguida.

-¿Qué mierda acaba de pasar ahí dentro? -grité al borde del colapso una vez que nos habíamos alejado unas calles de la casa.

-Era la voz de Sparta -masculló Raptor con la voz entumecida.

-Y la de Mike -siguió Trollino, igual de ensimismado.

-Y la de Rius -terminé, sintiendo ese vacío nuevamente.

-Había una voz más... Una chica, pero no pude reconocerla -comentó Raptor. Cerré los ojos de nuevo.

-¿A quién le importa de quién era? -me exalté, aunque fue más que nada para evitar que hablaran del tema- ¡Nos estaban advirtiendo de algo! ¿Cómo pudieron hacer eso?

-¡Oh no! ¡Milion! ¿Alguien lo vio? -Raptor empezó a buscarlo por los sillones del vehículo, aunque el gato no daba señales de estar aquí.

Fijé la mirada hacia enfrente, ignorando todo alrededor. Me sentía más devastado que antes.

Trollino seguía conduciendo. Sus ojos veían un punto hacia afuera, sus nudillos apretaban con fuerza el volante. Y las lágrimas no paraban de caer.

Raptor ya no parecía Raptor. Sus ojos sólo demostraban el abatimiento y cansancio que sentía. Pobre.

El cielo había oscurecido demasiado rápido. Parecía que una tormenta eléctrica estaba apunto de llegar.

Íbamos en dirección a la entrada de la villa. En dirección a la tan deseada libertad.

Pero, me pregunto, ¿de qué sirve?

¿Acaso es importante seguir adelante, aún cuando ya no tenemos razones para hacerlo?

¿Vale la pena seguir andando, o mejor nos rendimos?

Y si fuera así, en todo caso, ¿a dónde iríamos? ¿Podríamos volver a sentirnos seguros en ese lugar?

No esperanza ha muerto. No veo razón para continuar la carrera de la vida. No veo razón para sonreír.

En medio de mi lluvia de inseguridades, alcé la vista nuevamente a la carretera, donde fui testigo de cómo una nube de polvo negro se extendió desde el suelo, hasta quedar una silueta disuelta justo enfrente de nuestra camioneta.

-¡Cuidado! -exclamó Raptor con tanta fuerza que sentí despertarme de un sueño.

Trollino frenó de golpe, haciéndonos rebotar a todos en nuestros sitio. Pese a eso, nadie se quejó. Nadie dijo nada, la silueta tampoco no se movía.

-¿Qué mierda es esa cosa? -cuestionó Trollino entre asustado y confundido, pegando su cara al cristal para tratar de distinguir aquella nube tan rara.

De pronto, ante nuestros desgastados ojos, el polvo comenzó a evaporarse hasta dejar a la vista pequeños movimientos.

Ligeros chillidos se escuchaban desde afuera.

-Retrocede -comandé a Trollino, dándole un codazo para sacarlo de su trance. Sería mejor no descubrir lo que sea que se oculte detrás. Él titubeó un poco, pero finalmente presionó el pedal de retroceso con el piel.

La camioneta no se movió.

-¿Qué sucede? -la voz de Raptor sonó asustada.

-¡No arranca! -gritó Trollino molesto dándole un golpe al volante.

Viendo que todos parecían perdidos, decidí tomar cartas en el asunto. O al menos tratar de hacerlo.

-Entonces salgamos de aquí -sentencié con voz dura antes de abrir la puerta.

Y salté hacia afuera.

El viento chocó contra mi cuerpo con una fuerza anormal. Pero ¿qué tan normal podía considerarse todo esto?

Unos metros más adelante, la nube de polvo seguía luchando por deshacerse. Debíamos aprovechar eso antes de que explotara lo que sea que contenga.

-¡Rápido! -golpé la ventanita del auto para animarlos a salir.

Pisé algo húmedo en el suelo, justo debajo de la llanta. Gasolina.

Alguien había roto el tanque de gasolina.

-Era la única manera -murmuró una voz diferente a mi derecha. Parecía una niña. Después se echó a reír.

Raptor y Trollino aparecieron del otro lado de la camioneta, sujetando sus chaquetas para que no las agitara el viento.

Ignoré todo, sólo quería huir.

-No le des el placer de consumirte.

-¡Corran! -exclamé agitado antes de reunir las pocas fuerzas que me quedaban y echar a correr hacia el único camino disponible: el interior de la villa.

Los chillidos seguían incrementando en sonido y cantidad. Pero trataba de no distraerme, mi mente y mi cuerpo parecían haberse coordinado para un mismo objetivo: escapar.

-Huye Timba. Huye, por mí -repitió ella. Eso me dio más fuerza para continuar.

-Detente, no lo hagas más difícil -y una vez más, la voz de la niña misteriosa.

La ignoré. Corrí con más fuerza.

Sentía mis piernas desgarrándose, pero el dolor físico no fue suficiente para detenerme.

En ese instante, el viento rugió con más fuerza. Levantaba polvo y hojas caídas de los árboles que cubrían mis ojos. Tampoco me detuve.

Había una construcción de material resistente a unos metros de distancia, aproximadamente unos cuatro. Eso sería suficiente para evitar lo que estaba formando la nube de polvo. Casi podía oler la salvación.

Hasta que un estallido a mis espaldas me hizo trastabillar.

Me giré justo al tiempo en que una oleada de polvo llegaba directo hacia mí. Una vez que volví a abrir los ojos, pude darme cuenta de que Trollino estaba a dos metros de ni, pero Raptor venía más lejos, a unos diez metros de distancia de nosotros.

Alcé la vista hacia donde sonó la explosión.

Al principio me costó encontrar algo, pero mientras esa ola oscura se acercaba más -a una velocidad extremadamente rápida-, fue más fácil reconocerlo.

Ratas.

Ratas negras.

Retrocedí con lentitud, aún sin apartar la mirada. Me tomó unos segundos continuar mi concentración. En apenas ese tiempo, la ola de ratas había recorrido la mitad de camino que nosotros hablamos hecho.

Un ligero temblor se fue presentando mientras más se acercaban. Eso, junto con la fuerte tormenta, empezaba a ahogarme.

-¡Sigue Timba, no te detengas! -gritó Trollino cuando pasó a mi lado.

Los chillidos de las ratas opacaron su voz hasta hacerla un leve murmullo. No obstante, obedecí.

Trollino fue el primero en llegar al interior. Después yo. Olía a suciedad y húmedad, pero eso era lo de menos. Lo importante era que parecía poder resistir el ataque de las ratas.

Estuve a punto de cerrar la puerta de un portazo, pero la mano de Trollino me lo impidió.

-¡Espera! -alzó la voz para que alcanzara a escucharlo, y señaló algo a través del umbral.

Raptor.

Mierda, Raptor.

Sus piernas seguían moviéndose con ímpetu, pero la ola de ratas venía pisándole los talones. Él parecía darse cuenta de esto, porque vi que su correr empezaba a debilitarse.

Con una fuerza involuntaria, mi garganta gritó lo más fuerte que pudo.

-¡¡Puedes lograrlo!!

Trollino se unió a mi grito de guerra. Mis cuerdas vocales temblaban, pero no importaba si con eso era capaz de devolverle la esperanza a mi amigo.

-¡¡Tú puedes, continúa!!

Él nos escuchó. Y nuestro plan pareció funcionar: Raptor apretó el paso.

-¡¡¡Andando, ya casi llegas!!!

El castaño tomó una pequeña ventaja. Solo una pequeña, pero sería suficiente si lograba continuar el ritmo.

Cuatro metros.

-¡¡Sigue, Raptor!!

Tres metros y medio.

-¡¡No te rindas!!

Dos metros.

Los chillidos de los animales perforaban mis oídos. El polvo negro ardía en mis ojos. Los relámpagos caían a la distancia. Sus truenos palpitaban con furia, como queriendo alentarlo también.

-¡¡No te detengas!!

Un metro.

Casi podía sentirlo encima de nosotros.

Mis ojos se dilataron al ver una pequeña sombra aparecer del lado derecho del castaño, pero él estaba tan absorto en llegar que no pudo darse cuenta.

raptor

Puedo lograrlo. Puedo lograrlo. Puedo lograrlo.

Mi mente ocultó los gritos de las ratas. Se enfocó en los gritos de aliento de mis amigos.

-CUIDADO -gritó Timba de repente, pero no supe a qué se refería.

Trollino desvío su mirada hacia mi izquierda y después, su rostro reflejó un terror absoluto.

Por acto reflejo, mis pupilas buscaron aquello por lo que me alertaban.

Una sombra con esencia familiar se acercó a mí peligrosamente.

Traté de no escandalizarme, tenía que concentrarme en lograrlo.

-Lo siento -sentí su susurro cerca de mi oído-, es la única manera en la que podremos estar juntos.

Y, justo antes de que alcanzara la victoria, la sombra estiró sus brazos y los apoyó con una fuerza ardiente en mi pecho.

Me empujó hacia las ratas.

Ellas no tardaron en envolverme en sus patas. Me arañaron el rostro, los brazos, las piernas.

Caí al suelo con un golpe sordo. Sentí una multitud de ratas subirse encima mía, escarbando con sus garras entre mi piel.

Sus filosas garras no tardaron en perforar mi cuerpo. Ahora no sólo las sentía afuera, si no también dentro de mí.

Empezaron a comer mis intestinos, a arrebatarme lo poco que me quedaba de vida.

Por un halo de luz de entre las ratas, alcancé a reconocer la sombra. Sus ojos vacíos me miraban con tristeza.

Sparta me empujó.

Sparta me mató.


[***]

*c esconde en su fuerte de almohadas*

bien, admito que no se como comenzar ésta nota. también me siento devastada.

para empezar, quiero disculparme por mi inactividad en esta semana. ahora saben porqué fue.

si, parece loco, pero estuve escribiendo la mitad de éste capítulo en el transcurso de la semana. la otra mitad la terminé entre ayer y hoy.

me siento jodidamente orgullosa de este capítulo. es al que le he metido más sentimiento de todo mi historial en wattpad.

tanto así, que llegó a afectarme a mí. y, hasta ahora, ninguno había logrado hacerme sentir de esta manera.

pese a eso, no voy a editar nada. lo dejé tal y como estaba cuando lo terminé.

espero, de verdad, haberte transmitido alguno de los sentimientos que me propuse encarnar.

no me odien, yo los amo :')

alejándonos un poco de todo este asunto sentimental, me permito comunicarles que he cambiado mi biografía, sólo por temporada halloweenesca. aviso para que no piensen que me poseyó un espíritu o algo por el estilo.

si quieren ir a verlo, sólo entren a mi perfil jsjs <3

quiero decirles que me habría encantado realizar un especial de Halloween, pero por falta de tiempo me veo en la obligación de suspenderlo hasta el próximo año :(

trataré de hacerlo, pero no puedo prometer nada.

sin embargo, trataré de subir algo relacionado en TDC 7v7r.

trataré de subir el capítulo × × × × de Raptor en la semana, no se apuren.

y, sólo para aclarar: no quise hacer tan explícita la muerte de Raptor, siento que tal y como está es más que suficiente.

ahora si estamos en la recta final. siento un cosquilleo en todo el cuerpo, ¡que ansias!

nos leemos muy prontito. los quiero, calabacitasf <33

🍭🍭

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