d r e i


Para algunos el color blanco es pureza, es bondad, es vida. Para otros es locura, es sufrimiento... es muerte.




d r e i: katze


trollino

El recorrido fue corto. También callado.

Siempre que viajamos, Timba, Rius y Raptor son los encargados de mantenernos animados, pero esta vez Timba decidió darse una siesta, Rius se mantuvo concentrado en la carretera y Raptor... bueno, Raptor estuvo en su burbuja todo el tiempo.

Creo que todos están más cansados de lo normal—aunque no los culpo, después de todo, tuvimos un día muy agitado—, porque se dedicaron a dormir. Excepto por Mayo, quién mantenía su mirada en su móvil, Rius, pero él no podía dormir a menos que quisiera que nos estrelláramos, y yo.

Mi acompañante del momento era la ventana, empañada por una extraña neblina que apareció de la nada.


«Bienvenido a Scareville. El lugar del que no querrá salir nunca.»


Leía el letrero de bienvenida cuando lo pasamos.

La neblina empezó a aumentar, por ende, la ventana comenzó a empañarse aún más. Pese a eso, pude sentir perfectamente que un aura de maldad se instaló alrededor de todo, cómo si el lugar estuviese hechizado.

Un rato después de avanzar por una carretera vacía, pude ver algunas figuras de casas a la distancia. También se veían algunos letreros en neón bajo.

—Llegamos —musitó Rius, deteniendo la camioneta con un frenazo que despertó a todos.

—Ay, mi cabeza —se quejó Timba, pues la susodicha había rebotado contra el colchón del asiento.

—¿Cuándo llegó la neblina? —preguntó Sparta, somnoliento.

—No hace mucho, quizás unos 10 minutos. Pero parece que aquí lleva más tiempo —respondí mientras me agachaba para tomar mi mochila—. Será mejor salir ahora a conocer un poco a las personas, antes de que se haga más oscuro.

—¿Qué dices? —inquirió Víctor confuso— ¿Qué hora es?

Encendí mi celular.

—Apenas las ocho.

—¿Qué diablos? —exclamó Mayo, todos estaban igual de asombrados—. Se ve como si fueran las diez de la noche.

—Son las nubes, cubren todo el cielo —concordé. En realidad se veía demasiado oscuro.

—Miren, más adelante creo que hay una cafetería —anunció Rius señalando algo afuera del coche.

—Bien, vayamos —habló Mike por primera vez. Tomó su mochila y esquivó a todos hasta llegar a la puerta.

Todos le imitaron, yo fui el último en salir. Me aseguré de que las puertas estuvieran completamente cerradas antes de alcanzar a los demás, quienes ya habían entrado a la cafetería.

Me recibió Yellow submarine, de The Beatles.

Una vez adentro, las pocas personas que había dentro voltearon a vernos confusos apenas abrimos la puerta. Sólo estaban ocupadas dos de las quince mesas en el local. Nos sentamos en la barra, frente a una señora rubia de espaldas a nosotros.

—Buenas tardes —habló Mike para llamar la atención de la señora, pues ésta parecía no haberse dado cuenta de que entramos.

—Guten tag —saludó, pero al vernos dejó de sonreír—. Oh, tuorists —murmuró, con algo de desprecio—. I'm sorry, do you speak english? I only know a little bit spanish.

Mis compañeros voltearon a verme con algo de burla. Yo soy el único que sabe hablar inglés.

—Yes, i do. Give us seven lattes and a capuccino —pedí. La mujer asintió y se dio la vuelta para empezar a prepararlos—. No esperaba que estuviera tan desolado —comenté hacia los demás.

—Yo no sé ustedes, pero a mí este lugar me da algo de mala espina —murmuró Rius en algún momento, con la mirada pegada a la barra.

—¿Por qué? —preguntó Timba jugando con una servilleta.

Rius señaló hacia atrás, a las pocas personas dentro del local. Ahí me di cuenta de que ellos también nos veían cuchicheando cosas en alemán hacia sus respectivos acompañantes.

Resoplé. Ni siquiera sé porqué estamos aquí.

—Here is —la empleada interrumpió, entregando el pedido. Vaya, eso fue rápido.

—Oh, thanks —todos tomaron un vaso, dejando el de contenido diferente para Mike. La rubia seguía todos nuestros movimientos con una mueca de insatisfacción en su rostro.

—And... What are you doing here? I mean, it's inusual have visitors in Scareville.

Fruncí el ceño.

—Well, we needed get away from... you know, the city —respondí algo nervioso.

Ella no apartaba su mirada desafiante de mí. Había algo en sus ojos: sufrimiento, me veía como si tratara de transmitírmelo para deshacerse de él. Un escalofrío me recorrió. Mi respiración se agitó. Quería apartar la vista, alejarme de ella, pero algo me obligaba a quedarme ahí.

—Guess you came for the legend, didn't you? —inquirió, aún sin apartar su impotente mirada.

—We.. We would lying if we say no —verdad a medias, pensé. Los demás observaban angustiados.

Pero la mujer, al contrario de lo que creí que haría, sonrió.

Y sus ojos... su ojos volvieron a la normalidad.

—Her house is in the last street, you will found it in a instant.

—Y-Yeah —pronuncié todavía con una sensación de inefable ansiedad.

Quería llorar, quería liberar toda la angustia que sentía. Y ni siquiera sé de qué.

—Hey, Trolli —me interrumpió Mike. Volteé a verlo, sus ojos me calmaron un poco—, ¿estás bien?

Asentí, aún sin creerme a mí mismo.

—Good luck... you will need it.

La empleada misteriosa se dio la vuelta y siguió en lo suyo, al igual que el resto de la gente en el lugar.

Poco a poco sentía que la angustia desaparecía.

—Eso fue raro —susurró Timba desde su lugar.

Observé mi café con asco, mi estómago se había cerrado.

As we live a life of ease, every one of us has all we need~

—Ok. Thaks for all, here's the money.


timba

Trollino dejó el dinero sobre la barra antes de salir del establecimiento a paso apretado. Por un momento creí que vomitaría.

La empleada asintió, aún sin voltear a vernos. Siguió concentrada en la melodía con su espeluznante voz.

Sky of blue and sea of green, in our yellow submarine~

—Vamos —me llamó Rius cuando los demás se pusieron de pie.

Asentí. Dejé mi vaso de café a la mitad y me apresuré a seguirlos.

We all live in a yellow submarine, yellow submarine, yellow submarine~

Volteé hacia la señora una vez más antes de cruzar la puerta. Pude ver su mirada llena de odio hacia nuestra dirección.

Un escalofrío me recorrió.

—Trolli, ¿qué pasó ahí adentro? —preguntó Mike acercándose a él. Trollino estaba recargado en la puerta de la camioneta.

—Ella... Fue raro, pero ella me... ¿me asustó?

—¿Te asustó? —repetí confuso—. ¿De qué estás hablando?

La neblina danzaba con calma a nuestro alrededor.

—Si —respondió, todavía algo distraído—. Olvídenlo, hay que irnos.

Subimos a nuestros lugares sin decir más.

Había que admitirlo, este sitio me ponía de los nervios. No sólo el lugar, si no sus habitantes, sus calles, su atmósfera.. era cómo si algo maligno nos estuviera rodeando en todo momento.

Esta vez fue mi turno de conducir. Gracias a los faros del coche, pude ver mejor las calles. No había una sola alma afuera, ni siquiera la de algún animal.

Después de varios metros más, llegamos a la última calle.

Y como dijo la extraña empleada, de inmediato supimos cuál era la casa que tanto mencionaban en la leyenda.

Era la más grande de toda la villa, pintada de un gris oscuro. El césped llegaba tan alto que no dejaba ver la puerta principal. Se notaba que no estaba abandonada desde hace mucho tiempo.

—Creo que es esta —pronunció Trollino desde atrás, con sarcasmo.

No me molesté en estacionar el vehículo lejos —cómo solía hacerlo cada vez que llegábamos a robar a cualquier lugar, para pasar desapercibidos— porque las casas de alrededor se veían abandonadas, al igual que las calles, al igual que toda la villa.

—Iremos a revisar —anunció Raptor, refiriéndose a mí y a él, mientras abría la puerta.

Bajé con rapidez. El aire frío me recibió una vez afuera.

Cruzamos el césped, de donde salieron miles de mosquitos con cada una de nuestras pisadas, hasta llegar a la puerta de madera. Algo que me sorprendió fue que se mantenía en buen estado, ni una sola rasgadura. Al igual que las ventanas.

Agité la manilla de la puerta. Como ya suponía, estaba trabada.

Raptor se asomó al interior por una venta, después de unos segundos se volteó hacia mí y negó. Seguramente estaba demasiado oscuro para ver algo.

—¿Crees que haya puerta trasera? —me preguntó.

—Habrá que averiguar.

Di la vuelta para hacer señas a los chicos que nos veían desde la camioneta, avisando que iríamos a la parte de atrás.

Allí había muchísima más hierba; cubría todo el patio, el cuál era más extenso que el delantero. Había una puerta, igual de intacta que la otra. Apenas me acerqué a ella, algo saltó de entre la montaña de pasto.

Un gato.

Pero no cualquier gato. Un gato negro.

—Que extraño que un gato esté aquí —murmuré, confundido.

Raptor asintió mientras se acercaba a la puerta.


sparta

¿Fue buena idea venir?

Era la único que podía pensar.

Sí, siempre fui un paranoico, pero estoy seguro de que este lugar tiene algo extraño, algo de lo que sería mejor alejarnos y no seguir aquí, husmeando en su puerta.

De pronto, un alarido de dolor sonó desde afuera.

—¿Ese fue Raptor? —inquirió Víctor algo nervioso.

Si, si fue Raptor.

Abrí la puerta de un jalón y prácticamente salté hacia la calle.

—¡Espera, Sparta! —escuché a Rius, pero no hice caso, sólo podía pensar en una cosa: Raptor podía estar en peligro.

Corrí entre el césped a largas zancadas, esquivando a todos los mosquitos que salían al agitar su sitio de descanso. Al llegar al patio trasero, lo primero que me llamó la atención fue Raptor tomaba su pierna, como si estuviese herido.

—¡Raptor! —exclamé mientras corría hacia él. El susodicho volteó a verme asustado.

—¿Chicos? ¿Qué hacen aquí? —peguntó Timba. Me giré y así me di cuenta se que los demás me habían seguido porque estaban detrás.

—Escuchamos gritar a Raptor —respondió Mayo—. ¿Qué pasó?

Entonces algo llamó mi atención al fondo del patio. Un gato negro nos observaba con ojos curiosos, alejado de la escena.

Raptor señaló al animal con su barbilla.

—Me arañó.

Me acerqué a él en breve, buscando la herida. Era un rasguño profundo que inclusive empezó a sangrar.

—Es.. Es grave —murmuré.

—Está bien, no me duele —lo escuché, pero sabía que era mentira. Aún así le hice caso y me levanté. Ya habría tiempo para desinfectarlo después.

Timba golpeó la puerta. Sólo un poco, porque se abrió enseguida.

Nos volteamos a ver entre nosotros. Esto me da mala espina.

Adentro estaba demasiado oscuro, quizá incluso más que afuera.

Timba fue el primero en entrar, buscando al costado de la pared algo interruptor. Aunque en realidad, no creía que llegara a funcionar.

Se escuchó un pequeño click y acto seguido, la luz me cegó un breve instante.Lo más evidente era encontrar basura, polvo, muebles desgarrados, grafitis, quizás también algún cadáver.

Pero no había nada de eso.

No había ningún rastro de polvo cerca.

La habitación, que parecía una cocina, estaba ordenada con muebles estilo vintage.

No sólo la cocina, toda la casa tenía ese estilo de decoración.

Y las paredes eran completamente blancas.






***

traducción del alemán:
buenas tardes.

traducción del inglés:
Oh, turistas. Perdón, ¿hablan inglés? Yo solo sé poquito español.
Si, yo. Denos siete lattes y un capuchino.
Aquí están.
Oh, gracias.
Así que ¿qué están haciendo aquí? Quiero decir, es inusual tener visitar en Scarville.
Necesitábamos alejarnos de... ya sabe, la ciudad.
Supongo que vinieron por la leyenda, no es así?
M... Mentiríamos si dijéramos que no.
Su casa está en la última calle. La encontrarán en un instante. Buena suerte... la necesitarán.

¡capítulo 3!

ya empiezan las cosas raras:)  ¿tienes alguna teoría?


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