s i e b e n
La duda se queda por algo. No la ignores
sieben: glühwürm
sparta
Jugueteaba con la cerradura de mi mochila, ansioso.
De reojo observé la maleta que Víctor le había encargado a Mayo. Sentí un revoltijo en el estómago.
—¿E-Estás seguro de que Víctor estará bien? —pregunté una vez más hacia nadie en específico, todavía con la pesadez de mi estómago desde que vi la inerme mochila del pelirrojo. Percibí una ligera risa por parte del ojimorado.
—Sparta, ya te lo he dicho: sólo fue a dar una vuelta. Volverá pronto.
Asentí, esperando que con eso se cumpliera.
Íbamos en la camioneta de camino a la nueva casa temporal que habíamos elegido antes de recibir la noticia de Rius. No estaba muy lejos, quizás a unas tres cuadras de distancia, dentro de un fraccionamiento abandonado.
El resto del camino me dediqué a ignorar los dos asientos vacíos de mis compañeros, fingiendo que todo estaba bien.
Pero nada está bien, gritó una vocecita en mi cabeza.
Cuando finalmente aparcamos, me apresuré a bajar de un salto y correr hacia un arbusto seco. Ahí dejé que mi estómago se deshiciera de esa asquerosa sensación.
⚫
La casa tenía un ambiente frívolo. Era imposible pasar por desapercibido ese pequeño detalle.
No obstante, traté de hacerlo. Traté de ignorar todos esos datos que amenazaban con hacerme explotar. Traté de convencerme de que todo estaba bien.
Inhalar. Exhalar. Inhalar.
Raptor llegó a mi lado de imprevisto, colocando su mano en mi hombro para apoyarme, algo que agradecí con fuerza.
—Spartita, ¿estás bien?
Exhalé al escuchar su voz cálida.
Sus ojos me observaban con tanta fascinación que no pude mentirle.
—No, Raptor. No estoy bien —confesé, agachando la cabeza. Ni siquiera sé cómo reaccionar, pues no sé con exactitud que es aquello que me molesta.
Él no titubeó; me envolvió en un reconfortante abrazo.
—Hey, no te preocupes. No hay nada malo —respondió, aunque me pareció que recitaba esa frase para convencerse a él mismo. Sentí que me abrazaba con más fuerza—. No hay nada malo.
Sentí un nudo en mi garganta y no lo evite más: lloré de nuevo. Esta vez en sus brazos.
—Eso espero, Raptor.
⚫
Un rato después nos reunimos con los demás en la sala. Mike, Raptor y Trollino buscaban algo en sus móviles. Timba seguramente estaba en su alcoba temporal.
Mayo y yo revisábamos entre los estantes llenos de polvo de la misma habitación, ya que, algo muy curioso, esta casa también estaba amueblada al estilo vintage. Parece que quienes vivieron aquí se fueron así, sin más.
Encima de una mesa donde debía ir la televisión había un sobre hecho de cartulina amarilla. Tenía unas manchas de tinta negra junto con unos garabatos incomprensibles.
Contenía un disco de vinilo.
—¿A qué esperas? Ponlo —acotó Mayo, señalando un tocadiscos descuidado.
Me acerqué al artefacto y lo acomodé esperando que funcionara. Al cabo de unos segundos, una melodía frágil comenzó a sonar.
—Stars shining bright avobe you. Night breezes to whisper “i love you”. Birds singing in the sycamore trees. Dream a little dream of me~.
Un escalofrío me recorrió.
Antes de que pudiera sacar el disco, Mayo me interrumpió:
—¡Mira, una fotografía! —notificó emocionado, mostrándome una hoja de papel rasgada.
Fruncí el ceño, girándome a su dirección. La música danzaba de fondo.
—¿Qué es?
Se encogió de hombros, sin apartar la vista de la foto.
—No lo sé. No le encuentro for-...
De un momento a otro, se quedó totalmente pálido.
—¿Mayo? —me preocupé—. ¿Estás bien?
Alzó la mirada, dejándome ver sus pupilas púrpuras bañadas de un sentimiento que conocía bien: miedo.
Sin hacer ningún gesto, me entregó el papel. La tomé dudoso.
Por la calidad y su mal estado me tomó unos segundos encontrar alguna forma, tal cómo dijo Mayo. Pero conforme más pasaba mis ojos por ella, más nítida se volvía la imagen.
Lo primero que vi fueron unas veinte figuras humanas con trajes y vestidos blancos. Sus rostros estaban borrosos, por lo que no alcanzaban a distinguirse. En medio de ellos había una figura más alta que todos, les ganaba por dos cabezas, vestida completamente de negro. Desprendía un aura negra.
Al fondo se veía la casa donde encontramos el tesoro. Pero lo que causó que mi piel se erizara, fue ver que cada una de las veinte figuras blancas tenía una extraña muñeca de trapo cargando en sus brazos.
Después de observarla más detenidamente, me di cuenta de que ninguna de esas personas poseía ojos. En su lugar, estaba una cuenca negra, sin un rastro de sangre.
Aventé la fotografía hacia atrás, sin importarme dónde cayera.
—¿Qué es eso, Sparta? —escuché a Raptor desde su lugar, con voz preocupada. Al instante sentí las miradas de todos.
Volteé hacia Mayo, preguntándole si era buena idea mostrárselas. Él pareció entender, pero no dudó. Tomó la fotografía del suelo y se las entregó.
Ellos se tardaron un rato en analizarla.
A pesar de su armonioso sonido, el piano de fondo no ayudaba a tranquilizarme.
—Stars fading, but I linger on, dear~.
—¿Dónde lo encontraron? —preguntó Trollino entonces.
—Resbaló del mismo sobre donde estaba el disco de vinilo —respondió Mayo distante. Después de unos segundos, se puso de pie para llamar nuestra atención—. No entiendo que mierda está pasando aquí, pero tenemos que irnos lo antes posible. Y no importa si alguien no está de acuerdo —se apresuró a aclarar, viendo a Trollino.
—I'm longing to linger till dawn, dear. Just saying this~.
Todos volteamos a ver al azabache buscando alguna respuesta, pero él se mantenía observando la fotografía. Quisiera saber que está pensando.
Al cabo de unos segundos también se puso de pie.
—Nos iremos mañana por la noche. Por la mañana iremos a canjear algo de dinero y ya veremos como guardamos lo demás en las maletas.
Sonreí. Por fin nos iríamos.
Lo que no sabíamos, es que ella necesitaba menos de un día.
—¿Alguien más tiene hambre? —inquirió Mike sonriente antes de casi correr a la cocina.
—¡Espera, que luego te acabas todo, perro! —le siguió Raptor.
—¡No, agarren a Mike! —grité exagerado mientras entraba a la cocina. Trollino venía detrás riendo.
Mike no alcanzó a rodear la mesa antes de que Raptor lo atrapara
—¡Eh, pero si yo llegué primero! —se quejó el rubio cuando el castaño le tomó de los brazos.
—Eres un tramposo —burló éste sin soltarlo.
—Chicos —interrumpió Mayo distraído. Volteamos a verlo—. Iré a buscar a Víctor, ya debió haber llegado hace un rato.
Y de nuevo esa sensación creció en mi estómago.
—De acuerdo, aquí los esperamos —respondió Raptor divertido, sin prestar atención.
Mayo asintió, tomó su abrigo del sofá y salió hacia el atardecer nublado.
Tragué saliva, intentando ignorar las cosas malas que mi mente me hacía imaginar.
No hay nada malo. No hay nada malo. No hay nada malo.
—¿Sparta? —me llamó Trollino con precaución—. Estarán bien. No es como si fueran directo a su muerte.
Sonreí, tratando de convencerme de eso. De nuevo.
—¡Ya suéltame, conejo! —gruñó Mike. Reí un poco al recordar cómo se encontraban.
Quizá tengan razón, debo desconectarme un poco de ese asunto.
⚫⚫
mayo
Caminé a paso lento, virando hacia los lados cada cierto tiempo, bajo la desagradable sensación de ser seguido por alguien.
No sé a dónde pudo haber ido Víctor, pero espero que no sea muy lejos.
Detrás de la casa embrujada hay un bosque. Teniendo en cuenta que aún no conocemos la villa, seguramente fue para allá.
Empecé a caminar hacia allí, todavía sintiendo a alguien pisando mis talones.
—¡Víctor! —empecé a llamarle, apresurando un poco el paso.
A mi alrededor sólo alcanzaba a ver árboles, arbustos y más árboles. Era un panorama verde y marrón. No había señal de Víctor en ningún lado.
El cielo empezaba a oscurecerse, opacando más mi vista. Debí haber traído una linterna.
—¡Víctor! —volví a gritar, una vez más sin obtener respuesta.
De pronto, una ligera lucecita verde atrajo mi atención. Las copas de los árboles abundaban en este sitio, por lo que también había más oscuridad.
Me acerqué a ella inconscientemente, guiado por la única fuente de luz. La lucecita retrocedía cada que yo me acercaba.
Fruncí el ceño al ver más luces verdosas a mis lados.
Eran luciérnagas.
Demasiadas.
Por estar tan cautivado en su resplandor no me di cuenta de que una extraña neblina grisácea se acercaba a mí.
Cuando estuvo lo suficiente cerca mía, me llegó un pestilente olor parecido al gas de zorrillo.
Antes de que pudiera hacer algo, la neblina me alcanzó y al instante sentí cómo si me hubiera sumergido a un tanque de aceite hirviendo.
La neblina se extendió, haciendo imposible el encontrar una salida. Cada bocanada de aire era una bocanada de veneno. Sentía mis órganos hirviendo en mi interior.
Me recargué en el tronco de un árbol respirando agitado. Algo subía por mi garganta con velocidad, me incliné para vomitarlo. Era sangre.
Caí en pánico, no podía pensar. Mis ojos ardían, mi cuerpo no se movía, mi interior se derretía.
Lo que sea que me esté ocurriendo, por favor, deténgase. Deseé.
No lo hizo.
Seguí caminando, atento a encontrar una salida de la neblina mortal. Pero apenas y podía moverme, tampoco podía ver. Me detuve para escupir más sangre.
De un momento a otro mis pulmones dejaron de funcionar, al igual que el resto de mis órganos.
La tortura acabó.
Y empezó la siguiente.
***
ya unka de leídas :D
¡gracias! <33
créditos de la idea de la muerte a @SmileJulieta. y gracias a @Tina_Cat por ayudar.
¿qué piensas acerca de esta muerte?, ¿y de la foto?
la canción del disco de vinilo es la que está en multimedia uwu
¿cómo de que ya es jueves? :'0
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top